NÚMERO 12

ABRIL DE 2017

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AÑO III - NÚMERO 11 - ABRIL DE 2017 - DIRECTOR: MARIO BERMÚDEZ - EDITORA COLOMBIA: PATRICIA LARA - EDITOR MÉXICO: ABRAHAM MÉNDEZ - REDACTOR: CARLOS AYALA

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LA IRRESISTIBLE MAGIA DE LAS LETRAS

La irresistible magia de las letras

PÁGINA 16

Monterrey, N. L., 1970. Licenciada en Lingüística Aplicada con énfasis en didáctica del idioma (UANL, 1992). Máster en Letras Españolas con la tesis Aproximaciones a la novelística de Sara Sefchovich desde la perspectiva del discurso femenino (UANL, 2002). Estudiante en el programa de Doctorado en Filosofía con énfasis en Estudios de la Cultura, UANL. Ha sido maestra a nivel superior desde 1989 y ha participado en diversos coloquios y congresos internacionales relacionados con lengua y literatura. Colaboradora en distintas revistas de literatura y humanidades. Actualmente prepara su tesis doctoral en torno a la escritora María Luisa Garza, Loreley.

Correo: noralizetcastillo@gmail.com

NORA LIZET CASTILLO AGUIRRE -MÉXICO-

ENSAYO:

 

 

La religiosidad como tema recurrente en la literatura chicana

 

 

Una aproximación de distintos abordajes es ésta donde se ubica el tema de la religiosidad en un marco de las relaciones familiares, las distintas perspectivas y los diversos modos en que la gente entiende, comprende, vive la religión dentro del marco de la vida cotidiana y que se reflejan a través de las palabras por los personajes retratados en los relatos al momento de expresar su devoción.

Para hablar de religión hay que tomar en cuenta la noción de identidad.  Resulta difícil dudar de la trascendencia contenida en la noción de identidad. Los puntos de vista con los que comenzamos nuestra reflexión son dos: uno es la manera en que nos concebimos en el mundo, es decir, los elementos formativos que enaltecemos y los que rechazamos de la cultura propia y la segunda, es el hecho de imaginarnos, recrear, y usar la memoria colectiva para la construcción de la cultura del otro. La discrepancia de las culturas de México y de Estados Unidos deviene de un entramado de tradiciones, lenguaje, ideologías, marco de valores éticos y marco de valores morales y religiosos.

La literatura chicana  como objeto de estudio puede ser reconocida como una expresión de una serie de agregados culturales que se plasman y permiten entrever un universo de estructuras imaginarias, considerando una cosmología y una antropología diversificadas. De alguna manera, se debe rescatar lo trascendente y lo relacionado con el ser que apunte a la particularidad y la singularidad de los individuos enfatizando el ser y el valor. Para el doctor Manuel de Jesús Hernández-G. la literatura chicana está asociada con el pueblo, no importa el lenguaje en que se escriba. Cuando la empezó a escuchar y a leer entendió que se manejaban anglicismos, pochismos, caló, spanglish porque así es la expresión de sus hablantes, de la gente, del pueblo chicano. En ese sentido, se siente satisfecho de estudiar esta literatura y de ayudar así a las causas sociales y fomentar que escriban los jóvenes o apoyar a los investigadores que la estudian y, de esta manera, criticar a los pensadores todavía hegemónicos. Aunque proviene del barrio sudoesteño o estadunidense, la literatura chicana forma parte del discurso literario y cultural mundial. La persona que decida estudiar esta forma de literatura necesita ser bilingüe, bicultural, bifronterizo, librepensador, políglota, feminista, queer, globalizado y, sobretodo, contestatario. La identidad en sentido formal se aproxima a la lógica formal y equivale a la relación de pertenencia a una clase, que es común a todos los elementos implicados en dicha relación. Todos los elementos situados por fuera de la clase son, por tanto, diferentes. Identidad y diferencia son categorías fundamentales del pensamiento chicano que se correlacionan formalmente con otras como la existencia y unidad de la metafísica moderna. El imaginario social, como expresión de la subjetividad colectiva de autoconcepción grupal gestada en un proceso de identificaciones y exclusiones es, aunque parezca lo contrario, siempre cambiante, heterogéneo y básicamente incongruente. Como se pretende explicar cuando lo relacionamos con el mito representando lo simbólico, su perfil particular, aún y cuando sea colectivo, ha de perfilarse con la misma lógica de construcción que la de las subjetividades primarias. De esta forma el concepto de imaginario, que expresa el nivel de actuación de la subjetividad, refiere a la manera como los sujetos se piensan y se perciben a sí mismos y en esta medida, a las prácticas desarrolladas en esta percepción. En efecto, la auto percepción subjetiva, a la cual llamaremos con el nombre mucho más indicativo de identidad, es siempre imaginaria, y como tal, compleja, contradictoria, cambiante, pero construida en la ilusión de coherencia, solidez y eternidad. La complejidad de la identidad subjetiva se revela antes que nada en que su constitución depende no de uno, sino de múltiples órdenes simbólicos de referencia. Sus prácticas, sus asociaciones y sus alteridades son por ello, muchas y de distintos tipos, lo que hace que, implícitamente, nunca pueda esquivarse el sentido contradictorio en que ellas se asumen, según correspondan a los distintos niveles de la identidad perfilados por diferentes referentes.

La identificación con gente de un grupo o de otro puede ejercer una influencia poderosa en nuestros pensamientos y emociones y, a través de ellos, también en nuestros actos. En términos amplios, este es el tema de la “identidad social” que despierta mucho interés y por la que se aboga a menudo en el mundo intelectual contemporáneo, sobre todo en las llamadas literaturas comunitarias.

En numerosas investigaciones sociales, políticas y morales recientes la identidad social se ha convertido en un concepto que se señala con frecuencia. Cuando hablamos de la otra gente, podemos establecer una línea divisoria entre lo que soy y lo que es la otra gente en el que se diferencian los vínculos interpersonales, nos lleva a reflexionar acerca de cómo nos relacionamos con la otra gente en forma general, sin distinción. De hecho, una buena parte de la filosofía moral y política contemporánea se concentra en el modo en que podemos pensar acerca de todos los otros e incluso identificarnos con ellos. La famosa máxima de Kant- “Actúa de tal modo que trates a la humanidad, ya sea en tu propia persona o en cualquier otra, siempre como si fuera un fin, nunca como si fuera sólo un medio”  plantea una fuerte exigencia a nuestro interés en los otros sin excepción. En tanto se interprete dentro de un concepto de identidad, constituye, por lo menos, en un sentido, la identidad más amplia que se pueda poseer la identidad con todos los seres humanos. La necesidad de elegir una identidad es importante para valorar la tendencia creciente al separatismo cultural que viene a ser resultado de los pensamientos comunitarios. 

Entre la construcción de la identidad y su representación dentro de la literatura chicana vemos los aspectos lingüísticos conformadores de este carácter distintivo. Para poder ubicarlo en el marco de mi análisis, podemos considerar algunas aproximaciones a la marginalidad a la que se someten las personas de origen mexicano y que son catalogados como chicanos o hispanos en los bordes de la sociedad norteamericana, a la que ellos, a su vez llaman bolillos, gabachos o yankis. Una manera de expresar la identidad para los chicanos es a través de sus manifestaciones culturales que dan lugar a la identificación con un grupo y no con otro es a través de las imágenes de Santos y vírgenes dentro de la fe católica que se emplea como asidero.

Hay tratados completos donde se muestran las advocaciones de las distintas vírgenes, dioses y santos, los más socorridos son La virgen de Guadalupe, San Judas Tadeo y San Antonio de Padua. En el área de Texas hay cantidades de capillas y centros de oración en donde se veneran a la virgen de Schoenstant, Fátima, El Cristo Negro, el Cristo de Esquipulas, El niño Fidencio, el Santo niño de Atocha, San Francisco de Asís, San Gerardo María Mayela. Para cada necesidad hay un santo específico, por ejemplo para situaciones difíciles san Judas Tadeo, para la protección se le reza a la virgen María, para conseguir empleo a San Judas Tadeo, para conseguir novio a San Antonio de Padua, y si acaso el niño se enferma se le puede rezar a San Gerardo María Mayela, en fin, son demasiadas necesidades que alguien puede tener y demasiados santos que gustosos ayudan a todo aquel que mantenga la fe “del tamaño de la semilla de mostaza”. Lo chicano está en los contenidos, en la visión histórica, la situación social presente, los temas del barrio—se mencionan sucesos del pasado, como el fundar poblados durante épocas de la colonia española, digamos Juan Oñate en Nuevo México. Esto es el caso de la novela Two Lives for Oñate (1997) de Miguel Encinias. O la novela de Santitos de María Amparo Escandón (1998). También existen temáticas o personajes fuera del barrio, pero se mueven en contextos que enlazan con los orígenes sudoesteños. Hay un trasfondo histórico y cultural que se deja sentir, que siempre está ahí.

Este grupo de ‘nosotros’ (de origen mexicano, pero que migró) que vive dentro del territorio estadounidense, con la ilusión de mantenerse al margen de la cultura anglosajona, y que ha construido su imaginario con elementos “mexicanos”, es un grupo desterritorializado, expatriado, puesto que tampoco se identifica plenamente con el ‘nosotros’ al sur del Río Bravo, su único orgullo es ser distinto, ser la ensalada sazonada de Huntington blandiendo la espada de una imaginación colectiva que se jacta de sus ‘raíces’. Ellos siguen afirmando su identidad territorial, considerando sectores privilegiados económicamente y sectores populares, que, de alguna manera, restablecen sus patrimonios o buscan nuevos signos para identificarse. Las luchas por defender su autonomía -que no puede ser nacional, puesto que no pertenecen a la nación, pero tampoco se identifican como extranjeros- en la administración de la cultura continúan siendo necesarias.

En general hay un constante movimiento en cuanto la reformulación de sus capitales simbólicos en medio de cruces e intercambios. La sociabilidad híbrida que inducen estas ciudades, estos grupos nos lleva a ser partícipes de grupos cultos y grupos populares, tradicionales y modernos. La afirmación de lo regional o de lo nacional no tiene sentido ni eficacia como condena general de lo exógeno, de la alteridad, debe concebirse como la capacidad de interactuar con las múltiples ofertas simbólicas internacionales desde posiciones propias. Y así, no dejamos de considerar lo complejo que es formarse un imaginario colectivo, una idea del yo ante otros, de mi grupo ante otros y de mi grupo ante otro grupo, vemos la complejidad tanto de ser como de pertenecer y la difícil faena que representa la reconversión cultural desde la modernidad. No es fácil pertenecer a un grupo, pero tampoco es fácil tratar de huir de él. Y si la imagen de uno mismo ante otros es tan difícil, reconocer al otro llega a ser una empresa verdaderamente ardua, que necesariamente mueve a la reflexión y traduce esta necesidad en el reconocimiento de la tolerancia como medio para lograr el objetivo.

Una de las temáticas recurrentes que le dan carácter propio a las letras chicanas sigue siendo la realización del "sueño americano"; se percibe como la meta a seguir. Se ve, por ejemplo, en Caramelo (2002) de Sandra Cisneros, que trata de la migración de una familia chilanga que logra establecerse en Chicago en los 1940 y el éxito económico en los 1980 y 1990. Otras novelas, como Rain of Gold (1991) de Víctor Villaseñor. A mí me parece que los escritores que tuvieron la oportunidad de ingresar en la década de los 90 a las editoriales norteamericanas con tirajes masivos, resaltan el sueño americano, aunque, además del sueño americano se encuentra la narrativa urbana chicana. 

Hay varias novelas, cuyas temáticas se refieren a la migración de mexicoamericanos a los barrios. Surgen durante la década de los 70 y 80 y se establecen en los 90; reflejan la integración chicana urbana, casi siempre a barrios marginados o decaídos y el alejamiento del campo. En ellas, el barrio es el centro de la acción. Un ejemplo, cercano a nosotros, es la novela Barrioztlán (1999) de Saúl Cuevas. Este tipo de novelas urbanas, que tiene su auge en los años noventa, hace el rompimiento con la narrativa del campo y del migrante campesino surgida en los 60 y 70 cuando existía el movimiento laboral campesino de César Chávez o cuando los autores constituyeron esa primera generación literaria contemporánea. Ellos escribían sobre el campo porque sus padres habían emigrado de lo rural a la ciudad. Sus memorias estaban en el campo. Esto se puede ver en las primeras cuatro novelas de Rudolfo Anaya.

Para finales de los 80 y principios de los 90 se empieza a escribir de la ciudad. Influyó mucho Luis Valdez al sacar Zoot Suit, primero, como obra de teatro en 1979 y, luego, como película en 1981.

El tema de Zoot Suit es totalmente urbano, aunque la historia se ubique en la década de los 40. Toma lugar en el Este de Los Ángeles. A partir de ese drama, se empieza a producir obra más de la ciudad. Otros novelistas urbanos chicanos son Margarita Cota-Cárdenas con su novela Puppet (1985) y Justo Alarcón con su trilogía Crisol (1984).

Otras tendencias novelísticas abordan el diálogo con México, en textos de chicanos y chicanas que van hacia el sur de la frontera en un afán de "regenerarse", como más o menos sucede con Paletitas de guayaba (1991) de Erlinda Gonzales-Berry. Esta narrativa gira en torno a que se cree que regresar a México D. F. y dialogar con los mexicanos, inclusive un revolucionario mexicano de los años 70 y La Malinche, significa reencontrar las raíces y resolver los conflictos sociales vigentes. El capítulo titulado Little miracles, kept promises (milagritos, promesas cumplidas) dentro de la colección de historias de Woman Hollering Creek de Sandra Cisneros está catalogada como narrativa de vida dentro de la llamada Literatura chicana y está ubicada dentro de la marginalidad cultural. Siguiendo el discurso del método de Foucault, estaríamos rescatando la idea de la marginalidad y la tendencia a la exclusión dentro de la marginalidad. Podemos ubicar esta serie de relatos como una representación de la necesidad existente y decisiva de entender a la comunidad católica chicana, doblemente marginada: por ser chicana y por creer en los santos y pedirles milagros. Se trata de mostrar este segmento de la sociedad en un contexto real, lo que implica trazar una línea entre la gente que se asume a sí misma como mexicana y aquella que se identifica como americana, pero indiscutiblemente se destaca el estatus de chicano y se encuentra ante el dilema de ser personas que han construido su México desde un imaginario y la  gente que lo conoce y lo percibe como mágico e inalcanzable. Sandra Cisneros no se conforma con mostrarnos las cartitas de petición o milagritos, estos retablos que se dejan en los templos para hacer peticiones principalmente a la virgen de Guadalupe y a algunos otros santos en algunos lugares de Texas.

En estos textos encontramos que la gente solicita cosas extrañas y a veces ridículas en sus rezos. Las súplicas varían desde pedir enseres domésticos a San Martín de Porres, un trabajo o una casa. También hay solicitudes para mejorar la salud, la situación económica o bien, para mejorar las relaciones familiares, sociales o mejorar la apariencia:

Es evidente, que hay muchos implícitos dentro de las peticiones. En el texto de Rudolfo Anaya, Bless me última: Antonio aprende a distinguir el bien del mal en el entorno y a lidiar con la presión familiar y el prejuicio social. Entonces conoce a la curandera local y decide ir con ella para que le enseñe la diferencia entre los poderes divinos y los poderes de la naturaleza. Antonio aprende a no juzgar por las creencias de otros, En ambas historias podemos descubrir los diferentes acontecimientos que suceden uno tras otro y la manera en que la gente se somete para poder acceder a lo que ellos consideran la voluntad y la gracia divina, así como a su piedad y a su benevolencia. El Dios misericordioso es capaz de actuar a través de los santos, aquí vemos dos cosas: una, que la gente considera que no pueden actuar por si mismos y le dejan todo a Dios, otra posibilidad es que no se sienten merecedores de la gracia de Dios y lo piden a través de un interventor, en este caso de la virgen María, o de los santos que son buenos, y han actuado según Dios lo ha mandado. Este pilar relacionado con la fe, hace que los chicanos en algunos casos sobrelleven su vida, precisamente la religiosidad y el sometimiento de la voluntad de Dios. En Bless me última, Rudolfo Anaya en este texto trata de destacar el hecho que los chicanos repiten los ritos y actos religiosos como tradición impuesta y no como una verdadera creencia. En Cisneros se enfatiza la tradición las esperanzas, los sueños y los rituales de encender las velas los domingos.

Ambos autores conocen las tradiciones de primera mano por haber nacido en Estados Unidos provenientes de familias mexicanas en milagritos, promesas cumplidas muchos de los solicitantes no proceden por voluntad propia sino por que alguien les recomendó asistir a alguna iglesia oque visitaran algún templo o bien, que le rezaran algún santo o virgen en particular: Con estas reflexiones podríamos ver la manera en que la sociedad méxico-americana es retratada de manera muy similar por ambos autores.

Las personas de bajos recursos, son familias muy unidas, van a misa los domingos, son muy religiosos, casi todos tienen una imagen grande del santo o la virgen de Guadalupe en la sala de su casa, o construyen altares para adorar a sus santos o vírgenes y de esta manera obtener sus gracias y ser merecedores de sus favores. Los chicanos se aferran a la idea de mantenerse optimistas y creer que todo lo que les ocurre no es consecuencia de sus actos, sino que es parte del plan que Dios tiene para ellos. El contexto socio cultural es tan complejo, que igual podemos destacar la ignorancia, el fanatismo. Los chicanos desean aferrarse a algo ya que se han jugado la fortuna al cruzar la frontera, han dejado todo lo que tenían por perseguir este sueño americano, entonces, dentro de lo importante está tanto la familia como la religiosidad que representa la guía, la unión, la fuerza. Ven a su familia como a su patria sin territorio y a la religión como lo única defensa a sus derechos. Es fácil observar los temas religiosos usados en ambos textos, así como un tratamiento similar de la lengua escrita. Es importante mencionar la polifonía en el caso del texto, no siempre son mujeres las que piden, no siempre son asuntos sentimentales.  En milagritos, promesas cumplidas, se reconoce inmediatamente el tono religioso del texto apenas mirando el contenido de él. Varias personas están implorando a sus santos por diversos motivos. Sin embargo, el significado verdadero de lo que está intentando mostrar dentro de la lectura es expresar la crítica por debajo de la interpretación literal. Estas solicitudes para pedir el alimento, la ropa, el sustento, la salud, o aún novios, o la cura contra el acné revela la baja calidad de la vida que los latinoamericanos tienen. Su sueño americano nunca fue alcanzado quizá, y ahora se tornan al Dios para tener lo que no podrían obtener en los Estados Unidos. El lenguaje expresado en milagritos, promesas cumplidas que podemos identificar en muchas frases de la manera en que los escritores se expresan.

Primero, debido a la forma en que mezclan inglés y español, es fácil distinguir que su primera lengua es el español, y hablan inglés no necesariamente de manera formal. Además, el texto refleja que el pensamiento es en español y que después al intentar traducirlo literalmente al inglés les queda una mezcla rara de los dos idiomas. Podemos también deducir que estas personas no tienen un bagaje cultural muy rico por las cosas que solicitan y la manera en que lo hacen, como se ha mencionado anteriormente. En la manera que se expresan, sabemos que alguna de esta gente está realmente desesperada y necesita ayuda urgente de los dioses todopoderosos. En esta lectura de Rudolfo Anaya, el lenguaje es poco una más complicado de definir en un principio. La mayor parte de la gente tiene, de hecho, buen nivel de inglés, y emplea el vocabulario que es utilizado generalmente por los americanos nativos. Podemos también ver que la clase de lenguaje que la Biblia utiliza en frases como “polvo eres y en polvo te convertirás” (Anaya), que pone en contraste totalmente el uso vulgar del inglés de los chicanos. Esto es una herramienta muy interesante usada por el autor, porque permite que el lector vea la diferencia de lenguaje entre los chicanos y las palabras eternas de la Biblia. Ahora llega el momento de poner en contraste las dos historias, tomando las dos variables como referencia. Primero al hablar sobre el tema religioso que ambas historias manejan, podemos fácilmente decir que este tema se diferencia grandemente entre los dos. En milagritos, promesas cumplidas, la religión se retrata como un recurso de la gente para salir de sus problemas. En este texto, la mayoría de los fieles piden directamente a un sinnúmero de santos o a la santísima virgen santa en cualquiera de sus advocaciones los favores que mejorarán su forma de vida. Según lo indicado antes, aquí la religión es una puerta de salida para sus problemas. Se muestra un contraste agudo con la manera en que Bless me Última retrata la religión. En este caso, la religión se puede considerar como una forma de la vida y parte de la cultura chicana. El grupo de niños defiende al final su religión y sus prácticas, aun cuando no la pueden entender totalmente.     

                Es así como entendemos la religiosidad como un elemento cultural que se expresa en las letras que traspasan la frontera y que forma parte de la identidad mexicana del otro lado del Río Grande.