CLARA SOLOHAGA -ARGENTINA-

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PÁGINA 10

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Desde pequeña soy una aficionada a la lectura, me gusta escribir, lo hago desde el corazón y no desde la razón, mi imaginación no tiene límites y eso es lo que me lleva a crear ese mundo de fantasía o realidad.
 
 
Mi nombre es Clara Solohaga (Clarisa Mcgregor) y resido en Argentina.
Contacto por e-mail: clarisol66@hotmail.com
 

 

 

Siempre hay un mañana.
 
“A veces la vida te sorprende, son tantos los años vivido que uno pierde la noción del tiempo.”
Germán estaba todos días en esa plaza esperando como todas las tardes que alguien especial se sentara a su lado para compartir un tiempito, necesitaba alguien con quien hablar. No era sencillo vivir y sobre todo recordar a cada momento a su amor de tantos años que un día decidió partir al más allá., dejándolo solo donde él no la podía acompañar.
Ahora su vida era distinta, compartía sus días con un grupo de ancianos en el asilo donde cada uno de ellos contaba su historia de vida. Su vida sí cambió y el cambio fue tan rotundo y drástico que no le dio tiempo para pensar. Solamente se vio en esa habitación desconocida para él, todo nuevo, su hijo que en algún momento creció, lo acompañó y lo dejó allí. De vez en cuando lo iba a visitar para asegurarse que estuviera bien. Germán entendía todo, no en vano ya era un anciano o un señor de la tercera edad como se solía decir por estos tiempos.
 
Tuvo que cambiar sus hábitos y acostumbrarse a una nueva rutina junto a esos compañeros de vida que le tocó. Sí, allí encontró algunos compañeros con los cuales se hacían confidencias, donde recordaban sus vidas, pero como siempre se repetían las mismas historias German decidió ir al parque y esperar a que ese “alguien” apareciera con el cual charlar un rato. Observaba a la gente caminar y mientras lo hacía sacaba sus propias conclusiones e imaginaba como serían sus vidas. Eso lo mantenía entretenido mientras esperaba. Cuál fue su sorpresa cuando a su lado se sentó una señorita muy jovial, bien vestida y educada, muy bonita dirían sus compañeros.
-Buenas tardes, lindo día ¿no? -Le dijo la señorita- dejando a Germán mudo. Era la primera vez que una señorita iniciaba una conversación con él. Siempre era él quien tomaba la iniciativa de las conversaciones. Bueno -se dijo- veremos que puedo hablar con esta chica.
-Buenas tardes, si lindo día para tomar un poquito de sol-contestó Germán. Y quedó en silencio. Se dio cuenta que con alguien tan joven no sabía de qué hablar. La chica lo miró y pensó –que tímido es.
-Yo es la primera vez que vengo a esta plaza, es linda, mucha gente transita por aquí. Dijo la chica.
-Disculpe mi nombre es Pato, es decir me dicen Pato, mi nombre es Patricia, ¿usted cómo se llama? ¿viene siempre por aquí? Aunque Patricia ya conocía la respuesta, de igual manera preguntó.
-Mi nombre es Germán – contestó -vengo todas las tardes. Es muy tranquila la plaza y uno se distrae un poco.
Siempre los padres acompañan a sus hijos a los juegos - ¿esos ve? - Esos que están allí.
Patricia miró hacia donde German señalaba – claro- respondió- Aquí los niños tienen espacio para jugar y divertirse.
Germán no pudo contener su curiosidad y miro el perfil de la chica, pensó que su cara le resultaba familiar, conocida, pero no podía identificarla o recordar donde la había visto.
Mientras Germán fruncía el ceño, pensaba y trataba de recordar, Patricia se decía - ¿Cómo hago para explicarle y que no se desmaye? Parece frágil.
Su cara me resulta familiar- le dijo Germán-. Pero bueno ya estoy mayor, se sonrió, creo que me confundí.
Patricia quedó en silencio un momento y respondió, -Germán míreme bien y dígame que ve de familiar en mis facciones.
German- pensó- no puede ser. ¿Qué quiere esta chica? La miró y los reflejos del sol le daba un aspecto raro a Patricia. Bueno, respondió Germán, disculpe, pero usted tiene la nariz muy parecida a la de mi esposa, ella falleció hace poco. Y su mirada, su mirada también se parece a la de ella. En cambio, sus labios son similares a los de mi hijo. Y tiene esa bondad en su mirada… sí sus facciones son lindas señorita, me hace recordar a mi esposa, diría yo. Los ojos comenzaron
a llenárseles de lágrimas, sin pensarlo esta chica le recordó a su esposa y todo lo vivido junto a ella. Era como si no hubiera llorado lo suficiente su ausencia.
Patricia sacó un pañuelo de su cartera y comenzó a secar esas lágrimas derramadas por ese hombre, el cual era la primera vez que veía, pero que le transmitía tanta paz y serenidad.
Si, ese hombre con ese llanto en silencio le demostró cuanto había amado a su esposa. Le demostró lo sensible que era y la falta de cariño que en esos momentos sentía. No tuvo más dudas, tomó una de sus manos y la acarició, mientras lo miraba a los ojos. El llanto de Germán de a poco se fue calmando. Perdón- le dijo- no sé qué me pasó. En realidad, la extraño mucho y aunque en la residencia donde estoy hacemos chistes y compartimos tiempo, me falta un trozo de mi vida. La extraño tanto que por las noches sueño con ella, sueño que somos jóvenes y estamos tan enamorados. Cuando despierto mi corazón todavía salta de alegría. Eso me mantiene bien durante el día. Necesito estar con ella, hablar, reírnos, compartir esos momentos de complicidad. Sé que me dirá que estoy loco Patricia, a veces mis compañeros me lo dicen, sonrió, pero la verdad es que siento su presencia, a mi lado. Siento como acaricia mis mejillas. Siempre me dijeron que cuando un ser amado parte hacia el más allá nos acompañan para cuidarnos. Pero bueno dicen que el tiempo todo lo cura. Que uno se acostumbra a la ausencia, pero hasta el día de hoy mi corazón está triste la extraño cada día más.
Patricia, mientras lo escuchaba pensaba lo que le iba a decir. Solamente le diré lo que mi corazón me diga –pensó-.
Germán se nota que usted amaba a su esposa, quiero que me mire a los ojos y escuche una pequeña historia que tengo para contarle.
Ya mi nombre se lo dije, no soy de aquí, nací cuando mi madre era muy joven. Mis abuelos maternos decidieron no ayudarla cuando se enteraron de que estaba encinta. Era una vergüenza para la familia. Cuando mi madre se enteró que estaba encinta ya se había distanciado de su novio, la relación de ellos fue corta. Mi madre no quería que él se sintiera obligado a nada. Ellos no habían planeado tener un hijo, ni siquiera pensaron en ello. Eran jóvenes y disfrutaban de la vida y del sexo. Así que siempre estuvimos las dos solas, no teníamos familiares en quien apoyarnos.
Hace poco mi madre también falleció, pero antes de partir quiso decirme quien era mi padre. Le dije que no hacía falta, no lo necesitaba, ella insistió. Si mis facciones le resultan familiar es porque el nombre de mi padre es Germán Salazar. Si, su hijo es mi padre, y usted es mi abuelo.
Germán la miraba y no podía creer lo que escuchaba. No podía ser verdad…. Pero cuanto más la observaba, pequeñas y grandes similitudes tenía con su esposa.
Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas mientras la miraba, los ojos de Patricia se humedecieron, su abuelo transmitía tanto amor, que era difícil no amarlo. Germán la abrazó fuerte mientras le pedía perdón por no haber estado con ella en su vida. Sabía que él no tenía culpas, pero necesitaba decirlo por él y por su hijo.
Las preguntas salieron a borbotones, quería saber todo de ella. Su vida entera. Patricia estallaba de alegría. Y pensaba que ya no estaría sola nunca más.
Germán le preguntó porque fue a buscarlo a él y no a su padre directamente, a lo cual Patricia con lágrimas en los ojos respondió:
Siempre pensé que si tenía un abuelo sería el reflejo de su hijo. Decidí buscarte a ti primero porque me daría cuenta de la clase de persona que sería mi padre. Sé que seguramente tendrán diferencias, pero hoy más que un padre necesito un abuelo.
Germán no podía creer lo afortunado que era, y pensó- las vueltas de la vida- Dios, el universo o como lo quieran llamar, “le quito “a su esposa, pero le envió a su nieta cuando más lo necesitaba.
Sí, la vida te sorprende y generalmente cuando uno piensa que ya todo está perdido, aparece esa pequeña luz que te da la fortaleza para seguir adelante. 
 
 
La isla
 
En un lugar muy lejano donde la luna brillaba como diamantes recién pulidos y el mar con sus olas transmitía esa paz como solamente él puede hacerlo caía desde el cielo una estrella fugaz en el medio de la isla donde un grupo pequeño de personas habitaban la misma.
La Isla así se llamaba estaba cubierta por plantas exóticas, palmeras, lianas, flores, arboles, y animales de todas clases, variedades de pájaros que con su trinar llenaban los oídos de alegres melodías.
La Isla era preciosa, daba una sensación de hogar, los habitantes de esta, de vez en cuando recibían a turistas, donde se los dejaban transitar por la misma siempre y cuando respetaran la vida de todos los seres que allí convivían, animales, vegetales y los propios habitantes.
Ellos veneraban a su isla y eran muy celosos de la misma, por ese motivo solamente recibían a pocos turistas, que eran bien tratados con alegría y educación.
Esa noche que la luna brillaba y la estrella fugaz cayo en la misma el grupo de turista compuesto por 5 personas junto con el guía no dejaban de sorprenderse por cómo pasó sobre sus cabezas, ellos solamente vieron una bola fuego, luego los demás les dirían que era una estrella fugaz.
Corrieron hacia el medio de la isla donde creyeron que allí había caído, se sorprendieron al ver que hundido en la tierra si había una bola de fuego, o por lo menos así lo parecía. Grande fue la sorpresa cuando esa bola de fuego se abrió, todos se asustaron y se alejaron un poco, la curiosidad pudo más que el miedo, y continuaron observando esa cosa redonda que con su color naranja se abría dejando paso a un pequeño. ¿Pequeño qué? Se preguntarán, pues parecía un humano, pero pequeño, sí, era un niño, no lo podían creer. Mientras todos lo miraban y susurraban, el pequeño niño también los observaba. El guía que se llamaba John lo miraba y parecía que quería guardar en su memoria cada detalle de ese pequeño. Estaba vestido con un traje verde de una tela que no podía identificar en su cabeza tenía un casco era raro, pero si parecía un casco, el niño los observaba uno por uno para él también era muy raro ver a esos gigantes allí, en un principio pensó que le harían daño, pero luego pudo ver más allá de sus cuerpos físicos y se dio cuenta que no eran un peligro para él.
También el niño podía escuchar los pensamientos de los gigantes y se dio cuenta que tenían más miedo que él. Se sonrió pensó que así les daría tranquilidad y se asustarían menos. Los gigantes
se miraron y también sonrieron. El gigante que parecía el jefe le pregunto si podía hablar, si entendía lo que ellos decían. El pequeño con su cabeza hizo un movimiento de afirmación.
- ¿De dónde eres? le preguntó. El niño respondió- de otro sistema-. Pero no he caído aquí por casualidad. He proyectado este viaje a este lugar porque me interesa la naturaleza que aquí hay.
Además, los he observado, como son sus costumbres y su modo de tratar a todos los seres vivos. Ustedes no son como los otros seres humanos, ustedes si respetan y se hacen respetar. Aquí hay mucho por aprender. En mi sistema es todo distinto. He venido aquí a intercambiar. He venido aprender y a enseñar.
Los gigantes mientras lo escuchaban comenzaron a confiar en el niño. Bueno se decían unos a otros. Nadie nos creerá todo esto. ¿Convivir con alguien de otro sistema? Además, parece inofensivo.  El niño sonreía. Y les dijo eso es… eso es lo que me gusta de ustedes. Eso es lo que los hace también diferentes del resto de los humanos. No son tan conflictivos ni desconfiados, solamente lo suficiente hasta asegurarse de que no haya peligro. Si a ustedes le parce me quedaré por un tiempo y luego de que ambos hayamos aprendido regresaré a mi sistema con todo lo nuevo que pueda llevar a mi planeta. Y así fue como los humanos y ese niño de otro sistema convivieron y se hicieron grandes amigos intercambiaron todo lo que pudieron.
Cuando llegó el momento de partir, ambos, los humanos y el niño de otro sistema se abrazaron.
Les dijo que esta no sería la última vez que lo verían pues pensaba regresar con sus compañeros algún día. La máquina en la que había aterrizado se prendió y comenzó a subir dejando otra vez una estela luz.
 
 
Conozco.
 
Conozco seres extraños que mientras caminan al andar
dejan sus huellas bien marcadas y siembran semillas al pasar. 
Conozco seres con luz propia que en su transitar por la vida
dejan una estela de amor y de paz.
Conozco seres con magia, que todo lo transforman al tocar,
Aquello que se pensaba que no se podía solucionar.
Ya que la magia está dentro tuyo y de nadie más.
Conozco seres sinceros, que al hablar dejan un lindo
Mensaje para la humanidad.
Conozco seres con fe, guerreros sin armas
Que con el corazón y el alma tiene un solo latido
Para comenzar la vida una y otra vez sin cesar.
Elijo a estos seres raros, que siempre te dejan
En el camino al andar un poco de su sabiduría
Para la humanidad.
Elijo a estos seres extraños que con una palabra
Te dan la fuerza para seguir adelante
Con valentía y honestidad.
Seres elegidos por Dios o como lo quieran llamar
Para ayudar al planeta en este transitar.