NÚMERO 12

ABRIL DE 2017

EN ESTE NÚMERO:

AÑO III - NÚMERO 11 - ABRIL DE 2017 - DIRECTOR: MARIO BERMÚDEZ - EDITORA COLOMBIA: PATRICIA LARA - EDITOR MÉXICO: ABRAHAM MÉNDEZ - REDACTOR: CARLOS AYALA

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LA IRRESISTIBLE MAGIA DE LAS LETRAS

La irresistible magia de las letras

PÁGINA 13

TESSY HERNÁNDEZ G.  -MÉXICO-

Orgullosamente mexicana, nacida en la Ciudad de México un 28 de Agosto. Licenciada en Informática y con un Posgrado en Auditoría Informática. Coralista, amante de la música, de la lectura, de los animales y del cine. Escritora amateur de amores y desamores, sueños y locuras, desde hace más de 20 años.

 

Blog: http://tessyhg.blogspot.mx/

Twitter: @tessy_hg

Instagram: https://www.instagram.com/tessy_hg/

 

DESPUÉS DEL SILENCIO

 

Lo dejé todo en el silencio y mi voz también calló...

Y el silencio me envolvió y solo escuchaba miradas.

En ausencia del sonido no había día, no había noche...

Y así sin luz ni obscuridad, quedó todo inmerso en la nada...

En la nada no había mentira y no había verdad...

Nada de mentira de olvidados ayeres y nada de verdad de una presente soledad.

Ayer escuché el sonido gritar y por fin pude escuchar de nuevo.

Escuché la voz que se ahoga cuando la luna llora y una lágrima cayó sobre mi boca.

La bebí y hablé, mientras el silencio se ocultaba detrás de una de las rocas de una cascada.

Me desnudé y me bañé en la cascada mientras los grillos cantaban.

Después, bajó una estrella y me subí en ella.

**THG*©

 

Mar sideral

 

En la eterna noche hay una luna llena

que nunca nos abandona

y se vuelve la luz que guía

nuestros pasos que se alejan.

 

Y aunque rumbos distintos

nos separen, la distancia

física no importa…

 

En lo profundo del mar sideral

siempre permanecerá

brillando, el recuerdo

de la promesa de un amor que,

ante esa luna,

será por siempre verdadero.

 

*THG*©

 

El eterno lazo de un adiós

 

A veces el silencio grita las palabras que no cruzan la garganta,

las que no salen por los dedos y solo existen en el pensamiento,

girando sin descanso: buscando el modo de salir del encierro.

 

A veces a los lazos los anuda aún más la distancia y aprieta

tanto los nudos, que aunque lleguen nuevos besos,

nunca lograrán igualar los tuyos.

 

Y pasarán los días y pasarán los años, y aunque a los ojos

de los demás finjamos que hay olvido, la verdad tú y yo

siempre la guardaremos…

 

Porque aunque a este amor lo dejemos

dormido, dentro de nosotros siempre esperará latente, a que tú y yo

volvamos a encontrarnos… aunque tal vez antes llegue la muerte.

 

Y si la pasión que surgió de este amor fue la misma fuerza

que nos destruyó, Dios sabe que aún así sin poder evitarlo

en nuestro corazón quedó grabada la huella de nuestros besos,

de nuestros cuerpos… y de aquel adiós que una tarde de abril,

para siempre nos unió.

 

*THG*©

 

La pregunta es sencilla:¿ Al final es Jane o Lucy? Leyendo con detenimiento fácilmente encontrarán la respuesta…

 

 

CARRETERA 427

 

 

La noche cubría la ciudad completamente. La luna apenas alumbraba borrosa y escondida entre las nubes.

 

Jane caminaba aprisa, temerosa. Las calles estaban muy obscuras y después de la discusión con Brian, miles de fantasmas obscuros acechaban su cabeza.

 

“¡Lo odio!” - pensaba – “Es un patán”.

 

No era la primera noche que no la acompañaba a casa por irse a tomar con sus amigos y aunque vivían a pocos kilómetros de distancia, le disgustaba su falta de caballerosidad y antipatía.

 

-No entiendo por que no le he dejado – dijo suspirando -. Pero es la última vez…

 

¿Cuántas veces había dicho eso? ¿Diez? ¿Veinte veces antes? ¿Quién lo sabe? Había perdido la cuenta.

 

Llegó al parque. No le gustaba cruzar por ahí porque a esa hora siempre estaba solo y aunque había buena iluminación era el perfecto lugar para los ladrones. Desafortunadamente era el mejor modo de cruzar el barrio por el medio y así se ahorraba veinte minutos de camino.

 

De frente, a lo lejos comenzó a distinguir las luces de los faros de los pocos autos que transitaban la carretera 427. Justo al otro lado a unas cuantas calles se encontraba su casa.

 

“Maldita carretera” –pensó- “Odio cruzarla. Pareciera que manejan animales a toda velocidad, por eso hay tantos accidentes”.

 

Se detuvo a la orilla del camino y miró hacia ambos lados para cerciorarse que no viniera ningún auto.

 

“Lástima que ni siquiera me dejó disfrutar la película con el escándalo que tenía con sus amigos. Es increíble que los hayan dejado entrar tomados y más increíble que siga saliendo con él.” Pensó.

 

En ese momento las nubes dejaron salir la luna y su luz iluminó como un reflector la silueta de esa chica pelirroja, delgada, de ojos castaños y piernas largas. Llevaba un pantalón café claro y una blusa blanca.

 

Un golpe seco. Jane sintió que volaba por los aires y caía estrepitosa y dolorosamente contra el asfalto rompiéndose los huesos.

 

Perdió la conciencia unos minutos y un dolor indescriptible la despertó poco a poco. A lo lejos escuchó una conversación que le llevó varios segundos comprender:

 

-¡La mataste! ¡Eres un imbécil! Te dije que a esa velocidad sin luces habría problemas –dijo una voz masculina.

 

-¡Dios mío! ¿Qué vamos a hacer? ¡No podemos dejarla ahí tirada, nos van a agarrar!-respondió una segunda voz de hombre también.

 

-¡Nos van a meter a la cárcel!

 

-¡Pero fue un accidente! ¡No la vi!

 

Silencio.

 

-¡Ayúdame a cargarla! – dijo la segunda voz

 

- ¿A cargarla? ¿Estás loco?

 

-¡Cállate y ayúdame! ¡No tarda en venir alguien!

 

-¡Estás estúpido! ¿Cómo se te ocurre? ¿Para qué?

 

-No sé, no sé ¡Ayúdame carajo!

 

Abrieron la portezuela trasera del auto y justo cuando la levantaban y estaban a punto de subirla fue cuando Jane comprendió que no tenían intenciones de llevarla al hospital, sino que querían ocultar su crimen.

 

-¡Aaaah!-gritó de dolor-¡Suéltenme me están haciendo más daño! ¿Qué fue lo que me hicieron? ¡Dios mío!

 

El horror que sintieron ambos al ver que a pesar de la condición en que se encontraba seguía viva fue enorme.

 

- Lo siento… -escuchó que murmuraban.

 

-¡No me levanten! ¡Aaaah! ¡No me toquen! Déjenme…-Sus lágrimas corrían incontenibles por sus mejillas y sus gritos de dolor ensordecían.

 

Jane cerró los ojos y sintió como la dejaban en el piso. Escuchó murmuraciones leves e inmediatamente después dos puertas que se cerraban y el motor de un auto arrancando a toda velocidad.

 

La habían dejado tirada a la orilla de la carretera…

 

-¡Cobardes!- y su llanto era un alarido.

 

Ella no podía ver, ni siquiera imaginar la gravedad de su estado, mismo que le impedía siquiera tocarse pues se sentía bañada en su propia sangre que fluía y fluía… Así como los autos que pasaban por la carretera y no se detenían.

 

-¡Ayúdenme por favor! ¡Ayúdenme! – les gritaba. ¿No la verían?

 

“Voy a morir…-pensó.

 

Nuevamente sintió que le abandonaban los sentidos cuando le deslumbró la luz de los faros de lo que parecía ser una camioneta que la iluminaban directamente.

 

Solo entonces pudo ver que su pierna izquierda estaba completamente rota, convertida en filosas astillas que sobresalían por el roto pantalón ensangrentado.

 

-¡Dios, Dios! ¿Qué es esto?-gimió

 

Un hombre barbado se paró frente a ella y la miró horrorizado extendiendo sus brazos para tocarla.

 

* - * - * -* - * - *

 

Esa mañana había sido calurosa y soleada, así que la frescura de la tarde refrescaba con un viento delicioso y Jane se sentía como nunca: fuerte, vigorosa, poderosa…

 

No sentía dolor en ninguna de sus extremidades. Llevaba un pantalón corto negro y una blusa sin manga, blanca; así que frente al espejo esa mañana, había podido observarse con detenimiento: ni una sola cicatriz o mancha en su piel.

 

Miró sus ojos castaños y los notó realmente verdes, no aceitunados como solían decirle se le veían a la luz del sol, pero no le dio importancia. Llevaba su cabello rojo suelto, nunca se lo ataba para que luciera en todo su esplendor.

 

-Creo que nunca me había visto mejor en mi vida.-dijo dirigiéndose al hombre de rubia barba que días antes la levantó de la carretera-  Me siento tan bien Jack, no sé que me hiciste pero es como si algo dentro de mi comenzara a tener vida propia.

 

Jack la miraba complacido. Había pensado que no sobreviviría al accidente: tenía destrozados todos los huesos de la cadera y pierna izquierda. Sus codos y muñecas tenían fracturas múltiples, así como la clavícula de su brazo izquierdo y traumatismos severos en la cabeza.

 

Cuando la vio ahí en la carretera en el charco de la sangre que salía incluso por su boca a causa de las perforaciones que sus costillas hicieron a sus pulmones, supo que había llegado el momento que esperaba y que solo él podría salvarla.

 

Jack vivia con sus dos hermanos: Lucy y Tom, en una casa no muy lejos de la carretera 427, en un lugar solitario y tranquilo.

 

Los cuatro se encontraban sentados a la mesa. Era la hora de la comida y Jane tenía un apetito feroz, como su tuviera una semana o más sin comer.

 

-¿Cuánto tiempo ha pasado Jack? ¡Tengo un hambre impresionante! Me comería un caballo…

 

Lucy y Tom los miraban sin hablar: solo se llevaban los bocados a la boca y no podían evitar que sus miradas se detuvieran en Lucy, la chica que su hermano llevó hacía apenas 3 días a su casa…

 

-¿Tengo mal semblante? Si siguen mirándome así voy a pensar que están viendo un extraterrestre. – dijo mientras comía con avidez -. Lucy está exquisita la comida, espero que hayas cocinado mucho porque cada vez tengo más hambre.

 

* - * - * -* - * - *

 

Lucy corrió con todas sus fuerzas y se encerró en el baño.

 

-¡Los mató! ¡Los mató! –repetía una y otra vez con la respiración entre cortada

 

-Lucy… Lucy… Ábreme…-escuchó apenas perceptible como si fuera un siseo detrás de la puerta.

 

Silencio.

 

¿Sería verdad lo que vieron sus ojos? No podía ser cierto… ¡Era imposible! Todo pasó tan rápido: comían, bebían; Jane bebía agua en un vaso cristalino y de pronto…

 

-¡Lucy! ¡Abre la maldita puerta de una buena vez!

 

-¡No! ¡Tú no eres Jane, eres un maldito monstro! ¡Tú los mataste!

 

¿Cómo borrar esas imágenes de su cabeza? ¡Dentro del vaso todos vieron emerger rápida e inconfundible una lengua de serpiente. La maldad en la mirada de Jane hizo que a Lucy se le helara la sangre y dejó caer su propio vaso justo en el instante en que Jane saltó de su silla contra Jack y comenzó a devorarlo, mientras emitía unos gruñidos y silbidos espeluznantes.

 

Sus gritos todavía sonaban en su mente…

 

-¡Jane no! ¡Detente, no sabes lo que haces!

 

Fueron sus últimas palabras.

 

Ella y Tom no pudieron hacer nada, apenas tuvieron tiempo de salir corriendo e intentar escapar.

 

“¿Por qué permití que Jack llegara tan lejos?-pensó”. Diez años había pasado desde que “dejó” el centro de investigación para continuar con sus propias investigaciones científicas “sin que nadie lo estuviera limitando”; y aunque nunca se atrevió a entrar en el laboratorio que Jack improvisó en la parte trasera de la casa, siempre supo la verdad: lo que ahí hacía, lo que ahí escondía.

 

Pero ni ella ni Tom preguntaban nada. Ahora tampoco él estaba…

 

-¡Maldito Jack! – Gritó golpeando con su puño contra la pared. Pero ya era tarde para lamentaciones.

 

Las lágrimas seguían corriendo por sus mejillas mientras miraba sus manos cubiertas de sangre, la sangre de Tom a quien no pudo arrancar de las garras de la muerte, de la que casi escaparon justo cuando se acercaban a la puerta para salir.

 

-¡Desgraciada! Creo que me mordió…

 

Se miró en el espejo que tenía enfrente y vio su semblante pálido y el sudor escurriendo por su frente. Su cabello castaño se encontraba enmarañado así que se lo ató de prisa. También notó en sus ojos un brillo especial…

 

El espejo reflejaba la puerta que al fin estaba a punto de ceder ante los golpes de Jane… o lo que sea que fuera.

 

-Lucy ábreme, tengo hambre…

 

Lucy arrancó el tubo de las cortinas de baño justo cuando la puerta comenzó a abrirse lentamente…

 

* - * - * -* - * - *

 

El sol estaba a punto de ponerse e iluminaba la espalda de una silueta femenina que tomaba camino hacia la carretera 427.

 

Vestida con un pantalón de mezclilla entallado, una blusa verde olivo y un suéter caqui a los hombros. Llevaba su cabello atado en una coqueta coleta y sonreía triunfante pidiendo aventón.

 

¿Quién podría resistirse a esa mirada hipnotizante? Nada en ella indicaba la atroz masacre llevada a cabo hacía solo algunas horas en una ahora abandonada y sangrienta casa a unos kilómetros no muy lejos de ahí.

 

Un auto se detuvo para recogerla.

 

-¡Hola! – le dijo asomándose por la ventanilla del asiento del pasajero que se encontraba abierta- ¿Me llevas?

 

-Seguro- contestó el hombre al volante- ¿Hacia dónde te diriges?

 

-Digamos que es imperante que me marche de aquí…-contestó sonriendo maliciosamente.

 

- Sube – le dijo sonriendo, pensando que tenía un encuentro realmente fortuito. -Justo iba a comer ¿Tienes hambre?

 

-Si tú supieras cuanta…

 

Subió al auto y a toda marcha se alejaron de ahí.

 

*THG*©