LEONOR GIL IBARGÜEN

 

Leonor Gil Ibargüen, nacida en Quibdó, Chocó, es licenciada en ciencias sociales de la Universidad Tecnológica Diego Luis Córdoba; posgraduada de la universidad Católica de Manizales en educación personalizada; y de la universidad Popular del César, como especialista en pedagogía ambiental. Defensora de las causas por la igualdad de los derechos para todos y todas. Fue secretaria general del Comité contra la Xenofobia y Discriminación; miembro partícipe de la Asociación Intercultural Colombia Diversa AICOLD. Escribe, desde muy joven, como una manera del sentido por la vida. Sin embargo, fueron los años quienes la hicieron presa de la razón por las letras. Es autora de los libros «Con el corazón abierto», 2012; «Sin cara de culo, por favor», 2021; y co-autora en múltiples antologías, que la han acompañado en el transcurso de su afecto por las letras poéticas. Su pseudónimo: Claroscuro, devela esa permeabilidad que surge en el proceso de crecimiento y formación, donde las brechas académicas, dejadas por la colonización y el impacto de la enseñanza eurocéntrica, contrajeron en su sentir más hondo, aquellas copias que pueden confundir al más ecuánime de los mortales.
 

Poemario

Sin vergüenza alguna
 

 

CIRO MENDÍA
 
Una extraña de tu cuna, maestro Ciro;
vino contigo a morir un rato, es presente.
Al pecado, le padece la conciencia por ausente,
sin ver tu cuerpo, has venido en tu vida omnisciente.
                                      
I
 
Poeta, ¿mueres?
De vez en cuando, andas en mentes ausente.
Maestro Ciro Mendía, te serviste vino con la muerte.
Conversaron a solas, la llamaste “sueño”, incluso de frente.
 
Al pasearme en tus letras,
me vi omnipresente.
Tu tiempo y este,
son prueba de lo que se aborrece.
 
II                                            
 
El ruido de la ausencia es equivalente.
Solos vamos en la muchedumbre.
Se apean los cadáveres, como ya es costumbre.
 
Decir la verdad en este desierto,
es colgar el alma sin firmamento.
 
III                                       
 
Se le llora al viento,
la hilada de palabras es tu testamento.
Infierno y tiempo,
hombres y mujeres, rezo.
 
Lenguas agudas,
mi respetado maestro.
¡Qué laguna!, te cuento.
Ausente tu cuerpo.
La misma ingrata ríe a carcajadas.
 
IV                                       
 
Ciro Mendía, en nombre de tu Caldas, lo lamento.
Ciro, en las calles de algún honroso pueblo.
El dolor del desamor es pavimento colgado
en los muros de algún colegio.
Se ven tus pasos, y desierto tu cuerpo.
                                               
¿Ciro murió?
Viví en Ciro.
¡No está muerto!
 

 
 *      *      *

 
CARICIA PARA MIS OÍDOS
 
Supe de una voz,
cuya musicalidad dominó mis sentidos.
Sus suaves tonos han diseñado el abrigo a mis días fríos.
 
Supe de algunos “hasta pronto”,
el miedo de un sin regreso.
 
Supe de sus pasos agitados en mi cuerpo.
Un presente despierto.
Sus pedaleos en la ruta de mi vida.
La supe toda, y no sé si hasta siempre.
 
 

 *       *       *

 
DESEOS 
 
Ausente de tierra y ganas,
la vida pasada se sentó junto al olvido.
Fumaron de la misma boca un cigarro.
El humo, apenas perceptible,
testimoniaba la miseria de la nada.
 
Dos en el tablado del abandono,
deseando con ganas locas
volver a lo imposible.
Cuerpo, sexo y besos.
 
 

 *     *     *

 
 
 SUTIL  
 
Pétalos robados por el viento,
besaron con suavidad la piel al tropiezo.
A impulsos lentos, a flexiones,
escaladas torpes.
 
No hubo permiso,
ni desnudos.
¿Pétalos traviesos?
No, tampoco necios.
 
Solo despedidos por la casual naturaleza.
Dando vueltas sin brújula,
jalados por el aire.
 
Le hicieron suya al mejor de los cuentos.
Pétalos en silencio, la tocaron toda
en sus cabellos.
 
 

 *      *      *



ILUSIONES
 
 
La ciudad sin fronteras
no tiene límites oscuros,
como la primavera.
 
Besa con sus olores rosas cada esquina.
Voy al refugio de lo más bello:
calles libres,
cero miedos.
 
 

 *     *     *

 
 SIN RASTRO
 
 
Aquella mañana, cuando lo vio,
por un instante le evocó a su padre:
sentado en el sillón,
parecía inerte.
 
Empapado en sus prendas dormía.
Lucio perdido, ¡era su hijo!
Le gritó dolorosa y asustada.
Le llamaba por su nombre.
 
No deseando historias repetidas,
le habló de todas las formas habidas.
Aquel muchacho no entendía.
 
Justo al despertar de dicha madrugada,
mientras reflexionaba al calor de su cuerpo,
fue víctima de felonías.
El muchacho, casi muerto,
entre burundangas y raras sustancias,
por poco le cobran la vida.
 
En la ciudad de la esperanza,
mucho roban de las personas:
–la alegría–. 
 
 

*      *       *

 

 
TU VIDA Y LA MÍA
 
 
No llames “loca” a la vida.
No digas “psicótica” a esta despedida.
¿Recuerdas cuando en unidad,
tu pecho y el mío decían: “¡quiero!”?
 
Como un derrotero escolar,
madrugábamos al deseo.
 
No hubo estación amarilla,
ni alerta roja para no avanzar.
Un cero kilómetros nos poseía,
muchas millas de velocidad sin frenos.
 
Y ahora, cuando las funciones automáticas parpadean,
¿le dices locura a la delincuencia plasmada?
 
Jamás la travesía fue más efectiva,
Evidenciando la necedad de no parar las ruedas.
 
 

 *     *     *

 

 

  LA DELICIA DEL VUELO
  
Al volar de la mariposa
le urge un ángel indisciplinado.
Una guitarra que suene;
letras que, como ella, vuelen;
un cielo disponible, sin dueño;
un beso en el pecho.
 
Sí, el mar es extenso,
viaje a otro tiempo.
 
El aleteo ufano,
donde cada gota de rocío
sea risa plena.
 
 

 *      *      *



NO ES PROBLEMA MÍO
 
Dichosa tú, en cada segundo,
sin parpadeo alguno.
Las horas, en el coqueteo habitante de tu tierra,
arden a cada movimiento tuyo.
 
El país longevo de la cintura a tus rodillas,
estropea, cada sien de la añoranza en mi cabeza.
 
Dichosa la lozanía de tus mejillas.
La salvaje risa, empedernida en tu boca.
 
Darme quisiera para el elixir de la juventud.
Siendo necia, a cada orden de la abuela en pulcritud.
Sin importar perdería los altares de la virgen mía.
 
Dichosa fuera, abusando a cada segundo.
Revolcando al tiempo, cual si fuera un sometido.
Mis suspiros, mi jadeo y el llanto mío.
Recorrería, incluso sola, cada fuego entrometido.
¡Dichosa en mis letras, puedo armar el deseo!
 
Cumplir, caprichosa, los planes requeridos.
Ya de libre se trata este andariego ruido.
Sabrás si me importa.
Armaría tremendo lío.
 
Si desprendiera la tinta
de la pintura en mi cabeza,
¿adivina qué?,
¡sería problema mío!
 

 

*      *     *


 IRONÍAS
 
 
Hablándole a la vida descubrí:
¡a veces la perra se da sus escapadas!
Busca desesperada lo que no usó.
 
La moral la dejó en cada rincón, su advertencia:
“¡Guarda para la vejez!, sé ahorrativa”.
 
¡Qué risa! Los cartuchos los secó el tiempo.
Ahora, viajemos y hagamos del paisaje,
el más tierno de los amores.
 
Empieza el conteo regresivo:
7,
6,
5,
4,
3…
 
 

 *     *     *



NO SÉ
 
 
Si morir a voluntad pudiera,
sin el miedo de mi adiestrado espíritu,
el rojo dejaría correr,
dando práctica a lo que escribo.
 
¿Madre o mujer?
Incómoda disyuntiva.
El amor hace trampas a la vida,
la vida cae a su merced.
 
Interrogante de esta travesía,
cuyos días se castigan.
La sangre que un día se ha de tejer,
te sentencia, cual homicida.
 
¿Madre o mujer?
El dilema se complica.
Hay quienes juran ser las dos en una vida.
 
Ya experimenté,
si preguntas, ¡no sé! 
 
 
 

Leonor Gil Ibargüen, autora.
Derechos reservados. agosto 16/22

 

 

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ANTOLOGÍA

"LA POESÍA SE VISTE DE MUJER!