JOSÉ LUIS RUBIO ZARZUELA -ESPAÑA-

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EL SENA
 
París, mágica ciudad bañada por el Sena
donde el poeta sueña de día y vive de noche.
París donde el poeta emborrona blancas
cuartillas de versos de amores arrolladores
y libres que derriban todos los obstáculos
y que sólo entiende un único lenguaje
enterrando a todos los demás en la fosa
del olvido donde se pierden vivencias indeseadas
que lamentamos haber vivido.

Cuéntame, poeta, tú que estuviste en París,
qué viste desde la torre Eiffel,
dime si tocaste el cielo con las manos,
explícame los detalles del paisaje
qué se extiende a tus pies, nárrame
en unas cuantas palabras, si puedes,
qué sentiste allí arriba.

El poeta pasea por la orilla del Sena
y se siente río de mansa corriente
que ve discurrir la vida de una ciudad
que enamora al visitante y al no visitante
por sus encantos esparcidos en calles y plazas
y en un puñado de viejos monumentos.

Yo no soy ese poeta que pasea por París,
no soy el artista que camina en esta ciudad,
yo nunca estuve en París, nunca vi
el Sena, ni me perdí por las salas
del Louvre contemplando los ojos expresivos
de la Gioconda, ni entré en Notre Dame
donde el jorobado murió de amor.

Nunca he disfrutado noches de bohemia
ni de pasión en el viejo París
pero mis versos siempre han sido apasionados
y muchas veces me sentí bohemio
y con ganas de arrojarlo todo por la borda
y recorrer los senderos con un poco de pan
y queso en la mochila de mis sueños.
Pero dejé la mochila en un rincón
y me quedé junto al mar viendo
morir al sol en sus aguas cada atardecer.

Nunca se reflejó mi imagen en el espejo
del Sena aunque sí me vi en las cristalinas
aguas del río Salado que viene a morir
en las doradas arenas de la playa de Conil,
mientras los peces saltaban jugando
con el aire unos breves segundos.



GUADALQUIVIR
 
Nace el Guadalquivir entre unas rocas
y poco a poco se hace mayor regando
campos, regando ciudades, acariciando
barcos, acariciando cuerpos, liberando
bellezas, liberando pensamientos, soñando
mares, soñando libertades, soñando sueños.

Sueña el río bajo puentes milenarios
por donde ha pasado la historia, la vida,
una vida dura, de penalidades,
de llantos con algunas pinceladas
de alegrías con las que se rompen
las oscuras sombras que nos envuelven.

Buscando el mar el río da asilo
a muchas aves migratorias
que allí recuperan fuerzas
para seguir su camino
hasta encontrar otro río
o un nido donde poner sus huevos.

El mar lo recibe y se funde
con él poseyéndolo, absorbiéndolo,
y ya el río no es río, se quitó
sus vestidos y desnudo se fue
perdiendo y llenándose de sal
diciendo adiós a su deambular
por la bella Andalucía.



INVITADO INESPERADO
 
Ahora el río me asalta de repente
y veo como poco a poco va creciendo
porque en ti va entrando el mar
haciéndote grande, muy grande.

Te puedes hacer tan grande
que a veces te has llegado
a meter en las casas asustando
a los vecinos que han recibido a un invitado
inesperado al que nadie invitó.

Paseaste por las calles con furia
y destruiste algunas aceras
y dejaste mucho barro, mucho barro
y mucho miedo en los vecinos.

Hoy corres tranquilo y nadie diría
que fuiste capaz de recorrer las calles
y mostrar tu mal carácter
y tu enorme e imparable fuerza.

Tu nombre no importa a nadie.
La ciudad que cruzas puede ser
cualquier ciudad de nuestra Andalucía,
o tal vez de nuestra España.


 

NO ERA UN ESPEJO

 

Asomado al puente de piedra
vi en las aguas reflejadas
cientos de rostros distintos al mío
y que llevaban allí muchos años
viendo como ojos curiosos buscan
conocer los misterios que se esconden
en el viejo cauce del río.

No era un espejo donde verse
sino una corriente cambiante
que va y viene buscando
un desenlace sin traumas
embelleciendo todo cuanto
a su paso encuentra
sin pedir nada a cambio.

Me llegaban por el aire
voces con acentos extraños
que declamaban tragedias
de otros tiempos pasados
donde el teatro llenaba
de público el pétreo anfiteatro
que rodeaba el escenario.

Y mientras, el río, sin inmutarse,
dejaba que las miradas,
que con él jugaban, se fuesen perdiendo,
día tras día, año tras año,
siglo tras siglo, milenio tras milenio,
en ese tiempo que a todos nos vence.

 
 

 PACIENTE 

 
 
Que paciente caminas
por la capital pacense
buscando la frontera
buscando el océano
para dejar de ser río
para realizar el sueño
que tuviste muchos kilómetros
atrás cuando de las piedras
escapaste a borbotones.

Que paciente rompes
sobre la proa del barco
que cruza de España
a Portugal mientras tú
dejas que el viento rice
tus aguas alterando tu quietud.
Detrás queda una blanca
estela que un banco de peces
sigue esperando su diaria ración.

Yo desde estribor intentaba
ver tu fondo pero la oscuridad
de tus aguas debido a las oscuras
nubes que cubrían el cielo
me lo impedía y saber
que ocultabas sin descubrir quedó.

Te sentí en la cara y en las manos.
Me hablaste y te hablé.
Me miraste y te miré.
Pero al final desembarqué
y abandoné tu líquido camino.



ME SUGERISTE
 
Al fondo el río contempla
los viejos edificios de la ciudad
que él ha visto edificar
piedra a piedra y más tarde
los ha visto envejecer
y a algunos hasta desaparecer
parcial o totalmente
destruidos por la estupidez
de sus vecinos o el odio
de sus airados enemigos.

En sus aguas se han bañado
niños atrevidos y se han divertido
pescando o tirando piedras
al agua para ver cuál llegaba
más lejos dando saltos
sobre las tranquilas aguas.

En sus orillas los enamorados
han paseado prometiéndose
amor para toda la vida
aunque luego éste se ha evaporado
como el humo de una hoguera
o desinflado como una burbuja
y sólo el río ha conocido
los secretos de aquellas noches.

Ahora has perdido su naturalidad,
pero no tu arrebatadora belleza
que sigue inspirando a poetas
y escritores que junto a ti
escriben versos hermosos
e historias inquietantes
de ayer, de hoy o de mañana.

A mí me has sugerido muchos
poemas y tal vez alguna breve
narración que ahora está en mi mente
pero que pasará próximamente
al blanco papel cobrando vida
viviendo sin vivir el goce de tu presencia.



GUADALQUIVIR SEVILLANO
 
Estás reflejando el oro que no tienes
esperando que los ojos que te miran
riqueza te entregue para seguir
buscando la fuerza de la mar inquieta.
 
Desde el puente persigo velas blancas
que en las nubes se enredan
mientras de los naranjos me llega
el embriagador perfume de sus azahares.
 
Llega el barco buscando la calma
del puerto contemplando, a lo lejos,
como en el cielo se pierde
la quieta figura del Giraldillo.
 
Tu canción es sublime río de mis sueños.
Cántamela siempre en las noches de luna.
Dibújame las notas en la roja almohada
y déjame que duerma recordando tus aguas.
 
Son tus aguas en Sevilla las lágrimas
de los azahares que cada primavera
se mueren en las ramas de los naranjos
que adornan las aceras de tus calles.
 
MI SUEÑO
 
Más allá de los sueños puedo hablar
con mis seres queridos que ya no están,
recordar mis baños con ellos en el mar,
vivir de nuevo mis horas de soledad,
volver, como aquel primer día, a amar.
 
Más allá de los sueños puedo pensar
que entre los hombres reina la amistad,
que el odio y el rencor se acabaron ya
y que es posible la igualdad
a pesar de la diversidad.
 
Más allá de los sueños mis poemas
están grabados en las blancas piedras
escritos en la fina y ardiente arena
perdidos en el aire frío de la estepa
adormecidos en la punta de una estrella.
 
 
CONIL
 
Conil es un sueño en azul.
Azul que baja del cielo
y se viste de mar y se adorna
con salpicaduras de olas.
 
Azul que estalla en verde
en los florecidos campos.
Azul rebosante de luz
que se intensifica al callejear
entre blancos corredores.
 
Conil es un sueño en azul.
Azul que mira y remira,
cada esquina, cada rincón
y se transforma, en un blanco
que hiere las pupilas.
 
Azul que juega en la arena
y se esconde cuando el sol
cansado de alumbrar los tejados
se da un baño de sal.
 
 
TU HUELLA
 
Una huella grabada en el suelo
me hace soñar con el pie
que calzaba esa bota
y sueño con un bello cuerpo,
con unos pechos rebosantes
de vida y unos ojos verdes
que buscan en el horizonte
la imagen amada
que no viene que no llega.
 
Pero quizás el cuerpo no era bello,
ni rebosaba vida, ni esperaba a nadie.
Simplemente era alguien que pasaba por allí,
en aquel momento,
cuando el barro estaba húmedo
y que ni siquiera se dio cuenta de que su huella
quedó grabada en la tierra
por toda la eternidad de un sueño.
 
Tal vez quien posó su pie sobre el lodo
quiso hacerlo porque sabía que su huella
permanecería sobre el tiempo
y sería contemplada por ojos escrutadores
que tratarían de descifrar por qué
y en qué instante se efectuó la pisada
inventándose posiblemente una realidad
que estaría seguramente muy distante
de la realidad real.
 
 
BOSQUE DE PIEDRA
 
Después de muchos,
muchos años,
el agua, siempre poderosa,
siempre sorprendente,
ha visto realizado,
colmado, su gran sueño
escultórico.
Las duras piedras,
suavemente acariciadas,
golpeadas airadamente,
durante miles y miles
de segundos, de minutos
y de horas, son ahora,
un bosque perfecto,
mágico, luminoso,
donde sólo falta el verdor
de las hojas y el melodioso
canto del ruiseñor.
Aquí es la impetuosa
agua la única que canta
al sol, cada amanecer,
su eterna canción de luz y color.
 
 
ÁRBOL DE LOS ALFILERES
 
¿Qué pueden hacer las burbujas
de los sueños, de la ilusión,
de la paz, del amor,
contra un árbol de afilados
alfileres que amenazan con explotarlas?
¿Cómo esquivar las afiladas puntas?
¿Cómo sobrevivir entre los punzantes
gemidos del odio, de la guerra,
de la insensibilidad, de la insolidaridad,
de la brutalidad, del racismo?
¿Cómo no estallar
entre tan escabrosas ramas?
Pero las burbujas avanzan, pese a todo
y a todos, aunque no todas,
atraviesan y escapan
y el mundo tiene aún una esperanza
de continuar latiendo
con ilusión, sueños y amor.
 
 
SUEÑO DE JUVENTUD
 
A veces el sueño,
rizando el rizo,
más que un sueño,
es el recuerdo,
de unos años que se fueron
y que nunca se acaban de olvidar.
El recuerdo de una noche,
de vino, tabaco y sexo,
en la mesa de un bar,
junto a un grupo de amigos
y una hermosa mujer
libre de complejos y que enseña
atrevida sus turgentes pechos.
A veces el recuerdo,
más que un recuerdo,
es un sueño,
donde los detalles cambian
y en nada se parecen a los reales,
porque quizás hubo tabaco
y alcohol pero nunca sexo.
 
 
LA CARICIA DEL MAR
 
No sabe si acercarse a la ola,
duda, titubea,
no está segura de que sus dedos
deseen su húmeda caricia.
 
Pero la ola se atreve, se acerca,
con su blanca espuma,
ocultando la arena,
toca la pierna y todo el cuerpo
vibra refrescando la mente.
 
Después la ola retrocede
seguida por el pie
que quiere sentirse mecido
por la burbujeante espuma
y refugiarse en la tranquila
paz del mar.
 
ESTÁN AHÍ
 
Están ahí, quietos, sentados
en el suelo, sin levantar la mirada,
hundidos en una atmósfera térrea
que ha traído el viento del desierto.
 
Están ahí, impasibles, soñando,
con un mañana muy distinto
donde el color moreno de su piel
pase totalmente desapercibido.
 
Están ahí, impacientes, esperando,
que el sueño no sea un sueño,
que su mano tendida al aire
encuentre otras manos que la estrechen.
 
Están ahí, inmóviles, aguardando
que más allá de los sueños su futuro
sea una luz que borre de un golpe
todos los maleficios que los envuelve.
 
DESIERTO Y MAR
 
En el desierto hostil,
donde la vida es una aventura,
una aventura peligrosa,
la vida se hace sueño,
el sueño se convierte en mito,
el mito se transforma en leyenda,
la leyenda se pierde en el tiempo,
el tiempo se sumerge en el mar,
de donde reaparece en forma de peces,
peces que sostiene en sus manos,
manos curtidas por el sol,
una joven peruana que los mira
recordando la leyenda,
leyenda que surgió del mito,
mito que engendró el sueño,
sueño que nació en la difícil
vida del desierto peruano.
 
SUEÑOS DEL FUTURO
 
Dos cabezas, desde el suelo,
contemplan, conectadas a varios
cables multicolores,
como en un sueño,
las viejas paredes de una cueva
decorada con esquemáticas pinturas
y quieren desde el sueño
dejar de estar conectados
a la fría e insensible máquina,
volver a los tiempos antiguos
y moverse libres
por la naturaleza salvaje,
única máquina dominadora.
 
Quieren además ser libres
para sentir el viento acariciar
sus mejillas,
para bañarse en las claras aguas
del mar,
para respirar el limpio aire
de un bosque de pinos,
 
para comer alrededor de una fogata
un trozo de carne asada,
para amar sobre la fresca yerba
a la luz de la enigmática luna.
Quieren dejar de ser esclavos
de la máquina y del tiempo.
Nací cerca del mar, en el Barrio de la Viña, y a espaldas del manicomio, en el Cádiz de mediados del siglo XX. De ahí resultó un maestro y un poeta indignado que se rebela contra el tiempo impuesto y las injusticias justas, que dejan morirse a la mitad de la población del mundo.
            He publicado diez poemarios, en solitario, tres escritos en mi adolescencia cuando aún gobernaba la dictadura, he colaborado en diez antologías y escrito en revistas nacionales e internacionales, tanto en papel como digitales.
Hablo en la radio de flamenco, la música más apasionante del planeta y soy guardián de las raíces de Conil, en un pequeño museo, donde ya no cabe ni un alfiler. Además soy tan osado que hasta me he atrevido a dirigir una revista de poesía que últimamente está presa en la crisis y solo está en la red.
            Sigo viviendo junto al mar, al que siempre me gusta consultar mis cuitas, en Conil, al tiempo que trato de domar al tiempo y hacerlo más llevadero.