NÚMERO 12

ABRIL DE 2017

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AÑO III - NÚMERO 11 - ABRIL DE 2017 - DIRECTOR: MARIO BERMÚDEZ - EDITORA COLOMBIA: PATRICIA LARA - EDITOR MÉXICO: ABRAHAM MÉNDEZ - REDACTOR: CARLOS AYALA

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LA IRRESISTIBLE MAGIA DE LAS LETRAS

La irresistible magia de las letras

FEDERICO LUIS BAGGINI  -ARGENTINA-

PÁGINA 4

 

Mi nombre es Federico Luis Baggini, nací el 01 de Agosto de 1987 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Actualmente resido en el barrio de Villa Tesei, Provincia de Buenos Aires, Argentina.

En cuanto a lo académico, cursé hasta el año 2012 de la licenciatura en Bibliotecologia, impartida en el Instituto de Formación Técnica Superior n° 13, Buenos Aires.

Desde hace algunos años tomó talleres de escritura con diferentes escritores y persona de oficio en la materia, como así también dicto talleres para personas que desean iniciar en la escritura. He participado y participo como colaborador de revistas y periódicos, como así también de portales y medios virtuales vinculados a la material literaria.

Trabajo como bibliotecario en la Biblioteca Popular de la Asociación Cultural y social "Helena Larroque de Roffo", situada en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En Agosto de 2012 publiqué mi primero libro de cuentos titulado “Acariciapajaros y otros cuentos”, editado e impreso de forma independiente, autogestiva y sin marca editorial, con prólogo de Carolina Quirós, reseña de Sebastián Pujol y arte y diseño de tapa de Melina Godoy. En Mayo de 2016 fueron presentados mi segundo y tercer libro, publicado con las mismas condiciones: de forma independiente, autogestiva y sin marca editorial. “Repeticiones, reiteraciones” cuenta con prólogo de Dora Berdugo, Reseña de Liliana Enriotti, arte de tapa de Agustina Niño-Seeber y diseño por parte de Sabrina Zanzi. El tercer libro, titulado “Agonías” cuenta con prólogo de Luis Autalán, reseña de Alejandro Bisignano Burgos, imagen de tapa y contratapa y diseño por parte de Melina Godoy.

Para el presente 2017 tengo proyecto publicar dos libros inéditos hasta el momento: uno que consta de diez cuentos de mi autoria, y el otro que compilara textos en prosa-poética también de mi entera autoria.

 

Para ponerse en contacto pueden contactarse por alguno de los siguientes medios:

Facebook: Facebook.com/fede.baggini / E-mail: fedebaggini@hotmail.com / Tel: 1167424398 / Web: www.federicobaggini.com.ar

 

Para respirar

 

 

Corales

penden de un hilo

este suspende una -unas- nube/s

esta flota dormida gira sin

dejar espacio alguno entre

aire y aire

fuera de sí, fuera de nadie

El pozo de una vara

desfila prestado

algún cuerpo

de la dignidad

enterrado hace tiempo

hará brotar sus manos de la tierra

hará tres o cuatros besos

Dará de amar.

 

Un pretexto

antes de la corrección

rezonga el elefante

dentro de su pensión

Poco importa su tamaño

si nadie lo puede ver.

 

Un deseo antes

los huesos mojan y humedecen

la limosna atizada apenas

atenuar atemperar

regar la sangre con un poquito

de Salsipuedes

o algo de acordeón

mientras un furor de ollas

disputa el fervor del olvido

crecen las calles en el fuego

se adelantan las pieles irrompibles

De algún modo todo y todos

en una trenza

los rostros de la suciedad

y las cerezas de quien friega

 

Sabrán los olores en los ojos

y las pestañas derretidas

La sed será agua

El hambre miedo

El aire su principal

opresión.

 

Gris

 

Me preocupa vuestra recurrencia

los servicios del  vez en cuando

llamaradas, desfile de chirridos

De cualquier forma,

así pasan los días,

así mueren,

entre los colores de la orina

cuando casi enferman

la palidez y los pálidos

Entonces, me preocupo aún más

tal vez no por la poca cosa

de lo que se late en la actualidad,

sino por el porvenir, por aquello

aún estéril

aún aluvión

aún guerra

aún patógeno

aún vos.

 

 

Qué más da

 

Al desamparo de la tierra solamente habrá parecer

nada desliza vagamundos rana o punzón

todo robustece ansiedad o sed  despistan

la parte desfallece a tientas no obstante

del inminente acontecer.

 

Retroceder retroceder

no convicto

de cierto viento pegadizo cercena

dialéctica y sinrazón

oscilan relieves

caen al mar

para saltar

saltar en demasía y echarse

ventrílocuo del enfundado del presente que

al desamparo de la tierra solamente habrá perecer.

 

La muerte

otorga una inicial

a lo que ya no se es.

 

En las desapariciones mora nuestro espectro

Desfigura

Río arriba, el cielo,

Río abajo, el suelo.

El horizonte averigua en el cimiento la conclusión: La utopía final.

 

Adentrarse,

adentrarse hechos un nudo en la primera madrugada del aire leal.

 

Desgraciados entonces aquellos que no ensanchen

y en medio del vendaval no se rieguen, adentrarse, adentrarse

venir a tierra como por última vez.

 

Medianoche de toda complexión

abandona el fresco para el verano devenir

atraviesa hasta el reflejo, aguarda

en el espanto que entorpece la corriente

ofrenda ademán y quizá la reconciliación.

 

Allí, en la plaza de los tributos, unas pocas manos

tantean las astillas que florecen cuando en rigor de la pausa

las multiplicadas palabras se alcanzan apenas para sobrevivir.

 

 

Aire libre

 

Un asomo,

cómo no asomado,

para que el desembarco no realce

lo adecuado

Un asomo,

tal vez desenredando las cruces

hundidas

en el periodo de las manos

Sin descender la frente,

Sin marchitar la fascinación,

Hay quien improvisa una fe,

Luego se persigue,

Luego se profesa.

 

Hay pasamanos,

aunque nos hallemos

mutilados.

Muerte,

aun en el llanto de la vida.

Las sangres,

todavía calientes,

hacen el olvido.

En cambio no,

y no:

los cuerpos del cadáver

hacen el amor.

 

Los elencos del discurso

Sus torsos animales,

Permanecen, prevalecen

la moratoria.

Solo debe bastar un gemido

un crujido

el desastre de la carne,

Entre tanta tarde,

Al borde de lo copioso,

Duerme aquel que yace

yace aquel que duerme.

 

 

Van a desmadrar

 

Suponía que algo los emparentaba

Tan lejos como se pueda,

Acentuar, sumergirse en la intemperie,

Endémico.

Debajo de la piel solo el trinar

Inhóspito, el mundo cae sobre el mundo.

Quizá, sea, quizá lo que quizá sea.

La pisada remota, cierta arquitectura,

Acicalada, detrás de las orejas y más allá.

Como si alguna vez fuésemos los huesos

de algunas sombras en su frenesí.

Libreta y libreto en mano,

Quién anuncia la razón,

Bajan los índices,

Medían los pulgares,

Se ahorcan los artefactos de facto.

La piedra que horada la gota,

El agua se ahoga en el mar.

Le asaltan los rezos al perturbado,

Unos cuantos alambrados,

y ya nada queda para quien resopla.

Voluptuosas tesituras,

En dónde encajará la complicidad,

A dónde el quebranto,

Será mejor la lengua viva,

y entre tanto,

la culpa que nos pario.

 

Aprontarse

 

Nada puede decirse de las espaldas,

Las revueltas, desnudas,

Apoyadas las manos,

Ancha la sangre un poco más allá.

 

Cerca del pie, otro pie.

El anterior precipicio tendido,

Vertido lo sólido, trémulo,

Ya se hubiera dado eso cuajado.

 

Por ese entonces orinan las palabras,

Alguna vez se suda el destierro,

La ceniza resignada ya, se resigna;

Tantos otros lugares contra el reverdecer.

 

Las plumas no regresan por sus carnes,

Las carnes no vuelven por sus huesos,

Los huesos no son una probabilidad,

La muerte tal vez, quién sabe, lo sea.

 

Hacia arriba un puente,

y unos cuantos rostros,

Ciénaga, una tibieza en los contornos,

Se enredan las cegueras entre el vacío.

 

Dilema de una sombra

 

Sobre mis dedos florecen

cada una de las noches.

Es por entonces el descaro,

Sobre mis uñas reposa lo tenue,

Así se  persiste la estampida,

aplazada.

Sobre mis yemas recuestan las paradojas,

de cierta viscosidad.

No, no,

y no.

La nada,

unas manos de caída.

Es una bagatela,

quién sabe.

Se retuerce, oblongo,

el cretino, la mustia.

Aún se mastica la intemperie,

La sien entre puñales, algo más a la cabecera.

Se quiebra,

una y otra vez,

El pastizal y el verano y las (ti)nieblas.

Braceos al desagüe, cuadrillas

a ambos lados de tal o cual constelación.

Estorbar el sudario, entorpecer

el instante, el decreto.

Llorar

es cosa de desolados.

A mi el destiempo,

Lo amable, lo discreto.

 

 

El cielo que sobra

 

Los pájaros se duelen, me anochecen.

El debajo se recrudece, se entrevera.

Los puñados se hieren, me apesumbran.

Los ausentes se  reclaman, se rematan.

Los vientos se llueven, me alargan.

Las revueltas se recogen, se asemejan.

Los pliegues se nublan, me enderezan.

Lo apagado se desapega, se atraviesa.

El adentro se encarniza, me aploma (o desploma).

Los ríos se presienten, se lloran.

La demasia se renombra, me canciona.

Los costados se taxonomizan, se ontologan.

El zumbido se embiste, me sucumbe.

Los impedidos se reclinan, se joroban.

El polvo se acompaña, me descalza.

Los alrededores se encogen, se intiman.

La mayéutica se embebe, me relumbra.

El procústeo se denota, se ergonomiza.

Lo servil se procede, me remonta.

Lo suspendido se atasca, se atraganta.

La apetencia se genitaliza, me saliva.

La mitad se apiada, se concede.

Más allá, se coagula la muerte.

 

 

Lo poco que nos queda

 

No se trata de eso,

se trata de la uña del silencio,

un ruido ensayado,

el gesto asumido

del aroma entonces.

Una desesperación en la punta

de los árboles,

Un desencuentro con mucha prisa,

Estatuas frente al espejo.

Del pasillo con su revoque de voces,

un desamparo antes de llegar,

el empinado afán de toda escalera.

La otra mitad de la muerte,

Una niña y los vidrios en su preludio,

Cierta locura en breves giros.

Océano encerrado entre hijos,

Higuera del alarido / mitad del violín,

Algún parpado que llena lo ínfimo.

Nace un vientre sin cuerpo,

Abastecer las manos

hacia el semblante,

la piel del incienso,

frente a tanta piel.

 

 

Declaración jurada

 

Aquí andan,

Aquí andaban

Las trasañejas alambradas,

La trasbocada figura del río,

La trascendencia de la madera,

El transcurrir de los maizales,

El trasfondo delicado de una lealtad.

 

Aquí el algodón,

El método de las algas.

El rítmico ensueño de las cigarras,

El espasmo de las nebulosas,

De los alerces,

El sol serpenteante sobre los espejos,

La utopía embravecida,

¡La utopía!

Con sus pujantes escoltas por el viento.

 

¡Y es que no…!

Nos persuadió lo fétido

El criterio bullicioso de los resumideros,

Los ondulantes gemidos de poca monta,

La vehemente masilla,

La saliva castrada del asfalto,

La literatura de endeble entraña,

Las perfecciones,

El espectro sin remiendos.

 

Y allí estamos:

Exhaustos,

Más flácidos que siempre,

Con la tenue carne infecta,

Por tanto tratante y crujido sin vida,

Como inevitables sortilegios machacados,

Por la ansiedad y la jaqueca.

Como el alarido de las cloacas,

Que viajan en colectivo,

Y se quejan,

Y se aprietan

Sobre el óxido de las axilas y las lagañas;

Como tiesa nariz

Que destierra sobre otros y se disculpa,

Bajo la bovedilla

Y los timbres

Y la súplica de los espejos.

 

Y allí estamos:

Rebosantes de infamia y de baba,

Rebosantes de bilis y desacuerdos preacordados,

De sorna bobina,

Araña,

Mosquitos desechos;

Con el casco colmado de viruta regurgitada,

Con las arterias hinchadas de escorpiones exudados,

Con las orejas acordonadas de empantanadas orillas,

Y campos de sal,

Nada más que sal.

 

Residuo adormecido de abultadas perturbaciones,

Y excitables lenguas,

Que extravía el erotismo en cualquier parte,

Que equivoca el querer con el abrazo,

La rima con la fatiga fermentada,

El breviario con los inventarios en serie.

 

Devastados autómatas del acaso y el tedio,

Con el musculo comprimido,

Por los muros de yeso y entrañas de plata,

Por las yemas recubiertas de ávido vacío,

Por decrepitas flemas de corbatas tiesas,

Por cuantos urinarios con cortes de servicialidad

Estallan las penumbras,

Esquilan las cataratas,

El edulcorado cálamo,

El flujo untuoso de los adulterados corceles,

Sin cuartillas,

Sin crines,

Ni brotado orbicular de opio,

Que los lleva a la apetencia,

A empeñar la promesa,

A subastar el vientre,

A amputar en trozos sus veneradas raíces,

A engullir las patrañas que divulgan los faroles,

Los filamentos tuertos,

Los empalagosos pescuezos que ostentan el lenguaje,

Y recitan,

Y afirman,

Y proclaman,

Ante grises montaraces de latón que no orinan,

Ante la muchedumbre,

Que desde una distancia prudente

Podrá aparentar amapola virgen,

Aunque de cerca apesta:

A transpiración oprimida,

A llanura velada,

A martirio estéril,

A rabia atorada,

A excremento confinado,

A cuervo muerto.