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SHERZOD ARTIKOV -UZBEKISTÁN-

Sherzod Artikov nació en 1985 en la ciudad de Marghilan, Uzbekistan. Se graduó del Instituto Politécnico de Ferghana en el año 2005. Sus trabajos son publicados de manera recurrente en la prensa nacional. Su primer libro de narrativa “Sinfonía de Otoño” fue publicado en el 2020.


Fue uno de los ganadores del premio nacional de literatura “Mi Perla Regional” en la categoría prosa. Publicó en revistas electrónicas de Rusia y Ucrania como “Camerton”, “Topos” y “Autográfo”. Así mismo, sus historias han sido publicadas en revistas y páginas electrónicas de Kazajastan, USA, Serbia, Montenegro, Turquía, Bangladesh, Pakistan, Egipto, Eslovenia, Alemania, Grecia, China, Perú, Arabia Saudita, México, Argentina, España, Italia, Bolivia, Costa Rica, Rumania y la India.
 

NOSTALGIA

 
Nueva Jersey era una ciudad aún más grande de lo que creía. El tío Abram conducía y mi padre y yo íbamos en el asiento trasero. Nos impresionó la majestuosidad de los rascacielos en las llanuras de la ciudad y el abundante tráfico a lo largo de la ciudad.
El tío Abram estaba radiante de felicidad. Le fue mostrando a mi padre los lugares de interés de la ciudad y comentó sobre el estilo de vida de las personas de diferentes nacionalidades que vivían en ella.
Nos movimos por las calles de la ciudad, hasta que los rascacielos fueron disminuyendo gradualmente y hasta que nos encontramos con una carretera que estaba llena de árboles por un costado y por un par de almacenes de ladrillos rojos por el otro. El tío Abram vivía en las afueras de la ciudad. Cuando llegamos a su casa, el sol de septiembre se había ocultado en el horizonte y comenzaba el crepúsculo. Frente a su casa estaba su esposa Marina, regaba, en el fresco anochecer, los arbustos de flores sembradas en el jardín de la casa. Cuando vio el coche estacionarse frente a la casa comenzó a sonreír, como lo hacen los niños.
-Aquí los traigo, Marina- dijo el tío Abram mientras se bajaba del auto y nos señaló con una sonrisa en su rostro.
-¡Qué feliz estoy de verlos! - dijo Marina mirando agradecida a su esposo al vernos.
Tanto el tío Abram como la tía Marina todavía hablaban uzbeko con fluidez, a pesar de los veinte años que el matrimonio había residido en los Estados Unidos, no habían perdido su idioma materno.
-Profesor Anvar- dijo la tía Marina mientras abrazaba a mi padre como a un querido amigo- tienes el pelo muy canoso.
-El tuyo también lo está, hermana Marina - dijo mi papá y añadió- nos estamos poniendo viejos.
El tío Abram nos miró a ambos y luego a su esposa Marina y dijo apresuradamente señalándome.
-¿Lo reconoces? ¿Puedes recordarlo? Siempre hacía dibujos con una gis blanco en nuestra puerta. Entonces te decía que sería un gran artista. Y mira, se convirtió en un artista tal y como yo dije.
Tía Marina le sonrió a su marido y me abrazó.
-Se convirtió en un chico muy guapo - continúo el tío Abram.
- No lo avergüences, Abram - dijo soltándome.
Después tío Abram nos tomó a ambos por los hombros y nos invitó a entrar.
-Nuestros hijos han crecido mucho- dijo él mientras cogía nuestras chamarras y las colgaba en un perchero en la pared del pasillo.- Pareciera que fue ayer cuando jugaban en la calle.
En ese momento pareció recordar algo, se le llenaron los ojos de lágrimas y le dirigió una mirada interrogativa a su esposa.
-Por cierto, ¿dónde está nuestra hija Sveta?
- Se fue a buscar su vestido de novia - dijo Marina poniendo la mesa en la sala de estar- No te preocupes, salió con su novio.
-Profesor Anvar, nuestra hija está a punto de casarse - le dijo el tío Abram a mi padre- ya se ha hecho adulta.  ¿Te acuerdas que ella me llamaba a mi “papá” y a ti te llamaba “papito rico”? Ella amaba a tu difunta esposa Inobatkhon.
-Claro, como podría olvidarlo - dijo mi padre mientras se detenía unos instantes en el pasillo.
El comedor era acogedor. Había una mesa redonda para seis personas en el centro y un candelabro que colgaba del techo e iluminaba la habitación. Había un estante delicadamente tallado y fotos familiares adornaban las paredes de la habitación.
-Hay que servir la comida lo antes posible – le gritó el tío Abram a su esposa mientras nos sentábamos a la mesa.- Llegaron directamente del aeropuerto sin detenerse a comer.
En un momento la mesa estuvo llena de deliciosos platillos. Tía Marina era famosa por su cocina en Marghilan y lo seguía siendo. Mientras estaba sirviendo un dulce que había hecho ella misma, se abrió la puerta y se escuchó un " mamá" en inglés al otro lado del umbral. Entonces, a lo largo del pasillo se escuchó el ruido de pasos. Después de unos momentos apareció una jovencita de mediana estatura, delgada, nariz aguileña y cabello liso.
-Profesor, Anvar, llegó nuestra hija - dijo el tío Abram dejando de comer.
Sveta había cambiado mucho. No se parecía en nada a la Svetaque recordaba de mi infancia y la del presente, pero sus ojos eran los mismos y nos contemplaban tranquilamente.
-Vinieron a tu boda, hija mía - le dijo el tío Abram en inglés. Nos miró y dijo-. Ella entiende y habla usbeko. pero habla siempre en inglés.
Aunque no de inmediato, pero parece que nos reconoció y corrió hacia mi padre con una sonrisa en los labios. Mi padre se puso de pie y la besó en la frente diciendo
-  Qué seas muy feliz, hija mía.
Luego ella me miró y la sonrisa en su rostro se hizo más amplia.
- Ya te recordó - dijo la tía Marina.
-Él solía dibujar con gises en nuestra puerta- dijo Sveta sin apartar su vista de mí.
-Precisamente - dijo el tío Abram expresando su admiración acariciando el borde de la mesa- y luego se escapaba. Tienes buena memoria.
En pocos minutos ya no quedaba nada de esa melancolía. Durante la cena, se habló sobre el viejo Marghilan y los días que habíamos vivido allí y ahora guardamos en nuestra memoria, atesorándolos por el resto de nuestras vidas. Luego el tema giró hacia los Estados Unidos y el tío Abram comentó que los judíos que habían vivido en vecindarios usbekos en los primeros años de la independencia y como habían migrado a Estados Unidos. Ellos se habían expandido por todo el territorio y muchos de ellos vivían en Boston o Nueva York en la actualidad.
- A menudo nos llamamos, para saber cómo estamos- dijo sirviendo el postre en el plato junto a él.
Durante la conversación, mi padre intervenía a menudo. La tía Marina a veces se unía a la conversación, otras veces asentía con la cabeza en señal de aprobación. Sveta y yo escuchábamos en silencio. Mientras Sveta escuchaba en silencio los recuerdos de donde había pasado su infancia, su rostro se sonrojó y mantuvo los ojos fijos en mi padre.
Ubicada en las afueras de Nueva Jersey, esta casa se iba llenando de recuerdos del pasado. Ni siquiera notamos que había oscurecido completamente y era ya medianoche. El tío Abram nos mostró nuestro cuarto en el segundo piso. Mi padre se durmió inmediatamente porque estaba cansado.  de un rato, me acerqué a la ventana y la abrí de par en par. El aire frío de la noche de septiembre me golpeó el rostro. Afuera los árboles se agitaban con la suave brisa. Entonces comenzó a sonar una canción usbeka. Asomé la cabeza fuera de la ventana y, oh Dios mío, me sentí como si estuviera sentado en uno de los salones de té Marghilan y la canción continuaba.
“Tengo un dolor en el alma que me ha partido por la mitad.
Estoy muy triste mi corazón, porque me ignoras”.
La canción venía de abajo, del comedor donde habíamos cenado unas horas antes. Por alguna razón quería vestirme y bajar. Dudé al principio, pero, finalmente me vestí y bajé las escaleras. Al acercarme al comedor escuché la canción con más claridad. La puerta estaba abierta pero las luces estaban apagadas. Allí, inclinado en una silla frente a la ventana alguien estaba sentado inmóvil escuchando un tocacintas en el estante. Al escuchar las pisadas se volvió hacia mí. Era Sveta.
-¿Eres tú? –por alguna razón habló en uzbeko y no en el inglés que había aprendido.
Su pronunciación tenía un marcado acento americano y sonaba como si un norteamericano hablara usbeko.
-No podía dormir- dije sentándome en una silla cerca de ella- bajé las escaleras al escuchar esta canción.
-¿Quieres saber por qué la escucho, verdad?
- No mucho.
Sveta apagó a propósito el tocadiscos.
-Escucho esta canción todos los días, casi desde que encontré esta cinta entre las cosas de mi padre.
Ella encendió las luces apresuradamente. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y parecía estar llorando.
-Yo era una niña de seis años cuando dejé Marghilan. Ahora tengo 26 años - dijo con tristeza volviéndose a sentar.- Y pasado mañana me voy a casar.
No me había dado cuenta en la oscuridad, que había un plato de uvas rosadas al lado del tocadiscos. Sveta tomó un racimo.
-De todas maneras, las uvas de “Rizematdad” eran más dulces ¿Hay todavía de estas uvas en Marghilan?
Suspiró cuando vio mi gesto afirmativo.
-Más abajo, sobre la calle donde antes vivíamos, el tío Uktam vendía Ayron, ¿todavía los vende?
- Murió hace mucho tiempo. Ahora las vende su hijo.
-¿Qué pasó con la panadería? ¿Todavía existe ese pan caliente que hacían allí? Era delicioso
- Construyeron una farmacia en ese lugar.
-¿Qué hay del gran árbol de Arce donde nos escondíamos cuando jugábamos?
- Fue cortado hace 15 años.
-¿Qué fue del perro de la tía Naima? Quizás murió. Los perros no viven mucho tiempo
Sveta se asomó por la ventana como si intentara recordar algo. Después de un rato seguimos hablando.
- Mi " papito rico" dejó de usar el Duppi de Marghilan. ¿Nadie lo usa ahora?
- Sí, la mayoría de la gente ya no usa Duppi ahora.
- Mi tía Inobet tenía un hermoso vestido de satín.
- Ya no se usa mucho el satinado ahora.
-Había una codorniz en tu casa que siempre gorjeaba.
- Ya no. Ha pasado mucho tiempo desde que la alimentábamos.
- Mi tía Inobet solía hacer bolitas de masa dulce.
- Ahora se compran en la tienda.
Sveta dejó de hablar y en cambio se levantó repentinamente y empezó a caminar lentamente por la habitación.
-¿Sabes? Desde el primer día en que nos mudamos aquí, nunca me he olvidado de Marghilán. Nunca he podido olvidarlo. Ésta es una gran ciudad y la gente todavía me es desconocida. Aunque vivo bien aquí, siempre extrañé a Marghilan. Podrías decirme que, ¿cómo una niña que dejó su ciudad natal cuando tenía 6 años puede recordar? Pero lo recuerdo todo. Cada árbol de allí, cada lugar está grabado en mi memoria como el pan caliente que hacían en la panadería, el Ayron del tío Uktam hasta probar los grandes racimos de uva roja. Todos esos recuerdos. A veces me duele el corazón aquí, luego abro la ventana y miro a lo lejos y es como si pudiera ver Marghilan a la distancia. Ya muchas veces sentí las voces de esta canción en mi interior y me estaba aclimatando. Pero cuando los vi hoy a ustedes dos lo recordé todo de nuevo. Recordé a una niña de 6 años de edad cargando una muñeca,  que corría por las calles angostas y polvorientas de Marghilan con un racimo de uvas rojas en su mejilla.
Había una lágrima en su rostro. Miró por la ventana casi llorando. La abrió y tomó una bocanada de aire fresco. Levantó las manos y agito sus dedos en la brisa. Finalmente volvió a encender el tocadiscos y la canción continuó donde se había detenido.
“No sé dónde ir como un perro callejero pero cada vez que despierto recuerdo parte de mi patria".
Sveta lo escuchó inclinando la cabeza y apoyando las manos en el estante. Cuando terminó la canción salió llorando de la habitación. Ni siquiera me deseó las buenas noches. Cuando estuve solo en la habitación, apagué el tocacintas que había comenzado otra canción. Hubo un silencio. Me senté sin pensar en nada por un rato. Luego por curiosidad me comí un racimo de las uvas rojas del plato cercano al tocadiscos. Estaban deliciosas.
 
Definición:
Ayron*- Es un tipo de bebida refrescante que se hizo a partir de yogurt.
Duppi**- Uno de los principales símbolos de Uzbekistán, un casquete negro tetraédrico de seda o satén.
Satín***- Un tipo de tela tradicional uzbeka a veces hecha de seda.
 
Traducido del inglés al español por Dimarys Águila