AÑO III - NÚMERO 11  - ENERO DE 2017  - DIRECTOR: MARIO BERMÚDEZ - EDITORA COLOMBIA: PATRICIA LARA - EDITOR MÉXICO: ABRAHAM MÉNDEZ

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Adriana Giraldo G.

LA LISTA DE LAS ALMAS PERDIDAS

SOMBRILLAS AL VUELO

Portada de Sebastián Romero Cuevas

SONY VOODOO -México-

PÁGINA 11

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Originaria de Monterrey, Nuevo León, México, reside actualmente en Seattle. Washington, USA. Es Veterinaria de profesión, Bailarina por convicción, amante de las ciencias ocultas, música, videojuegos, buen café, cine de horror, ciencia ficción, acción y Nihilista. Le encantan los gatos por lo cual felizmente sirve a dos de ellos, también le gustan los sapos, aunque ya juró que jamás volverá a tener una mascota de especie exótica. Ama los bosques y los lugares fríos, odia exponerse al sol y solo visita playas en climas nublados.

Antes escribía muchas cosas, pero quemó sus relatos pues nunca creyó que alguien prestaría interés a tanta mierda que ella escribía, ha pensado en abrir un blog, tal vez algún día. Recientemente fue publicada en la Revista Literaria de Horror y Terror Giallo.

Actualmente trabaja en convenciones de horror, como bailarina cuando la contratan, y ocasionalmente escribiendo reseñas de películas para Mad Monster y próximamente para Shockwerks TV.

 

La autora nos comparte las redes en donde podemos seguirla:

Página de facebook Sony Voodoo   https://www.facebook.com/Sony-Voodoo-1868354873443377/

Instagram Sony Voodoo  https://www.instagram.com/sonyvoodoo/

Twitter Sony Voodoo (lo uso en raras ocasiones pero ahí está)  https://twitter.com/sonyvoodoo

 

LA CAJA DE MÚSICA Y LOS MONJES SECRETOS

 

 

Ella quería irse a descansar, su hora estaba por llegar, hasta el día de hoy estoy convencida sin duda, le pidió a la muerte se la llevara de este plano. Podía ver su cansancio, su hermoso cabello con reflejos de plata fina encerraba todo el trabajo que había realizado a lo largo de sus 120 años. Una vida muy larga de llevar, y a pesar de lo pesado de su carga, ella seguía muy lúcida, fuerte, y no necesitaba lentes para leer; increíble, hermosa, sabia y mística, así era mi abuela.

 

El día que me regaló su preciada caja de música, yo me encontraba muy feliz escuchando mi banda favorita: Monjes Siniestros. ¡Vaya que disfrutaba cada acorde y la secuencia de sus canciones!, mientras mi mente trataba descifrar cómo era posible que cinco mortales fueran capaces de componer semejantes piezas que me transmitían cosas que no puedo explicar. Mi abuela sabía que yo amaba esa banda, ¡vaya que lo sabía!, como muchas otras cosas; era la única persona en el planeta a la que no le podía ocultar mi alma, podía ver a través de mí, lo sabía todo, absolutamente todo, aún y cuando trataba de mantener secretillos, ella era capaz de conocerlos, era muy astuta.

 

Se acercó y me dijo: - tengo un regalo, te lo has ganado y sé que algún día lo vas a amar con todo tu ser, así como yo lo he hecho. Debes primero poner mucha atención a lo que te voy a explicar, pues sólo va a funcionar una sola vez en tu vida, y tendrás que decidir si después se la vas a pasar a alguien que realmente la merezca, o si te la llevas a la tumba. - ¿Qué es abuela?                   - Mi adorada cajita de música -.

 

Me quedé sorprendida y muy callada, pues yo sabía que ella adoraba esa caja. Todos los días la escuchaba, y solo ella la podía abrir, nadie más la podía escuchar, era un objeto muy peculiar, único en su género, jamás vi otra igual.

 

- Empezaré por contarte la historia, la cual es ahora un importante secreto que debes mantener hasta que encuentres alguien digno de ella, o en caso contrario terminará contigo -.

- Esta caja me la regaló mi bisabuela, y ahora yo te la voy a dar a ti. Adentro vive el alma de Mortos, un gran músico que en su época me maravillaba, así que decidí que su música me acompañara durante toda mi existencia. Siempre fui su gran admiradora, y celosamente lo guardé conmigo para siempre, cuando lo puse en la caja el mundo se olvidó de él y todo lo que había hecho desapareció. Sólo yo lo puedo escuchar, cuando muera su alma será liberada y pasará a ser parte de la colección de almas de Murmur... -

 

- No entiendo abuela, o sea que la caja ¿ya no va a tener música? -

 

- Así es mi niña, la caja ya no tendrá música porque el alma de Mortos pertenece a Murmur desde el momento en que entra en ella. Murmur es tan generoso que permite al dueño de la caja disfrutar de la música de las almas mientras se encuentren adentro, ellos son obligados a complacerte tocando las piezas que realizaron mientras habitaron el mundo.  La caja ahora es tuya, y tu podrás ponerle la música que tú quieras, pero debes seleccionar muy bien, porque sólo funcionará una vez, puedes escoger cualquier artista u orquesta y su música te acompañará por siempre, pero cuando decidas a quien elegir, debes tener en cuenta que sus almas quedarán atrapadas en la caja hasta que tú mueras. Puedes heredarla a alguien que tú creas la merece, los años te darán la sabiduría para percibir cosas que ahora no puedes.  Sólo tú puedes abrirla, y para que obtenga la música debes realizar un pequeño ritual, tiene que ser en sábado a la luz de la luna, en un lugar privado, vas a dibujar el sello que trae la caja en la tierra, y después tienes que ofrecer tu sangre mientras invocas el siguiente conjuro:

 

“Murmur, creador de la caja, protector de la música, yo soy la nueva vigilante de tu hermoso trabajo realizado en madera, atrapa el alma de (Nombre de él o las víctimas), deseo que me acompañen hasta que yo muera. Murmur abre la puerta del Limbo y atrapa la música en tu caja. Te ofrezco las almas, acéptalas, con tu poder y mi voluntad a partir de ahora. ¡Oh poderoso Murmur, abre la caja, por favor, ahora y hasta mi muerte que sus almas se queden dentro de tu creación!”

 

 Al final de todo ese conjuro vas a poner tus manos encima de ella y cerrarás los ojos y los abrirás hasta que la música salga de ahí, entonces podrás regresar a tus aposentos y disfrutarás de tu caja como yo lo he hecho todo este tiempo -.

 

- ¿Quién es Murmur abuela? -

- Murmur es el diseñador y fabricante de la caja, él también es quien va a poseer todas las almas que entren en ella -.

- Abuela, gracias por el regalo, pero no sé si sea capaz de utilizarlo, el sólo hecho de pensar que ésta caja es en realidad una clase de cárcel para atrapar almas me da un poco de temor -. Mi abuela se sonrío y dijo: - algún día vas a abrirla, lo sé... Cuídala mucho mi niña, es muy hermosa y preciada, sé que tú la vas a cuidar bien, como yo lo hice -.     Le di un abrazo y volví a agradecerle, aunque para ser honesta, el concepto de la caja me daba escalofríos.

 

A la mañana siguiente mi hermosa viejita estaba en su cama, disfrutando la partida hacia el eterno descanso, se le podía ver su expresión pacífica y una pequeña sonrisa. Bueno, ahora sí oficialmente yo era la dueña de la caja de ese tal Murmur.

 

Murmur, qué nombre tan raro, ¡pero sí que era un gran diseñador!, la caja era muy hermosa, tallada finamente a mano, y sobresalía ese sello tan extraño, las aplicaciones de plata detalladas eran un toque divino. Murmur… no podía dejar de pensar en ese nombre, y pasaba mucho tiempo admirando su gran obra, la cual ahora decoraba mi tocador, a lado de mis perfumes y cosméticos. Hermosa la caja, muy hermosa, pensé que se quedaría cerrada para siempre, hasta que el día llegó.

 

Después de 25 años de música ininterrumpida, piezas excelentes, giras promocionales, la más terrible noticia llegó a romper mi corazón, la banda que siempre había admirado, con la que había compartido momentos en mi laberinto de soledad, había llegado a su fin. Monjes Siniestros anunciaba su separación definitiva, ya nada sería lo mismo, ya no van a componer más. Lloré mucho por la decepción, pero al menos podría acudir a su concierto de despedida. Una noche maravillosa llena de ansiedad y tristeza, pero como todo principio tiene un final, la banda dio las gracias a los fanáticos por su apoyo y así como si nada, simplemente se fueron. Me quedé en mi lugar paralizada, viendo dolorosamente como quitaban sus instrumentos, y como todo llegaba a su amargo fin.  ¡No puede ser! No más Monjes Siniestros. La seguridad del lugar pidió que me retirara, y decidí caminar a casa, pues una hora entre las sombras me caería bien para asimilar la ruptura de mi banda favorita.

 

Tal vez me lo estaba tomando muy a pecho, los integrantes de Monjes Siniestros ni siquiera sabían que yo existía, pero ellos eran todo mi mundo, su hermosa música me ayudó a pasar ratos amargos, y llenaron de fuerza cuando lo necesitaba, así que no estaba dispuesta a dejarlos ir. Murmur... Murmur... ¡Sí!, ¡Murmur!

 

Me apresuré a casa, llegué a mi cuarto, con el corazón casi explotando tomé la hermosa caja y salí corriendo hacia el bosque más cercano, donde mi abuela solía perderse por horas. Era sábado, había una luna brillante y hermosa en el firmamento, iluminando mi sendero, y llegué al lugar, lo sentí en mi ser, ahí debía realizar el ritual.

 

Dibujé en la tierra el sello que estaba grabado en la caja, el sello de Murmur. Corté mi mano con la piedra de obsidiana que uso como collar, tiene una punta filosa, no tuve dolor y pude sentir la tibia sangre corriendo por la piel, cayendo rápido encima del sello, la tierra deseaba mi sangre, y cada vez más tomaba la forma del sello. Proseguí a realizar el conjuro:

 

“¡Murmur, creador de la caja, protector de la música, yo soy la nueva vigilante de tu hermoso trabajo realizado en madera, atrapa el alma de Monjes Siniestros, mi banda favorita, deseo me acompañen hasta que yo muera. Murmur abre la puerta del Limbo y atrapa la música en tu caja. Te ofrezco las almas de los cinco integrantes de Monjes Siniestros, acéptalas con tu poder y mi voluntad a partir de ahora. ¡Oh poderoso Murmur, abre la caja, por favor, ahora y hasta mi muerte, que sus almas se queden dentro de tu creación!”

 

Puse mis manos encima de la caja, cerré los ojos, y pude sentir un movimiento dentro de ella, una fuerza me hizo temblar, quedé inmóvil por un tiempo, no supe cuánto. Un fuerte viento se hizo presente y la caja siguió vibrando, mientras esa energía sensorial seguía emanando por unos cuantos minutos más, el viento cesó, y pude claramente escuchar unos acordes demasiado familiares, los tenía grabados en mi memoria, eran los acordes de Monjes Siniestros, estaban en mis manos. Abrí la caja y ahí estaban los cinco integrantes de la banda en miniatura, tocando para mí, sólo para mí, complaciendo mis oídos, y haciéndome feliz.

 

Regresé a mi cuarto y no pude ni dormir de la emoción, los Monjes Siniestros vivirían por el resto de mi existencia y sólo yo podía contemplarlos y disfrutarlos. Después de todo, ellos se portaron de manera egoísta al intentar privar a sus fanáticos de su música, al ya no querer continuar realizando sus obras, y eso yo no lo iba a poder superar. Mi viejita tenía razón: el día en que abriría la caja llegó.

 

También era cierto que el legado de Monjes Siniestros desapareció del mundo al instante en que entraron a la caja, las copias de sus discos que poseía ya no estaban en su lugar, acudí a las tiendas de música para preguntar por ellos y nadie los conocía, me informaron que nunca habían escuchado hablar de ellos, en realidad no había rastro, todos los artículos promocionales que tenía alusivos a ellos también desaparecieron. Eran tan buenos que el mundo no los merecía más, sólo yo los escucharía a diario y hasta mi muerte.

Ahora tengo 120 años y la cajita de Murmur me ha dado la felicidad completa durante todo éste tiempo, no me arrepiento en absoluto y ellos siguen ahí dentro tocando para mí. Soy tan egoísta que creo pediré me entierren con ella si algún día me canso de vivir. Mi amiga la muerte, pasa de vez en cuando, me trae saludos de mi viejita y le digo:  - Sabes querida, yo no me quiero ir a descansar, porque no podré llevarme la caja -, sólo se ríe y me dice asombrada, - “Todos se cansan de ella algún día -.”