ANTONIO ROLANDO ARENAS -ARGENTINA-

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PÁGINA 39

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Yo nací en Mendoza, estado Vendimia de Argentina, y con la imagen de mi asistencia a la conferencia de David Viñas en mi mente puedo afirmar que este estado vendimia no me tiene entre sus hacedores habituales, entre sus hacedores con un presupuesto asignado.
 
Yo soy profesor en Lengua y Literatura en Centros Educativos de Nivel Secundario para jóvenes y adultos, trabajo al que accedí por esfuerzo literario pedagógico y por perseverancia.
 
Yo me hice poeta con la publicación del libro Interrogantes, seguí insistiendo y concreté La Página del Buffet; una publicación literaria diferente y luego el libro de poesías Diálogos internos.
 
Pasé en esta revolución digital del libro papel hijo de la imprenta al ebook con El juego de los errores que consiste en una colección de mis narrativas escritas desde 1987 a reescrituras en el 2020. Y de ahí se desprendió quizás por entusiasmo en llegar de otra manera al lector el podcast El enigma de los tornillos a cargo de Creative Drive Podcast de Fuerza Creativa en el mismo 2020 y el ebook Un periodista sin trabajo en el 2021 por Pierre Turcotte Editor en su Colección Magma Solo de Montreal, Canadá.

 

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LECTURA

 

 

Cedo aquí un espacio para la lectura del ebook El juego de los errores a modo de presentación:
 
PRÓLOGO
 
Este es mi cuarto libro y no lo es por una decisión unilateral de mi parte sino, también, por las vicisitudes editoriales experimentadas en el transcurrir de estos años en los que me tocó madurar como escritor para tomar decisiones acertadas de qué hacer con mis escritos. A quién escuchar. A quién aceptarle un consejo y con quien establecer un vínculo para que leyese o publicare algunos de mis textos.
 
Seleccioné tres posibles títulos a la hora de definir el representativo del libro. Barajé, entonces, Nueva Ciudad que descarté porque la idea inicial del libro, el disparador (digamos), resultó ser “El diario de una villa” que presenté a un concurso en una editorial de España y como el texto le interesó, la editorial me solicitó que presentara un conjunto de relatos para examinar la posible publicación. Lo hice rápidamente, dejando para otro día tareas más urgentes y ese conjunto de relatos se conoció como Relatos anto-lógicos. Volviendo a Nueva Ciudad, lo descarté porque “El diario de una villa” lo escribí en la localidad de Penitentes, en Las Heras, y no en la localidad Nueva Ciudad, de Guaymallén. El otro título que descarté es De la serie Cortázar porque me pareció que utilizaba la imagen de un escritor para atraer al lector hacia un material distinto y con otra impronta. Finalmente preferí titular el libro El juego de los errores otorgando así la posibilidad de una interpretación más libre en el lector. O bien de ofrecerle una posible expectativa.
 
Mientras esta tarea se imponía yo me dediqué a descartar o agregar textos según el propósito emprendido, a la vez que decidí ultimar los detalles de corrección ortográfica, justificación de texto, separación adecuada de párrafos y otras cuestiones necesarias antes de llegar al proceso de publicación.
 
Relatos anto-lógicos no prosperó en la editorial de España porque el acuerdo se diluía en un embrollo financiero que yo no pude aceptar. Por este motivo tuve la libertad de mover hacia un lado y hacia otro los textos seleccionados, pensar tranquilamente el título del libro y buscar una editorial con un acuerdo que me permitiera llegar a la publicación sin un inconveniente financiero.
 
Tranquilo, en Mendoza, puedo decir al lector que con “El diario de una villa” participé en otro concurso en el que obtuve el primer lugar en “Premios Ana María Agüero Melnyczuk a la Investigación - 2014”, y ese mérito me hizo concretar este libro. Por eso en las páginas siguientes podrá apreciar el resultado.
 
 
Ahora en este proceso revolucionario de la internet pasé de poeta que pegaba hojas de poesías en las paredes céntricas del estado vendimia a youtuber en esta segunda Feria Virtual del Libro en Argentina, y aquí estoy con ustedes en una conferencia a distancia, igualando el entusiasmo de David Viñas al hablar en público sobre literatura.
 
Aquí en este estado vendimia conocí en vida al poeta Armando Tejada Gómez quien desarrolló una literatura latinoamericana con un compromiso humanístico, de barrio, raramente imitado.
 
En el Capítulo 28 de su novela Dios era olvido escribió “¿Las doce, ya? ¿Me va a creer, vieja, que el asado de anoche todavía no termina? A medianoche hicieron otro para los rezagados y esta mañana, a eso de las diez, tiraron otro costillar a la parrilla. Nos vamos a dividir los gastos, como siempre, aunque no quieren que yo ponga. En cuanto subió el sol, yo me les vine. Uff, si me han cargado! Como cada vez que llueve la Calle Larga se convierte en un río, me han nombrado Almirante de todas las Crecientes.”
 
También conocí a otro poeta con voz latinoamericana y que llegó desde Nicaragua -tan golpeada hoy- a este estado vendimia, me refiero a Ernesto Cardenal, quien versificó “Me contaron que estabas enamorada de otro / y entonces me fui a mi cuarto / y escribí este artículo contra el Gobierno / por el que estoy preso.”
 
No puedo dejar de nombrar a ese premio Nobel que dio una conferencia de cuerpo presente sobre la novela, y sus aspectos característicos, el escritor Mario Vargas Llosa quien en la actualidad enciende polémicas que se disipan frente a la escasa afluencia de lectores en las librerías tadicionales, donde todavía quedan en los estantes libros de papel y tinta con tapas blandas.
 
¿Y yo qué?
 
Literatura, viñedos y mucho vino. Desde niño me atrajo más una biela de YPF que estaba en las adyacencias de las tierras que trabajaban los familiares de mi padre que los viñedos que allí se cultivaban. La fiesta se hizo vendimia y no de petróleo. Mi padre bebía el vino y lo compartía con sus amigos. Yo, en cambio, escuchaba la voz del petróleo que hacía eco entre las rocas que permanecían debajo de la tierra.
 
Los trabajadores vivían con lujo. Y mi lujo consistió en deshacer una tiranía y acceder a sus secretos y los secretos del mundo. YPF estaba ahí. Latinoamérica estaba ahí. La literatura estaba ahí. Y yo accedí a las acciones para develar un secreto y asumir un compromiso latinoamericano que solo podía expresar a través de la literatura.
 
Y resultó esto que está aquí: años de indiferencia política, desaciertos, desacuerdos y pobrismo.  
 
 
Ahí estaba David Viñas en conferencia junto a los asistentes entre el cemento del estado vendimia lejos de los viñedos, lejos de las bodegas, lejos de las botellas de vino, con entusiasmo, impartiendo su clase de literatura construida con palabras acurrucadas por la oligarquía, con palabras de barrio, palabras de Carriego, entre el fraude, la década infame, los proletarios, el peronismo, las izquierdas y la derecha recalcitrante.
 
¿Y yo?
 
De vez en cuando manifestándome a través de la literatura, luego de las charlas en el movimiento de estudiantes independientes de filosofía y letras, de las reuniones en franja morada que no me llevaron a nada, de mi entusiasmo fallido por la democracia en la unión cívica radical de Guaymallén de la que me tuve que alejar para no relacionarme con  personas inescrupulosas. Me tuve que alejar rápido porque la política, la democracia, es otra cosa.
 
Y así empecé a caminar por las calles del estado vendimia desprovisto de afiliación política partidaria buscando con interés al dinero, hablando con Dios para no caer en la corrupción y seguir con la poesía, con la escritura, desde la narrativa, con la literatura.
 
Y ahora vislumbrando al otro mundo, el que viene, con blockchain, con inteligencia artificial, con robótica, ese mundo que ya está aquí, desde la internet de las cosas, con las criptos, las altcoin y la stablecoins. Un mundo en donde aparece mi madre, que no es una madre ausente, insistente, más rápida que la inteligencia artificial para guiarme, más eficiente que un robot, y está en todo más que el internet de las cosas, porque ella está en la ropa que lava y plancha, en la comida, no la del restaurante, sino en la comida de todos los días, en la limpieza de mi habitación y de la casa, en el decoro de las cortinas de las ventanas que miran hacia la calle y hasta en la higiene del baño. Y eso es la literatura, un doblarse las espaldas por el bien del hijo poeta devenido en youtuber, un meter la mano en la sartén con el aceite caliente para evitar que se queme la papa, un caminar defectuoso por los pies ya gastados por los ochenta y siete años para acercar una toalla, o un plato de comida. Eso, ya lo dije, eso es la literatura.
 
Y también están los otros poetas y escritores que también llegaron al estado vendimia para discernir con reflexiones, poesías, cuentos y novelas que no los nombro para no equivocarme, para no olvidarme de sus nombres. Nombres de periodistas, de ensayistas, de escritores que también hicieron teatro, historias objetivas y hasta política.
 
¿Y ahora qué?
 
Respirar. Respirar y buscar nuevas palabras en el ajuste de economistas recién recibidos, en el Fondo Monetario Internacional, en la Organización de Estados Americanos, en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, y a esperar que la pandemia de la Covid 19 se desvanezca en una gripe sin importancia y deje a los sobrevivientes en búsqueda de relaciones multilaterales, en búsqueda de nuevas  ficciones para llegar con una literatura nueva, distinta y con muchas vinculaciones.
 
¿Quién financia? ¿Qué se come?
 
En la calle me encontré un billete y lo entregué en un restaurante a cambio de un plato de comida en una mesa de mantel blanco, con cubiertos, mozo y bebidas.
 
Lo cierto es que con la Covid 19 el desgobierno de los argentinos implementó programas de ayuda a poetas y escritores a través del Fondo Nacional de las Artes. Yo me anoté un par de veces. Me cansé de esperar.
 
Me inscribí  en el sorteo de Milei, ya que el programa Mendoza Activa III atiende a la industria audiovisual y al personal docente y no financia la tarea del poeta o del escritor.
 
Ese es el precio de la política.
Yo participé de la Asamblea de Trabajadores de la Literatura en Mendoza y me acerqué a la Unión de Escritores y Escritoras de Argentina con el solo interés de tener conciencia de mi situación y de los demás poetas y escritores en este estado vendimia y en Argentina.
 
¿Qué viene?
 
Viene mi interés por terminar una novela que ya tengo escrita en partes, pero debo continuarla para darle un cierre. Una novela que reviso y modifico y dejo fermentar para luego continuarla con otras ideas, con otras perspectivas y alguna que otra técnica.
 
Una novela que me haga sentir un escritor serio. Una novela que justifique mi título de escritor. Eso es lo que viene. Un camino largo con interrupciones para luego tener un descanso sereno. Un final tranquilo. Apacible.
 
Lectura
 
Reitero un espacio para la lectura. Voy a leer “Dimensión latinoamericana” extraído del primer capítulo del libro Literatura argentina y política (segunda parte) de David Viñas.
 
Dimensión latinoamericana
 
Muy cerca de Darío y La Nación, entonces, se sitúa otro intelectual que marca un matiz diverso en la constelación de relaciones élite-escritor y que ilumina la correlación apogeo de la élite liberal  / modernismo como movimiento continental.  Homogeneización financiera y urbanística; homogeneidad literaria por arriba representada por el modernismo: Ricardo Jaimes Freyre por su condición de latinoamericano en Buenos Aires se asemeja a Darío; por su actividad de historiador a Groussac, y por su estatus profesoral a Juan A. García; pero si se tiene en cuenta su posterior Ministerio de Instrucción Pública en Bolivia, la analogía lo remite a Joaquín V. González. Sin embargo, su significación decisiva lo conecta con la diplomacia ampliando y aclarando la perspectiva argentina de la situación del intelectual en este periodo. Al proyectarlo sobre América Latina se lo puede asimilar al mexicano Nervo respecto de Porfirio Díaz, a Valencia en Colombia, al venezolano Díaz Rodríguez respecto de Juan Vicente Gómez, a Santos Chocano en Guatemala con Estrada Cabrera o, en Nicaragua, con Zelaya (cfr. Bernardo Subercaseaux, Fin de siglo: la época de Balmaceda, 1988).
 
No se niegan los matices de la relación élite liberal-escritor; al contrario, se quiere destacarlos: está el bufón, el correveidile, el panegirista, el vividor, el colaborador más o menos digno y hasta el adversario cauteloso. Y también el cronista de “sociales”, el director de la página literaria y el editorialista. Cada uno con sus prolijos ademanes, sus entonaciones, sus pertinentes carraspeos, sus lealtades escrupulosamente balanceadas, su firma o no, página dos o contratapa, y sus honorarios. Ni hablar de “sueldos” y mucho menos de “salarios”. Y, por ahí, hasta con la correspondiente noticia de su muerte redactada por propia mano. Estrategias de vida, en fin, sumisiones y equívocos privilegios. Cada uno en su lugar y Dios dará para todos. Pero pocos, casi ninguno de los escritores del 1900, escapaba de la órbita señorial y de sus “tentaciones” correlativas; corresponde tener presente que la “alta cultura” de ese momento pasaba por la oligarquía. La oligarquía la importaba, la imitaba, la difundía, la santificaba y la protegía. De ahí que la historia cultural de ese período sea, en gran medida, la historia de esa clase social, de sus tácticas y anexiones - sobre todo de intelectuales o de políticos intelectuales – para prolongarse frente a las presiones desde abajo visibles e intranquilizadoras por primera vez en esos años y en crecimiento paulatino en las décadas posteriores.
 
En forma consiguiente, y dando al título de “príncipes” que usaba Groussac para designar a Larreta y a Ángel de Estrada toda la latitud de su significación, puede considerarse el momento comprendido entre 1898 y 1916 como “período eduardiano”: si la larga y triunfal etapa de predominio de la oligarquía que va de 1800 al 98, signada indiscutiblemente por el predominio de Roca, correspondiera a un “período victoriano”, el siguiente estaría caracterizado por dos “príncipes” de la oligarquía como Quintana (1835-1906) y Roque Sáenz Peña (1851-1914) que, demorados en sus aspiraciones presidenciales y envejecidos al llegar al gobierno,definen con su dandismo escéptico o condescendiente los últimos gobiernos de la élite señorial en los prolegómenos de la Primera Guerra Mundial.
 
Y como al Modernismo con su interés por el progreso lo superó el Postmodernismo con escepticismo e individualismo, a esta intervención del siglo XX manifestada por la lectura que hiciera de David Viñas, la tiene que superar una lectura del siglo XXI en donde la literatura está caracterizada según Leydi Almeida en prezi.com “por el cambio en la forma de publicar, distribuir y acceder a una obra literaria, por la tendencia a la subjetividad y al intimismo, frecuente en aquellas novelas de tono existencial en las que se  presenta a un protagonista algo desvalido  o inseguro, que busca su identidad, sus raíces familiares, o intenta hallar un sentido a su vida, por la proliferación de personajes mediocres, escépticos y moralmente indefinidos, por la abundancia de novelas de tono humorístico y de tonos líricos o nostálgicos y por la preocupación muy acusada por el lenguaje y búsqueda de un estilo personal”.
 
Por lo expuesto y para terminar, propongo que viajemos literariamente por este siglo XXI profundizando en esta dimensión, la dimensión latinoamericana.
 
Gracias.
 
 
Antonio Rolando Arenas