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DIARIO DE UN FULANO EN CRISIS
Nos habíamos casado jóvenes. De novios, desde los quince años. Soledad era la chica más linda y sexy del barrio. Todos querían salir con ella, pero yo me la gané a puro remo, y ante la mirada envidiosa de la barra.
Nuestros primeros años de matrimonio: una luna de miel con contrato renovable, que, tácitamente firmábamos con viajes de placer, escapadas de fin de semana y noches de encamadas salvajes. Cuando recuerdo esos momentos, me veo joven y viril, la veo fresca, perfumada, preparada para una entrega que sabía sólo mía.
Hoy no la reconozco. Y no hablo de cambios físicos. Yo también estoy envejeciendo. De hecho, le llevo algunos años. Es otra cosa lo que pasa.
Por las noches, se acurruca en posición fetal al otro lado de la cama, yo me acerco, la refriego, la apoyo. Espero respuesta. Nada. Soledad se apega a la pared, prefiere el frío del cemento al calor de mi cuerpo. Una y otra vez la ceremonia del rechazo cotidiano.
Por la mañana con expresión agria, rehúye el beso de despedida con la excusa de acomodar las mochilas de los chicos, chequear que nada falte. Suelta un ademán en el aire parecido a un saludo y me voy.
La distancia se agudiza con el paso de las horas, no responde mis mensajes, mis audios. Deseo escuchar su voz, contarle mis preocupaciones actuales, saber de las suyas, decirle los movimientos que se avecinan en la empresa y por qué no, confesar mis temores a un despido. Pero no está.
¿Tendrá otro hombre? ¿O su indiferencia es sólo efecto de la rutina, del tiempo que llevamos juntos? Estoy cansada-me dice. Me duele la cabeza- repite. La miro en silencio y acepto mi destino de exclusión.
Soledad, mi Soledad, me deja solo.
Esta noche, sé que llega tarde, “cena con compañeros de trabajo”- me dijo.
No la voy a esperar despierto. A pesar de, o gracias a esta crisis volví a escribir. Voy a dejarle este papel sobre la mesa del comedor.
"Soledad" :
El árido desierto de sábanas
pulcras telas
que no volvimos a sellar
No hubo huellas de mi paso por tu cuerpo
No dejaste rastros de tu sudor
desplegado en libertad
Fuiste ovillo, fetal forma,
huidiza madeja
imposible de desenredar
Tu nombre, amor mío
tu nombre,
como imaginar que fuera en este tiempo
metáfora de mi vacío
letras escribiendo mi propia soledad.
Martín.
Selección antinatural
No es cuestión de destino, no
No está escrito
No es selección natural
Ni presagio de los dioses
No hay oráculo
Es la fórmula indecente
Calculada desde el Norte
Para que el Sur se ahogue
En aludes de miseria
Y cuando;
después de anónimas luchas
intente por fin,
erguir la cabeza y
mirar sin solo ver…
y decir sin solo hablar:
Desde arriba,
se preparará otra embestida,
Otro alud para acallar toda voz y
aprisionar la garganta
de los pájaros hambrientos, ateridos…
JIMENA CANO -URUGUAY-