ROSARIO DE FÁTIMA A'LMEA SUÁREZ-ECUADOR-

PÁGINA 40

 

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Poeta, crítica literaria, investigadora poética y gestora cultural; es Ph D en Literatura. Escribe ensayo académico y poesía en una línea reflexiva y social. Ha publicado algunos textos en esos dos géneros. Realiza una investigación asidua sobre la tropología y la estética latinoamericana logofalocéntrica. En la actualidad participa con sus creaciones en el Grupo Literario Wabi Sabi – literatura japonesa. Mantiene algunos proyectos online para darle oralidad y permanencia a la poesía ecuatoriana.
 

 

Devorador escritural1
 

A Federico García Lorca 

 
Infancia fecundada de cantos y risas,
sangre viva de relucientes inquietudes
por nosotros,
por todos.
 
Venas iridiscentes de naturaleza y perfumes.
A lo lejos una nota verde de tristes augurios,
encendiendo la roja semilla nacarada.
Tiempos serenos prodigando néctares de futuros,
sueños premonitorios de vidas rotas,
de muerte con espadas y sonrisa descomunal,
escondida en el pequeño edificio de una iglesita de pueblo.
 
Siempre el amor huido de tus sendas,
pero con los zapatos nuevos,
esperando que los pises.
 
Cada día,
tentándote con un guiño dulce.
Y tú siempre volviendo a seguir su juego,
creándole títeres de feria para verle sin la máscara.
 
Para ello,
siempre la amistad secundándote sus manos.
 
De pronto,
pasos quemantes escuchados a las afueras.
Uniformes verdes arañando la tierra, sangrándola.
Todos huidos, escondidos;
vencidos por el miedo, la impotencia.
Dientes enrojecidos,
olor a carne masacrada.
 
Una orden,
escuchada por nadie,
firmada por todos.
 
¡No hermanos, no humanos!
Solo ideologías carnívoras,
saboreando cuerpos literarios,
deleitándose con guerras
y disfrazándose de utopías.
—¡Maldita costumbre de abonar con sangre oriunda los rojos geranios de las plazas!
 
Huesos buscando poemas de negras flores.
Deseos ansiosos por escuchar una luz en el piano.
Alma amortiguada en espera de otro
cuerpo perdido en el tiempo.
 
¿Alguna vez el recuerdo?
—¡Siempre!
 
Lágrimas mundiales en pos de unos versos,
de unos rasgos,
de unos disfraces,
de una vida descuartizada.
 
Uniformes verdes sacando un cuerpo roto
de entre sus armas,
tomando por asalto una vida,
con escrituras antropófagas sobre una sangre de ruiseñor.
 
Pueblo lagrimeante por escena final.
¿Dónde una flor?
—¡…!
 
¿Dónde un carmín?
—¡…!
 
¿Dónde unas “campanadas de cinco de la tarde”?
Risa helada de luna y de gitanos.
¡Sonetos amordazados por truculenta traición!
¡Sangre acallada en piedra!
Fuego de palabra y poesía.
¿Dónde?
 
—¡Ya no…, ya no…,
la costumbre de
 
 
*      *     *
 
Degludientes ambiciones
 
 
A Victorua Cevallos, Tita
 
 
 
Cofrecito de amor y aromas telúricos.
Manos obreras acariciando la tierra fecunda.
Olor a Quinche y a felicidad enmarcada en verde trabajo.
Días eternizados en familia, con chocolate y coñac en blanco vaso.
Piedras cálidas combatientes de centurias de frío,
abiertas en la roca de la montaña para acariciar
a hijos antiguos y nuevos,
oriundos y ajenos.
 
Un día sangre de tu sangre,
levantada calumnia,
injurias edificadas con lenguas fraternas
y envidia emponzoñada,
arrebatando las entrañas de la felicidad.
¡Soledad!
¡Abandono!
 
Cuerpo llevado al matadero,
por la más querida de la familia.
Sonrisa macerada en envenenada ambición.
Enlutado traje de anticipada agonía,
colocado en tus espaldas
por unas manos blandas,
muchas noches besadas, idolatradas.
 
Tus cabellos a la fuerza del dolor desprotegidos
de su cráneo por insultantes avaricias,
arrancados por unos abrazos sádicos,
disfrazados de justicia.
Lágrimas secas borrando rastros de neuronas,
eliminando las horas de los días.
¡Corazón congelado en un tiempo remoto de felicidad,
de ilusión, de esperanza!
Carne insensible frente a bofetadas y gritos.
Espejo insólito sin imagen,
solo la réplica de una inexistencia.
 
—¡Nadie para ayudarte!
Tu propia firma ahogándote,
aniquilando tu osamenta.
 
Ahora tan lejos aquel verde cofrecito,
robado, enloquecido, desposeído de su dulzor de antaño.
 
—¡Nadie allí para salvarte! ¡Nadie!
 
Confianza en la sangre, en la amada sobrina,
criada desde niña por todas;
amor primero de tías.
La muñequita de todas.
¡Tan dulce, tan vivaz!
De hermosos ojos negros y cabello castaño,
crueldad agazapada, inmundicia aletargada.
—¡Cualquier ayuda ahuyentada con papeles!
Calvario eterno en las carnes maduras.
 
—¡Ahora nadie!
 
Esposo sacrificado por sangre política.
Alma degollada con blasfemias.
Cuerpo herido,
roto en mil pedazos,
sangre seca en venas degolladas por la decepción.
—¡Tu Sr. Jerez ya no más!
¡Solo el olvido reinando en su cerebro!
Perdido, asilado por tu amor ido.
 
¿Para qué luchar?
Esperar la muerte.
Encanecer en horas tras la verdad,
tras la vida-muerte reconocida;
protesta disuelta en mil silencios.
 
Entonces,
cuerpo aletargado,
mano atada: impotencia.
Ropas desgarradas con huellas de osamenta.
Suelo acunándote con frío martirio.
 
Allí,
solo sueño consolador y aniquilador;
alma enloquecida por decepción;
 no por pastillas o inyecciones.
Cordura tomada por asalto,
encierro destajador de humanidad.
Gritos acallados en garganta sorda.
 
Ausencia de lágrimas,
ojos idos a la nada.
Oídos atentos a la muerte.
—¡Distancia carcomiendo tu última salvación!
Camastro acurrucado en amnesia.


Alguna salvadora sobrina,
mancillada por injurias.
Nadie a la puerta por temor,
por amenazas.
—¡Pasos idos o agonizantes!
Avaricia vigilante en familiares creces.
 
¡Ya no ser!
 
¡Perder… en… excrementos, en… miseria!
¡ahogada en… propios cabellos!
¿Cuándo…ver?
¡Nunca!
¡Todo… verde cofrecito!
¡Aniquilar… cuerpo por… sueños… naturaleza!
¿Quién…cuidar huesos?
¿Quién florecer sepultura?
 
 
*     *       *
 
 
Lamento (versión 1 000 000.0)[2]
 
Vendida esperanza
por rehacer mi recuerdo.
Huella de mi sangre vendida
a la nada.
¿Dónde?
¿Por qué?
Lamento de existencia perdida.
 
Una voz,
Un anuncio,
Una quimera.
 
Putrefactos intereses,
odios hombrunos:
codificadores de cuerpos.
Avidez hambrienta:
mi carne amada,
carne de cañón.
¡Ojos inexistentes,
vueltos para clamar!
 
¡Fuente de mi pesar,
                          penuria,
                           dolor!
¡Fuerte por tu ausencia
por tu ya no Ser,
por tus oportunidades truncas!
 
Mayo en diciembre,
Argentina en México,
mismo dolor,
misma pérdida:
amor,
consuelo,
lucha.
 
Ya no devoradores
de hijas, nietas, sobrinas;
Ya no gritos enlutados
por hijos antropófagos.
 
¿Por qué ese odio a tu vecina?
Dolor de padre y madre:
lamento en protesta.
 
 
*     *      *
 

 
 
301[3]
 
 
 

Manos suicidas en bata de noche.
Caricia fantasmal en una reciente cuna.
Angustia en el corazón materno.
Súplica por vida latiente.
—No a mi niña. ¡Almita buena, no!
Mano extraña rasgando el tul.
 
432
Ojos de lance,
pelvis expuesta.
Licencia permitida
por un acuerdo androcéntrico.
Antropófaga mirada.
Derretidas ropas.
Pervertidos deseos,
ahorcando una presencia.

787
Día de la mujer.
¡Día propicio para la injusticia!
Despido inmotivado,
acabando una existencia femenina.
Solo una voz escrita de sotana:
¡decisión unilateral!
‒ ¡Boca amordazada
por tremendo poder!
Solo un instante de dolor;
pronta lucha de cabeza alzada
y empoderado corazón.
 
 

[1] Del poemario Homo sapiens sapiens: 484 (2020: KDP, EEUU)
[2] Ganador en el poemario colectivo Amber (2017, México)
[3] Publicado en el texto Homo sapiens sapiens (2018, Quito)