ANTONIO CÓRDOBA OLIVAS -NICARAGUA-

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PÁGINA 52

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Nacido el 08 de enero de 2004 en Estelí, Nicaragua. Residiendo en la ciudad de Condega, Estelí. Actualmente estudiante de la carrera de Medicina y Cirugía en la Universidad Central de Nicaragua (UCN).
Durante el estudio de bachillerato se enamoró de las letras castellanas, poniendo mucho interés en ensayos, oratorias y en iniciar a escribir, de forma privada, historias, poemas y ensayos sobre opinión pública. Siendo una persona con ideales libertarios, que sueña con una verdadera justicia y libertad social tratando de no desaprovechar los momentos propicios para trabajar en favor de ellos.
Crea momentos para tomar muy en serio la lectura diaria, fiel creyente de que la lectura es el camino a la sabiduría, la búsqueda de la verdad y a la perfección de las almas. Otro pilar fundamental en su vida es la escritura, desde niño apasionado por este arte y tratando de perfeccionar cada día más lo que ama hacer, este escrito es un ejemplo de ellos, fruto de esfuerzo y dedicación. La interacción social en cada lugar y aspecto vivencial es también un punto clave en su diario vivir, saber sobre necesidades e inmiscuirse en posibles soluciones. Admirador fiel de quienes luchan por un mundo más justo y más equitativo, amante de los momentos libres dedicados para pensar, para amigos y reflexión.
Actualmente comprometido en dar a conocer su obra y seguir trabajando para llegar a un público más amplio, siempre con arduo trabajo y cuidando de dar lo mejor de sí.
Nacionalidad: Nicaragüense.
Redes sociales:
 Facebook: Bryan Córdoba Olivas
Instagram: bryancordoba3
Twitter: QQQ @CordobaOlivas
 

 

Momentos


I


Y cuando el astro sol se esconda,
llamarán con entusiasmo
a la condesa de la noche
que al peregrino ayudará
por las veredas caminar.
 
Fue yendo por el camino
 cuando llegó la fría,
 la rosa congelada, sin vida,
la tenebrosa obscuridad que mata;
¡Oh, desgracia, no te abrumes en mí!
 
Yendo por los obscuros caminos
lleno de lección y de doctrinas
del que el corazón anda lleno,
de pasión tan fragante y efímera.
¡Duele el corazón, alma mía; apaciéntate!
 
¡Vida, no te empeñes en mi sufrir!
Si una puerta pudieras abrir,
háblame claro sin argüir
hasta que el miedo que me mata vaya a dormir.
 
Condecabo el de amor condenado
caminando por la noche iba desolado
su corazón y su mente recordando
 la belleza a la que había renunciado en el triste pasado.
 
El recuerdo efímero que le hace gritar:
“¡Luna no te vayas, quédate con nosotros,
somos solo amantes, luna no te vayas,
mira que soy el sol que te ama!”
 
Campos de girasoles llenos de polen,
soy yo una abeja que busca tu polen;
soy el aire que mueve tus pétalos,
soy la lluvia que te mantiene,
¡es hermoso tu amarillo!
 
Triste soledad que me mata,
 soledad adictiva naciente,
nueva en paz y soledad,
la paz de ti, mi soledad,
que me hace olvidar la sociedad.
 
Rosa de perfección, pétalos de seda,
símbolo del amor que abarca todo;
mil regiones daría por una herida tuya,
eres más bella que toda Hungría;
¡Mi vida!, más valiosa que Antioquia.
 
Las mil maravillas del mundo encuentro en tu rostro,
¡oh, mi alma!, mi bella y fresca primavera.
Sueño estar en tus brazos cada noche,
luego recuerdo nuestra separación.
 
Bien lo dijo de ti el poeta:
“mi rosa de hermosos cabellos,
mi amada de ceja curvada,
mi amor de ojos peligroso”,
¡oh, mi sol y mi luna, mi bien!
Caminó, por las veredas caminó,
por los valles caminó, y se encontró con ella,
y ella por su decepción preguntó,
con desagrado le contestó:
 
“¡Oh, desgraciada!,
Se refería a ti el libro cuando dijo:
“No hables de lo que no te importa,
sino, escucharás cosas que no te gusten””
 
El efímero y tonto encuentro terminó
mientras bajo la luna pensó:
“Amor mío, tan lejos y tan cerca”.
Después de tantas horas amaneció.
 
Libros de amores están escritos,
pero como este, ¡jamás!,
entre la soledad cada cual se ama
unidos se encuentran junto a la distancia,
y su amor los años no dañan.
 
Cuando la alegría de las aves anunció el alba
 pudo ver la dulzura de su hogar, llegó por fin y durmió;
soñó con los ojos de luz, sus ojos él miro,
 los ojos por los que lloró.
 
En Las mil y una noches, está escrito:
“no te fíes de la mujer, ríete de sus promesas”,
pero mi vida, aunque el poeta tenga razón
no puedo desconfiar de ti, me tienes loco, soy tu siervo fiel.
 
Llegó la noche bella y celestial,
 llegué conducido por ti a mi balcón,
¡oh, mi alma!, en la luna tu apolíneo rostro vi,
y en las estrellas tus ojos, pero mi amor,
 en el infinito cielo  vi mi amor por ti.
 
Con “El príncipe”, de Maquiavelo, pude dormir
¡oh, madre de la belleza! mujer con aroma de rosas,
delicados labios, como rojos y penetrantes
pétalos de seda tu belleza me hace vivir.
 
Y en mi sueño; dulce y tierna te vi,
con tu silueta de estrellas, cabellos de cascada,
tus pechos como los Alpes, tú centro era el Nilo,
una sultana Otomana no te alcanza en belleza.
 
II


Desperté con “El príncipe” en mi pecho,
 lo llevé a la mesa y recordé mi sueño,
que me hizo ver tus maravillas, reina del mundo,
de las aves y las estrellas.
 
¡Mi vida!, mi razón eres tú,
mujer de cara dulce y sonrisa de diosa,
cabellos de seda, como las rosas, la que me hace vivir.
 
La luna está llena, llena de mi amor,
en ella veo tus ojos de miel
y tu sonrisa maravillosa.
 
El universo entero está en tus ojos,
mil sistemas solares irradian el cosmos,
las estrellas brillan como tus ojos,
tu cuerpo está lleno de agujeros negros
que transportan a los amantes a sus sueños.
 
Mi amor, eres mi oxígeno,
¡Qué haría sin ti?
Si sabiendo que existes estoy bien
eres la luz de mis ojos, la obscuridad de mi noche.
 
Con costos y sin prisas se levantó,
el amante aquel no sabía,
por última vez vería las estrellas,
nunca pensó que estaba escrito su fin.
 
Durante tres horas contempló los astros,
esa noche brillaban más que nunca,
la luna se despidió de él sonriéndole.
 
Llegó a dormir al amanecer,
en su sueño vio su historia,
risas, dolor, luto, llanto y más risas.
Vio los amores perdidos, los amores ganados,
vio su vida en un sueño de horas largas,
sus malas decisiones; sus penas de amores,
sus días sin sol, vio a su amor.
 
Primero era una semilla,
luego germinó y una planta nació;
era una bella rosa con espinas,
las espinas del amor.
 
Apareció una rosa esplendorosa
el amor que quiso cortar y cuando la toco, se hirió,
y su herida cautivó su corazón.
 
Despertó con una mirada fría, escalofriante;
estaba listo para morir, antes quiso escribir:
“Mi vida, mi amor, mi existir, toda mi vida fuiste mi razón,
mi alquimia. Me dirijo a ti por última vez, quiero que mi recuerdo quede en ti,
 todo el universo palidece ante tu hermosura,
mataste a este enamorado, no puedo vivir sin tus ojos”
 
Sintió el llanto acabar con sus ojos,
su pecho dolía,
ya no habían ánimos.
 
Sus pupilas se dilataban,
apenas respiraba
y tras ver al cielo, expiró.
 
A la misma hora en el palacio de sus sueños,
una bella mujer con ojos de miel y labios de seda,
agraciada a pesar de los años; bajo la tarde pálida y serena,
con recuerdos de amor y versos que en su nombre se proclamaron,
la reina de sus días, sus ojos cerraba, para no abrirlos jamás,
solo sus pestañas de diosa, resaltaban.
 
El cielo se estremeció, un fénix murió por última vez;
un rayo quemó un bosque, porque ellos murieron amándose.
 
 Y cuando el astro sol se esconda,
llamarán con entusiasmo
 a la condesa de la noche,
que iluminará sus almas,
y los ayudará a transitar.
 
III


Porque del amor se vive,
se enciende el corazón por unos ojos,
por una boca, por unos besos,
por una sonrisa, por un tropiezo.
 
Porque del amor se muere;
se muere de celos, de angustias,
de locos recuerdos; de amores perdidos,
de amores vividos.
 
Una botella, una copa, un lápiz, un papel;
un soñador y un amante, un loco cuerdo bien intencionado,
una mirada que llegue al alma, una luz que ilumine los ojos,
un amor que de dolor vive, una boca que has besado ya.
 
Las letras de un libro, los ojos que leen,
las caras que actúan, las luchas internas,
la torpeza de un caminar, la perfección de una voz.
 
Porque el amor es una botella de tequila,
que se endulza con una traición,
porque el amor eres tú, tus letras,
tus lagrimas frías y calientes llantos.
 
Pero el amor no acaba, el amor trasciende
y en las galaxias que nos precederán
se escucharán cantos de voces perfectas que alzarán
nuestro amor a los que  no lo conozcan,
inmortal amor el nuestro que de luces pálidas vivirá
hasta el final de este mundo y de los que queden por venir.
 
 

Antonio Córdoba