DELFOS MOYANO GONZÁLEZ -MÉXICO-

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Delfos Moyano fue hijo de una pareja de refugiados españoles que llegó al ejido “Los Arados” en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas. Su padre, don Pedro Moyano, se dedicó a aprender de agricultura y de administración. Su madre, doña Aurora González, fue gran aficionada al arte teatral y la declamación, obsesiva lectora y compulsiva difusora del arte. Ella inculcó en sus hijos el gusto por la cultura y las expresiones artísticas, haciéndoles leer muchas obras, la mayoría de ellas de poesía.
 
A Delfos lo llevó a declamar en la radio local a la edad de 5 años y de ahí en adelante éste estuvo presente en la mayoría de las actividades de declamación que se daban en las escuelas y los eventos oficiales de la municipalidad.
 
Cuando Delfos estaba a punto de cumplir 9 años, la familia se muda a la ciudad de Monterrey. Ahí terminó su educación primaria en la escuela “Francisco I. Madero”, de la Colonia Treviño. En dicha escuela fue escuchado en una asamblea por el entonces Gobernador, Don Raúl Rangel Frías quien lo premió con una beca para la educación básica y superior, asignándole la escuela Secundaria #1, entonces “Profesor Moisés Sáenz”, siendo escogido para declamar delante de la primera Dama del país, Doña Eva Sámano de López Mateos.
 
Más tarde, Delfos fue llamado por el maestro Sergio García, director de teatro, para representar un papel en la obra “J.B”, en el Teatro Calderón. A los 15 años ingresó al Canal 6 de Monterrey, empezando por ser parte del grupo de baile del programa “Muévanse Todos”. Ahí llegó a ser actor de varios programas, participando con estrellas de la época como don Carlos Baena, Vitola, Tony Carvajal, etc. Ya en la facultad, nuevamente regresa al teatro, con el maestro Luis Martín, con la puesta en escena de obras en los teatros Arlequín y Mayo. Ahí empieza a escribir.
 
Al terminar la carrera en el 73, es llamado por don Ricardo Espinosa para formar parte del equipo del Departamento Audiovisual del ITESM como guionista, creando varias series educativas. De ahí es escogido para formar parte del CEMPAE, Canal 8 de Monterrey, donde además de guionista, realizó sus pininos como locutor, productor y conductor, por lo que fue llamado para regresar a su Alma Mater, en el D.E.C.E.A., por don José Manuel Pérez Sáenz, para realizar guiones, producciones y locución. Además, se dedicó, como agente externo, como guionista para IMEVISION.
 
Posteriormente formó parte del equipo fundador del Canal 28 de TV Nuevo León, del Departamento Audiovisual de la FCC de la UANL y Director del Centro de Comunicación y Producción Audiovisual de la UANL. En 2015 publica su primer poemario: Tres locos y un café, en coautoría con Antonio Sánchez Ramírez y Nohé Portes y un segundo en solitario titulado Delfos, su mundo interior
 

CUENTO SIDERAL


Hace varios eones y estando la Diosa Natura en el espacio sideral, obscuro, frio y ausente de todo, aburrida decidió ponerse a soñar y al hacerlo concibió el universo lleno y brillante, pleno de estrellas, nubes, rocas muertas o vivas, heladas bolas de gas solidificado, o flotando sobre núcleos densamente aglutinados, luces, destellos, estruendos
y movimientos todos, que distraían a la gran Diosa y le hacían divertido el devenir de su estancia en el espacio que era su hogar, así que decreto que sería verdad, por lo que se auto gestó y más adelante pario el universo que hoy conocemos, pero para que sucediesen todas las cosas que ella vio en su sueño, los movimientos, los destellos y todas las demás cosas tendría que aplicar algo que solo los dioses poseían, el paso del tiempo, así que le asignó un correr del tiempo definido a ese universo, así las estrellas podían evolucionar y moverse al igual que los demás cuerpos y materia que lo componían, así pasado los milenios y cada vez menos divertida con su creación, ya que no sucedía nada sin ella lo provocase, decidió escoger uno de los granos de arena que componían su universo y le decreto la vida, la vida tendría que ser parecida a la de ella, pero finita, no eterna, la vida sería prestada y al finalizar regresar a su origen, o sea a ella, además los seres creados tendrían libre albedrio, como ella, pero sin derecho a decretar, no permitiría la ausencia de dolor, la ausencia de culpa, el miedo, la auto gestación, y para que la gestación sucediese, tendría que pagarse un precio, la unión de dos voluntades, así como de sus sueños, la perdida de la libertad y el manejo del uso compartido del tiempo, así nació algo que ella no había conocido, el amor. Al ver lo que sucedía con el amor entre los seres y viendo que aun perdiendo y pagando, era un bien buscado y venerado, quedo tan sorprendida que quiso encontrar algo que lo limitara o por lo menos que lo equilibrara, así que se puso a hurgar en su mente y concibió el odio, el cual decreto existiera en la misma cantidad que el otro y sin mezclarse, logrando así que los seres que profesen amor no sepan desprenderse de lo amado, sin odiarlo.
Delfos Moyano González
 

 

 

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CUENTO DE UN BOSQUE


Hace muchos, pero muchos años, por el camino de un bosque encantado caminaba una muy bella mujer ricamente ataviada, lo extraño, es que su andar, solo era acompañado por su sollozo. Se podría adivinar por su semblante, que sufría una gran pena y que su peregrinar solitario era sin rumbo, pero el destino, que es quien pone la piedra o la sombra en el camino, esta vez, en una encrucijada puso a un apuesto y engalanado caballero, que al ver pasar a la dama le ofreció su compañía y protección, ya que los dos caminos se  convertían en uno, la dama acepto, el parecía de noble cuna y culto su conversar, paulatinamente con la plática del noble caballero, fueron desapareciendo los sollozos, hasta que por fin, se empezaron a transformar en risas, en ese momento el acompañante al ver que nuevamente el camino se separaba, pregunto el nombre de la dama, quien respondió “Soledad”, a la vez que preguntaba el de él, quien despidiéndose respondió, “Olvido”.
 

 

 

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CUENTO DE LOS INSECTOS


Tomando los personajes de la Fábula
“La Cigarra y la Hormiga”
Como siempre, hablaremos de una hormiga trabajadora y dispuesta que llego a un nuevo vecindario en un jardín de alguna casa de postín, pues bien, la pequeña hormiga tenía como nombre Labora Austera y su vida era así, dedicada al trabajo y al ahorro, así que desde que llego al lugar se puso a trabajar con frenesí hasta que logro hacer un nido digno del mejor de los insectos, profundo e impermeable, con sus diferentes cámaras de cultivo, descanso, bodegas, alimentación y crianza, con la esperanza que en la siguiente primavera pudiese convertirse en reina de un feliz hormiguero, ya que en los alrededores había suficiente hierva y humedad para cultivar hongos que son su principal alimento. Pero resulta que durante todo este proceso escuchaba a una cigarra, señora que habitaba con anterioridad en el vecindario y que llevaba por nombre Mística Pachanga y que por lo general cantaba y cantaba y cuando no lo hacía, pues dormía y descansaba de hacer nada, al llegar los primeros indicios del invierno, como siempre, la señora Pachanga fue a la puerta de la casa de la señora Austera y después de tocar duramente la puerta le solicito alimento y espacio para descansar, a lo que la hormiga se niega aludiendo que los espacios están reservados para las crías que emergerán para poblar el hormiguero, por lo que la cantante ofendida se retira y se presenta al Sindicato Único de Insectos Estigmatizados, los cuales presentan una demanda a la Federación de Insectos,  que a la vez, ya que estaban en elecciones, se lleva al Congreso y ahí los miembros del Cuerpo Colegiado acuerdan que el trabajo de la señora Labora Austera se realizó de manera ilegal, violando los acuerdos sindicales, pues no utilizo ayudantes ni obreros de tipo alguno, además de no pagar los emolumentos por haber escuchado las canciones de la señora Pachanga, por si esto fuera poco, fue puesta bajo la mira de la Comisión de  los Derechos de los Insectos por discriminación a las clases desprotegidas, por lo que con la suma de las demandas y el rechazo de la sociedad en general fue expulsada del vecindario y sus propiedades repartidas entre los participantes de la acción correctiva de reinserción social y la señora cigarra premiada con una curul en el congreso de los insectos por sus actos revolucionarios en bien del vecindario. Perdón, creo que mezcle algo con la realidad, ¿o no?             
 

 

 

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VIDA


Estaba una linda flor orgullosa de su belleza en la pradera, cuando llegó una abeja y penetró por sus pétalos, en busca del néctar húmedo que se genera entre los estambres y el pistilo; al sentir la flor la presencia del insecto se le generó un estremecimiento; ella nunca había sentido eso, por lo que preguntó la razón de esta invasión, respondiendo la abeja: “éste es un ritual de vida, y no sólo para nosotras, también participamos de la vida de muchos otros seres; yo alimento a las crías de mi especie, pero varios animales también disfrutan de este alimento y al entrar entre tus pétalos, me llevo tu simiente y la deposito en otras flores que después se convertirán en fruto y ese fruto dejará semillas que crecerán para convertirse en alguien como tú”. “Qué complicado” -respondió la flor-, “¿todo eso hacemos juntas?, y yo que pensé que sólo estaba aquí para decorar el paisaje”.
Delfos Moyano González
 

 

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MISERIA


Yendo un hombre pobre por la orilla del camino preguntándose sobre el equilibrio natural y cosas de quien no tiene más que hacer que filosofar, se percató que había jugosa verdolaga a la orilla de la cuneta y, sin dejar de andar, empezó a cortar y a comer de ella, ya que su hambre era mucha y poca su posesión; al darse cuenta que le satisfacía empezó a guardar para más tarde y a deshacerse de las que no le parecían adecuadas para alimentarse, por lo que se preguntó si habría alguien más pobre y necesitado que él, percatándose, al voltear, que otro hombre recogía las que él iba desechando.  
 

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LA RIÑA


Estaban el Amor y el Odio discutiendo acaloradamente cuando llego la Pasión tratando de mediar, creando aún más irritación entre los dos, por lo que fue a pedir ayuda, a lo que respondió rápidamente el Rencor, que no logró otra cosa que alimentar el fuego; llegó después la Ira y por más que intentaba tranquilizar la situación, ésta iba empeorando, por lo que pusieron una alerta al conglomerado de emociones en busca de que no llegara a mayores, por lo que se presentó la Cordura, disminuyendo un poco aquel fuego que estaba a punto de estallar en una tragedia, y fue la Razón la que pidió que llamasen a dos de los integrantes menos participativos, que juntos podrían resolver el problema; así que fueron presurosos a traerlos y al fin llegaron, tranquilos y con buenos términos; platicaron, poniendo todo de su parte con los dos rijosos, hasta que se calmaron y terminaron la discusión; éstos dos héroes llevan por nombres: Perdón y Olvido.
 

 

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TAMBIÉN ELLAS


En una amplia habitación de algún palacete se ve a una mujer sobre la cama dando vueltas sobre el suave cochón ricamente ataviado con sabanas de hermosas telas y abrazando desesperadamente una de sus mullidas almohadas, ella, de no mal ver y de aproximadamente 35 a 40 años, se notaba que no había logrado pegar los ojos adecuadamente durante la noche y le molestaba el suave resplandor de la luz del día que se filtraba por una de las persianas de su habitación, se tapa la cara con la almohada y en ese momento suena la alarma del su móvil que usa como despertador, se levanta y trae puesto como único vestido, un fondo completo de suave tela blanca, se dirige hacia una puerta que al abrirla se nota que es el baño privado de esa recamara, cierra la puerta y al paso de algunos minutos de escuchar ruidos de toilette y regadera sale envuelta en una gran toalla blanca encaminándose ligera hacia un amplio closet del cual saca ropa  de apariencia formal, la cual cuelga en un perchero que se encuentra junto a un elegante biombo en el que ella se oculta y que minutos después sale abrochándose la ajustada blusa y va rumbo al espejo donde se acicala sin perder la sobriedad de una institutriz de alto nivel y que trabaja con la familia en donde habita, termina y antes de dirigirse a la puerta se da unos toques ligeros de perfume detrás de las orejas, en la parte alta de los antebrazos y muy especialmente sobre el ultimo botón abrochado de la blusa que le permitía un escaso, pero suficiente detalle para mostrar su feminidad provocativa, desaparece por la puerta de la habitación y se la ve entrando a un comedor ligero en donde está sentada la familia a la que saluda con esa amabilidad mezclada con la frialdad de algún tipo de nobleza o de linaje inglés, los comensales están colocados muy formalmente, el señor, hombre maduro que pisa los 55 o 60, en la cabecera de la mesa, le realiza una clara revisión de la apariencia, frente a él, una mujer de aproximados 50 años, acicalada y elegante, en uno de los costados un pre púber de aproximados 13 años muy bien vestido, al cual se le ilumina la vista al verla llegar, ella toma asiento frente  al joven y le dedica una amplia sonrisa a la que él responde ruborizándose, después de algunos minutos de silencio, propio del estilo que aparentan, con voz segura pero algo engolada pregunta el hombre, ¿y cómo vamos con este muchacho?, tenemos que recordar que en apenas año y medio ingresara al internado pera su preparación para la universidad, a lo que ella responde, Alejandro es muy inteligente y disciplinado señor, además de poner mucho empeño en lo que hace, pues bien, responde el padre, esperemos que así sea, lo será padre, responde el joven, la señora siempre es muy motivadora, el padre asiente con la cabeza y después, nuevamente voltea y mira a la institutriz, mientras dice a su mujer, cariño, tengo que irme al negocio, ¿quieres que te dejemos en alguna parte?, ella asiente y levantándose dice, si amor, en el club por favor, salen los dos acompañados de un hombre vestido de traje quien les da la preferencia, se escucha el cerrar de una pesada puerta y le dice la institutriz a Alejandro, ¿cómo amaneciste cariño?, ¿hiciste la tarea?, si la hiciste, me voy a portar muy bien, así que hoy tenemos que aprender muchas cosas, sé que te van a gustar, levantándose y llevándose la mano provocativamente a la blusa, dice, ¿vamos?

 


 

Delfos Moyano González