NÚMERO 14

JULIO DE 2017

EN ESTE NÚMERO:

AÑO III - NÚMERO 14 - JULIO DE 2017 - DIRECTOR FUNDADOR COLOMBIA: MARIO BERMÚDEZ -  EDITORES MÉXICO: ABRAHAM MÉNDEZ-  CARLOS AYALA

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BOGARTH LEMUS -MÉXICO-

PÁGINA 7

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(CON ALGO TENIA QUE EMPEZAR)

“SUEÑOS Y PESADILLAS”

 

Los sueños de cuando eras niño son aquellos que más añoras, son los que te dan ideas, son los que reflejaban un deseo puro e inocente, ahora que eres adulto solo tienes pesadillas por tus ideas oscuras, por tus frustraciones, por tus envidias, por tu avaricia o por el odio generado en una adolescencia mal curada y demás emociones de mala finta.

 

El cielo esta gris, los techos de las Iglesias son de lámina galvanizada blanca, el carro de mi tía Concepción suelta humo de libertad femenina, las casas son de dos pisos con una forma extraña de ladrillos transparentes, en frente de mí un hindú enfermo, casi muerto y tirado en una tarde sepia en algún condominio de color vino. Sin embargo, mi papá no suelta mi mano y no dejo de moverme.

 

Al pasar por una avenida grande, pero a la vez rápida. puedo observar una gigante estrella de David sobre una torre en un día frío y azul. Pero los mimos vestidos de telas con figuras extrañas; bailan en una abandonada iglesia antigua y colonial. Una sonata extraña de letras extrañas, que parece ser una obra de teatro, donde la tarde es roja y las casas de adobe me hipnotizan. La mujer rubia de vestido blanco es muy bonita, pero después regreso a ese suburbio con calles de agua donde la gente maneja canoas hasta un río gigante y paso por una escuela de niños rubios que se transportan en un elevador de cristal y combina con el bosquejo verde. En un bar se encuentran señores tomando jugo y un hombre me dice que en ese lugar se encuentran los hombres más inteligentes. Al terminar el sueño me encuentro en una plaza llena de bolas de concreto y estructuras colosales.

 

Una iglesia de metal adorando una Cruz extraña, no sé dónde estoy ahora, creo que es un gran centro comercial y acabo de robar algo por el olor a gasolina quemada de un Volkswagen que me delata. Los puentes oxidados me llevan a un abandono repleto de muñecas mutiladas. En eso llego a otra iglesia empotrada en una montaña de forma cilíndrica, y puedo notar algunos jóvenes sentados en ella, pero viéndolo bien; el día está muy oscuro mas no de color gris. En un molinete de tipo juego mecánico puedo apreciar algunos sacerdotes con negras ropas y sombreros oscuros. Sin dar vueltas. Me duele la cabeza.

 

Ahora me encuentro en una kermés llena de mimos y payasos que adoran a un gigante azul que no deja de gemir en el cielo; puedo notar su boca gritando en su potente sonido de relámpago; mientras la gente trata de construir sillas con gigantes patas para llegar arriba, pero en cambio yo, me concentro en un juego para niños.

 

Estoy en una ciudad llena de calles y desniveles, puedo verlo desde arriba en color blanco y negro; pero el cielo esta rojo y amarillo. Esta ciudad se encuentra repleta con estatuas de gente que no conozco.

 

Otra vez soy niño en una colonia inclinada donde las plantas se comen las paredes y me topo con un antiguo comercial panorámico oxidado y viejo de Pepsi, que es apedreado por niños. Mejor en ese ocaso camino por calles angostas y delgadas a la vez, pero me asomo a una de esas casas sobre una ventana, para así saborear una gigante paella de carne.

 

Entro a un museo donde el Guasón es colgado como un ídolo, para que de inmediato y de la nada me meta a una casa humilde donde todo es elegante por dentro.

 

Mi papá y mis hermanos están viendo unas pantallas planas y gigantes en un supermercado mientras, a lo lejos, puedo ver a mi tío Arturo salir de una casa vieja.

 

Ya soy joven otra vez y me encuentro en un barrio cubano de apartamentos donde hace frío, después y de la nada, ya me encuentro en una ciudad rusa, pero me duele la cabeza y mejor entro a un lugar de noche, donde mucha bebida existe. Siempre buscando hasta el último rincón en sitios muy grandes. Las prostitutas se hacen ver, sin embargo, estoy esperando un bus, pero ese bar tiene unas escaleras para subir, para encontrarme después con una mujer de piel oscura. Después de pensar en ella llego a un puesto de comida rápida en medio de un monte y disfruto de un delicioso huevo revuelto en un cono. Los cines brillan en cada esquina, y dos chicas rubias se me quedan mirando en esas paredes de tela roja, por dios santo, me topo con más cines abandonados que visitar en una ciudad que desconozco. El cielo es sepia se siente frío pero los edificios son grandes y abandonados de color rojo sangre; todo es tan perfecto, pero en el funeral de paredes blancas y mármol, puedo observar un reloj sobre el ataúd. En un parque de mi casa mis amigos entran a una sala de cine, donde maravillados observan unas células plasmadas en una pantalla en forma de romboide. Objetos extraños y luminosos aturden el cielo, haciendo que la gente se agrupe para ver tal magnitud.

 

En una ciudad gris de calles grises camino, una iglesia veneciana sin techos ni paredes, se construye con gente sobre una plataforma, me pierdo sobre casas viejas que alguna vez fueron nuevas, devastadas por algo que pasó. Al entrar a un gran restaurante, me percato de los cuadros abandonados que cuelgan en sus paredes: retratan a payasos que alguna vez dieron risa.

 

En una calle gris más, pero la luz del sol es azul: el frío es imponente. Puedo apreciar un vitral apañado por el frío, dentro del mismo, noto una la luz amarilla iluminando una barra de madera y oro, donde la cerveza es una cálida estrella.

 

En un acuario abandonado, con su respectivo parque acuático abandonado, los toboganes son de color blanco plástico podrido, vuelvo a ser niño otra vez. El imponente cielo se llena de imágenes surrealistas, como si fuera un carnaval: la gente se junta para ver lo que le corresponde ver, el demonio está afuera, lo sé, le tengo miedo, no lo puedo ver, me resguardo en mi casa; las imágenes predominantes en el cielo me hacen muy feliz.

 

Al final soy adulto otra vez, me bajo de una limusina, una mujer bonita me espera en una elegante fiesta, en un lugar elegante.

 

PESADILLAS (La realidad).

 

― Sabes que esos Business no me interesan mucho.

― Todo está conectado Lemus.

― ¿Qué es lo que quieres?, ya tengo muchas cosas que arreglar.

― Tus consejos, dicen que eres bueno...

― Mi consejo siempre ha sido el mismo, dejen de mamar e improvisen.

― Negociar empeora todo Lemus, dime que hay más, debe haber otra forma güey... O simplemente no lo hacemos bien...

― En vez de succionar los negocios como si fueran pinches mosquitos, deberían fomentar una empresa colectiva, si ustedes ya tienen dinero deberían invertir en los negocios en vez de cerrarlos, han cerrado la ciudad casi por completo, la dejan casi desierta, ustedes saben que mi prioridad es la ciudad, así es... Es una buena colecta legal, hacer de esto un hábito, en pocas palabras, en vez de cortar la flor deberían plantar más con un mejor regado de estiércol.

―Con razón te buscan de todos tipos, eres muy inteligente.

―Saca la lengua por la cola mejor, no necesito ovaciones, necesito que hagan lo que les pedí.

―Vas por mejor camino.

―Lo llamo cultura.... Salud hombre.

 

Reseña por David Z.

 

El arte del cuento se encuentra en plasmar la más grande historia con las mínimas palabras posibles, es un saber sabido que dentro de un cuento interactúan el autor y el lector, el primero con sus letras y el segundo con su alma, el cuento permite al lector fantasear con inmensos lugares y a su vez dejar los espacios vacíos necesarios para que uno ponga ahí todo lo que más profundamente teme, es decir, su historia encuentra un lugar donde contarse y así el cuentista y el cuentero se acompañan en cuanto cuento se cuentan.

 

Bogarth Lemus con su singular estilo, tiene la habilidad de revivir las calles de Monterrey, le da la importancia a la historia que no se cuenta, pero se sabe, párrafos llenos de oscuridad, barbaridad, perversión y gritos de desesperanza por una ciudad en constante esfuerzo de demostrar el envase antes del dar a conocer el contenido.

 

Dado que las historias existen para contarse o para repetirse, Lemus plasma todo aquello que se necesita contar, puesto que en la oscuridad de la ciudad protegida por gigantes cerros; existe un eco de esperanza, por recordar lo suficiente para poder dejar de vivir bajo la sombra, y comenzar a vivir sobre las calles.

 

Comienza uno a cuestionarse sobre qué tanta persona hay en el personaje que se menciona como actor y narrador en los cuentos.

 

Monterrey, Nuevo León, México, del 29 de marzo del 2016.