JUAN FELIPE SÁNCHEZ P.  -MÉXICO-

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Juan Felipe Sánchez Pantoja es mexicano, filósofo, editorialista y creador de la puercoesía (género poético-arrabalero nacido en el estado de Nuevo León). Escribe prácticamente de todo, tiene algunas publicaciones serias en revistas y periódicos locales, además de un plaquette editado en Guadalajara “Hablemos de amor y puercoesía”. Colecciona libros y menciones honoríficas de certámenes que nunca gana.
 
De la puercoesía: https://www.facebook.com/Puercoes%C3%ADa-338205272982963/
 
Si te interesa recibir la publicación digital gratuita puedes enviar un correo a juanfe.filosofia@gmail.com
 

El ciclo de la ausencia
 
I
 
Ella se acaricia el pelo
y así desdibuja
mis pensamientos;
se convierte en fábrica de tinta,
dibuja emociones que enterré
y sabía extintas,
luego es ella un baile natural,
una esfinge que me explica
el acertijo antes de empezar
y solo así me tiene vivo y cuerdo
aunque menos cuerdo y más vivo;
 
solo soy un títere sin cabeza,
un monstruo encadenado,
una puerta sin resistencia.
 
 
 
II
 
Te adoro
con la misma locura
que amas el café,
con todas mis fuerzas
igual como te aferras
a la taza de Inuyasha,
no hay nada más especial
que hacer la analogía
de tus labios sobre mí,
como si fuera tu
bebida preparada,
y dejarme llevar
por lo que dices sentir
cuando nos disolvemos
y me abrazas.
 
 
 
III
 
Eres como un gato anaranjado
que no sabe cómo acercarse y se va:
Rompes algunas cosas,
quizá tú misma estás rota
y yo soy como un perro negro
que miles de veces
no sabe cómo actuar.
 
Acércate con cuidado,
quizá yo te necesito más.
 
 
 

 
IV
 
Te soñé y juro no lo esperaba:
Tu blusa roja a cuadros cubría tu espalda
y yo te veía, ilusionado,
y poco a poco te la quitabas.
Luego me veías a los ojos,
tus senos me daban los buenos días
y yo solo suplicaba
que el sueño no acabara
 
y así de la nada te desvanecías,
a la pared le decía "no te vayas".
Y aún en las mañanas sigo aquí esperándote,
si hubiera sabido cuándo era la última vez
te hubiera rogado cinco, diez minutos más,
o te quedaras toda la vida
sonriéndome así,
dibujar mi felicidad en tu espalda.
 
 
 
 
V
 
Te soñé otra vez
ahora en el vaivén
de la vida normal
con todo su estrés
 
y tú como si nada
hacías miles de cosas,
mientras yo seguía encerrado
en donde estaba
 
y si me preguntan
ya no mentiré:
Les diré lo más sincero que,
desde que te fuiste,
solo te hice un mar muerto.