NÚMERO 13

MAYO DE 2017

EN ESTE NÚMERO:

AÑO III - NÚMERO 13 - MAYO DE 2017 - DIRECTOR: MARIO BERMÚDEZ - EDITOR MÉXICO: CARLOS AYALA

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La irresistible magia de las letras

PÁGINA 10

LUIS ERNESTO MARTÍNEZ QUIROZ -MÉXICO-

 

Detrás de mí y delante de mí. Un cuento que odiaría fuera realidad…

 

 – ¿Cuánto puedes amar a alguien que no sabe que tu existes? – me sorprendió su voz y mirada seria

con los ojos llenos de lágrimas, sentada en el sillón con zapatillas purpuras y pantalón pesquero de mezclilla, su blusa sencilla de colores psicodélicos, cabello a medio recoger y manos pequeñas tomando los pañuelos desechables para limpiar sus mejillas húmedas por el flujo que salía de sus ojos. Uñas pintadas de varios colores con ese anillo revelador de sentimientos, seguramente heredado de su madre, mostraba su edad donde fuera, 16 años recién cumplidos en mayo. Probablemente siempre tengo un sexto sentido para esas cosas, ella estaba allí, una adolescente promedio en el sillón de mi oficina.

 

Le vi fijamente, arqueando una de mis cejas – no entiendo tu pregunta por varias razones – repliqué fríamente – creo que la principal es porque no soy psicólogo. Otra es que casi estoy seguro que te equivocaste de oficina –, la miré por encima de la pantalla de mi laptop, ella me veía fijamente como si hubiese alguien detrás mío, porque sus ojos verdes se abrían a más no poder poco antes de volver a llorar copiosamente en mi sillón nuevo. Dentro de mí una fuerza inexplicable quería que me levantara y la sacara de allí, no podía trabajar con semejantes escenas, pero tampoco era un monstruo que dejaría sola en un pasillo a una niña llorando, así que le pedí que, dentro de lo posible, se tranquilizara al tiempo que cerraba mi ordenador.

 

– Pero usted podrá contestarme, digo, a su edad ya debió pasar por lo mismo – me dijo mientras limpiaba su nariz con gran sonoridad, lo cual, en cualquier nivel, resulta desagradable y al parecer lo notó. Por la cara que puso después y su pronta disculpa, se dio cuenta de que al menos a mí, eso me parecía muy grosero. Continuó diciendo que los adultos pasamos por eso muy seguido, sólo habría que ver las telenovelas para darse cuenta, pero que, a diferencia de estas, la vida real era mucho más cruel y dolorosa. No sabía si sentirme insultado que a mis 28 años una niña me comparara con alguien de 40 o mayor, si bien hay razones para pensar que ya maduré en muchas cosas, uno nunca deja de aprender.

 

Sonreí ante su inocencia, casi me burlé de lo que decía por la razón y verdad en sus palabras: la vida vaya que era cruel y dolorosa empezando por tener que aguantarla en medio de un informe de actividades del colegiado. “Los adultos pasan por eso” me repetía en mi mente, como si sólo viviéramos para recordar las veces que nos han ignorado y usado las personas a las cuales amábamos en silencio, como si nosotros, en medio de los típicos problemas de adultos, nos preocupáramos porque alguien no se da cuenta que estamos a su lado por ellos y para ellos. Tenía que entregar un trabajo para dentro de dos horas, me faltaba una cuarta parte del mismo y estaba ahí, escuchando a una niña llorar por el amor imposible.

 

– Me preguntas: ¿cuánto puedes amar a alguien? Pues un poco menos de lo que te amas a ti misma – le respondí –. Enamorarte de alguien ya sea correspondido o no, siempre te romperá el corazón como ahora, te causará dolor y hacer el ridículo delante de alguien como yo, un adulto que ni siquiera conoces – le dije al momento que me levantaba del escritorio para acercarle un depósito de basura ya que tenía muchos pañuelos usados sobre la mesa de centro.

 

Se puso a llorar aún más al tenerme cerca, sin saber el motivo, se abrazó a sí misma para proteger lo poco de dignidad que le quedaba. Me senté en un sillón junto al que se sentaba, no me acerqué más. Me veía por el rabillo del ojo, no me quedaban muchas opciones mientras no se fuera de mi oficina y verdaderamente no quería ser tan grosero como para sacarla a la fuerza de allí. Sus ojos grandes y claros estaban muy irritados por las lágrimas, la piel de su cara era blanca y llena de pequeñas pecas, sus orejas estaban enrojecidas por el esfuerzo de llorar y, a mi pensar, también por la vergüenza. Justo en ese momento la aprecié bien, era muy linda y se vería aún más si cuidara su apariencia, porque su vestimenta parecía esconder sus atributos más que resaltarlos. Tenía un comportamiento raro para alguien de su edad, pero al observar la blusa estrafalaria deduje que era de esas niñas que solamente les gusta llamar la atención.

 

– Jovencita – le dije – no sé cómo entraste aquí, pero no voy a presionarte más, si la persona que tú quieres no sabe ni que existes no pierdas el tiempo, ve y dile lo que sientes, al fin y al cabo, nada pasa. Lo amas y no lo sabe, lo peor que puede suceder es que él lo sepa y no te ame, lo que no cambiará nada, digo… el ridículo ya lo has hecho conmigo, ¿qué tanta diferencia puede haber con él? –  me levanté del sillón hacia mi estante de libros, tomé un libro de autoestima que estaba sin dedicatoria, que alguien, alguna vez en la Universidad, me había regalado; me acerqué con él a ella y se lo puse enfrente. – Espero no te ofenda, creo que este libro tiene más tacto y sutileza que yo, deberías leerlo. Créeme te ayudará mucho – se lo acerqué aún más – estoy muy ocupado, me gustaría que salieras de mi oficina para terminar mis pendientes, tal vez otro día te vea en los pasillos y reiremos de este momento –.

 

En ese instante, sonó el teléfono del escritorio, me movilicé para alcanzarlo y contestar lo más pronto posible. Respondí la llamada, tomé asiento en mi cómodo sillón de cuero nuevo, recién escogido y abierto apenas unas horas antes ese mismo día. Era el director de carrera, me decía que se habían suscitado algunas irregularidades con una profesora en cuanto a las evaluaciones finales cuando súbitamente escuché por detrás mío la voz de la jovencita – me retiro, gracias por todo, te amo y no volveré a molestarte nunca más – apenas si pude botar mi asiento, al voltear ya no había nadie conmigo en la oficina y me encogí de hombros. Justo en ese momento el director me dijo que había un problema, que hablaría luego conmigo y, repentinamente, colgó.

 

Dejé el teléfono en su base, abrí mi ordenador y seguí trabajando sin reparar en nada más: las notas, asistencias de los maestros, la eficiencia terminal de los alumnos, su cuadro y curva de aprovechamiento… todo tomaba forma mientras tecleaba cifras y letras. Tocaron a mi puerta, al momento que levantaba la vista, una asistente abría dejando escapar el clásico rechinido largo y profuso que tanto odiaba. Asustada, y algo agitada, me comentó que en el edificio de preparatoria una estudiante saltó al vacío desde el techo y había fallecido; me sorprendí, sólo podía pensar en esa chiquilla que estuvo en mi oficina momentos antes. Al mirar hacia el sillón, vi la caja de pañuelos desechables apenas abierta, el cesto de basura limpio y el libro de autoestima en la estantería. Nada de lo que viví antes de la llamada del director sucedió.

 

Me levanté y asomé por la ventana, justo detrás mío se cometió el suicidio. Corrí por el largo pasillo de oficinas hasta llegar al ascensor que parecía tardar una eternidad, por lo cual, bajé a pie los cinco pisos hasta poder cruzar la plaza estudiantil, abrirme paso entre la multitud de estudiantes que más con morbo que con diligencia se acercaban, miré hacia arriba y pude ver los pisos del edificio de preparatoria e imaginaba su figura cayendo. Pedía que no fuera ella. Pedía no ver sus zapatillas moradas y su blusa estrafalaria… cuando llegué al final del tumulto, sólo estaba descubierta una mano con las uñas pintadas de colores y un anillo revelador de sentimientos marcado en azul en su dedo. ¿Quién era yo para pasar por eso?, me retiré de la escena y volví a mi oficina buscando una razón lógica y su voz retumbó en mi cabeza diciéndome “te amo y no volveré a molestarte nunca más.”

 

Luis Ernesto Martínez Quiroz, mejor conocido como Lemus en el mundo de los cómics y juegos de rol, es uno de los legendarios jugadores y Game Masters de la primera generación en México. Nacido en Monterrey, Nuevo León, México.

Estudió Técnico en Terapia Física y Rehabilitación en la Preparatoria Técnica Medica y es Licenciado en Educación Secundaria con la Especialidad de Historia en la Escuela Normal Superior Moisés Sáenz Garza de Monterrey. Tomó cursos de Teatro y Oratoria y cuidado de Pacientes con Sida. Asistió a congresos de educación por parte de las Normales de Saltillo y Guanajuato. Imparte cursos de Desarrollo Humano en la Secundaria donde labora para los padres de familia enfocándose en las necesidades de los adolescentes y su trato.

Juega Rol (RPG, Roll Playing Games) desde los 15 años y ha estado inmerso en ese mundo fantástico desde ese tiempo y, hasta ahora, ha diseñado 2 juegos. A su vez, también es conocido por su maravilloso modo de desarrollo de historia como personaje y como Historyteller (cuenta cuento / desarrollador de historia). Ha sido publicado en la Revista Literaria Trinando, Revista Literaria de Horror y Terror Giallo y la Revista Literaria Infinitus. En octubre del 2016 se presentó en la 26ª Feria Internacional del Libro Monterrey (FIL). Nos comparte parte de la chispa de su ingenio con un cuento de su autoría.