EL RETO LITERARIO

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Debido a su escasa participación en el concurso propuesto por la Revista, en deferencia a quienes participaron, publicamos sus obras, sin necesidad de que hayan sido sometidos a jurado alguno, e igualmente felicitamos a sus autores por su excelente aporte de gran calidad literaria

ELIZABETH

 

Autoría: Rossi Er

 

De repente la vio allá a lo lejos, blanca y lánguida como claridad de luna, como una aparición, con sus cabellos negros jugueteando sobre sus delicados hombros. ¡Era imposible! Hacía tres años que la había perdido, que la muerte injusta la arrebató de sus brazos sin piedad dejándole seco y yerto el corazón. Sintió en su pecho una agonía infinita y frotó sus ojos con vehemencia para comprobar que no era una aparición, un espejismo de su mente abyecta.

Pero no, allá al fondo del parque estaba ella con su vestido azul de muselina, su corazón comenzó a palpitar como caballo brioso y desbocado, como un tornado incontenible mientras descendía del auto. Tenía que acercarse, tomar sus manos, palpar su esencia bella. Ella era su amor eterno, su alma gemela, por eso al perderla, su alma se quedó incompleta, vacía, era simplemente un viajero del tiempo que sobrevivía cada día sin encontrarle sentido a su existencia.

 

Cruzó la calle rápidamente y se acercó hasta el viejo y descolorido banco donde ella se encontraba, mientras veía como la suave brisa acariciaba sus cabellos y las hojas rojizas del otoño descendían como fugaces mariposas a su alrededor. Con infinito amor pronunció su nombre: ¡Elizabeth, Elizabeth!

Ella levantó sus ojos tristes de color de cielo sobre el mar y lo miró indiferente y preocupada.

Su corazón no pudo más, sintió que el aire se le escapaba y con sus brazos extendidos hacia ella, cayó de bruces sobre el verde césped.

Al abrir los ojos, una multitud le rodeaba, le llamaban para saber si estaba bien. Él se incorporó como un alma en pena, dio las gracias y con ansias locas busco el rostro de ella entre la gente pero ya no estaba, se había esfumado como el viento frío, como ese aire que le faltó a sus pulmones minutos antes.

Devastado y mudo se quedó, corrió desesperado entre la gente, por cada rincón del parque la buscó, por las calles aledañas fue buscando a su amada ¡Elizabeth!

 

 

Derechos reservados de autor

Colombia

 

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TESORO DE DIAMANTES

 

Antonio Ramírez Córdova

(antonpr.41@gmail.com) de Puerto Rico

 

Luis comenzó a balancearse en el sillón para recordar que una tarde lluviosa se vio arrastrado por el deseo de escribir un relato sobre un amigo querido porque tenía frente a él un inmenso vacío.

Un amigo que, según sus palabras, le encantaba soñar bajo la luz de la luna y escribir en la arena. Siempre el mismo nombre. El de la muchacha más bella de todo el mundo, con hermosísimos ojazos verdes como esmeraldas, que le rompió el corazón mil veces, mientras cantaba como si hubiese sido, Luis Miguel (El Sol de México) una canción de Benito de Jesús que dice: Llevo tu nombre en mi pensamiento, amarrado a un recuerdo que es un lamento.

Recordó que junto a él, había sentido no pocas veces, la verdadera cordialidad y que por él había soltado ruidosas carcajadas la vez que destapó varias botellas de ron blanco para contar algunas buenas historias de aparecidos hasta altas horas de la noche.

Entonces se quedó dormido, cuando el resplandor del alba entró por la ventana y que cuando despertó, pensó que la amistad es así, un hálito de luz que vale mucho más que un tesoro de diamantes, o que la flauta amarilla de un pájaro canoro.

 

 

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Il Rinascere

 

Autor: Orlando Víctor Pérez Cabrera,

Cumanayagua, Cienfuegos, Cuba.

 

 

Fue casi en el comienzo de la vida:

en mi patio caía el universo

y en mi pecho manaba un claro verso,

una luz como lumbre en la guarida.

 

Que no es la noche nunca un viejo druida,

pues en silencio corroe al tiempo terso.

Cupido me lanzó un venablo adverso

hasta soltar el alma por la herida.

 

Me desbrozó la piel el laberinto,

la cera derritiose; el cuerpo extinto

a la mar sin remedio descendía.

 

Mas de nuevo la luz me iluminó

y la magia del verso renació

como un manto de extraña epifanía.

 

 

Figuras literarias empleadas:

 

 

Hipérbole:

 

“…en mi patio caía el universo”, 

 

 

Metáforas:

 

“…en mi pecho manaba un claro verso…”

 

“…no es la noche nunca un viejo druida…”

 

“…al tiempo terso”.

 

“…la magia del verso…”

 

“Me desbrozó la piel el laberinto…”

 

 

Símiles:

 

“…una luz como lumbre en la guarida…”

 

“…renació / como un manto de extraña epifanía”.

 

 

 

 

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Retrato de una linda familia[EH1] 

 

Eduardo Honey

 
En la guardería estelar un pequeño sol amarillo abrió los ojos y deseó ir más allá del abrazo galáctico. Dispuso en su órbita lo que encontró: quería formar una familia. Se despidió de sus hermanos y se lanzó a los océanos cósmicos.
De niño, al vagar, aprendió de las gigantescas abuelas naranjas y de los negros patriarcas sin fondo, que la gravedad es el instrumento básico para cualquier estrella que se respete.
Pudo entonces tejer un rosario de hijos donde, beso a beso, los modeló. El primero lo tuvo cerca para cobijarlo hasta el fin de los tiempos. A la segunda le otorgó más libertad que ella no supo manejar, así que enfermó y sigue con elevada temperatura como mal aliento. A la tercera le regaló el don del agua líquida, por lo que ocasionalmente le brotan molestas plagas por un tiempo.
El cuarto fue una pequeña mala imitación de la tercera y terminó por secarse en ocres tonalidades. Con el quinto tuvo un accidente y se le rompió.
Al sexto le dio tanto de comer que creció demasiado envuelto en tormentas y gases. Al séptimo le midió mejor la comida y lo premió con anillos compuestos por sobras.
Ya algo cansado, con el octavo agotó los azules y, al final, los verdes con el noveno. Antes de regresar al centro, pateó una pequeña basura y, sin querer, puso en órbita al décimo retoño.

La gravedad, cual instrumento de amor[EH2] , unirá a la familia mientras el pequeño sol amarillo no envejezca. Después, en un momento de senilidad, se hinchará para luego desinflarse cual globo estelar[EH3] . Con algo de suerte, de sus cenizas y sin importar el eón que sea, surgirá otra guardería donde, tarde o temprano, nacerá un sol más a tejer una familia.

 

 


 

 

 

 

 [EH1]Este cuento corto por sí constituye tanto una hipérbole donde se exagera el rol de una estrella como una nuestra. A la vez se usa la metáfora al igualar la idea del sistema solar y familia. A lo largo del texto se siguen usando ambas figuras para representar otros astros o las acciones que toma el protagonista.

 

 

 

 

 

 [EH2]Símil.

 

 

 

 

 

 [EH3]Símil.