No. 16

ENERO 2018

No. 16 ENERO DE 2018

PÁGINA 19

Cantautor y poeta 
Nacionalidad: México.
fecha de nacimiento: 07 agosto 1977.
Participaciones en distintos festivales literarios, acompañando mis textos con canciones de mi autoría o de distintos compositores.
Me gusta la lectura y escribir lo que dicta el alma.

 

 
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MIGUEL ÁNGEL ORTEGA ÁLVAREZ -MÉXICO-

1.- Como imaginé...
 
Como imaginé que pasaría, estoy en este preciso momento pensando en ti.
Destaco el momento en que hace más de tantos  años pasaste por mi vida, y me viene la pregunta casi existencial, ¿Existe el amor a primera vista?
Los años se encargan de  poner el camino sobre nosotros, nunca lo había pensado así. Ahora empiezo a creer un poco en eso que llaman destino. Eso que hace que dos personas se encuentren en un mismo lugar, que coincidan el uno con el otro. Ese algo misterioso que parece hacer una vida planeada con alevosía. Eso que hace que nos veamos, platiquemos, riamos, y a veces sin quererlo, desechemos una que otra lágrima. Empiezo a creer que este mundo algún día será diferente. Empiezo a creer en un destino, ese algo que traza los caminos, ese algo que nos guía, que nos planea la vida, ese ser supremo... ese destino llamado Dios.
 
 
2.- Nuevamente miro el reloj
 
Nuevamente miro el reloj,
Marcan dos para las once con  veinte.
Y Yo, que tengo meses sin verte, me pregunto: ¿hasta cuándo volverás?
Es la incógnita a  resolver, la variable en mi ecuación.
Todo, como esta vida, paso de repente.
Y de la noche a la mañana, como el silbido del viento, lentamente, te vas.
Esta pluma resignada no quiere saber más de ti, no quiere volver a escribir tu nombre, y jura que jamás (algo que yo no he podido hacer) volverá a recodar tu cara, tu frente, tu voz.
Está cansada de describir tu sonrisa como el agua refrescante de un manantial. Le causa nauseas el escribir sobre aquella luz que brilla en tu mirada. Y se niega  rotundamente, una vez más, a volverse a levantarse sólo para hilvanar letras describiendo tu alegría como la invasión interminable de una fuerza motriz.
Miro nuevamente el reloj,
Ya marca veinte a las doce.
Mi pluma se niega a escribir, y yo, que tengo meses sin verte me pregunto si tu, algún día volverás.
 
 
3.- Ojos negros.
 
En la tarde de ayer, cuando todo parecía que quedaba en el recuerdo, apareciste tú de entre la nada, silenciosa, como un fantasma.  Te mire y no lo creía, estabas a mi lado con la sonrisa de siempre. Apenas ayer te recordaba como algo lejano, con algunas gotas de nostalgia y nudos apretados en la garganta que a veces me impedía respirar. Estabas a mi lado con la dulzura de saber que te extendía las manos, con la alegría de volvernos a encontrar.
Y yo, absorto, mirando ese hermoso brillo de tus ojos, ese rarísimo brillo de unos ojos negro que hacen juego con tu blanca piel, esos ojos negros junto a la sonrisa abierta y tus labios con un color apenas rojo. Y si fue que me volví a perder, en mi presente, en nuestros recuerdos, en tus palabras, en el silencio y en la bella oscuridad tan destellante, de unos ojos, de unos hermosos ojos negros.
 
4.- De golpe.
 
Hay veces como hoy en donde tus recuerdos me llegan de golpe. Es tanta la fuerza que lucho por que no me tumbe y me deje sin aliento. Es tanta tu presencia  en mi pasado, que difícilmente encamino mi presente  a un futuro que se niega a ser futuro sin ti.
En esta lucha interminable, se desangra el corazón, y el sentimiento se impone ante la otra parte de mi mente, aun así; con razón o sin razón, sigo pensando en ti. Es que has llegado a vivir en mis dos polos, en mis dos mentes, y me quedo como un demente, delirando con la mirada perdida, buscándote a cada instante, entre la gente, entre los niños y ancianos, entre tantos caminos. Y te encuentro y me encuentro entre los recuerdos... esos que me llegan de golpe, con tanta fuerza, esos que me tumban y me dejan sin aliento, esos con los que lucho a cada momento, a cada instante, por olvidarte y seguir mi camino, sin5.- ¿Adónde me voy para olvidarte?
 
Camino, sigo mi rumbo, a veces incierto, a veces lejano, pero sigo caminando. Aun cuando el dolor parece tumbarme, aun así, sigo mi camino.  Busco algún sendero que me lleve hacia... ¿hacia dónde? ...  “da igual”, en este instante quiero estar lejos, muy lejos de aquí, lejos de todos, lejos de ti… 
Mis pasos quieren marcar de nuevo el regreso, pero este corazón habla muy seriamente con el cerebro. Lo hace entrar en calma y le explica que si manda la orden de regreso es muy probable que no aguante otra de esas palabras que salieron de su boca, probablemente dictadas también por su corazón. Entonces, como por arte de magia, firman un contrato y se ponen de acuerdo. Si esto lo hubiésemos hecho antes, cuanto nos hubiéramos ahorrado. Sigo mi camino sin rumbos ni espacios, ya no puedo ir a esas calles donde aguarda la melancolía. Ya no puedo marchar hacia aquellos lugares donde solíamos divertirnos con esos acordes de guitarra.  Aun en la iglesia siento tu presencia, en mi casa, en aquel sillón.  Será que en todo hay un poco de ti.
Sí, aun así, sigo mi camino, aun sintiendo que el dolor te ciega, te aturde, aun así, sigo caminando...  Miro alrededor,  y efectivamente, en todas partes hay un poco de ti. Pero aun así, sigo buscando, y me pregunto:
 
¿Adónde me voy para olvidarte?
 
 
6.- Una tarde
 
La tarde, con el sol arriba. Arriba de ti, arriba de mí. De nosotros.
La gente yendo y viniendo con prisa, con ganas de llegar. Y de repente encontrarte en ese ir y venir. Entre esa prisa, ese querer olvidarte y olvidarme de los momentos pasados, pasados por nosotros, vividos por ti, vividos por mí. Encontrarte en esta renuncia, en ese dejarte libre y en libertad de ser con otro, otro momento, otro presente. Vivido por ti, vivido por él, ese él que no fui yo.  Así, te encontré. Y yo que no quería encontrarme, me encontré al encontrarla. Y al encontrarla me vi en el reflejo de sus ojos, esos ojos que aún se entrelazan con los míos. Me vi asustado, como cuando se ve a un fantasma, como cuándo se huye de algo, como cuándo se escapa de alguien. Quise fugarme... pero fue inútil, no pude hacerlo. Cuando lo quise hacer su sonrisa y su mirada ya me habían atrapado.  Y yo que quería escapar, me senté a su lado, mas por caballerosidad que por voluntad. Entrelazamos palabras, fluidas por ti, pero al momento de ver que apenas salían de mi boca, se frenaron. Hubo silencio, un silencio que se moría por romperse, un silencio que intentaba gritarte tantas cosas; entre ellas... que te extraño.
Te encontré, apenas 10 días habían pasado desde que dije adiós, desde que te deje en libertad. ¿Acaso esta vida no es un juego?,  Y yo, ¿seguiré siendo el balón?... ¿Acaso  la vida es un libreto de teatros?, ¿Tu y yo, protagonistas de esta historia?...
O será acaso que realmente somos almas gemelas... 
Esa tarde la vi, me vio. Me rompió la serenidad, me rompió la calma.
Solo espero que el día en que te vea y te encuentres junto a él, no me rompas demasiado el corazón.
 
7.- ¿Qué hubiese pasado?
 
Te recuerdo como lo hice tantas veces en aquello días donde soñaba con tu cintura bajo el brazo, con las sonrisas espontáneas y platicas amenas.  Te recuerdo con la mirada perdida, con la atención puesta en mí, con la pierna cruzada y las noches eternas cuando pensaba en ti. Te recuerdo con la alegría de estar, de ser feliz, de la cena aquella en que la pasamos genial. La luz de la luna era perfecta confidente de nuestras charlas, aquellas en que demostraba que te amaba, en donde se notaba desde lejos que me encantaba estar junto a ti,  aquellas en las que –  aunque ahora lo niegues –  disfrutabas mi presencia y los detalles que venían casi siempre acompañados, por acordes de una guitarra.
Ahora te veo, a veces de lejos, y llegan esos recuerdos. Pero ahora todo parece tan distinto. Me dices que hay alguien en ti, y que le darás  esa oportunidad; esa por la cual luche, esa que tantas veces soñé tener junto a tu sonrisa, junto a las pláticas espontáneas llenas de atenciones y noches eternas.
 Ahora te veo y estas tan cerca, junto de mí, oigo tu voz casi en mi oído, siento tu cuerpo sentado junto al mío y recuerdo tantas cosas.
 ¿Qué hubiese pasado sí la oportunidad estuviera de mi lado?
Tal vez hoy tendría tu cintura en mi abrazo, mis labios en tu mejilla y en el mejor de los casos, en tus labios.  Mis secretos en tu mente, tus pensamientos en mis sueños y mis sueños en realidades que hubiésemos forjado juntos con la oportunidad de la vida, con la oportunidad de nacer en el conocimiento muto de dos personas viviendo en la llama –  ahora casi extinta –  infinita de un amor.
 
8.- Señora


La luz de la luna resplandecía sobre la penumbra del atardecer, como el brillo de tus ojos en la densidad de tu mente, de tus dudas, tus anhelos. Aquel silencio conformado con la ausencia de todos, no era más que el pretexto idóneo para estar a tu lado. La tristeza y melancolía que violentaban tu mundo, (el que según tu, poco a poco se hundía,) se volvieron la principal herramienta para brindarte mi hombro, abrazarte, contemplar tu rostro, y sentir ese agradable calor a la cercanía de tus labios.  Los problemas del día, como un par de nudos acumulados en las horas de trabajo, se deshicieron lentamente entre mis manos, tu espalda blanda y la hipersensibilidad de tus fríos pies. Al final tu sonrisa traviesa disipo las dudas y contagiados por la algarabía de tu risa, nos fundimos en el abrazo infinito de dos almas que se re-encuentran (y embonan) en una misma sincronía, en un mismo ritmo, armonía  y espacio. La diferencia de edades, (los mitos de antaño,) los deseos reprimidos junto a los fantasmas del pasado, se quedaron arrinconados sobre la fría banca de aquella solitaria plaza, contemplando a la distancia como poco a poco, te rencontrabas contigo misma y volvías, después de tantos años, a sentirte plenamente mujer.          
 
 
9.- Mujer independiente.
 
Se mira al espejo, se acomoda el cabello, se pinta sus labios; mira de frente, enciende el auto y se dirige a su objetivo en mente. Ella es así, cuando una idea se fija en su cerebro hace hasta lo imposible por cumplirla. Sabe sumar, sabe multiplicar; pero también se ha enseñado a restar y dividir.
Por lo general va sola, sin más compañía que la estación de la radio y una canción que la haga recordar momentos atrás. Me dice muy seriamente que la vida la ha cambiado, que le ha enseñado tantas cosas a base de diferentes momentos y circunstancias que finalmente la convierten en alguien totalmente autosuficiente.  De vez en cuando – normalmente cuando se permite intimar – le he dicho muy seriamente que nadie es igual a otro, que todo pasado pasa y no se queda, que siempre todo será distinto de ayer. No cede. Me escucha, pero inclina su mirada para no juntarla con la mía. Sus ojos se tornan cristalinos, revuelve sus ideas y empezar a hablar al mismo tiempo de su trabajo, su profesión, sus tías, sobrinos, del clima, su perro, ¡de todo!; lo entrega todo... sabe sumar, multiplicar, pero también se ha enseñado a restar y dividir.
 
Ella va sola... con su madre, su padre, su hermano (su tesoro). También va con sus amigos a los antros, al cine, a las albercas; un rato de diversión conjunta y vuelve a su soledad. Ella es muy linda – eso, también se lo he dicho – tierna, femenina; los niños la siguen como si se tratara de un ángel; juega con ellos, canta con ellos, baila, brinca, corre con ellos; irradia carisma a más de treinta metros; le fascina la idea de tener algún día uno entre sus brazos, recién salido de su vientre. Ella es una gran mujer; tiene un corazón tan grande y tan humano que no sé en qué parte de su 1.54 de estatura y de sus 48 de peso pueda caber.
Ama a sus tíos, sus primos; su hermano, papá, mamá, (Creo que yo también los he empezado a querer.)
 
Ella es muy linda, - ¡se lo he dicho miles de veces! -, pero este mundo le ha puesto sobre sus hombros una coraza que en ocasiones no le deja expresar.
Ella va y viene; viene y va: a la tienda, al trabajo, al gimnasio, a pagar servicios... también va a conciertos de sus artistas preferidos sin más compañía que su boleto en mano (a veces su madre, a veces su primo, a veces su hermano o sus amigos)
 
Se mira al espejo, se pinta sus labios, se acomoda el cabello, mira de frente... enciende el auto y se dirige nuevamente hacia las calles, avenidas, carretera; a todas partes, para enfrentar el mundo, conquistar sus sueños, la vida, el día, la noche: sola (...siempre ha estado sola...) sin más compañía que la estación de la radio y la canción que le haga recordar...
(Ella es así) La vida y las personas le han enseñado a ser individual; sabe sumar, multiplicar; simplemente no necesita de nadie, es independiente; también se ha enseñado a restar y dividir.
Y yo que la quiero tanto, que la amo tanto...
y yo que soy completamente indigente y la necesito a mi lado...