SANDRA BARRERA ANDRADA -ARGENTINA-

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 Nació en Villa Dolores, Córdoba, Argentina. Estudió licenciatura y profesorado en Letras Modernas en UNC, se desempeñó en el área de educación como profesora y directora de Nivel Secundario. En 1995 recibió premio en poesía (Dir. de Cultura de la Municipalidad de Córdoba para autores inéditos).  Ha publicado Contornos, 2016 (poesía), La opción del sitio, 2019 (narrativa breve). Ha participado en revistas digitales de Argentina, Chile, España y publicado en más de una decena de antologías de poesía y narrativa. Tiene en proceso de edición dos libros para el año 2022 de poesía y narrativa breve. @sandra.b.and
 




 

 
Proceso
 
El río ha despojado de memoria
a los delfines
el mar ha desconocido al río
y adoptado al delfín
el delfín ha olvidado al río
y amado al mar
se han distanciado los seres naturales
y estamos a punto de perder el norte
entre tanta memoria disipada y tanto olvido
yacen pocas esperas
y escasas ilusiones
de encontrarse.
 
 

En Luna de Pájaros II, Tinta Libre Ediciones, 2020.

 

 

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Puente Viejo
 

Florencia. Italia


En el Puente Viejo
una pareja danza enamorada
al son de musicantes callejeros
danzan felizmente
se toman de las manos al compás
y giran como vigorosos ciegos. 
Miro desde un rincón
escucho el tren que pasa
la luna, diurna aun,
va ganando fulgor
todas las soledades
son más solas
todos los recuerdos
dejan de ser olvidos
el tren rechina llevándose mi aliento
entonces,
me pregunto
¿a dónde irá
con mi respiración?

 

 

*     *      *

 
La sirena es un ruido 
 
Estás ligado a un mástil
obligado
y no sería el modo de mirar
tu ojo
¡Chiquito!
Perdido.
Encontrado
para morir así
y no de otra manera.
Pequeño.
Suplicante de vida
al hombre indiferente
y al dios que te fue ocultado.
Pretendamos.
Procuremos
que la bala no prospere
que se logre la zona feliz
Niño sirio
que el aroma a orégano
a pimienta blanca
a cilantro
llegue a todos
y a vos.
 

 

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Plegaria


Que no me falte pan
ni amor
ni vino
y no me falte sal
ni amor
ni sed 
y no me ignoren a la vera del río
sin barca
sin brújula
sin diarios.
Que no me falte corazón
ni amor
ni aurora…
y si me dieran todo lo deseado
he de pedir un poco más aún.
Que en este enredo soportado
que me aparta
del rostro del suspiro
            del tacto y la caricia 
-yo-
                               lo pueda ver.        
 
 

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La red
 
Temo que Gabriel -el utilero- no ponga la red a tiempo y suceda lo que no quiero. He visto sus ojos airados cuando los niños se me acercan y abrazan o me vitorean al final de mis funciones en los trapecios. Gabriel nunca volverá al vuelo de soga en soga, él lo sabe, como sabe que quien no llegó a extenderla el día de su caída fui yo.


 

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La red II
 
La pierna ha quedado encajada en la red. La única pierna que podía mover. El resto de su cuerpo se desparramó entre los primeros asientos de la platea y la baranda de madera negra. Después de todo Gabriel ya no era útil en las funciones y traía demasiados inconvenientes en los viajes. Él quiso subir al trapecio y hacer las piruetas de otros tiempos. Yo hice lo que pude.
 

En XV Antología del Círculo de Narradores “Paso del León”, Imprecom Editora, 2020.

 
 
 
 
Caminata
 
 
Han vivido el tiempo entre la fragilidad y el temor de perder la compañía han ganado trofeos de caza y se han mezquinado la felicidad del disfrute de ser terriblemente libres están pisando suelos sin marcar territorio y en el pueblo siempre dicen que son la pareja ideal.
 
 
 
Niño
 
Enero de invierno cerca de Libia. Y libios en el mar, flotando sin vida o intentando el nado hacia el buque italiano de rescate. En el barco, el médico toca a través del guante un pie rugoso y frío.  El niño tiene sus ojos grandes cerrados y la ropa mojada por muchas horas de naufragio mediterráneo. Duerme. Un sosiego feliz lo trasunta. Sueña que ha llegado a la humana ciudad donde su madre lo espera con la comida lista.
 
 
De La Opción del Sitio, El Mensú Ediciones, 2019.