NÚMERO 14

JULIO DE 2017

EN ESTE NÚMERO:

AÑO III - NÚMERO 14 - JULIO DE 2017 - DIRECTOR FUNDADOR COLOMBIA: MARIO BERMÚDEZ -  EDITORES MÉXICO: ABRAHAM MÉNDEZ-  CARLOS AYALA

PUBLICACIÓN ELECTRÓNICA BIMESTRAL

PROMOCIONALES

SÍGUENOS EN

CORREO

FACEBOOK

EQUIPO EDITORIAL

 

  • ABRAHAM MÉNDEZ

 

 

 

HOSTING, DOMINIO Y ADMINISTRACIÓN - DISEÑO WEB RESPONSIVE OFIMÁTICA PC-BERMAR - CELULAR - WATHSAPP +57 312 580 9363 BOGOTÁ - COLOMBIA

LA IRRESISTIBLE MAGIA DE LAS LETRAS

La irresistible magia de las letras

LOS LIBROS DEL DIRECTOR DE TRINADO

EN AUTORES EDITORES

DONACIONES:

 

Cualquier donación o bono de reconocimento económico, con el fin de mantenernos en la red y continuar difundiendo a todos los escritores aportantes, pueden hacérnoslo saber a través del correo, asunto que se sabrá agradecer, para recompensar el esfuerzo técnico y económico que se efectúa para que la Revista Triando permanezca por muchísimo tiempo en la Red, en beneficio de la Literatura.

 

Escríbanos al correo revistatrinando@gmail.com y concertamos la manera en que puede hacernos llegar su donación, asunto que sabremos agradecer inmensamente.

CORREO

PÁGINA 20

SAMANTA SANTALUCÍA -ARGENTINA-

 

Literatura y mate, como combustible para su vida. Adolescente vieja o joven adulta nacida, criada, formada y deformada en Buenos Aires, Argentina. Actualmente estudia redacción. Vive para escribir y sueña con poder publicar su obra algún día.

 

Contacto: samantasantalucia@gmail.com
 

Hit the road Jack

 

Desde la barra la saludan al llegar, es una clienta habitual, siempre en compañía de algún solitario que conocería, luego, las más íntimas partes de su cuerpo regordete y rosado.

 

El bar es un tugurio cuadrado. La barra, con altas banquetas, ocupa todo el lado izquierdo desde la entrada hasta el fondo. En el centro, frente a un escenario modestamente iluminado, hay seis mesas, adornadas con frascos que poseen una vela que ilumina con una llama tenue, pequeña y amarilla. La pareja ocupa la primera mesa que está vacía y aguarda a ser atendida.

 

Siempre asiste una banda distinta. Siempre jazz, eso la hace volver noche tras noche. Hoy suena de fondo Buena Vista Social Club. La música, que en este caso no es su favorita, está demasiado alta, pero eso no impide que tomen su orden.

 

El whisky hoy está más rebajado de lo normal, de seguro se lo preparó el pibe nuevo que no la conoce, sino a ella no le vienen con esas jugarretas.

- ¡Martín! - llama al mozo - mirá la porquería que me sirvió ese pibito que tenés ahora en la barra. A mamá mona no se le viene con bananas verdes - dijo mientras le entregaba el vaso bruscamente. 

- Ya te lo cambio - respondió el mozo, riendo entre dientes.

 

Mientras esperaba el nuevo trago, se prendió un cigarrillo y lo apoyó descuidadamente sobre un cenicero que había en la mesa. Su acompañante le acarició la rodilla, y ambos esperaron impacientes, mirando el escenario ubicado frente a ellos, que el espectáculo empiece.

 

El bar se iba llenando y entre sus besos y caricias, el grito de la gente, el chillido de las sillas al moverse, y el golpeteo del vidrio de los vasos ocurre lo inevitable, lo de siempre: la demora de los músicos. Pero una vez que estuvieron allí ya no le importaba que el trago que le habían traído tenía el mismo gusto aguado que el anterior.

 

Las luces se apagan. La música empezó. Los pies se dispusieron a bailar, aunque el culo, perezoso como siempre, no se quisiera mover. Las piernas se impacientan, empiezan a temblar, bajan y suben al ritmo del jazz. Su vagina se humedece y los pechos se tornan levemente más duros. El corazón palpita con el piano y las trompetas. No contaba con que la voz del cantante le iría a poner la piel de gallina.

El gran morocho sobre el escenario tiene una voz gruesa y fuerte, reflejo de lo que él es: un tipo robusto de labios carnosos.

Habían tocado tres temas, cuando pensó que ya esa música no podía provocarle más de lo que le había provocado, que ya nada de lo que hiciese ese hombre podía superar las canciones anteriores, las primeras notas de un nuevo tema hicieron que el corazón le dé un vuelco. Hit the road Jack. Esa era la canción que despertaba en ella sus más profundos sentimientos: amores, odios, vergüenzas, impaciencias, todo.

 

Hit the road Jack and don't you come back no more, no more, no more, no more.

Hit the road Jack and don't you come back no more.

 

La corpulenta voz hace que se eleve un poco del asiento. Su acompañante no repara en lo que está pasando.

Está nerviosa, inquieta, quiere llorar, correr, escapar.

 

Hit the road Jack and don't you come back no more, no more, no more, no more.

 

Se para, grita, sacude los brazos, siempre al ritmo de la música.

 

Hit the road Jack and don't you come back no more.

 

Nadie escucha sus alaridos, nadie la ve. Quiere escapar, cuando la música tiene otro plan: quiere absorberle el alma. La oscuridad de aquel tabuco le da paso al ritmo para cumplir su cometido. El piano sigue tocando, el cantante sigue entonando.

 

Woo! Woman, oh woman, don't treat me so mean,

You're the meanest old woman that I've ever seen.

I guess if you said so

I'd have to pack my things and go.

 

Las manos le transpiran, siente que le sube una temperatura corporal mucha más alta de lo normal, transpira frío y llora, no es tristeza, no es dolor. Tiene miedo, la música se está apoderando de todo lo que ella es.

 

Hit the road Jack and don't you come back no more, no more, no more, no more.

Hit the road Jack and don't you come back no more.

 

Now baby, listen baby, don't-a treat me this-a way

For I'll be back on my feet some day.

 

Grita, sacude a la gente quienes vive esa agresión sin apartar la vista del escenario, del baterista, que en este momento, interpreta un solo de platillos. El cantante vuelve a su labor. La tortura parece no acabar.

 

Don't care if you do 'cause it's understood

You ain't got no money you just ain't no good.

 

Se cae al piso, se arrastra hasta la silla para intentar levantarse, es en vano, vuelve a caer.

 

Well, I guess if you say so

I have to pack my things and go.

 

Llora, le duelen los brazos y la espalda, los ojos le arden. ¿Qué pasa que nadie la ve? ¿Qué pasa que nadie la ayuda? Necesita atención. Su miedo es peor que la inevitable tragedia.

 

Hit the road Jack and don't you come back no more, no more, no more, no more.

Hit the road Jack and don't you come back no more.

 

Grita, y en esa última expresión de un cuerpo que queda atrás vomita sangre morada y espesa. En el piso, inmóvil, ya no chilla. Su cuerpo es demasiado pesado y no puede levantarse, y la voluntad de vivir se extingue con las últimas notas. Frente a una indiferencia absoluta yace en el pegajoso suelo que alguna vez, muchos años antes, había sido de la madera más fina.

El piano lentamente se detiene y con un suave, pero imponente grito el cantante termina su actuación.

 

Don't you come back no more.

Yeeeey

 

Las últimas notas se apagan. El público ovaciona de pie. Lentamente la gente vuelve a sentarse, las luces se prenden otra vez. Ella, tumbada, no parpadea.