JUAN PABLO DÍAZ PÁEZ -COLOMBIA-

<     >

PÁGINA 8

<                    >

Juan Pablo Díaz Páez con seudónimo “Nathair”, nació el 13 de junio de 1979 en Bogotá / Colombia; en 2016 se estableció en Duitama, Boyacá. Profesional de psicología con especialización en educación superior virtual y a distancia, estudios de Budismo y formación autodidacta en temas no convencionales. Desde la adolescencia cultivó el gusto por la poesía, incursionando posteriormente en cuentos, relatos, reflexiones y frases inspiradoras que pretenden conectar la humanidad con la apertura mental y el despertar espiritual. Ha complementado su capacitación con variados cursos y talleres entre los que figuran un “Taller virtual de poesía” con la Red Relata del Ministerio de Cultura (2017), Talleres: “Saber de arte popular” por Mincultura y la Fundación BAT (2020), Ciclo de webinars de redacción web con We Are Content (2020), Curso Online “Personajes de miedo en los cuentos tradicionales”  de la asociación Va de Cuentos (2021), Talleres del proyecto “Valores, herramientas y fortalecimiento poético” por la escuela de poesía para amArte de la Fundación Siembra (2021). Con participación en diferentes eventos, como exposiciones, festivales y tertulias, ha sido entrevistado por CNC noticias Girardot (2008) y en el programa “La radio: Un encuentro de saberes” en 98.6 F.M, Duitama (2020). En participación de variados certámenes y concursos, ha hecho parte de las listas de ganadores en convocatorias como: “Comparte lo que somos” del Ministerio de Cultura Nacional (2020), “Somos cultura” de la Secretaría de Cultura y Patrimonio de Boyacá (2020), el “Programa Nacional de Estímulos” de la Gobernación de Boyacá (2021), 39° y 40° Semana de la Cultura Bolivariana y de los países hermanos en Duitama (2020 y 2021), tercer puesto en el 1er Concurso de Poesía Costumbrista en el XXI Bazarte de Pueblito Boyacense, Duitama. Cuenta con publicaciones en medios digitales como el primer número de la revista digital Cielo Sur con el poema “Batchué” (2020) y el Fanzine digital ESFIL “Memorias de pandemia” con el poema “Todo se acaba” (2020); publicaciones en físico, como la antología romántica El amor es puro cuento de Volar editorial, con el relato “Votos de silencio” (2021) (Igualmente nominado en los premios Volar Editorial 2022) y la antología “Pandemias crónicas, relatos de confinamiento” de la Corporación Cultural Alejandría, con el relato “Levedad” (2021). Actualmente tiene, en participación en espera de resultados, una antología propia de poesía dividida en dos partes y una colección de relatos de misterio; además trabaja en avances de su primera novela corta.
 
 
CONTACTO:
nathair.darkpoet@gmail.com
 
REDES SOCIALES:
 

LEVEDAD

 
Es cierto, todo fue muy angustiante, la vida avanzaba velozmente, a paso agigantado y sin espacio para detenerse a pensar. La vida nos arrastraba como un caudal recio de aguas turbias que llevan consigo despojos, a la deriva. Y todo iba tan aprisa, que nos tomó por sorpresa. Aunque pudimos haberlo visto venir, estábamos tan absortos en singularidades y superficialidades, que dejamos pasar por alto cualquier tipo de señal, pensando que simplemente esas cosas no ocurren en nuestro mundo, sino en otros de fantasía, de ficción, de la imaginación. Pero pasó. ¡Henos aquí!. Tuvimos que afrontar, sin importar su origen, objetivo o destino, aquello que nos cambió la vida; y supimos que no hubo distingo alguno para que termináramos sumidos en el encierro y el aislamiento, no solo de las cosas que hacen parte de nuestra rutinaria existencia y a las cuales nos acostumbramos como animales dóciles; sino aún peor, tuvimos que afrontar el distanciamiento de nuestros seres queridos, teniendo que vernos obligados a ocultar una sonrisa, privarnos de los saludos, los abrazos, los besos y distintas expresiones de cariño que nos distinguen como raza. ¡Tuvimos que dejar de ser, un poco!. Cautivos, como privados de libertad, nos vimos forzados a enfrentar duras realidades: la sociedad se enfrió, el comercio se resquebrajó, la economía se hundió y con ella, cientos de negocios y emprendimientos que mantenían familias enteras. Se desvelaron también muchas cosas, haciéndonos ver que aún no estábamos preparados del todo para el cambio; no para uno tan drástico. Tuvimos que dar la cara a la desazón, a la ruina, a la pérdida. No fue nada fácil. ¡Muchos ni siquiera lo soportaron y decidieron partir antes del final!. Otros nos quedamos por fé, por valentía, por optimismo o curiosidad; por lo que haya sido, aquí seguimos.
Mientras las cosas iban ocurriendo y avanzaban, fue natural sentir miedo ante la zozobra de no saber qué más podía ocurrir o qué tendríamos que enfrentar al día siguiente. La incertidumbre se hizo presente y mucho más fuerte que de costumbre, sobre todo cuando estamos siendo tan minados por noticias desalentadoras, cada día, a cada hora, un cúmulo excesivo de información que atenta contra la tranquilidad de la mente, del espíritu y de paso, la del cuerpo mismo.
Un buen día decidí que ya no me dejaría invadir con tanto contenido basura; decidí que quería experimentar cada día, como único; sin la presión del ayer o del mañana. Y así fue, comencé a ponerle filtro a los comentarios, a las conversaciones e información que llegaba a mis oídos, decidí quedarme con lo bueno y desechar lo no tan bueno; aquello me permitió tener más tiempo para mí, para mis cosas de interés genuino y que por alguna extraña razón, había dejado en el olvido. Curiosamente empecé a ver todo con un brillo diferente, de pronto el sol se hacía más tibio y la lluvia más tenue; las personas y las cosas podían ir y venir sin que yo las juzgara, los colores de las flores en la montaña se hacían más nítidos, el manantial corría con pasividad y el aire era suave, agradable, reparador; podía cerrar mis ojos y dejar que el viento me acariciara, mientras abrazaba un árbol para compartir con él, unos cuantos pensamientos, como si de mi mejor amigo se tratara; y un día cualquiera, resulté en conversación con un cachorro que encontré a mi paso. Fue algo extraño, casi como una locura con increíbles toques de cordura, porque empezaba a ver el mundo con mayor claridad, porque fueran cuales fueran las cosas que venían cada día, por fuertes, angustiantes o crueles que pudieran parecer, mi consciencia me permitió aceptarlas con buen humor e incluso con mayor comprensión, voluntad y compasión.
Creo que evitando ser parte de la corriente y conectando con la naturaleza, adquirí la capacidad de aprender a valorar lo que se tiene, por poco o mucho que sea; aceptando que aquello, puede mañana ya no estar. Aprendí a ver en las personas, no por su físico, su ropa, su título o su condición socioeconómica, sino todo aquello que le hace igual a mí. Aprendí también que nada está escrito y que cada nuevo amanecer es una grandiosa oportunidad para gestionar algo nuevo en mi interior. Aprendí a ver lo que antes me negaba a creer y eso me ha permitido tener una visión más abierta y precisa de este mundo que compartimos, en el que simuladamente, nos hicieron creer que éramos únicos, que estábamos acá para adiestrarnos, adquirir, poseer, temer y buscar ser; cuando en verdad estamos acá a voluntad, para descubrir lo que somos y aprender de ello, sin apegos y sin ego. ¡Cuánta falsedad hemos tenido que vivir!
Pero no es tarde, no importa el tiempo que haya pasado, si nos queda un largo o un corto camino en esta senda; lo verdaderamente importante es no caer en la trampa continua del engaño, aquel que veta nuestros ojos y nos mantiene atados a una celda que limita nuestro potencial, nuestro resplandor natural. Una trampa que nos hace creer que necesitamos de una cosa y otra, cuando en verdad, solo debemos deshacernos de tanta carga. La vida se ha encargado de irme mostrando un camino diferente, uno que muchos no tomarían por considerarlo descabellado o vano; pero que nos permite dejar de ser esclavos de las condiciones, de las creencias, de las ilusiones, de la manipulación, de un mundo que ha sido fabricado para hacernos parecer unas simples fichas de juego que pueden mover a su acomodo.
Créelo ahora, hay mucho más del otro lado de las barreras impuestas y si estás dispuesto a descubrirlo y deshacerte de las ataduras, el mejor medio es permitir a tu mente actuar con levedad, dejando que pase lo sombrío y la luz se abra camino, para actuar en ti. No es algo que implique adquirir conocimientos desmedidos de teorías descabelladas; por el contrario, se trata de vaciar tu mente de todo aquello que te ha sido impuesto. La tormenta puede ser intensa, tanto como para ponerte a prueba o debilitar tu fortaleza; pero si permaneces en calma y en sintonía con tu interior, no hallará forma alguna de vencerte. ¡Debes hacerte más y más fuerte!
Busca aquel lugar tranquilo donde puedas permanecer en silencio, siéntate, encuentra la posición adecuada para que la energía fluya en ti, cierra los ojos y respira profundo, haciendo uso de tu abdomen y no de la caja torácica, luego deja que suavemente el aire se escape por tu nariz, hasta que por sí mismo, el cuerpo sienta la necesidad de volver a inspirar. Sin afán, sin tiempo. Hazlo repetidamente hasta aquietar la mente y disfruta del proceso en el que todo tu ser conecta con la madre tierra y con el cosmos. Es tu naturaleza, solo debes dejarla ser.
Con levedad, te insertarás en un viaje que te hará trascender, infundiendo sobre los tuyos la llama de la libertad, para que se cultive sobre la faz de nuestra humanidad y se extienda como fuente áurea en el universo. Poco a poco, te irás dando cuenta de quién eres y para qué estás aquí. Ante la presión del mundo, no declines. Unidos somos más.
 
*     *     *
 
 
¿CÓMO?
 
¿Cómo entender el destino
que se nos ha dado?
 
¿Cómo entender cada paso
que damos en nuestra vida?
 
¿Cómo saber que en nuestro camino,
siempre encontraremos
junto al triunfo, el fracaso?
 
¿Cómo saber…
 lo que nos espera todavía?
 
¿Cómo hallaremos la solución
a tantas dudas y desaciertos?
 
¿Cómo sanaremos las heridas
de los dolores y sufrimientos?
 
¿Cómo y cuándo entenderemos
cada momento,
cada misterio,
cada cosa…?
 
Todo lo que en este tiempo
nos atormenta y nos acosa.
 
¿Cómo alcanzaremos la verdad,
sabiendo que vivimos
en un mundo de engaños?
 
¿Cómo vivir en paz,
 si en realidad todos
 nos tratamos como extraños?
 
¿Cómo continuar,
si ya no pertenecemos
al mundo de amor,
comprensión
y cariño?
 
¡Ya no existe en nuestro interior
ese inmenso amor de un niño!
 
¿Cómo ver más allá,
si nos enceguece
el poder, el dinero… el mundo?
 
¿Cómo intentar cambiar,
si no nos damos
a nosotros mismos,
ni un segundo?
 
¿Cómo darnos otra oportunidad,
si las que nos dio la vida,
una a una
las desaprovechamos?
 
¿Cómo?
Si matamos la valentía
con que nunca luchamos.
 
¿Cómo intentar luchar,
si no quedan otras armas,
sino las que...
siguen matando tanta gente?
 
Y nosotros
las hicimos más fuertes,
que las del amor del corazón
y los sueños de nuestra mente.
 
 
 
Nathair