SARA MARÍA ARGÜELLO  -ARGENTINA-

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PÁGINA 6

Aroma a pan recién horneado
 
Volver, mil veces volver a la casa
donde el aire solloza alegría
y el silencio derrama su luz
sobre los cerros desnudos de colores.
Volver, volver por el aroma a pan
testimonio de tiempos lejanos
cuando el sol tañía en las ventanas
y el invierno silbaba en el fogón.
Volver con la tarde empolvada de paz
y el ulular del viento en la quinta
como un dulce manantial de emociones
que la vida trenza en madrugadas.
Volver con el dulzor de las naranjas
y el calor del horno encendido
que danza sobre los leños del olvido...
Volver, volver huele a pan recién salido.

 

 

*     *    *

 

Río Xibi Xibi
 
En manantial de sueños
con suaves susurros
en un cielo azulino
danzan las blancas garzas.
Fulgor de luz, fulgor de sol
como suaves capullos
entre piedras dormidas
en aguas cantarinas
pasean las negras garzas.
Fulgor de luz, fulgor de sol
dormita el Río Chico
en brazos de la luna
con arrullos de plata
se deshoja el tiempo.
 

*     *    *


Arco iris
 
Vierte sus gotas la lluvia
en cántaros azulinos
como hilos de un manantial
en un cielo de zafiro.
El sol crepita la frente
con coronas encendidas.
Es un vergel el camino
sombreado de verde musgo
cuando solloza la tarde
deshojada en suspiros.
 

*     *    *

 

Dulce invierno


El tiempo no se detiene y una nueva estación se asoma en un suspiro, dulce invierno, como el té que lleva su nombre.
Té de Ceylan, con trozos de canela, manzana, vainilla, almendra y el aroma de flores naturales se van macerado mientras se desprende un exquisito aroma al ritmo de los latidos del corazón.
Un agua cristalina, fuente de luz y alegría, guarda las pasiones reveladas con ansia desencadenada de las hierbas que juegan en la taza, como danzan las horas de mis días.
 

*    *    *

 
Cicatrices

 
Soy un cuerpo con cicatrices, con los tatuajes del tiempo surcando mi rostro, mis ojos y mi vientre.
Soy un cuerpo que baila, ríe, grita, corre y que tiene miles de interrogantes en su ser.
Soy un cuerpo con alma de mujer en la madurez de la vida que observa el escenario de los días, de jornadas plenas y otras, no tanto.
Soy aquella que admira la belleza de la obra de Dios y que participa de ella sintiendo.
Soy la que mira a los ojos, sin perjuicios, y la que toma la mano de alguien, sin excusas.
 

Hoy, me siento como Santiago, un personaje de un libro de Coelho, en busca de su leyenda personal, escuchando a su corazón y dejándose llevar por los caminos del destino.

 
Pienso
Camino por los caminos sin tiempo de la geografía jujeña.
Pienso en mi día que llega a su fin, en los días pasados, y en mi vida. Mientras camino sin prisa, repechando la nostalgia, creo diálogos que no resuelvo. Me invade, un poco, la melancolía de un tiempo añoso, las mesas familiares interminables, los abrazos de tanta gente querida... Recibo un mensaje. Me distraigo y sonrío. Se va la tristeza y vuelve la alegría.
Se encienden las luces, y con ellas mi alma renace.
En fin, hay cosas, historias, relaciones, alegrías, tristezas y dolores que no tienen nombres.
Soy insoportablemente nostálgica.
 

*    *    *


A quien corresponda
 
Te voy a recordar en cada cosa que te recuerde: aromas, aroma a café, a panes caseros que llegan en una encomienda, a una rica comida, una flor de rosa o clavel, un perfume; sabores, sabores agridulces como las naranjas de la casa de tus padres; risas, risas de bromas, de cosquillas, de juegos locos, de la alegría de estar vivos o juntos.
Miles de imágenes, como granitos de arena, que en remolinos atraviesan el reloj del pecho y se estrellan contra el cristal de los recuerdos y quiere hacerme creer que el pasado es un lugar al que no se vuelve jamás…
Busco que mi escritura sea un arma contra el tiempo y el olvido porque no quiero olvidarte….
 

*      *    *


El canto de los pájaros
 
Cada día al levantarme realizo un serie de actos que parecen un ritual matutino, al abrir la puerta de la habitación me encuentro con mi gato que me saluda con un “miau”, luego observo si no hizo alguna de sus travesuras y antes de desayunar miro por la ventana del comedor de un segundo piso, la casa donde vivo da justo detrás de una calle sin salida, y puedo divisar unos lapachos, dos álamos y otras especies que no conozco pero lo que si conozco y reconozco de memoria es el canto de dos benteveos que cada mañana me cantan un dulce canto, posados en esos árboles o volando de uno a otro. Los saludo, les hablo y les pregunto que tienen para contarme…a veces pienso que son las almas de mis seres queridos quienes vienen a saludarme en estas dos hermosas aves.
 

*     *    *


Yala
 
"A Jujuy siempre se vuelve", me hago eco de las palabras del Coya Mercado:
"Dice la antigua leyenda que a Jujuy siempre se vuelve, si en el cuenco de las manos agua del río se bebe. Que propiedades tan brujas trae el río en su corriente que caminando al olvido, al amor retorna siempre. O tal vez no sea el río, sino mis ganas de verte las que me llevan y traen a tu provincia celeste".
Puedo decir con profunda convicción que a Yala siempre se vuelve, ya que vivo (mejor dicho, vivimos) en Jujuy. Fui junto a mi retoño buscando despojos del pasado para plasmarlos en las páginas de un libro pero me recibió (nos recibió) sonriendo el arrullo sereno del Río Yala.
Las chicharras ocultas en las sinuosidades de los troncos nos dieron la bienvenida con sus chillidos monótonos como queriéndonos preguntar tantas cosas a la vez, preguntas sin respuestas flotaron en el aire.
¡Cómo expresar lo que pasaba en mi alma, mientras sola atravesaba el bosque más profundo de los recuerdos! Si fue como despertar el odre de las vendimias ardientes de otro tiempo, un sueño de años dormidos.
 

*     *    *


La lluvia
 
"La vida está llena de belleza. Nótalo en el abejorro, en el niño pequeño y las caras sonrientes. Huele la lluvia y siente el viento. Vive tu vida al máximo potencial, y lucha por tus sueños”. Ashley Smith
 
Los años transcurrieron en un abrir y cerrar de ojos, ojos Impávidos, que se resisten al olvido.
Cada tanto regreso a mi pueblo, San José, buscando en aquellas casas, que aún siguen de pie, algún retazo de esperanza donde aferrarme para seguir construyéndome.
Algunas calles guardan vestigios de antaño y otras son construcciones totalmente nuevas, como la calle de mi infancia, otrora carente de cordón cuneta y asfalto.
Recuerdo mi calle, la Independencia, era amplia, a veces terrosa, otra con cantos rodados y a veces un río fugaz y agónico. Tan así era la nuestra, que cada vez que llovía los niños abandonabamos nuestro seguro refugio para salir a las veredas, armados de nuestros propios gritos, abriendo nuestros brazos como si quisiéramos volar, a armar improvisados barquito con hojas de diarios o papel en desuso que navegaban temblorosos por esa geografía del destino. Mientras, el viento acariciaba nuestras caritas con sus manos frías y arrasadoras, nos susurraba al oído historias del zanjón y de los cañaverales.
Desde la galería o desde algún espacio, nuestros padres nos contemplaban extasiados de asombro y orgullo viéndonos crecer.
Otras veces, nuestras madres salían presas de terror a cobijarnos adentro porque el cielo estaba enrarecido y lleno de presagios que solo ellas podían interpretar.
Es ese tiempo brevísimo que se abre entre el asombro y el desconcierto, entre el silencio de aquella época y la ausencia de muchos afectos que todo parece precipitarse...
Era un tiempo sin tiempo, sin lugar a dudas.
 

*     *    *

 
AUSENCIAS


Un toque de queda, en esta medianoche de cielo oscuro y tempestuoso, y el viento no deshoja el tiempo como lo hiciera otrora, si pareciera que en el pecho se consumen los recuerdos y esa necesidad imperiosa de abrazar a los parientes y amigos.
La angustia de sentirme lejos es infinita.
Hoy el firmamento, al igual que mis ojos, está cubierto de negras nubes que descienden presurosas en gotas de lluvia como queriendo limpiar tanta desidia, mientras observo por la ventana como unos indigentes se acomodan en la puerta de un iglesia para pasar la noche más sombría de este tiempo sin tiempo.
A veces, en jornadas como estas, me siento atravesada por los ecos de una vida que no viví y lamento los “te quiero” que no dije, los abrazos que guardé y que se mueren conmigo.
Desde entonces, hace más de cuarenta días atrás, vago en torno a la casa, en una soledad insondable y mi grito es enorme en este silencio perpetuo.
 

*     *      *


Los Nogales
 
Volver a los lugares donde uno ha sido feliz es ir en busca de las huellas de los recuerdos.
Eso me pasó hace unos días cuando regresé a Los Nogales-Yala, un sol espléndido refulgía por todos lados, el río tembloroso me cantaba y el ulular del viento acariciaba mi frente como dándome besos cálidos y bendicente.
Los cerros del lugar, casi desnudos, vestidos de púrpura en una inmensa calma.
Allí, todo se magnífica, hasta las flores de las orquídeas de prenden muy alto y despliegan la belleza de sus corolas insuperables.
Me siento enamorada de este lugar, de los recuerdos de otras estaciones que guarda como un romance más allá del tiempo, que me invita a extender los brazos para abrazar la vida, lo vivido y lo por vivir.
 

*     *    *

 
Como eran las cosas entonces…
Estoy aquí, en el filo fino de la nostalgia, tan viva como la luna que cuelga de mis ojos.
Pienso en el ayer, no el de hace años, ni el de los meses atrás sino el pasado de hace unas semanas cuando el mundo era otra cosa, cuando caminaba por la calle sin preocupación, sin miedo a un enemigo invisible y tangible en cualquiera de las personas que encuentro en la calle.
Cuando pase este tiempo quiero volver sobre mis pasos, visitar a mi madre, abrazar a mi hermana y a todos mis afectos.
Deseo volver a mi casa de la infancia y buscarme en ella, pretendo encontrar en sus paredes algo de lo que dejé allí cuando partí hace muchos años en un largo exilio y a lo mejor en algún rincón todavía quedé algo que dé cuenta de mi vida allá, quizás en el fondo encuentre colgado de una morera un columpio y mil flores de azahares perfumen ese momento. Si tengo suerte puede que llegue para saborear alguna chirimoya como otrora lo hiciera en mi primera infancia.
Por otro lado, pretendo encontrarme con mis amigas y compartir con ellas un momento como hace unos meses atrás, contarnos nuestras cosas, bailar y reír como niñas…más allá de las cargas familiares que a todas nos toca desde el rol de madre, hermanas, hijas y hasta abuela, ya muchas lo son.
Pero sobre todas las cosas anhelo verlos a mis hijos realizados, haciendo su vida, saliendo con sus amigos, compartiendo con  su pareja, proyectando en este presente su futuro, un futuro lleno de sueños.
A su vez, quiero volver a ver la tarde recostándose sobre el Aconquija cubierto  de hojas mustias, agobiadas por el calor, por el sol calcino que durante la larga jornada la golpea, como si una mano violenta hubiera caído sobre la frente sudorosa de la jornada, y que persisten en el ripio, en el asfaltos como una cinta de plata y en los terrones de las quintas de limones como rescoldos de infierno, en mi Tucumán de ensueño. Allá, el sol es agonizante, se resiste a irse antes de las 19 horas, se demora en charlas con los cerros, vertiendo una luz dorada, distinta sobre el verdor cítrico del paisaje. Mientras, el escenario en los cañaverales no es distinto, si pareciera que las cañas cuando se mecen me saludan a mi paso, su suave néctar me invita a visitar una y otra vez mi provincia  dulce y pujante. Espero, de corazón, poder volver a transitar este paisaje del Jardín de la República.
Quiero  escuchar, nuevamente, la música de los pájaros en su canto cuando atraviesan  serenamente el patio cubierto de árboles de especies diversas, anegándome los sueños, bañándome por dentro, como en las noches infinitas de mi infancia.
La ansiedad tiene vida propia, la mía al menos, ya que siento como late en la espera de un cambio positivo.
Quiero viajar, escribir, cocinar para los míos, invitar a amigos sin pensar que los puedo contagiar o que ellos me contagien… Cada noche al acostarme pienso que cuando me despierte en la mañana toda esta pesadilla habrá terminado y nuevamente, nos volveremos a encontrar todos y,  que no faltará nadie…
 
 

Docente y poeta tucumana, radicada en Jujuy, Argentina. 
Secretaria de cultura de la  SADE-JUJUY (Sociedad Argentina de Escritores, filial Jujuy), “Grupo Internacional Nómades” (grupo de artistas que engloba a hacedores de la cultura en diferentes ramas) y “Grupo de poesía lírica Tu Voz” (ciudad de México).
En el 2017, concursó en la convocatoria realizada por el “Grupo de poesía lírica Tu Voz” de la ciudad de México, denominado “Alma del Campo”, donde obtuvo el 1º premio con el poemario “Palabras de otoño” de la editorial Hebel.
Publicó, 2018, “Esas palabras que no digo”, editorial Letras Libres.
2020, “Puente de ingenio”, Edit. Ediciones del Parque

Participó en las antologías:
"Antología del Río de la Plata" y en fotopoemas de la editorial Abrace (2016), 
"Des-pliegues de papel" de editorial Cronopio (2016), 
"Escritores por la paz" 2017 y "Grullas en sus tinta" de editorial Grullas en su tinta.
“Cien Poetas por la Paz” Editorial Abrace, 2018
“Tinta, palabra y papel” – edit. La hora del cuento, 2017
“Joyas del encuentro”, SADE-Jujuy, 2018
“Lazos de familia” Ediciones del Parque, 2018
Revista Gealittera, 2018
“Tributo a la poesía –Antología Poética Internacional”, Mabel Coronel Cuenca, Paraguay, 2018.

Miembro académico internacional de la Academia Norteamericana de Literatura Moderna, Cap. Buenos Aires.
En el año 2018, representó a la provincia de Jujuy, en la 44 edición la “Feria Internacional del Libro”, Buenos Aires.
Participa activamente en encuentro literarios provinciales, nacionales e internacionales.
 
Página:

https://www.facebook.com/Esas-Palabras-Que-No-Digo-1762199467133975
 

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