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ANA GABRIELA BANQUEZ MATURANA -COLOMBIA-

Administradora industrial con énfasis en producción de la Universidad de Cartagena, cuenta con amplia experiencia en el desarrollo y asesoramiento de proyectos y la redacción de artículos científicos e informes ejecutivos. Además, es una destacada evaluadora para “International Journal of Population Data” (Q1) e “International Journal of Lean Six Sigma” (Q1), consolidada como un referente en la evaluación de investigaciones de calidad. De igual forma, cuenta con amplio conocimiento en el control estadístico de calidad, desplegando su destreza en asegurar la eficiencia y consistencia en los procesos. Su competencia en analítica de datos e inteligencia artificial la posiciona como una profesional a la vanguardia de las últimas tendencias tecnológicas, aportando soluciones innovadoras a los desafíos empresariales. Como escritora prolífica, Ana Gabriela ha participado activamente en encuentros literarios a nivel nacional e internacional, enriqueciendo el panorama literario con su perspectiva única. Su legado literario se materializa en la publicación de 5 libros, distribuidos en más de 15 plataformas de ventas online y diversas tiendas físicas, alcanzando así a una audiencia global. Asimismo, ha contribuido con más de 8 revistas literarias de diferentes países, consolidando su presencia en la escena literaria internacional. La pueden conseguir en facebook: Ana Gabriela Banquez Maturana e instagram: rame_maturana


 
 
 



 

Mercado macabro.


En el abismo de la humanidad, se erige un oscuro mercado,
Donde almas son mercancía, en el tráfico despiadado marcado.
Cadenas invisibles atan los destinos, como yugos implacables,
Mientras la libertad es moneda, en este infame trueque insondable.
 
Los lamentos de las víctimas, ecos en el abismo de la desolación,
Como sirenas en la tormenta, susurran la tragedia de la explotación.
El tráfico, tejido de sombras, en la red de la ignominia,
Es un caleidoscopio de sufrimiento, un festín para la codicia.
 
En el mercado de la inhumanidad, la conciencia yace desangrada,
Mientras la compasión se retira, en un baile macabro de la mirada.
Las lágrimas, ríos de desespero, fluyen en un torrente inagotable,
Como la agonía de estrellas caídas, en el abrazo del destino impalpable.
 
Como mariposas atrapadas en la tela de araña de la indiferencia,
Las vidas son consumidas en el festín voraz de la negligencia.
El tráfico de almas, un cáncer en el corazón de la humanidad,
Donde la empatía yace inerte, en la tumba de la moralidad desgarrada.

 

 

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Sociedad.


En el anverso de la existencia, la ceguera social se instala,
Cual polvo en el crisol de la realidad, su grito se embalsama.
En el telar de la opulencia, tejemos desigualdades crueles,
Hilando una tela áspera, donde el sufrir se desenfrena.
 
Las oligarquías erigen su fortaleza de altivez,
Mientras la plebe, descalza, danza sobre espinas de apatía.
La equidad yace mutilada, víctima del desdén,
Como el lamento de un ruiseñor perdido en la noche fría.
 
En las esquinas, miseria parpadea como luces tenues,
Mientras banquetes opulentos celebran la riqueza insensata.
El verbo de la crítica resuena en el silencio amargo,
Como el gemido de la tierra bajo el peso de la desgarradora ingrata.
 
En el crisol de la realidad, la empatía funde sus lágrimas,
Una alquimia perdida en el vacío de un corazón indiferente.
La sociedad, cual esfinge insaciable, devora la esperanza,
Mientras el alma de la justicia se desangra en el sarcófago de la mente.

 

 

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Amor egoísta.


En la egolatría del actuar despiadado,
Desgarraste nuestro amor, sin mirar a un lado.
Tu bienestar ante todo, amor relegado,
El egoísmo, cáncer en la conexión desgastado.
 
Las ruinas quedaron, testigos mudos,
De un vínculo roto, en pedazos y desnudo.
Abandoné las sombras, dejé tras de mí el escudo,
Confiando en que la conciencia despierte en tu mundo.
 
Reliquia de la reflexión, marcada en el silencio,
Esperando que el peso del error cause el arrepentimiento.
En las grietas del alma, sembrando el tormento,
La agonía de lo hecho, un eco en tu pensamiento.

 

 

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Estafa


En el baile sutil de falacias tejidas,
Donde áureos sueños, fraude conquistan.
Astucia y desdén en el engaño anidan,
Serpientes de confianza, almas resisten.
 
Cual tejedor de ilusiones, falso artesano,
Trama enredada de ardides, engaño profano.
Áureas promesas, espejismo galano,
Devorando inocencia, velo soberano.
 
Con pluma embriagada, el estafador escribe,
En el pergamino de engaños que escribe.
Falsas promesas, cual la noche se esconde,
Hurto de la esperanza, astucia que responde.
 
La moral, un códice ancestral vulnerado,
En la danza del fraude, lo justo es ultrajado.
Tragedia hilada en hilos de traición,
En la farsa del engaño, sociedad en confusión.

 

 

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Historia

 
En el pergamino del tiempo, crónicas entrelazadas,
Legado ancestral, tejido de epopeyas fraguadas.
Con pluma de historiador, el destino escribe,
Las eras danzan, en su danza la humanidad se exhibe.
 
Herencia de batallas, luchas talladas en mármol,
Donde héroes y mártires se funden en un laúd.
El canto de las eras, en versos se revela,
El presente es eco de antiguas querellas.
 
Ecos de imperios caídos, ruinas que susurran,
En el anfiteatro del pasado, la humanidad atestigua.
En cada línea, gestas y tragedias entrelazadas,
La historia, sabio arquitecto, su obra ha esculpido.
 
Del anales emergen lecciones encriptadas,
En el manuscrito de la memoria, la verdad preservada.
Así transcurre el relato, en giros y virajes,
El pasado, tesoro y espejo de futuros viajes.

 

 

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Madres


En el crisol de la existencia materna,
Brota un tesoro de pureza soberana.
Como ámbar etéreo, del tiempo preso,
Surge la esencia sublime, madre un día.
 
Auspicia el sol, el lucero Danzante,
Serena y plácida imagen de madre amante.
Protectora diosa, guardiana de los frutos,
Sibila de dulces versos en estrofa de encanto.
 
Entre lacrimosos y ébrios acordes,
Se forja una sinfonía de eternidad.
Un sentir inconmensurable, innombrable,
Que solo en sus pechos, madres, se encierra.
 
Verbos olvidados abren su telón:
Cual carmín suave de próceres, amor y emoción.
Embelesa una lira con tonos serios,
Suspiros en verso, susurros de versos.
 
Avelanada piel enrosca los versículos,
Poemigas secretas tejen hilos tensos.
Devota, aflora, en jactancias sutiles;
Euterpe, desdeñosas, bordan su cortejo.
 
Reinas de amaneceres, maternas constelaciones,
En vuestros ojos danzan divinos portales.
Arquetipos de amor, florecen los valles,
Vírgenes madres, crujientes corazones.
 
¡Madres del ser, madres del querer!
Portadoras de luz, arrebatadoras de sinsabores.
Vuestras almas cálidas, mares en calma,
Cobijan a los vuestros, con dulzura y alabores.

 

 

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Destrucción


Bajo la luna lúgubre de acero afilado,
Se despliega el horror en un siniestro legado.
Vísceras retorcidas, danza macabra,
Donde la piel se desgarra en la sombra bravía.
 
Gritos silenciados en un rincón sin luz,
Agonía danzante, susurros en la cruz.
La muerte, alimaña hambrienta y feroz,
Devora esperanzas en su danza sin voz.
 
Espejismos de redención desvanecen,
En el abismo de la noche, los sueños perecen.
Un festín de pesadilla, banquetes del mal,
Donde las lágrimas son la única señal.
 
Cuerpos mutilados, en el suelo yacen,
Cadenas de desolación, sombras que trazan.
El horror se yergue como un espectro sin piedad,
En el poema del miedo, la tragedia es verdad.

 

 

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Despedida


En el ocaso de un amor que yace yermo,
Las llamas ardientes devoran el invierno.
Corazones quebrantados, como cristales rotos,
Testigos mudos de un vínculo que ha sido expuesto.
 
Se desangran las promesas en el rincón del olvido,
Donde el veneno del desengaño es bebido.
Los ecos del adiós resuenan en la oscura habitación,
Donde el dolor es un látigo sin compasión.
 
Bajo el manto de la traición, los sueños se desmoronan,
Como castillo de naipes que el viento entona.
El alma, despojada de su vestidura de ilusión,
Vaga entre escombros, un espectro de desolación.
 
Cuchillos afilados cortan la piel de la confianza,
En un escenario donde el amor es una danza macabra.
Palabras que hieren como puñales en la espalda,
En un campo de batalla donde la ternura se desgrana.
 
Se cierra el telón de un romance marchito,
En el escenario de un amor que ha perdido su rito.
Un poema de despedida, donde las lágrimas son sal,
En el trágico escenario de un amor que naufragó en el mal.