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ABISAI BENÍTEZ GALEANA -MÉXICO-

Es docente y activista social, estudió la carrera de economía y cursó la maestría en docencia por el Centro de Actualización del Magisterio. Es autor de Llueve en junio (SER 2022) y El dolor que me acompaña (Praxis 2023), obtuvo el Premio de Literatura Acapulco 2023 en el marco de la Feria Internacional del Libro Acapulco. Colabora en distintos colectivos de construcción de paz y participación ciudadana. Ha desarrollado investigación acción en educación acerca de los procesos históricos de México y su aprendizaje en jóvenes.
Contacto en las siguientes redes como @abisaibenitezgalena
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Olvido, óxido, soledad y, otra vez, polvo


El sancudo ahogado en la pileta
el reloj que se ha cansado
un calendario que se pulveriza
en un cesto lleno de años
se pulveriza
desaparece
entristece
se olvida.
 
La puerta: esclava
encarnada
a la cadena fastidiada de óxido.
 
Cada objeto difiere
en aquella casa vacía
¿Quién duele menos?
¿El olvido que los viste de polvo
o la soledad que los oxida?
 
 

*    *    *


 
La soga que cuelga del tejado


Morir no es una opción.
Morir es un destino
a donde todos llegamos temprano
 o más temprano
por la leucemia
la diabetes
dos infartos cerebrales
o por la soga que cuelga del tejado.
 
 
 

 *    *    *

 
 

Anchura


Desde el día en el que me castigaron con tu ausencia he salido a buscar mi ADN en morgues antárticas como ejercicio cotidiano. Una mañana me llevaron a las huertas abandonadas de San Juan a mirar cuerpos desechos, volví escupiendo lágrimas. Ahí no estabas. Pero la hija de Paty sí.
 
 
 -¿La conoce? - Me preguntaron. 
 
Yo no sabía que era sentir anchura, hasta ese momento, buscaba un cuerpo, encontré otro. Caminé al auto, no más de cuarenta y nueve pasos como quien flota sin gravedad. Crucé la involuntaria anchura peatonal. Al llegar, la abracé con anchos brazos, queriendo contener la anchura de la herida. La anchura de la ausencia, del dolor. Llora, le dije a Paty, la encontramos.
 
 

 *    *     *

 
Morir dos veces


Encontré a mi hijo,
se me quitaron las angustias.
Pero me dio cáncer y tengo un tumor.
No me importa
ya sé lo que se siente morir.
 
 

 *     *      *

 
 

Dormir o morir un poco

(basado en milagros reales)
 
Me vio Dios tan triste y lloró. Y lloré. Dormir es un bálsamo cuando no tienes el poder de ser la calma.
Me vio Dios dormido y sin calma: cerró la puerta, apagó las luces, guardó las cazuelas de la estufa. Metió un fragmento de luz…
…para apaciguar el espanto de Lucifer en mi pesado sueño. Y aunque me cueste abrir los ojos, lo intento, lento pestañeo para no morir tan pronto, para no morir tan viejo, para no morir tan lento.
Negociar la tristeza por el lloro, saberme solo en todo tiempo, pero acompañado por el Dios que cierra la puerta cuando la somnolencia es el único recurso para fallecer un poco.
 
 

 *    *    *

 
 
Cuando murió mi padre


El día que murió mi padre
supe que los infartos, al igual que los humanos,
tienen el poder para dejarte sólo.
El día que murió mi padre
supe que los infartos también acontecen en el cerebro:
lo paralizan lo consumen lo explotan
matan.
El día que murió mi padre
decidí jugar crucigramas
para fortalecer al cerebro.
Desde ese miércoles
congrego la mayor antología de ausencias
me paraliza el miedo
me desgasta el vacío
y exploto
nadie escucha. Estoy sólo.
 
 

*     *     *

 
 
La suma de las horas


Sumo – del verbo sumar – las horas – que también es restar -. Y ya estoy viejo.
Sumo – del verbo sumir – los días – que también es sacar -. Y ya estoy lejos.
La palabra escapar ya no se conjuga a cierta edad Ya estoy ciego.
Ahora solo quiero vencer, ante todo, mi cruel sentencia.
 
Y salto
 
en ebriedad de acre melancolía, es mi única propiedad, y oigo
cómo la cucucha cruza el patio a huida del gavilán que devora, aleteo
espanto.
 
Ya crucé por la vida, la igualdad de mis horas – esto es restar: son restos vacíos, todavía,
de todo lo que me condena.
 
 

*    *    *

 
  
Cuando vengas a la casa, madre


Cuando vengas a casa, madre, no me busques en la hamaca. No estaré quebrando el piloncillo en la cocina ni cortando el nopal que ha salido del macetero. No me busques en la casa, yo también he salido.

 

 

*    *    *

 
 
He ido al mangle 
 
Toma la panga y llévate dos de mis hermanos para que extraigan mi cuerpo – a su peso réstale mi alma – entonces me han de sujetar. No te angusties por la ausencia, es la vida humo, lo eterno muerte.
 
 
Planta un árbol en la tumba para no sentirme solo. El oxígeno será mi permuta y a tus pulmones, bien deseo, llegar quiero. Una vez ahí, contéstame:
¿a dónde vas con el luto? ¿a dónde vas con el luto? Estoy aquí. No me busques en la casa. No me busques en la hamaca. No me busques en el mangle. No me llores con tu luto. Nada más respira, mujer, soy en ti, llego a tu cuerpo vivo. Que el hombre vuelve de donde fue tomado.
 
 
 

 *    *     *

 
 
Es la nostalgia


Un baúl bajo la cama
caminar con sombras
amar
y construir vivencias
que a los ojos humedecen
es ese río que se oye
aunque el agua se haya consumido.