ROSALBA ERAZO CASTRO -COLOMBIA-

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PÁGINA 22

 

Rosalba Erazo Castro, -Rossi Er- nacida en Florida, Valle del Cauca, Colombia, hija de Carlos Erazo Castillo y Teresa Castro Bolaños, segunda de tres hermanos, escritora y poeta, Columnista de algunos medios informativos y culturales, quien ha sido publicada en diversas Antologías y Revistas literarias internacionales, en el 2016 participó en el concurso de la casa Cultural El Manantial de México siendo una de las ganadoras, cuyo premio fue la publicación de su primer libro Mujer de fuego.
Miembro de la Comunidad Poetas del mundo, en el 2018 su poema Pies Descalzos fue escogido como uno de los ganadores en el Concurso Círculo Internacional de Escritores y Poetas e integra el Libro Puente de palabras 15 del Mercosur, en Argentina. Sus poemas: Indiferencia que destruye y Homenaje a los libertadores de América integran las Antologías Planeta tierra nuestro hogar y en Homenaje a Don José de San Martín, Perú 2017 respectivamente. En el 2015, 2016, 2017 participó en los Concursos: Un poema de paz por el mundo, Árbol pulmón del mundo, Agua fuerza del mundo, de la Comunidad Literaria Versos Compartidos en Uruguay integrando las Antologías del mismo nombre, al igual que dos de sus relatos integran el libro de Microrrelatos Te encontré en un sueño, de Uruguay, y Antología La primavera la sangre altera de Diversidad literaria de España. Sus letras integran diversas Antologías en Uruguay, México, Perú, Argentina, Colombia, chile, al igual en E-Books en Homenaje a las poetisas Luisa Luissi y Juana de América, de Uruguay - 2016.
La poética de Rossi Er aborda temáticas variadas, con un enfoque profundo en lo social, características que revelan la fortaleza, el compromiso y el nostálgico romanticismo de un alma sensible.
Libros publicados:
 

  • Mujer de fuego
  • Frases insomnes
  • Laberintos del alma
  • Entre auroras y sombras
  • En los senderos de la conciencia

 

ELIZABETH
 
De repente la vio allá a lo lejos, blanca y lánguida como claridad de luna, como una aparición, con sus cabellos negros jugueteando sobre sus delicados hombros. ¡Era imposible!  Hacía tres años que la había perdido, que la muerte injusta la arrebató de sus brazos sin piedad dejándole seco y yerto el corazón. Sintió en su pecho una agonía infinita y    frotó sus ojos con vehemencia para comprobar que no era una aparición, un espejismo de su mente abyecta.
 
Pero no, allá al fondo del parque estaba ella con su vestido azul de muselina, su corazón comenzó a palpitar como un caballo brioso y desbocado, como un tornado incontenible mientras descendía del    auto. Tenía que acercarse, tomar sus manos, palpar su esencia bella. Ella era su amor eterno, su alma gemela, por eso al perderla, su alma se quedó incompleta, vacía, era simplemente un viajero del tiempo que sobrevivía cada día sin encontrarle sentido a su existencia.
 
Cruzó la calle rápidamente y se acercó hasta el viejo y descolorido banco donde ella se encontraba, mientras veía como la suave brisa acariciaba sus cabellos y las hojas rojizas del otoño descendían   como fugaces mariposas a su alrededor. Con infinito amor pronunció su nombre: ¡Elizabeth, Elizabeth!
Ella levantó sus ojos tristes de color de cielo sobre el mar y lo miró indiferente y preocupada.
Su corazón no pudo más, sintió que el aire se le escapaba y con sus brazos extendidos hacia ella, cayó de bruces sobre el verde césped.
 
Al abrir los ojos nuevamente, una multitud le rodeaba y le llamaban para saber si estaba bien. Él se incorporó como un alma en pena, dio las gracias y con ansias locas busco el rostro de ella entre la gente, pero ya no estaba, se había esfumado como el   viento frío, como ese aire que le faltó a sus pulmones minutos antes. Devastado y mudo se quedó, corrió desesperado entre la gente, por cada rincón del   parque la buscó, por las calles aledañas fue buscando a su amada ¡Elizabeth!

 

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MEMORIAS DE FAMILIA
 
Allá sobre la ladera de la distante montaña, en la parte central de la hermosa e imponente Cordillera de los Andes se hallaba situada aquella   casa. Sencilla, acogedora, construida con amor e ilusión y con los ahorros de toda su vida. Ese había sido su sueño: formar una familia con aquella joven de quien se enamoró desde su juventud y con quien se reencontró después de muchos años, alejados ambos de su tierra natal.  Cumpliendo así ese anhelo, se casaron y formaron su hogar siendo bendecidos con tres hijos en pocos años.
 
Él era un hombre trabajador, responsable y honrado, un poco malgeniado, quizá debido a las circunstancias vividas en su niñez que formaron su carácter recio y fuerte, o sencillamente era la genética. Había tenido que salir de su hogar paterno siendo muy joven, casi un niño, por lo que pasó gran parte de su juventud recorriendo varias   regiones del país trabajando y conociendo la topografía y las costumbres de los lugares que visitaba, en especial de la zona cafetera, donde residió la mayor parte de su juventud. 
Todo ello le dio experiencia, sabiduría y muchas historias que contar a sus amigos y familiares. Era un gran narrador, entretenido y minucioso en los detalles, muchas veces exagerado en su narración.
 
Le tocó  vivir una época muy difícil,  marcada  por la violencia que sucedió en  su país debido a las diferencias entre los partidos políticos de ese  entonces, una época negra y vergonzosa para la historia de nuestra nación, donde se exterminaron    entre coterráneos, sencillamente por la  intolerancia,  la manipulación e intereses políticos,  que empeoró en poco tiempo debido al asesinato del caudillo del pueblo quien era candidato a la presidencia de la república lo que generó muchos disturbios,  se incrementaron  las masacres y  desplazamientos forzados de muchas familias   desde y hacia los campos.  Esa violencia, guerra   absurda, pero que de alguna forma partió en dos la historia del país porque conllevó a replantearse la     inconformidad económica, política y religiosa que se vivía entonces. Todas estas vivencias y circunstancias lo hicieron bastante escéptico en cuanto a religión y política.
 
Muchos años transcurrieron y después de   algunos ires y venires en diferentes lugares del país, allá sobre la fría montaña construyeron su hogar, se   establecieron cuando sus hijos aún eran pequeños. Fueron épocas alegres, viendo prosperar su tierra, sus cultivos; a sus hijos jugar y correr libremente por su amado terruño, creciendo, formándose en   valores preparándose para afrontar su etapa adulta.
¡Allá en esa tierra permanecen los recuerdos de muchos momentos compartidos!
 
Uno de esos recuerdos gratos que queda en la memoria del tiempo, es la época de la Molienda, actividad que consiste en extraer el jugo de la caña de azúcar en un trapiche, llevarlo luego al fuego a altas temperaturas en grandes fondos hasta vaciarlo en moldes y convertirlo en panela. Esa panela morena, dulce, que acompaña las mañanas frías de las montañas Andinas. Era una actividad que compartían alegremente y sin egoísmos con los vecinos de la región, y que tenía trascendencia para las familias porque se interactuaba en comunidad, a la vez que se fomentaba la tradición oral de mitos y leyendas al compartir historias y relatos mientras se disfrutaba de una taza de café o una cena.
 
Así pasaron los años, con la tristeza y la emoción de lo incierto vieron partir a cada uno de sus hijos, una de ellas a formar su propio hogar, el otro a    trabajar e independizarse con su propia familia, al igual que su hija menor quien marchó a la capital para continuar sus estudios y adquirir un buen   empleo.
En la memoria de sus descendientes quedarán grabados para siempre esos hermosos recuerdos de una niñez sencilla, límpida y sin egoísmos al igual que el recuerdo de las bellas historias que con amor y paciencia les narraba su Madre cada noche antes de acostarse; la misma que en forma abnegada y con su arduo trabajo aportaba a la economía del hogar, mientras con sus regaños y consejos les impulsaba a que continuaran el legado de valores y honradez con que ellos fueron formados. Esa Madre que en su juventud desafió los convencionalismos de la época en cuanto al derecho de las mujeres a la educación y aún sin el apoyo de su familia decidió marcharse a otro lugar del país con algunos ahorros para estudiar en un instituto para señoritas.
 
Procuraban transmitir siempre a sus nietos ese mismo legado, en especial a aquella que los acompañó durante muchos años siendo para ellos como una hija más, al igual que inculcaron en sus hijos con ejemplo, el amor por el trabajo y por su tierra; Esa que plantaron con tanto esfuerzo, sudor y lágrimas, bajo la lluvia o con el sol abrasador.
Y hoy, con inmenso dolor para sus hijos y sus nietos esa misma tierra los reclama, después de tantos y tantos años juntos, sus almas han partido una en pos de la otra, al encuentro de su creador.  Hoy las nubes lloran y vuelan los gorriones. En este día la tierra es bendecida con la lluvia, en honor a su recuerdo.
 
¡Cuánto dolor siente hoy mi corazón!
Cuanto dolor ante la pérdida irremediable de alguien sencillo…  ¡pero con un alma tan grande!
 

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EL PONY
 
Pony es algo soberbio, engreído y orgulloso, bueno la verdad lo es mucho. Desde niño le habían   inculcado que él pertenecía a una casta de líderes dominantes y privilegiados que bajo ninguna circunstancia sería uno más del montón. Su niñez   pasó rauda sin sobresaltos ni afanes, y mientras el   tiempo transcurría, asistió a los mejores colegios y universidades de la inmensa sabana suramericana,    codeándose con la élite política y económica de la región, perfilándose como otro sucesor de su ilustre  apellido,  y a medida que sus ansias de poder crecían,  también lo hacia su ego, incluso se daba un aire de intocable cuando estaba rodeado de su  manada, que fieles le seguían, unos por tradición,   otros con la esperanza de que quizás tendrían alguna oportunidad cuando el  fuera el jerarca.
 
Algunos más porque como borregos habían perdido el horizonte después de tanto desengaño, corrupción, y de tanto de lo mismo con los mismos, que en su momento parecieron diferentes, que ya ni siquiera se tomaban la molestia de cuestionar quien sería su líder a futuro, o si este los llevaría a un despeñadero peor que aquel en el que sobreviven actualmente.
Ojalá en algún momento reaccionemos de ese triste estado de sonambulismo al que hemos recurrido en este valle lleno de abrojos, que es nuestro país, tal vez como un mecanismo de protección o de ceguera colectiva para asir en nuestro corazón de alguna forma, un último hálito de esperanza. 
 
Si, ojalá reaccionemos y razonemos todos a tiempo y evitemos extender el yugo de este caballo, que de corcel no tiene nada. Puede ser que sea de cuna noble y abolengo, pero al ver su prepotencia y altivez, el desprecio con que trata a los más humildes incluso públicamente, al ver su ego inflado su falta de humanidad y de humildad, de amor hacia el prójimo, (disculpándome de antemano y de corazón con el noble y bello caballito que lleva este nombre), Yo… Yo simplemente ¡lo llamo pony!
 
 
Rossi Er
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