NÚMERO 15 SEPTIEMBRE 2017
EN ESTE NÚMERO:
OBSEQUIO ESPECIAL:
Literatura.... pura.....
AÑO III - NÚMERO 15 - SEPTIEMBRE DE 2017 - DIRECTOR FUNDADOR: MARIO BERMÚDEZ (COLOMBIA) - EDITORES MÉXICO: ABRAHAM MÉNDEZ - CARLOS AYALA
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La irresistible magia de las letras
OBSEQUIO ESPECIAL: LA SEPARATA DE TRINANDO>> Literatura pura
PÁGINA 33
NADIA CHÍPULI -MÉXICO-
Nadia Chípuli es poeta mexicoargentina, amante de los cuentos de Julio Cortázar y las poesías de Gabriela Mistral y Fernando Pessoa. Nutricionista con posgrado en alimentación y deporte por la UCES en Buenos Aires. Traductora por el ITESM en Monterrey y Correctora por el Instituto Mallea en Buenos Aires. Radicada en Buenos Aires de 2005 a 2016, actualmente vive en Monterrey donde se dedica a las Letras y a sus pacientes.
De la desesperación
Grito cuando no creo en nada. Grito que estoy desesperada. Grito, grito que a veces la vida es un infierno y que yo muero con ella. De a poco grito despacio para no despertar mis demonios que algunas veces se hacen los que duermen, pero están más que al pendiente de si subo la escalera. Viene el grito y todo lo que he callado. Viene un alma sincera y me atrapa entre sus brazos. Contemplo el paisaje, el vacío, la nada… y el todo. Respiro.
Cuartito, siempre
Los destellos del sol iluminan tu silueta desde la ventana. La brisa mueve las cortinas que combinan con el leve movimiento de tus manos cuando recorren mis versos, mis versos; mis besos. Viajan mis recuerdos a ese momento, a tus momentos. Duermen tus cabellos en mi pecho, en mi pecho. Los colores del cuartito, del cuartito. Ese al que siempre vuelvo… vuelve. Casi sin pensar vuelvo siempre a ese cuartito donde nos vimos por primera vez. No puedo evitar un suspiro cuando me acerco, cuando lo veo. Cierro los ojos que alguna vez quisieron permanecer abiertos sólo para ver tu rostro mientras dormías, mientras dormías. Pídele a la brisa que mueva mi cabello y se lleve mis lamentos. Solas las sombras de la luna que de noche hacen notar los lunares de tu piel. Tu piel y la luna, la luna que compone tus voces cuando hablas, cuando cantas, cuando gritas. Grítame al oído otra vez, otra vez, otra vez…
Fuiste
Fuiste… no había manera de saberlo.
Tierna infancia, tierna ira.
Irías a buscarme o no y nada cambia.
Solas las olas que me miran, que las veo.
Que esperan mis pies en la arena y que no llegas.
Que paso mis manos por el viento
y callan mis momentos.
Alguna vez, algunas horas, algún día.
Y yo… ya no sé si te espero.
Es melancolía por costumbre o se
han perdido estas caricias desde siempre.
Para ver cuando me alejo, para
contar algo viejo. Que tu historia
se vaya a vivir lejos de la mía
y quede mi alma partida.
Del presente
Adoro el eco de las rosas que me cuentan cosas… que me cuentan cosas. Me cuentan leyendas de otros tiempos que desembocan en tus labios. ¿De quién serán los ojos que me vean dormir…? Pregunté a la luna una vez o tal vez muchas. Cuenta esta historia que alguna vez hubo desiertos en las planicies de tu almohada; cuando la casi lluvia no llegaba, sólo se anunciaba.
Llegaste a mi puerta destruido… destruido. En tus ojos había una eterna entropía en lluvia ácida; golpes en la espalda, en el piso y en la pena. Terremotos en tu piel, marcas de presencias ausentes, de agonías vestidas de reclamos para no perder la cordura. Llegaste a mi puerta destruido… demasiado evidente.
Llegó el maremoto a las costas de tu figura, cadencia al caminar, al reír e incluso al llorar. Llora, llora todo lo que puedas, llora todo lo que debas, llora conmigo… ya no estás solo. Duerme, duerme como un niño con la cabeza apoyada en mi pecho mientras mis dedos se deslizan suave y dulce por tus cabellos… tus cabellos. Beso tu frente, tus ojos y tus recuerdos. Los buenos, los feos, los peores y los que tuviste miedo de contarme. Cuéntame… por favor.
Eras otro… otro que me trajo la marea, la marea. Eras alguien que ya no recuerdas, alguien que aún no se reconoce a sí mismo en el espejo. Eres lo que yo vi en una foto cuando estabas bien, en uno de esos tus momentos felices; eso vi en ti, te vi a ti.
Ven a mi mar
Ven a mi mar; empápate en él.
Hazme sentir tuya las veces que quieras.
Nada en mis aguas abiertas.
Acaríciame la arena.
Murmúrame la profundidad.
Para después
¿Y quién no me ha dejado para después…?
-Dije alguna vez.
Para él soy ahora.
¿Y que es el amor sino el tiempo del otro…?
-Ya sé, lo he dicho ya incontables veces.
Y para ti soy ahora, soy ahora.
Veo tus labios de perfil
Veo tus labios de perfil, de perfil…
En tus dunas se pierden mis manos,
mis manos y mis sentidos.
Mis sentidos que se embriagan en tu cuerpo.
Tu cuerpo que me abraza por completo.
Tus abrazos…
A veces sólo quiero ser una niñita.
En tus brazos, soy esa niñita.
Poesía intermedia:
Noctámbulos del celeste acuestan la noche de cabeza, de cabeza. Toman mi alma que abandona este cuerpo de piedra y de madera. En ladera, sollozan y suspiran.
En la resbaladiza ladera de tus manos empapadas de rocío. Entre mis piernas, entre mis piernas parsimonia de tus labios en mis dunas, en mis dunas. Abrazo un demonio… poseída estoy.
Dos seres, dos somos, dos en la cama, dos en la ducha. Somos a la mañana y otros seremos en la noche. Dos alcoholes me desnudan, mi piel se eriza, se eriza. Dos pares de melancolías perdidas entre sábanas de algodón, de algodón.
Bébeme, sí
Cuídame las olas del viento que rozan
mis caderas, perfume que invade mis
recuerdos de distancia.
Toca a mi puerta, a mi puerta.
Desnúdame las letras que salen de mi boca,
despiadadas ellas… ellas. Lentos tus pasos
que pedían mis besos.
Cuídame las manos que acarician tu espalda.
Bésame, bébeme… ¿si…?
Hazme un espacio en tus ojos.
Bébeme si el sol sale.
Bébeme si hace frío, si hace calor.
Bébeme de día, bébeme de noche.
Bebe de mis manos sin reproches,
sin reproches.
Duerme en mi pecho desnudo
Ven… duerme en mi pecho desnudo mientras soñamos
despiertos que no existe el mundo, que es sólo un invento.
Acaricio tus sienes mientras suspiras diciendo mi nombre…
beso tu frente y alrededor de tus ojos.
Entre libros y entre letras
Tú y yo entre libros y entre
letras, entre piel y labios.
Entre pasiones y eróticas
miradas, espasmos musculares.
Impulsos…
Un mundo lleno de tus caricias
que para mí son nuevas, de tu forma
tan sutil de recorrerme y a la vez tan
animal de agarrarme con fuerza,
con gracia… y morderme suave
y con mesura. De bajar por mi cintura
y leerme el erotismo.
Nuestras palabras
Nuestras palabras, esas ilusas tan
tontamente caprichosas.
Desprender sonidos de tu piel
con mis manos; deshojarte los temores.
Ver tus labios alrededor de mi areola,
que mi piel sea tu página en blanco
y me escribas una historia.
Sumérgete en mí, sin comer y sin
dormir, deja todo lo demás para
después. Haz de mi cuerpo
tu novela, detén el tiempo ahí
donde se entrecierran tus ojos antes
de dormir.