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MARZO DE 2015 - DIRECTOR: MARIO BERMÚDEZ - EDITORA: PATRICIA LARA P. - BOGOTÁ D. C. - COLOMBIA

EL MITO COSMOGÓNICO: MARIO BERMÚDEZ

 

Detrás de todo mito subyace la realidad

Indudablemente que a través de toda la historia del hombre, éste de forma vehemente se ha preocupado desde diferentes ópticas por el origen de las cosas y de su propio ser, tratando de desenmarañar los secretos de su entorno, de su vida y de la constante relación entre uno y otro. Esta constante se ha demostrado desde las culturas más antiguas, incluyendo a las prehistóricas, es decir, desde el momento en que el sapiens adquiere la capacidad del razonamiento abstracto. El deseo de justificar la existencia y esencia de las cosas, siempre ha tenido una respuesta, que aunque no es, de ningún modo, definitiva, cumple con las expectativas y tranquiliza al tener una respuesta inmediata. Obviamente que estas respuestas inmediatas, aunque se pretenda, realmente no son verdades inamovibles, sino que dentro del proceso intelectivo, se aceptan modificaciones y hasta nuevas respuestas diametralmente opuestas a la inicial. Es probable que el mito cosmogónico, aquél que se refiere a la creación del Universo, haya sido desde tiempo remotos una de las cuestiones esenciales en el devenir humano, para tratar de explicar su existencia y esencia dentro de la creación. En consecuencia, el mito cosmogónico ha transitado desde los relatos más ingenuos y bellos literariamente, como un homenaje a la imaginación humana, llegando hasta los lindes de la propia ciencia cosmogónica, que ha elaborado la hermosa teoría del Big-Bang ,sobre todo para quienes presumen de ateos, con la que pretenden convencernos, al igual que el mismo relato bíblico, que es una cuestión apodíctica, ya resuelta, ya definida, hasta el punto de convertirse en un dogma científico, que tiene que ser aceptado para no contradecir las verdades científicas, que tanta investigación y tiempo han demandado.

El hombre antiguo poseía, como es natural, una visión muy limitada del mundo, llegando a deducir que simplemente era su entorno próximo, con algunas montañas, algo de mar, unos ríos, algunos lagos, un desierto, pero, ante todo, había un elemento común que compartían sin importar el lugar del mundo en donde habitaran: el firmamento, ni más ni menos. Esta relación de sapiens-entono y de entorno-sapiens se convierte en el germen que da origen al mito cosmogónico a través del intelecto humano. Lo primero que acude a resolver las respuestas sobre el mundo, es la sensación inmediata, la misma que se percibe durante la cotidianidad. La tierra parece plana, entonces, es plana, pero contrariamente a ésta, el firmamento es como una cúspide, con cuerpos celestes que le dan la vuelta a la tierra. Allí, en esa sensación y percibir primarios comenzaba la definición de ¿qué es el mundo?, y, subsecuentemente, a preguntarse ¿cómo se originó ese mundo? Porque todo tiene su origen y su fin, así como el día despunta al amanecer, pero muere al atardecer para darle paso a la noche, que también sufre un proceso repetitivo o cíclico. El ser humano primitivo, animista prístino, se le antojó que todo poseía vida; y no estaba equivocado si argumentamos que la energía es la forma de vida del Universo. Muchos mitos imaginan al Universo como un gigantesco animal vivo, en donde cada órgano, a pesar de ser independiente, depende el uno del otro: el todo dividido, pero siempre todo. Cuando el sapiens en medio de su devenir cotidiano observaba que los astros se movían invariablemente a través del firmamento, imaginó que estos entes astrales eran seres vivientes y que, como el hombre mismo, tenían la capacidad de pensar y de decidir. La tradición contaba que el sol, la luna y las estrellas siempre habían estado rigiendo el firmamento, por lo cual se llegó a deducir que los astros eran eternos, una cualidad que los humanos no poseían. Además, extraordinariamente, poseían el don de la ubicuidad, pues se les veía en todas partes al mismo tiempo. Si estos seres astrales eran eternos y capaces de pensar, entonces eran seres superiores, no sólo por estar arriba en el firmamento; además, poseían una cualidad que no tenía el sapiens: eran seres resplandecientes. Así que los astros comenzaron a ser denominados seres resplandecientes, y comenzaron a denotar superioridad. Todo indica que la raíz antiquísima div, de origen indoario significaba resplandor, y que de aquí se derivaron las subsecuentes denotaciones de divinidad [1] en otros idiomas.

Acontecía que los astros resplandecían en menor o mayor intensidad, muchas veces sin importar su tamaño. La luna, entre nosotros femenina pero entre los semitas masculina, tenía un tamaño similar al del sol, con un resplandor suave que permitía observarla directamente, mientras que al astro rey, no. Lo más sorprendente era que la luna cambiaba de forma regularmente, generándose así una forma de medir el tiempo. El sapiens descubrió que los astros, de una y otra forma, influían en el entorno próximo y aún en sus vidas, llegando ulteriormente a fijar sus destinos dependientes de los seres resplandecientes, poderosos y eternos.

A raíz del conocimiento físico precario, basado en la sensación y en la observación simple, los antiguos comenzaron a imaginar, es decir, a responder el cuestionamiento de ¿cómo se originó el mundo? La primera hipótesis, ya debidamente fundamentada, establecía que había en el firmamento unos seres superiores a quienes se les llamaba dioses o divinidades. Estos dioses eternos, poderosos, omnipresentes y resplandecientes, tenían una capacidad de raciocinio superior también, pero, infaustamente, poseían, al igual que el sapiens, pasiones. Ahora, si los astros influían poderosamente en el mundo, controlando hasta el destino de los humanos, entonces, sin duda alguna, ellos eran los artesanos o creadores del mundo. Se llegaba, pues, a una conclusión irrebatible: los dioses eran los creadores y criadores de todo lo existente, que era único aunque dividido, pero siempre único, es decir universo. Las pruebas eran contundentes, pues el sol, la luna, las estrellas y los demás astros influían en la vida y en el mundo, y como esta influencia era variable, sencillamente actuaban de acuerdo a su modo de pensar, también variable en el ser humano. Así que el sapiens descubría que era hijo de los dioses, que, aunque no era eterno, compartía algo de la naturaleza resplandeciente o divina. Pero el ser humano se comportaba, tenía una conducta personal y colectiva que podía agradar o desagradar a los dioses, sus padres-madres. El sol, por ejemplo, le da origen a las estaciones, rigiéndose por intermedio de sus ciclos la incipiente actividad agropecuaria de las primeras colectividades humanas en los albores de la civilización. La luna, de la misma forma, regulaba muchas actividades del hombre, y los dos astros determinaban, creaban, el tiempo, el cual el sapiens apenas era capaz de medir.

De acuerdo a la evolución socio-cultural del ser humano, al desarrollo de su pensamiento, las teorías mitológicas fueron desarrollándose también. En nuestra cosmovisión, afectada inicialmente por el mito ariosemita de la creación y por el mito contemporáneo del Big-Bang, se puede argumentar que la trinidad intelecto, entorno y mito, dan origen a algo que hemos decidido llamar ciencia, es decir, una explicación de pretendido carácter objetivo e inmediata, pero dinámica mediáticamente,[2] a pesar de que en el momento histórico se creen mecanismos de ataduras conceptuales que pueden acudir al castigo físico por pensar diferente a la verdad establecida.

Así que de las observaciones y de las sensaciones primigenias, que no satisfacían del todo la cuestión, se pasó a una argumentación por fuera de lo físico, es decir, sobrenatural que se fundamentó en inferencias de acuerdo a las sensaciones: todo tenía una respuesta, así no se tuviera directamente en las manos, pues esta dependía exclusivamente de los dioses, que solamente dejaban escapar una pequeña pista hacia el entendimiento humano. Dentro de esa nueva concepción de relación entre los dioses y los hombres, propia de la evolución cultural del sapiens, se desarrolló la mitología [3] cosmogónica, que ahora no solamente daba una explicación de cómo se originó el Universo, sino que establecía una relación familiar, de padres-hijos, entre el ser humano y sus dioses.

En un estudio algo escrupuloso, se puede advertir que se trata de una misma teoría cosmogónica con multitud de variantes, que en muchos casos presentan una enorme similitud, lo que fundamenta nuestra exposición. Debemos partir, consecuentemente, desde el mito cosmogónico bíblico, porque es con el cual nos criamos y adquirimos consciencia para establecer el origen de las cosas. Un mito dogmático hace fáciles las cosas, porque nos da una respuesta inmediata que no puede ser debatida ni cuestionada, evitándonos así la molestia de ponernos a pensar, lo que resulta innecesario porque todo ya está resuelto, y por adenda puede causarnos problemas ya que corremos el riesgo de salirnos del dogma y eso se penaliza con un castigo grave. Lo que a primera vista nos parece sorprendente, deprimente y hasta defraudador es que esa verdad incuestionable y única, se rompa repentinamente al descubrir que ni es única, que ni es original y que ni es irrefutable, pues la historia, con todas sus debilidades y torpezas humanas, nos señala lo contrario. Sabemos, casi como verdad de apuño, que en Oriente, en esa franja que empieza, para nosotros en Palestina y termina en India, surgió la civilización y que desde allí se sentaron las bases de la denominada cultura occidental. En esta franja se produjo la simbiosis de las civilizaciones, atizada por dos pueblos, el semítico y el indoario, llamado también indoeuropeo. [4] Como la civilización se define por tres aspectos fundamentales, organización social, desarrollo científico y creencias religiosas, para crear la noción de grupo humano capaz de generar dinamismo histórico, se puede argumentar que, en conclusión, la diferencia entre ambos pueblos de Oriente, son meramente semánticas. Pero como a la historia le encanta definir, separar y diferenciar, pues, gracias a la lengua como trasmisora y ejecutora de la cultura, diremos que eran dos pueblos: el semita y el indoario. El primero oriundo de la península Arábiga, abarcando inicialmente el norte de Egipto, Palestina hasta fundirse en Babilonia con los indoarios. El segundo pueblo, se presume históricamente, que tuvo su origen en Asia Central, pero que en sucesivas oleadas llegó al sur asiático, estableciéndose en India e Irán, en donde contribuyeron al desarrollo de la civilización.[5] Mesopotamia, por lo atractivo de su fertilidad y su posición nuclear en Oriente, se convirtió en el eje de esos pueblos, a donde fueron a confluir dando cada uno los aportes fundamentales en los albores de la civilización[6], o como la mayoría de los historiadores consideran, en el florecimiento de la civilización.

Teorías modernas establecen, pues, que ese intríngulis de lo que somos hoy en día, se lo debemos fundamentalmente a esta fusión de los dos pueblos, el semítico y el indoario, que a través de dos elementos substanciales como lo son la lengua y la mitología religiosa, nos heredaron la ciencia en sus diversas manifestaciones y el basamento político de la sociedad. Pues bien, a nosotros llegó el mito cosmogónico gracias a la Biblia, trasponiendo un largo camino que parte desde la cultura judía, siguiendo por el jesuasismo helénico, hasta llegar al cristianismo romano. Lo que muchos trataron de ocultar y que pocos sabían, es que el mito cosmogónico no empezaba apodícticamente en la Biblia o en la tradición judía, sino que iba mucho más allá en el tiempo y en la historicidad, remontándose a la famosa Babilonia [7] y continuando, para sorpresa, aún más allá, hasta situarse en Irán e India, a donde se presume que llegaron los primeros indoarios y se fusionaron con los habitantes primarios como los drávidas indios. Devolviéndonos tenemos que los conceptos primigenios surgieron, todos los aportes históricos lo indican así, de la fusión mitológica de los pueblos invasores y los pueblos autóctonos de India e Irán. Como suele suceder, el elemento fundamental indoario permaneció prácticamente inmutable en las nuevas creencias, aunque los aportes autóctonos hayas servido para matizar las ideas mitológicas. A medida que los pueblos se fueron desplazando en sus expansiones, las ideas mitológicas [8] y la propia lengua [9] iban sufriendo transformaciones someras, sin afectar la esencia. [10]

Todo indica, y aun así lo infiere la Biblia, que los indoarios, esa mezcla de iranios e indios originarios con los conquistadores de Asia Central, llegaron a Mesopotamia en donde se fusionaron con los semíticos,[11] a pesar que a consecuencia del celo propio de los pueblos, presentaron divergencias y diferencias que aún permanecen entre unos y otros hasta nuestros días, pero que al vez los ha mantenido con una identidad histórica innegable, hasta el punto de que el cristianismo, así fuese romano, se convirtió en el fundamento de la sociedad europea; el mismo Islam ha influido en la cultura europea por medio de las invasiones de los moros y por medio del pensamiento científico. La cultura judía, debido a la Diáspora, también influyó en la sociedad europea, hasta el punto de que se le señala como el principal baluarte de la sociedad capitalista. No se debe olvidar, tampoco, que unos pueblos de origen indoario, llamados indoeuropeos fueron la fuente de expansión, evolución y dinamismo de la civilización en Europa, y de aquí a América; me refiero a los griegos y a los romanos. Algo que parece sorprendente y hasta inexplicable es determinar cómo los pueblos de un mismo origen, no comparten al mismo tiempo la civilización, [12] pues se sabe que las etnias llamadas bárbaras en Europa y en Asia, eran de origen indoeuropeo (euroasiáticos) de aspecto caucásico, pues los de aspecto mongólico son considerados de distinto origen, (orientales). Asimismo, los mismos semíticos, a pesar haber tenido una cultura floreciente en Babilonia y Asiria, también tuvieron tribus subdesarrolladas en el desierto y en ciertas regiones de Palestina, que eran nómadas pastoriles que vivían casi de forma prehistórica y que apenas poseían vagas ideas religiosas y una incipiente organización económica y social.

En consecuencia, podemos hablar de un solo mito cosmogónico con diferentes variantes e interpretaciones, en donde los hechos son similares y solamente cambia el nombre de los personajes, que se convierten en dioses, héroes y hombres de cada pueblo en particular. El nervio del mito, y consecuentemente el soportal de la religiosidad actual, se conserva sorprendentemente inalterable a pesar del tiempo. No es de sorprender que la mitología religiosa, y en este caso el mito cosmogónico, haya llegado hasta nosotros gracias a los semíticos y a los indoeuropeos, pomposamente de origen ario, pretendiendo ocultar por falsa conveniencia el mito cosmogónico brahmánico, el mito védico, el mito zoroástrico y el ulterior mito babilónico, de donde, posiblemente, pasó por vía directa al judaísmo, de aquí al cristianismo y al islamismo. El ocultamiento se hace generalmente de forma inconsciente, pues un pueblo que se organiza como nuevo, siempre tiende a desprenderse de su origen primigenio para establecer uno nuevo, que le permita identificarse como una sociedad diferente a la de sus antecesores, generalmente reconocidos como subyugantes, de los cuales han debido liberarse. En este sentido, aunque el mito perviva fundamentalmente, éste se adapta a las nuevas circunstancias, desligándose también del pasado, dándole a los dioses y a los héroes nombres en la lengua local. También parece sorprendente el mito hindú, con justificación filosófica [13], atribuido a autores indios antiguos. [14] A continuación me permito exponer la mitología cosmogónica hindú que considero importante, para establecer las similitudes y las divergencias con la mitología que ha llegado hasta nosotros a través de la Biblia, del Corán y de las hipótesis científicas contemporáneas.

Las tapas

Los himnos cosmogónicos hindúes, de carácter religioso y pseudofilosóficos, señalan que existe una materia única y primordial, que es el calor, llamados por ellos tapas. Igualmente existe un segundo elemento denominado satmusara, que significa agua. El tercer elemento de la creación es el “tiempo”, que resulta ser el dios supremo llamado Kala. El concepto creacionista de los himnos cosmogónicos indios señala que la materia palpable, de la que se compone el mundo físico, es, nada más y nada menos, que el agua, (el primer elemento material). Este principio materialista forma el mundo, forma a los dioses e incluso al mismo Sol, que posee la categoría del primer ser consciente. En cuanto a la materialidad del mundo, [15] la teoría cosmogónica hindú es similar a la elaborada por el filósofo Tales de Mileto en el mundo heleno.

Explosió Solar

Una teoría que, aunque muy antigua, posee una similitud extraordinaria con el actual Big-Bang es la de Narayana, pensador que argumentó que hubo una explosión metasolar de un sistema que llamó Parusa, algo así como “Súper Sol” [16]. Parusa estaba dividida en cuatro partes, la primera parte, la segunda y la tercera explotan alternativamente para dar origen al sol actual, a la luna, a los planetas y a las estrellas. La cuarta parte desciende para formar a la actual tierra enfriada. En la teoría mitológica del pensador hindú Narayana, se puede establecer, por ende, la importancia del culto solar, al señalar que el astro es lo más parecido a la Parusa, constituyéndose en alma y nervio del Universo,[17]transformándose, a la vez, en el ojo de toda la Creación.[18]Sin embargo, la Parusa es todo lo superior y trascendente al universo físico, porque de ella se deriva el primer y último fundamento, pero el Sol[19] es lo más semejante a ella… En esencia, la Parusa es “la suma de todas las cosas”. [20].

El Aristóteles hindú

Todo indica que Mahidasa fue un pensador indio más elaborado e incluso con mayor sustentación histórica; fue llamado el “Aristóteles Hindú”. Aparte de algunos otros conceptos filosóficos, elaboró una interesante teoría sobre la creación. Mahidasa señaló que existen dos universos, uno físico que es inerte y otro orgánico que es vivo… El pensador sostuvo que la naturaleza es un sistema de graduaciones de existencia y que los cuerpos celestes son inánimes e inmóviles. Empero, el Universo en generales una forma viva, algo así como un inmenso animal, y está compuesto por las esferas [21] de cielo, firmamento y tierra. La teoría de Mahidasa propende, en últimas, por una esencia sobrenatural y divina, al sostener que el cielo (el primer y fundamental elemento la hipótesis) es la ofrenda que da el calor que crea todo lo existente. Sostuvo que el Sol es el germen de los dioses, el poder unificador y el alma del Universo. Aquí se denota la importancia de un pensamiento solar divinizado, común en la mayoría de los pueblos antiguos de la Tierra, así no tengan la elaborada concepción filosófica de Mahidasa. [22] Mahidasa estableció que el firmamento es el espacio entre el cielo y la tierra, y que la tierra está impregnada y purificada por el aire. El pensador creyó que en el Universo nada decae, por tanto, al pertenecer el Sol y la Tierra al Universo, éstos tampoco decaen; esto supone la eternidad e inmutabilidad de la creación.

Las teorías filosóficas hindúes que se han expuesto, y que se presumen muy antiguas, se convierten en el basamento del pensamiento religioso indio, el cual se ha convertido en sincretismo en la religiosidad védica y brahmánica, pasando de allí, tácita o explícitamente, a los demás pensamientos religiosos. Indudablemente a esta simbiosis filosófica y religiosa no pudieron escapar los pueblos comunes y corrientes para convertir las creencias en mitos sencillos y extraordinariamente fabulosos. [23] Las consideraciones iníciales, suponen que desde Irán e India, la corriente mitológica llegó a Mesopotamia a través de las diversas culturas, desde Sumer a Hammurabi, incluyendo a los Asirios y Babilonios, hasta llegar a oídos e incluso a la práctica y tradición de los pueblos semíticos. Uno de esos pueblos semíticos fue el de los hebreos, quienes a consecuencia de su trascendencia histórica, gracias al cristianismo romano, dieron a Occidente el mito cosmogónico de la Biblia.

Después de la mitología filosófica hindú, de origen indoario, de la creación, expondré los mitos cosmogónicos tradicionales más relevantes y, por supuesto, más influyentes en la variante bíblica, que es con la que hemos tenido el primer contacto materno.

El mito cosmogónico en el zoroastrismo

El mito cosmogónico del zoroastrismo presenta similitudes extraordinarias con el mito semítico, posteriormente trasladado a Occidente por cuenta del cristianismo romano. [24]En el zoroastrismo retoma el mito de la religiosidad antigua persa y establece el concepto de religión. [25]Hay un dios superior llamado Ahura Mazda, [26] también conocido como Ormuz, quien es el creador de todas las cosas benéficas. Ahura Mazda es también el dios artesano del mundo, creándolo en siete jornadas, casi en el mismo orden en que nos lo cuenta la Biblia. El dios está asistido por seis genios que son los inmediatos gobernadores del mundo; uno de estos genios es Izads, alma de la inocencia y de la felicidad. El dualismo zoroástrico tiene una semejanza muy apreciable con el dualismo semítico [27], por no decir que exacta. Ahura Mazda entra en pugna con Arhimán, el demonio, amo de los abismos y de las tinieblas. Al demonio lo secunda un genio maléfico llamado Petash, quien es el que instaura entre los hombres la calumnia [28] para crear la confusión entre los primeros seres humanos: Meshia, el equivalente al Adán bíblico, y Meshiana, el símil de Eva. El genio maléfico induce a la primera pareja a la desobediencia en contra de Ormuz, aprovechándose de diferentes tretas para lograr su cometido. Meshia y Meshiana son expulsados del Jardín.[29]

Dentro de la teoría general, es algo un tanto comprometedor establecer el porqué de tanta similitud entre el mito zoroástrico y el mito semítico. El zoroastrismo, al igual que las religiones posteriores, solamente vino a tener un cuerpo de escrituras después de muchos siglos, realizándose traducciones, compilaciones e interpolaciones que, es bien entendido, han podido modificar las leyendas, pero sin alterar su esencia. Bien se puede argumentar por los cristianos que el mito zoroástrico fue tomado del bíblico, y no al contrario, como se infiere con sólidos argumentos. Esta podría ser una alternativa y un buen argumento, puesto que, como ya se señaló, los cuerpos de las escrituras sagradas se vinieron a conformar posteriormente, incluso cuando ya estaban las religiones fundamentales establecidas. Unos y otros, durante este proceso, han podido tomar prestados los mitos y adueñarse de ellos. Lamentablemente, la psique humana indica lo contrario, pues el mito no ha sido tomado por uno o por otro en calidad de hurto o de préstamo, sino que ha circulado desde tiempos antiquísimos en su esencia como algo inherente a la tradición, sin alterar la esencia o la columna vertebral. En conclusión, como ya se ha dicho, el mito en esencia es uno solo, con diversas variantes y matices dentro del tiempo y el espacio que se presentan como identidad de un pueblo determinado. Lo que resulta censurable a la luz de la objetividad, del cuestionamiento y del raciocinio, es que un grupo pretenda tener el mito como exclusivo, único, apodíctico, inmutable y originario.

El zoroastrismo fue condenado por la desidia humana a su desaparición, al no tener en sus huestes a un rey poderoso que fuera capaz de extender dicha religión, como si la tuvo el cristianismo romano con Constantino y con Teodosio [30], y como la tuvo el islamismo con Mahoma y los califas sucesores, que no solamente expandieron una religión, sino que crearon un vasto imperio [31]. Sin embargo, hoy en día sobreviven unos corpúsculos zoroástricos en Irán e India con el nombre de parsis. Volviendo al mito zoroástrico, es admisible pensar que fue tomado por los semíticos que habitaron en varias épocas en Mesopotamia, a donde ha debido llegar por vía irania. La misma Biblia admite la presencia de los judíos en Babilonia y nos relata que Abraham era oriundo de la ciudad mesopotámica de Ur, de donde salió por mandato divino, ya que se le había prometido una tierra allende del Éufrates y del Tigris. La biblia justifica el término “semítico” de Sem, el padre de Abraham, mientras que los musulmanes, sin negar que sean semitas, se dicen descendientes de Ismael, [32] el hijo de Abraham. En conclusión, pertenecen al mismo tronco de Sem. Debe tenerse en cuanta que la reforma zoroástrica se realizó casi alternativamente con los posibles primeros royos bíblicos en Israel, hacia el año 600, antes de nuestra era común, pero la mitología cosmogónica persa, el cuerpo del mito zoroástrico, puede establecerse entre los siglos XI y X, antes de nuestra era común. La historicidad semítica infiere que Abraham debió vivir entre los años 2.000 y 1.500, antes del calendario romano actual[33].[34]

El mito cananeo

Para estar más próximos a nuestra condición de descendientes directos semítico-romanos de la religiosidad impuesta, es necesario destacar el mito, igualmente semítico, de los cananeos en el Cercano Oriente. Este mito también se le atribuye a los fenicios, un pueblo de origen incierto, a pesar de haberse establecido en Oriente Próximo, más exactamente en la Palestina antigua, y de hablar una lengua semítica influida por los sumerios y los acadios. Parece que fenicios y cananeos se fundieron en un solo pueblo que, posteriormente, fue absorbido por los hebreos, en donde tuvieron una fuerte influencia religiosa y lingüística. La misma Biblia nombra a los dioses cananeos, censurando la forma en que algunos impíos traidores le rinden culto a los dioses extranjeros. Las palabras “Baal” y “Adonay” en cananeo, que significan Señor, fueron empeladas en la Biblia para referirse al impronunciable nombre del dios hebreo. El mito cosmogónico de los fenicios también tiene una similitud con el mito cosmogónico griego, posteriormente convertido en pagano, al imponerse el cristianismo.

El mito cosmogónico cananeo-fenicio señala que el Caos es la misma nada, o el tiempo y el límite sin nada. De las propias fuerzas surge el deseo de donde nace el primogénito barro, que es lo que determina la existencia de todo lo material. Todo este componente forma un huevo de donde nace el sol, las estrellas y la luna; luego aparecen los animales sin sentido, descendientes de los animales inteligentes. El mito es inmediatista al igual que el de la Biblia, y en muchos aspectos se asemeja al mito cosmogónico griego, solamente que los griegos lo convirtieron en epopeya para darle fuerza y sentido propio a su historicidad, el cual pervive hasta nuestros días gracias a la literatura.

El mito cosmogónico en América precolombina

En tiempos de la conquista de América, los españoles se dedicaron a exterminar las culturas autóctonas del Nuevo Continente, en aras de instaurar “la verdadera civilización y la verdadera religión de Cristo”, pero ante todo con la intención de enriquecer su imperio. Esta influencia hispana se plasmó en la forma como, posteriormente, se compusieron los relatos míticos de los indígenas, dándoseles un giro y un trasfondo veladamente bíblico para justificar la “universalidad y unicidad fáctica del catolicismo”. Sin embargo, el sustento legendario se conservó en algo, llegándose a conocer de forma bastante profunda la religiosidad de los indígenas precolombinos. Continuando con mis proximidades, destaco la religiosidad chibcha con un dios solar llamado Xué y una diosa lunar llamada Chía. De igual forma, llegó hasta nosotros el mito de Bochica, el Señor mediador que le enseñó a los chibchas el arte de la agricultura y de la orfebrería, y a quien se le debe el prodigo de haber desaguado un gigantesco lago en donde actualmente se yergue en medio de los Andes la ciudad de Bogotá.[35] El mito cuenta que Bochica, un señor de largas barbas blancas, con una varita mágica abrió un boquete en la cordillera, lo que al desaguar el gran lago, formó imponente y majestuoso el Salto del Tequendama, dejando apenas un río que atravesó la nueva sabana.

El mito teogónico chibcha, a pesar de su influencia europea, cuenta lo siguiente: “Al comienzo todo estaba sumido en las tinieblas. La tierra era blanda y fría y nada había en ella. No había plantas ni animarles, ni belleza. [36] Todo era desolación. No había hombres, pues los únicos seres vivos sobre la tierra eran el dios Nemequene, su mujer y su hijo. Nemequene quiso crear la vida y la belleza sobre la faz de la tierra. Así, tomando un poco de barro blando y frío, modeló las figuras de los hombres y de los animales. El dios trabajó muchos días en su obra, pero los muñecos que hacía no tenían vida, pues no podían moverse ni respirar. Pasaron años y más años, y todavía no había nada más en la tierra que Nemequeme y su familia. Por último, Nemequeme llamó a su hijo y lo envió al cielo para que iluminara la tierra. El hijo de Nemequeme llegó al cielo y se convirtió en Suá o Xué, es decir, el Sol que de tal forma iluminó el mundo oscuro. Los brillantes rayos de Suá iluminaron la tierra y el frío barro se calentó.” Hasta aquí consideramos que concluye este mito cosmogónico. [37]

De la teoría al dogma: el Big-Bang

Aunque manifiesto una inquietud muy grande porque hasta en los libros escolares se está presentando esta teoría como un dogma, no puedo desconocer que es un intento y esfuerzo plausible, desde el punto de vista cientifista, para resolver la cuestión del mito cosmogónico; pero, de ahí no más. Ese afán desmesurado por dogmatizar la ciencia y plantear hipótesis de tan imposible comprobación, fenómeno inherente a la psique humana, no puede fijarse como la idea de que “la ciencia es la última palabra”, porque, efectivamente, cuando la ciencia se dogmatiza, deja de un lado su esencia dinámica. La misma ciencia es producto del intelecto humano, y como tal está sujeta a todas sus limitaciones, sus concepciones dialécticas y hasta por influencia de las pasiones humanas.

Había una vez, en lo más remoto de un espacio vacío, en donde no había tiempo ni nada, apenas un diminuto punto de materia cósmica, que encerraba dentro de sí todo el poder de la creación del futuro Universo. Las fuerzas interiores de este punto de materia cósmica, estas muy poderosas, dinámicas y evolutivas y conformadas por sus partículas subatómicas [38], concluyeron que debían crear el Universo, y entonces decidieron explotar para lograr el objetivo. Al juntarse todas estas partículas y eclosionar como un huevo sideral, hubo una gigantesca e inimaginable gran explosión llamada “Big-Bag”, que aconteció en una fracción de segundos y que iluminó poderosamente todo el espacio vacío hasta el infinito, comenzando a dar origen al tiempo. En el mismo instante en que las sub partículas dieron origen a la explosión, comenzaron a conformarse los semidioses atómicos, dando origen así al espacio, generándose una acumulación de energía que, posteriormente, comenzaría a darle forma al Universo. En los primeros segundos del Universo, porque ya había sido creado el tiempo hacía sólo un instante, se constituyeron loas elementos fundamentales, dioses creadores de lo palpable y visible realidad. Las divinidades atómicas, liderados por el poder del gran dios Átomo comenzaron una lucha contra las divinidades de la diosa Antimateria, para generar cuasi infinitos bloques de energía radiante, entonces surgió la diosa Luz, que habría de iluminar y darle calor al Universo. En esa lucha constante, se iban generando grandes masas celestes conformadas por el dios Átomo y sus huestes, que de la velocidad del Taquión [39] iban pasando a la velocidad de la diosa Luz, hasta ir expandiéndose por el infinito espacio en donde no había nada, con la intención de coparlo . La radiación de los enormes y poderosos dioses astrales se fue fragmentando al igual que sus cuerpos, perdiendo intensidad, a medida que se expandían por el espacio vacío, conformando así gigantescos sistemas ancestrales y oscureciendo el Universo, dejando como antorchas de energía a los semidioses que todavía arden, pero que algún día se extinguirán en brazos de la diosa Entropía. Alrededor de varios sistemas de dioses luminosos y de dioses opacos, se fue generando la constitución de nuevo elementos, siempre creados por el dios Átomo, hasta que la que en el Panteón decidieron unirse los dioses Carbono, Oxígeno e Hidrógeno, en compañía de otros dioses menores como Calcio y Fierro, para crear la vida irracional. El dios Misterio, de quien se dice es el más poderoso de todos los dioses, en un insuflo creó unos seres vivos a quienes le dio el poder constructor y destructor del “Intelecto”….

Bueno hasta aquí el mito cosmogónico del Big-Bang. Obviamente que es muy plausible el intento de los científicos, esos profetas y taumaturgos modernos, por adentrarse en el entresijo de la misma materia, hasta el punto de descubrir que el átomo ya no era una “unidad”, sino que se convertía en un sistema compuesto por partículas que de una u otra forma se interrelacionan entre sí y con partículas de otros átomos, para crear fenómenos como el electromagnetismo. Con un ingenio favorecido por el avance tecnológico, siempre sujeto a la creatividad intelectiva del sapiens, se adentraron en ese mundo subatómico, denominando a esta nueva disciplina científica “física cuántica”. El estudio del microcosmos, más “palpable”, y el estudio del macrocosmos, más de “inferencia”, los fenómenos observados y sus consecuencias relativas, dieron origen al mito científico cosmogónico del Big-Bang. La teoría presenta algunas contradicciones que escapan al marco lógico intelectivo y que, por añadidura, se determinan por la dificultad que al estar mirando a los cuerpos celestes, realmente estamos observando el pasado. De hecho, entre más lejano esté el cuerpo celeste, más hacia el pasado se está observando. En este sentido no sabremos nunca si en Universo ya se expandió totalmente, si realmente es inmoto en la actualidad, si el espacio vacío de antes ahora está copado por la fusión de esas primigenias partículas del Big-Bang, porque lo que vemos ya sucedió y no es el presente que nos pueda dilucidar cómo es el Universo actualmente. Y quedan para el raciocinio terribles preguntas:

¿Tiene el espacio vacío la cualidad de infinito y de nada? ¿Qué une y que hay exactamente entre un cuerpo astral y otro, aparte de la famosa “ley de la gravedad”?

¿Es el Universo una sola cosa, auto regulable eternamente? ¿Acaso es finito porque las observaciones indican finalización de los procesos físicos y en consecuencia es estrictamente físico? [40]

¿Qué había antes del Big-Bang, y por qué existía “inerme” el punto de materia cósmica que dio origen a la gran explosión y por ende al Universo conocido? ¿Era o no era?

¿Acaso todo el proceso universal no se determina por ciclos similares con la percepción de infinidad?

¿Qué tanta aproximación tiene nuestro laboratorio terrestre al laboratorio universal de los tiempos del Big-Bang?

¿Exactamente qué hay en el espacio que separa entre sí las partículas subatómicas? ¿Acaso en realidad el átomo es de materia continua, con una categoría que da la sensación de vació?

¿La materia contradice su propio dinamismo? ¿Qué papel juega la posible antimateria desconocida? ¿Existe, acaso, algo superior a la materia, un sustrato único, absoluto y último, que defina su constitución y sus leyes, pero que no posea las leyes materiales de composición, tiempo y espacio? ¡Gran problema ontológico y hasta teológico!

Aunque se presuma por la constitución física del Universo, ¿las partículas subatómicas que los científicos estudian, se comportan de la misma forma como lo hicieron las partículas subatómicas del Big-Bang? Habrá que determinarlo, porque aunque las partículas puedan las mismas, lo más evidente es que las condiciones no lo eran.

¿El tiempo y el espacio, según la concepción cientifista, al ser consecuencia del dinamismo material, son finitos o, por el contrario, infinitos?

Esta, creo yo, es la pregunta más preocupante que aún desborda los límites de cualquier raciocino humano por más elaborado que éste parezca. ¿El universo, al ser físico, tiene límites? De serlo así, ¿qué hay más allá de esos límites?

Retornamos, entonces, transitoria y paulatinamente a la elaboración de constructos que satisfagan en algo o mantengan la duda perenne acerca de estos cuestionamientos, pues aunque tengamos la sensación de que la ciencia avanza a una velocidad altamente exponencial, las mismas limitaciones físicas, como la velocidad de la luz, el viaje al tiempo, nunca se podrá acceder a la verdad, menos si la eternidad existe. La comprobación empírica, base de la ciencia moderna, es imposible para determinar las condiciones exactas del inferido Big-Bang. Mientras tanto, todo quedará en el ámbito de la especulación científica, angustiosamente creadora de experimentos que confirmen su teoría; y, para angustia intelectual, todo se circunscribirá a las especulaciones del raciocinio, llámense éste filosófico o no. En este sentido, por más verosímil que parezca, gracias al producto de los experimentos científicos de la física cuántica y de las observaciones siderales medidas en el ambiente terráqueo y con el terrible óbice del tiempo, la teoría del Big-Bang no suele ser sino un hermoso mito que los grandes sacerdotes y magos de la ciencia nos han revelado, y que los niños están aprendiendo como dogma de esa religión llamada Ciencia, que tiene como su omnímodo y omnipresente dios “Comprobación Científica”

En conclusión tenemos algunos aspectos comunes que valen la pena destacar:

-Un entorno limitado, en donde el mundo de cada comunidad iba prácticamente hasta sus dominios.

-Una percepción sensorial, que con alguna elaboración se convertía en raciocinio abstracto, trasladada desde la tradición oral, para concretizarse como propia en cada pueblo con la invención de la escritura y la compilación de esas tradiciones antiquísimas para conformar los cuerpos primigenios de los escritos sagrados.

-La idea, de una u otra forma, de las esferas, comenzando por la terrestre, siguiendo por la áurica o celeste, para terminar en la gran esfera dívica, en donde se conjugaba toda la creación, compuesta por el fundamento de todo: la “nada, quintaesencia, mundo etéreo o, entre los hindúes, el “nirvana universal”.

-Pensamiento sobre un “dios artesano” creador físico del mundo, capaz de compartir su esencia con el ser humano y llamado también “Demiurgo Universal”; para algunos un ser poderoso y único, mientras que para otros, los de mayor pensamiento abstracto, el alma y consciencia de todo el universo.

-Idea mediadora de dioses comunicadores entre la consciencia divina y el mundo visible. El principal de estos dioses en la mayoría de las culturas es el Sol, secundado por la Luna, aunque entre los semitas la luna, de carácter masculino, es el dios principal. Se le podía considerar al dios principal como el reflejo de esa consciencia universal, constructo muy elaborado entre las ideas religiosas de India. Ese dios principal podía llamarse Zeus, Júpiter, Odín, Cronos, Caos, Asur, Ormuz, Yahvé, Allah, Nemequene, Brahama, entre otros.

-Constitución del mundo físico, terrestre y celeste, por un elemento primario, fruto de lo divino, el “barro”, constitutivo de la tierra y de los astros, a pesar de que brillaran.

-Confluencia hacia un mismo punto racional de las ideas religiosas, puesto que el intelecto humano tiende a elaborar, de acuerdo a condiciones semejantes, las mismas ideas, coincidiendo unas de otra en el plano abstracto, todo producto de su percepción sensorial primitiva.

-Se plantean preguntas que exigen una respuesta, la cual va pasando por procesos evolutivos que parten desde lo más simple hasta ir graduándose en constructos más elaborados, es decir, de mayor complejidad abstracta, presentándose de tal forma el fenómeno de la subjetividad.

-De hecho, cualquier representación producto del raciocinio, llámese mitología, religiosidad, historicidad, filosofía o ciencia, requiere de un proceso intelectivo, un razonamiento, una especulación del pensamiento, un sopeso de posibilidades, un descarte mental, sin importar que llegue a crearse una teoría, una hipótesis o, sencillamente, una expresión dogmática.

-El mito cosmogónico bíblico, el que tomamos como punto de referencia porque es el que conocemos desde niños y el cual aceptamos alguna vez, como dogma, se convierte en el aporte sincrético del imaginario mitológico de Oriente. [41] En este sentido es un aporte para entender las raíces de las ideas religiosas más difundidas del mundo, y una aproximación a la historicidad de aquellos pueblos y de la misma humanidad.-

El sapiens hace comparaciones, establece límites para poder entender sus propias elaboraciones mentales, pero el dinamismo del mundo físico y del mundo social, rompen esos límites para adentrarse en nuevas posibilidades que permitan una aproximación más elaborada hacia la verdad.

-El mito cosmogónico es una elaboración mental, constituida como imaginario personal y colectivo, que explica ese sentir humano de impotencia ante el entorno, de orfandad, de impaciencia por el tiempo, por sublimación de los sueños; pero, ante todo, crea un efecto placebo a consecuencia de las duras realidades físicas, que por naturaleza son conflictivas, dando esa sensación primaria de inapetencia por la vida y sufrimiento que debe ser reconfortado mentalmente a través de constructos que creen esperanza en el tiempo y que fortalezcan ante las dificultades cotidianas del existir. En consecuencia, la mitología expresada en ideas religiosas crea un equilibrio subjetivo y poderosamente inconsciente para crear una mejor adaptación del ser humano entre su existir, su persona y el entorno en el que ha nacido por la perenne ley aleatoria de la creación.

-La mitología expresa, además de ese equilibrio señalado anteriormente, una exaltación de las pasiones humanas justificadas por las mismas ideas religiosas, reflejo de la psique humana, dando, a la vez, una justificación tácita al comportamiento humano impulsado por las pasiones, pero presentando un freno a sus incontrolables impulsos: es una soga que mantiene el mástil vertical, sin importar sus arqueos.

-Por último, de acuerdo a las pasiones humanas, la mitología se constituye en el soportal del poder y, en consecuencia, de la subyugación humana de unos pocos privilegiados, que se dieron carácter divino, ante una gran mayoría. La misma elaboración mitológica justifica esta relación social, que, sin embargo, es el pilar de la sociedad actual, producto de una tendencia marcada a eliminar, deshaciéndose muchas veces de las ideas religiosas, la desigualdad social y la injusticia, manifestando una preocupación, cada vez mayor a pesar de las alicantinas, en procura de un bienestar mayor entre la humanidad, que, aunque difícil parezca, materialice ese sueño ancestral de la mitología.

Bogotá, 7 de marzo de 2010


 

NOTAS AL PIE

1. En lingüística los términos connotativos en un idioma original, se convierten en denotativos en un idioma heredero.

2-La verdad de hoy puede ser la gran mentira del mañana.

3 La mitología no surge como una simple actividad artística para recrear, sino como una argumentación intelectiva que trata de darle una explicación a las preguntas planteadas por el sapiens, de definir la historicidad de las comunidades y el desenvolvimiento colectivo y personal humano

[4]Indoeuropeo se refiere más a un término lingüístico.

[5]No se puede decir que crearon una civilización, puesto que por más dominante y conquistador que sea un pueblo, solamente contribuye en un grado indefinido al desarrollo de una cultura o de una civilización.

[6]A los semíticos se les atribuye la invención de la escritura fonográfica.

[7]La misma Mesopotamia.

[8]Me sostengo en que la mitología es la forma como los pueblos construyen su historicidad y se definen entre sí y con los demás.

[9]La lengua se considera como elemento sagrado porque, aparte de permitir la comunicación entre los hombres, establece la comunicación de doble vía entre los dioses y el sapiens.

[10]Por eso hablamos, verbigracia, de raíces lingüísticas.

[11]Utilizo aquí el término semítico y no el término semita para no confundir al pueblo antiguos con los semitas posteriores, incluso hasta nuestros días. También es posible que llegaran indoeuropeos, más o menos afines, desde Anatolia e incluso desde Europa.

[12]En Escandinavia se conservaban asombrosamente trazas de la mitología religiosa indoaria.

[13]Es muy poco lo que se conoce acerca de la filosofía hindú en Occidente, ya que la filosofía griega tomó un papel preponderante, en donde no se sabe si son coincidencias o influencias las ideas griegas de las indias. En el plano intelectivo suceden estas “casualidades” lógicas que se conducen por el mismo sendereo del conocimiento. Recordemos que Newton y Leibniz desarrollaron el cálculo infinitesimal casi al mismo tiempo, pero el uno en Inglaterra y el otro en Alemania, desarrollando diferentes notaciones que conducían al mismo pensamiento matemático.

[14]El mito cosmogónico presenta primero un origen materialista, que se vuelve panteísta para caer, finalmente, en el ámbito filosófico.

[15]El otro lado de la misma realidad.

[16]No deben olvidarse las novas y supernovas.

[17]De aquí se puede inferir que cualquier ser visible, es un ser que trasciende de un ser superior invisible e inmaterial, creándose así la teoría del dios filosófico.

[18]La vigilancia es algo fundamental para que los humanos se comporten conforme a la voluntad de los dioses.

[19]Aquí el Sol aparece como dios comunicador y mediador entre la Parusa y el mundo material.

[20]En las dos teorías anteriores podemos darnos cuenta de que existe también una escala de materialidad, situándose el firmamento como un ente divino por debajo de la Parusa; el mundo material también entra en esta escala como divinidad inferior. Se refleja en ellas un panteísmo total, en donde la conjugación Parusa-Mundo intermedio y Mundo hábitat visible son la “única divinidad”, hasta el punto de hacer que el Universo en sí o un astro determinado posean consciencia.

[21]¿Las mismas esferas aristotélicas?

[22]Agni, es el primer mito del dios intermedio que trae el fuego a los hombres desde el mismo Sol. El fuego (Agni) más la alabanza es el mismo Sol, y el Sol más el fuego es la forma áurica.

[23]Hay un pensamiento indio que reza: “El ignorante cree que dios está en las piedras, el medianamente conocedor piensa que dios está en los astros, pero el sabio sabe que dios está en la consciencia del Universo.

[24]Se hace referencia al cuerpo del cristianismo que se dividió en catolicismo, ortodoxia y protestantismo.

[25]Religiosidad tiene una connotación general y diversa dentro de la mitología, mientras que religión denota una comunidad debidamente organizado, con un líder, con una casta sacerdotal, una doctrina, una tradición y un culto, junto con y una expectativa concreta de vida fundamentada en una visión escatológica o fin ulterior.

[26]Concepto de henoteísmo y de monolatría.

[27]Aquí me refiero especialmente a las religiones de los Pueblos del Libro, dependientes del tronco abrahánico, judaísmo, cristianismo e islamismo, sin importar sus variantes.

[28]Demonio en nuestras lenguas significa literalmente “el que calumnia y confunde”

[29]Pairidaēzaen avéstico, que significa jardín real y que pasó con la denotación religiosa de “paraíso”.

[30]La sucesión de los imperios cristianos europeas se dio hasta la modernidad.

[31]El judaísmo se considera una religión fundamental, a pesar de la poca cantidad de fieles en comparación con las religiones descendientes. Su pervivencia se debe, ante todo, al tesón mesiánico de pueblo elegido por dios, lo que le ha permitido sobrevivir en medio de atroces dificultades.

[32]En alguna época, y por razonamiento bíblico, a los musulmanes se les denominó ismaelitas.

[33]No cuento el mito cosmogónico bíblico, porque todos lo conocemos.

[34]Estas son simplemente deducciones, ya que todo parece indicar que los antiguos líderes no eran en sí una persona concreta, sino, más bien, una generación o, incluso, varias generaciones; de ahí la idea de larga vida de los personajes en la misma Biblia. En este contexto, ningún personaje, incluyendo a Buda y a Zoroastro, no deben haber tenido una existencia histórica concreta, sino que ha sido una suma mitológica de varios y difusos personajes o de ideas materializadas que posteriormente fueron sincretizados como unos solo. Algo parecido, aunque más reciente, sucede con Jesús de Nazaret en las teorías exógenas al cristianismo.

[35]Bogotá es una corrupción hispánica del vocablo chibcha “Bacatá”.

[36]La belleza, entonces, es un atributo de la vida, bien porque esta la genera, o bien porque esta es capaz de admirarla.

[37]En el mito antropogónico concluiré con el hermoso relato chibcha, de ser posible.

[38]El átomo todavía no existía como “unidad.”

[39] Taquión es el dios que viaja en un carruaje halado por las constelaciones, el dios es más veloz que la propia diosa Luz.

[40]Las estrellas se apagan en forma de novas o supernovas.

[41]Egipto, Palestina, Arabia, Mesopotamia, Persia e India.

 

 

Este ensayo, sobre los mitos más conocidos acerca de la creación del mundo, fue publicado en el Blog AlcorQuid, en el año 2010