ELENA ISABEL GONZÁLEZ RODRÍGUEZ -CUBA-

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Nací en San Antonio de los Baños municipio cercano a la capital de Cuba, pueblo conocido por la villa del humor. Desde muy pequeña sentí inclinación por la literatura, participe en talleres literarios donde fui creando la base para tiempo después escribir mis primeros cuentos. Soy especialista en artes de los medios audiovisuales, labor que desempeño, tengo un curso de Herramientas del escritor y un Pot Grado de Dramaturgia y Guion de Televisión.  He escrito cuentos al amor, al desamor, eróticos, también varios poemas, pero me afino más con la narrativa. Actualmente escribo guiones para programas dramatizados, pero siempre que puedo me siento a escribir narrativa porque continuamente hay algo que me inspira hacerlo.   
 

 

EL MEJOR REGALO


Una llovizna fina comienza a caer y me apresuro al igual que otros para cubrirme del aguacero, casi corriendo llego a un portal de un edificio en construcción.
Al otro lado de la calle veo varios niños jugando bajo sombrillas, una pareja de enamorados pasan sonrientes, yo permanezco en el mismo lugar, a pesar de tener prisa, no tengo más remedios que esperar ¡No puedo enfermar ahora! Estoy en este país por cuestiones de trabajo y en esta ciudad no conozco a nadie.
Una señora con su perro en los brazos pasa de pronto, luchando para cubrirse del aguacero, pero el animalito ladra sin parar, al parecer no le gusta andar bajo sombrillas.
Volví el rostro para echarme a reír y veo entonces a un hombre bien parecido, alto y fuerte  esconderse detrás de una columna y luego  saca su miembro para orinar.
¡Tener que ver esto un día como hoy, lluvioso, frio y lo más lindo sin un marido que me espere en el apartamento que estoy parando!
 No quiero mirar, pero la vista se me va para aquel hombre ¡Y al parecer nadie se ha fijado en eso! ¡Yo tan observadora como siempre!
La  sacude suave y se la guarda, mi vista y la de él se cruzan por un instante, me perece le dio pena, en cambio a mí me dieron deseos de ir hacia él y hacer el amor ¿Estoy excitada o tengo falta de sexo?
¡Sinceramente no sé, hace casi cuatro meses me divorcie y hasta el momento no había pensado en sexo!
Pero si, creo  me agrado verlo, aunque fuera por unos minutos, sentí una cosquilla por todo mi cuerpo, y una sensación agradable que hace meses no sentía.
Cruzo mis brazos y ahora me quedo sonsa observando el cuerpo masculino.
La lluvia cada vez más aumenta y en estos momentos desearía no escampara por un buen rato.
-¡Oh se me perdió de vista él hombre!
De repente siento una voz viril tras de mí. 
-Ya no podía aguantar, discúlpame. 
Me puse nerviosa al escuchar esa voz a mi espalda, cuando lo vi tan cerca me embargaron ansias de pasar mis manos por su pecho.
-¿Me escuchaste?- Me pregunto.
No conteste, nunca he sido tan lujuriosa pero este macho me despertó mis deseos sexuales.
-¿Qué…no me contestas? te pedí disculpas ¿O lo que vistes te asusto y quedaste muda?
 En otra ocasión le hubiera dicho grosero, insolente, obsceno, pero hoy no puedo ¡tengo ganas!
-Vamos -Me dijo,
 Segura estoy que se dio cuenta de mi falta de hombre ¿Qué hago? -Pensé
-Vamos- Volvió a repetir.
No sé quién es él, pero le tome la mano y caminamos bajo la fina lluvia hasta un apartamento en altos con un letrero discreto: Hospedaje.
Al subir las escaleras con una iluminación tenue, pellizco mis pezones por encima de la blusa, enseguida se me pusieron de puntas, al mismo tiempo me beso los labios.
¡Cuando hacía que no me tocaba un hombre, lo que  me lo estaba perdiendo!
Entramos en una habitación impecable, pero si estuviera regada, no me importaría. Se quitó la camisa bien planchada, luego el pantalón sin apartar su mirada de mi cuerpo. Al vérsela bien de cerca, no pude soportar, camine hasta él, sin pena la tome en mis manos, la apreté y jugué con ella por unos segundos, enseguida se le irguió, y ya no pude aguantar  al ver el tamaño que alcanzo, la pase por mi boca y  suave con la  lengua la acaricie.
¡ Este cabrón que apetitosa la tiene! Casi me ahogo, pero no puedo soltarla y más al ver en su rostro el placer provocado.
Luego me fue quitando la ropa muy rápido.
-Vamos apúrate, no aguanto más- Le dije loca porque me tuviera.
Él no hablo, me llevo hasta la cama, abrió mis piernas introdujo uno de sus dedos en mi vagina , moviéndolo cada vez más, di un grito y se emocionó, paso su lengua por mis pechos, mi ombligo, hasta llegar más abajo, sentí un placer y me revolqué entre las sabanas.
ÉL actúa con paciencia pero muy bien, volvió abrir despacio mis piernas, se encaramo sobre mí, y enseguida fui sintiendo algo nuevo pero muy   agradable.
-Muévete-  Me pidió.
Moví mis caderas de manera provocativa como nunca antes y empecé a quejarme mientras más sentía su sexo dentro de mí. 
-Grita más – decía pegado a mi oído, apretando mis nalgas.
Grite para que me oyera, estaba excitada y ansiosa por alcanzar el orgasmo, sus movimientos se volvieron cada vez más rápidos y violentos hasta que su grito y el mío se empalmaron en uno solo.
Aun con la respiración agitada, lamió mis pezones y luego paso su miembro pegajoso por mis senos.
Cuando bajamos las escaleras me sentí floja pero muy satisfecha de aquel hombre  y de la locura cometida.
Llegamos a la calle, nos miramos.
-¡Felicidades! -Me dijo
¿Por qué? –le pregunte.                                                            
-¡Es el día de San Valentín!
 ¡Quede sorprendida…no me acordaba!
-Igual, te felicito- Le dije mirándolo fijo a los ojos.
Nos fuimos cada cual por su lado, sin saber siquiera  nuestros nombres, empecé a reír – ¡Gracias San Valentín, me has dado tremendo regalo!
Camine por las calles airosa, la brisa que llegaba del mar cercano  me hacía mucho bien, al llegar al apartamento que compartía con otras dos muchachas puse el bolso en una butaca pequeña y camine hasta la ventana, la abrí, me puse entonces a observar la belleza de esta ciudad, crucé mis brazos y sentí el perfume de él, respire… cerré mis ojos para recordar aquel momento. 
Después me prepare un té caliente y me lo tome sentada en la cama, puse la taza en la mesita de noche cuando termine y me arrecoste sobre el almohadón. Al sentir algo que rodaban en el apartamento de arriba me desperté, me levante asustada, ya eran las siete del día siguiente,  corrí para no llegar tarde a la empresa en mi primer día de trabajo.
Cuando llegue ya estaban algunos compañeros en la sala de reuniones.
Me sentí nerviosa cuando todos se giraron hacia mí, me senté y sonreí, luego de poner mi laptop en la mesa mire al director, hubo una sonrisa hacia mí, pero me quede sin pestañear.
La reunión comenzó y luego de un momento me sentí en confianza ante personas desconocidas, hubo un instante que hasta reímos.
A la hora del almuerzo fuimos al comedor y me senté en la misma mesa de los tres que compartirían la misma oficina. Mirian una señora de casi cuarenta años, Lorena    una joven recién graduada y Humberto un señor cincuentón, hicimos sobre mesa y nos entendimos.
Al salir de la empresa por la tarde el director se ofreció a llevarme en su auto pero no acepte quería caminar para conocer un poco de la ciudad.
Mi teléfono sonó cuando iba a mitad de camino era mi madre preocupada, llevaba dos días aquí y no le había marcado, mantuvimos una conversación como siempre ella tan cariñosa y protectora Si supiera la locura que había cometido me mataría, me aturdió dándome consejos ¡Por dios ella no se da cuenta que tengo treinta y dos años!  le pregunte por mis hermanas y mi amiga para cambiar el tema, hasta que me dio las buenas noches y su bendición de madre.
A media noche tuve que levantarme y prepararme un té de tila, el rato que dormí tuve pesadillas con él, que idiotez mía no preguntarle su nombre, pero bueno ya no importa para mi será él solo eso.
Me senté acurrucada para tomarme el té, y por mucho que trate no dejaba de pensar en el rato de amor que me hizo sentir ese hombre desconocido, nunca había experimentado algo tan placentero.
Al día siguiente me concentré en mi trabajo, pero me sentí estropeada y soñolienta.
- No dormiste bien -Me pregunto Lorena al verme bostezar muy seguido.
Le respondí haciendo un gesto negativo con la cabeza.
Enseguida Mirian se levantó y después de un rato me ofreció una taza de café fuerte recién colado, estoy acostumbrada a tomarlo de otra manera pero en realidad así me pareció  de maravilla.
Pasaban los días y yo no conseguía olvidar a él, me molestaba ahora en estos momentos saber que paso por mi vida y ya, tenía que contárselo a alguien no podía vivir con aquello atragantado, desahogarme me haría bien, por lo que decidí llamar a mi amiga y contarle.
Después de la hora de almuerzo busque un sitio donde no estuviera nadie y me senté en un banco de la terraza de la empresa.
-Hola amiga que bueno escuchar tu voz- Fue lo primero que le dije a Leysa.
Ahí le conté de mi experiencia y de cómo me sentía luego de lo ocurrido, Leysa lo único que hacía era reírse.
-¿No vas a decirme nada? Le pregunte molesta.
-Que te voy a decir  hiciste bien amiga, si te gusto ¿cuál es el problema?
Pensé que conversando con Leysa me iba a sentir mejor y sin embargo ella me ha puesto la cabeza peor, como voy a buscar a un hombre que ni conozco su nombre en un país desconocido para mí, que locura la de mi amiga.
Cuando llegue al apartamento por la tarde me cambie de ropa y me puse algo deportivo y salí entonces a correr un rato siempre guiándome por el GPS del teléfono.
Cuando llevaba casi media hora corriendo me pare para respirar un poco y me doy cuenta que en la otra senda de la calle  hay una pareja que conversa y pero ambos gesticulaban al parecer estaban molestos. Ella le dio la espalda dejándolo con la palabra en la boca y se marchó…Mientras me  acerco  fui reconociendo al hombre que al verme se sorprende como yo de volvernos a encontrar.
Al pasar por su lado no sabía qué hacer y seguí corriendo con pasos lentos, escuche de nuevo su voz decirme - No te vayas…espera…
Detuve mis pasos y él se me acerco y me abrazo, solo escuche decirle- Sabia que te encontraría.