GENARO ALBERTO TESTA RUZA-VENEZUELA-

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PÁGINA 43

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MARÍA

 
            Mariano Rivera, se prepara como cada día para emprender su jornada laboral. Como un autómata repite los actos desde que tiene razón, pero este día todo es diferente. Despierta en una casa ajena pues ayer celebró sus 30 años en compañía de sus amigos, aunque no se dieron las cosas tal como las planeara, se divirtió y compartió hasta entrada la madrugada. Se despereza y piensa que si se apura puede llegar a tiempo a su casa para darse un baño, lavarse los dientes y cambiarse de ropa, por aquello de borrar el aliento de alcohol y guardar la compostura en la oficina.
 
            Sale disparado de esa casa familiar, por tantos años de parranda, pero sin hacer mucho ruido y evitar que los amigos prosigan con la fiesta, esta mañana debe terminar el trabajo que ayer no pudo por fallas en el sistema. Hoy debe tener listo lo previsto así podrá dedicarse a su proyecto personal. Eso sí le dará el dinero necesario para iniciar su propio negocio. No obstante, absorto en sus sueños, mientras camina a largos pasos, no deja de observar el aviso que en la calle arriba señala una oportunidad real y más rápida: “Se necesita programador con experiencia para digitalizar portafolio familiar. Pago por hora de trabajo en $ además de comida y hospedaje por el tiempo laborado para empezar hoy mismo”.
 
            Avanza, pero el anuncio se clava en sus ojos y cerebro. Ya no puede pensar en nada más, sin embargo, el ruido de una corneta le alerta que el doctor Cubilla, su jefe inmediato va en su dirección y se ofrece para llevarlo. –Bueno el baño será para más tarde-
Saluda con cierta distancia para no evidenciar su noche de farra y se limita a responder con monosílabos, mientras desea que el viaje sea lo más corto posible. Por fin, llegan a la universidad. Abre la oficina y se dedica con premura a resolver lo atrasado, sin dejar de pensar en la oferta propuesta en ese aviso de la calle arriba. Pero cavila, -Ya muchos deben haberse postulado-.
 
            Con este pensamiento fijo continuó toda actividad, ansiando terminar temprano para regresar hasta la casa donde vio el anuncio, con la determinación de comprobar su presentimiento volvió ansioso para contemplar sin poder creerlo que el aviso seguía allí mismo donde lo vio en la mañana. Mariano no podía creer su suerte. Quizás la letra del aviso no será tan vistosa y nadie lo había notado; a lo mejor hubo poco tránsito por el lugar ese día. Todo eso pensó al tiempo que se daba cuenta que esa casa hacia muchísimo se creía deshabitada al punto que muchos comentaban sucesos extraños ahí y por eso las personas evitaban pasar cerca.
-Pero, ¿Quién habría colocado entonces el aviso?. ¿Sería una broma?-
 
            Estaba a punto de retirarse de la puerta cuando esta se abrió abruptamente. Queriendo escapar quedo petrificado y arrastrado a la vez al interior de esa casona lúgubre. Los pasos retumbaban por el eco, la voz entrecortada de Mariano solo alcanzó a decir casi en susurro:
 -Buenas tardes, Vine Por El Anuncio de Afuera-
A la vez que una voz angelical le respondió desde las sombras:
-Pase Adelante, Siéntase como en su casa, acomódese a su gusto, la cena ya está servida, al fondo a la derecha esta su habitación, allí hay todo lo que necesitará mientras dure su estadía y culmine su trabajo, lo que requiera le será suministrado según su voluntad. Mañana recibirá instrucciones-
 
             Mariano como hipnotizado sigue la voz sin poder ubicarla, solo pudo decir:
-Srta, Sra, no puedo verla, necesito que me explique por favor. No puedo tomar una decisión sin meditar antes, la conveniencia, además tengo familia que al ver que no llego a casa se preocuparían; tengo un empleo, para poder aceptar sus términos, debo poner en regla algunas cosas. Entiéndame. Es cuestión de responsabilidad. Déjeme solucionar algunos asuntos; deme su teléfono y en dos días le daré una respuesta, necesito ver de qué trata la propuesta, ¿no le parece? -
 
              Luego de decir esto la figura se hizo apenas visible a través de la luz mortecina de una vela. Dio rienda suelta a su imaginación, lo que percibió fue una aparición divina. Un cuerpo esbelto, que dejaba a la imaginación lujuriosa lo que el ceñido vestido cubría, hermosa y larga cabellera negra, una piel tan blanca y pálida que semejaba una figura de porcelana antigua. Mariano, quedó sin aliento y más aún al sentirse abrumado, casi aletargado por el perfume embriagador que emanaba de esa mujer seductora, titubeo y se sintió desfallecer al verla cada vez más cerca. Era bellísima.
 
            -Señor Rivera-, le dijo suavemente. –No hemos empezado como debíamos, soy María Alejandra Iriarte Sosa, la última descendiente y heredera de una acaudalada familia; acabo de llegar del extranjero para resolver una serie de problemas legales relacionados con la sucesión familiar, por eso mi premura. Discúlpeme usted., la manera de abordarlo, dispongo solo de un mes, hasta la próxima luna llena. Mañana serán restablecidos los servicios de luz, agua, teléfono e internet; para que pueda iniciar su trabajo con comodidad, de momento, le agradezco su atención, pero ya se hizo tarde, debo regresar a la posada donde me hospedo a una cuadra de aquí. Sin embargo, dispuse la mesa para usted, mejor dicho, para ambos. Mariano, ¿quiere acompañarme a cenar?, así lo pondré al tanto del trabajo que requiero-
 
            Sosteniendo un ostentoso candelabro antiguo lo condujo al comedor, donde la mesa efectivamente estaba servida para dos personas. La joven mujer le indicó donde sentarse, mientras ella servía de las fuentes humeantes: pescado y pan y de una botella de finos rasgos previamente abierta, colmó ambas copas de vino, curiosamente de color rosa.
 
            María degustaba con avidez al tiempo que bebía a sorbos el vino, parecía disfrutar enormemente la velada, sonreía, se ruborizaba, su rostro mostraba un sin fin de emociones.
 
            -Mariano, no sabe cuánto agradezco su compañía, no esperaba menos de usted. Por eso lo elegí entre muchos-
Tomó su mano levemente, pero la retiró de inmediato al darse cuenta de la frialdad de su mano, esa blanca y helada mano lo hizo estremecer. Ella se dio cuenta y comento: -disculpe usted, pero ya se me hizo tarde, debo retirarme pues un compromiso ineludible requiere mi presencia. Pase por la posada mañana temprano, en la recepción le dejaré un sobre con la documentación que necesita. Prométame por favor que va a ayudarme, solo así podré descansar tranquila-
 
            Mariano se percató de que en realidad había transcurrido mucho tiempo durante la velada, y que a pesar de haber compartido un muy largo rato durante la cena y la extensa conversación lo único que tocaron del tema principal a tratar el cual era la oferta de trabajo solo fue lo concerniente al jugoso incentivo económico, sin embargo, en ningún momento se habló de lo que realmente necesitaba la Srta. María Alejandra.
 
La Respuesta de Mariano no se hizo esperar: -cuente con mi ayuda srta-.
 
            Ella sin dar más tiempo a nada, en un parpadear y sin despedirse se alejó, quedando Mariano solo en la penumbra, pero sintiendo la presencia de ese ser extraño e irresistible a la vez. impulsado por la curiosidad salió en su busca, la vio bastante alejada del sitio pese a haberse retirado apenas unos segundos, corrió infructuosamente para alcanzarla sin darse cuenta la ruta que seguí. Recordó que le había dicho que se alojaba en la posada ubicada a una cuadra del lugar en el que se encontraban, sin embargo, la misteriosa figura pasó de largo y se alejaba cada vez más siguiendo  el camino hacia la otra banda, de una forma tan rápida e inusual que la esbelta mujer parecía flotar sin que sus pies tocaran el camino; Mariano quedó helado al observar que la mujer iba rumbo al cementerio,  aunque la curiosidad por tan extraña situación lo hacía continuar tras  ella, al momento que pensaba que ese lugar debía de estar cerrado al público debido a la hora; lo cual comprueba al llegar al sitio, Mariano Se detiene ante la gran puerta del cementerio al verla cerrada y con candados puestos, no obstante, se preguntaba como entró la mujer al recinto.
 
            Mariano se alejó aterrado al verla ingresar a un viejo panteón del camposanto. Se alejó lo más que pudo sin saber el momento en que llegó a su casa. Temblaba sin control, sudaba, se mesaba los cabellos buscando explicación a lo que había visto sin encontrar respuesta.  Se dio una ducha caliente, tomó un té de manzanilla para calmar los nervios, no dejaba de pensar en lo sucedido en ese día; así se quedó dormido hasta que la melodía: “La Terraza. de Caramelos de Cianuro”, alarma de su teléfono, lo despertó. Se despereza con ese sentimiento de haber vivido una pesadilla, el agua sobre su rostro trata de despejarla, mientras toma su ducha diaria para aliviar ese peso que lo agobia, nada funciona porque sabe que no fue un mal sueño sino la realidad y no entiende nada. No puede sacar de su cabeza a esa extraña y cautivadora mujer, tampoco puede deshacerse de su perfume el cual se había quedado adherido a su piel.
            Tenía que apurarse si quería llegar a tiempo al trabajo, pero no quería ir. Entonces llamó reportándose enfermo. A pesar de haberse bañado ese perfume de mujer seguía con él. Se vistió rápidamente mientras apuraba una taza de café y como autómata salió a esa casona del encuentro con María. Al llegar allí, en vez del aviso del día anterior solo encontró un cartel de notificación de un tribunal que indicaba un lapso de 30 días para proceder a liquidar el inmueble. Recordó lo que le dijo la joven la noche anterior, 30 días, un mes, antes de la próxima luna llena. La puerta de la casa estaba cerrada y parecía que nunca se había abierto desde hace más de 20 años. De prisa también recordó que debía pasar por la posada a retirar el sobre prometido. Se dirigió a la posada y en la recepción se identificó: -Buenos Días. Mi nombre es Mariano Rivera, vengo por un sobre que la Srta María Alejandra Iriarte Sosa dejó para mí-
 
            El Recepcionista sin contestar palabra alguna se dio la vuelta y fue en busca del mencionado sobre. Le hizo entrega y siguió con sus labores cotidianas. Apretando el sobre de manila en sus manos emprendió camino al cementerio, el último sitio donde vio a María. Cuál no sería su sorpresa al ver en la lápida del panteón una fotografía de la joven con la que había conversado la noche anterior junto con su nombre: María Alejandra Iriarte Sosa; las letras muy visibles casi como recién retocadas, pero curiosamente la fecha de nacimiento y muerte no podían verse, en cambio las fechas de los otros difuntos se identificaban claramente mas no así los nombres.
 
            Se sentó absorto sobre la tumba para revisar el sobre. Ciertamente su nombre estaba allí, abrió el sobre y comenzó a leer: -El asunto que me trajo al país tiene que ver con evidenciar la tradición familiar de mi patrimonio, pues luego de la muerte de mis padres en un accidente automovilístico, fui enviada al extranjero mientras los tíos paternos quedaron administrando mis bienes por ser yo menor de edad; por diversas razones, estos han pasado por muchas manos al punto que en este momento se desconoce mi legítimo derecho a ellos-   Diríjase al Tribunal y documente mi caso. Reclame el derecho para habitar la casa donde nos encontramos, todo está en regla, por favor haga el trabajo que corresponda y en 30 días hablaremos nuevamente.
 
            Luego de leer la larga carta y chequear la documentación que la avalaba y con sorpresa un cheque a su nombre con una ostentosa cantidad de dinero que lo hizo palidecer, en la mente de Mariano solo surgieron interrogantes:
 
-¿Cómo Supo esa mujer mi nombre?, si yo nunca se lo dije; ¿Por qué yo y no otra persona?, el aviso parecía dirigido a mí, exclusivamente a mí; sí yo nunca la vi entrar en la posada  pues siguió de largo, ¿cómo llegó el sobre ahí? ¿Y el cheque?; ¿esa forma de caminar que parecía flotar?; ¿Cómo entró al cementerio?, si ya la puerta estaba cerrada; (cómo se explica el nombre y la foto grabados en el panteón?, si yo cene anoche con ella, la vi, la toque; (¿QUÉ PASARÁ EN UN MES CUANDO SE CUMPLA EL TIEMPO EN QUE SE CONTACTARÍA CONMIGO?-
 
            Mientras Mariano meditaba lo que había leído en tan extensa carta, pensaba cuál sería su forma de proceder, si cumpliría o no con lo que había acordado la noche anterior; en un segundo queda perplejo y paralizado al escuchar aquella hermosa, incitadora, pero a la vez dulce y seductora voz que le dice: -TÚ DIJISTE QUE ME AYUDARÍAS, TÚ ME LO PROMETISTE, TÚ DEBES CUMPLIR-

 

Ingeniero en Informática (Universidad Politécnica Territorial Del Estado Trujillo Mario Briceño Iragorry, UPTT Trujillo. Año 2.014). Maestrante de La Maestría En Gerencia de La Innovación Tecnológica de la Universidad Nacional Experimental Rafael María Baralt (UNERMB), Sede Valera. Personal Administrativo de La Universidad de Los Andes (ULA NURR) Trujillo.  Coordinador de Informática de La sede de Postgrado En Trujillo de la UNERMB. Docente De Los Programas Educación y PNF Contaduría de La Sede De Pregrado de La UNERMB Trujillo. Investigador del Laboratorio De Investigación en Ciencias Sociales y Productivas De La Región Andina (LICSPRA UNERMB). Investigador del Centro De Investigaciones Literarias y Lingüísticas “Mario Briceño Iragorry” (CILL-NURR-ULA). Correo: unermb.post.trujillo@gmail.com