MAGDALENA PÁEZ AMADOR -CUBA-

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PÁGINA 38

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  • Participante evento Cien Poetas por Virgilio Piñera. Julio.2012
  • Finalista concurso Milanés pequeño. Agosto. 2017
  • Finalista concurso Milanés pequeño. Agosto. 2018
  • Mencion Poesía concurso María Villar Buceta. 2018
  • Mencion concurso  de poesía Manuel Navarro Luna. Septiembre. 2019
  • Mencion concurso nacional de poesía Varadero Amor. Febrero 2019
  • Premio Victoria de Girón Poesía. Abril. 2019
  • Finalista concurso Milanés pequeño. Agosto. 2019
  • 1eraMencion concurso nacional de poesía Varadero Amor. Febrero 2020
  • Premio colateral de la Asociación Cubana de Comunicadores Sociales. Febrero 2020.
  • Mencion cuento adulto Fray Candil. Cárdenas. Marzo 2020
  • Premio compartido poesía Fray Candil. Cárdenas. Marzo 2020
  • Premio de poesía concurso Delia Carreras. Jovellanos. Mayo 2020
  • Publicación Revista Herederos del Kaos. Barcelona España. Noviembre 2021
  • Publicación revista digital Alas de Mariposa. México. Noviembre 2021

 
 

 

LOS ROSTROS DE LA ESPERA


Vivir es un acto de magia
en que la mujer se desangra
se hincha
se rompe
vuelve a sangrar
para dar vida.
Y se contempla entre la puerta
y el espejo.
Entre la sangre escurriendo por mis piernas
y la carne feroz
mientras esperas.

 

 

 
II


El humo de su cigarro
hace piruetas en mis vías respiratorias.
Su cuerpo hace piruetas
bajo mi cintura.
Estoy dispuesta a negociar una sonrisa,
unas cervezas,
la distancia entre sus manos
y mis senos.
 
  
III
 
Lo dejo ver dentro de mi blusa,
conozco los pretextos necesarios,
los deslices,
el momento exacto.
Lo dejo ver para que las cervezas hagan el resto.
De nuevo el baile,
de nuevo a escasos centímetros de su pelvis,
los choques casuales
de nuevo ojos contra ojos.
De nuevo cazador cazado.
 
 
  
IV


Fui la muchacha de pelo largo que cruzó la avenida,
la que esperó
segura de que Penélope tenía todas las claves
del arte de la espera.
Soy humedad, objeto del deseo
mariposa en el círculo macabro de la luz.
Mis pechos amamantaron al hombre
la necesidad del país
el recuerdo de los hijos.
Resisto, conozco el arte de dominar opacidades
la rabia con que el labio se quiebra
el golpe, el sudor del cuerpo hostil.
Despliego mis alas cuando acaba el llanto
alas a punto de reventar, llaga en la garganta.
No tengo un número telefónico en el que contarle a Dios
lo veleidoso de la sangre que baja por mis piernas
en cada estremecimiento.
Penélope saltándome estaciones,  trenes, amanecer
patios vacíos, besos de los que me arrepiento.
Soy la misma muchacha que confundió espera
con lo imposible del retorno.   
Le sonrío a mis hijos
les digo que no pasa nada, /no pasa nada/
Insisto en cada trozo de pared con la que  me golpeo
miedo, hogar, miedo, hogar.
A punto de partir descubro que mi cuerpo
ya recorrió las calles, mi casa lejos de casa
mis alas entrampadas en las luminarias.
Soy Penélope frente al espejo, añoro la humedad.
Toda catarsis es propia del invierno
vivo en el frío que desmenuza y cura.