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PÁGINA 18

PABLO AGUSTÍN SECCHY -ARGENTINA-

Soy Pablo Agustín Secchi, nací en San Pedro, Buenos Aires, Argentina, el seis de mayo de mil novecientos setenta y ocho. Trabajo de albañil desde hace más de veinte años. Nunca me relacioné al mundo de la literatura, más que por la necesidad de leer y escribir, desde que aprendí, a pesar de haber abandonado de chico la escuela. Hace relativamente poco, debido a la pandemia, me animé a publicar en Facebook algunos poemas, donde a partir de una repercusión inesperada, me han publicado en blogs, revistas, y páginas de poetas reconocidos y reconocidas. Por ejemplo, en la revista La Náusea, de Barcelona; La Islíada, de Cuba; Vuela Palabra, de la directora Marisol Bohórquez Godoy; Camote, de Buenos Aires; Mal de ojo, revista latinoamericana; Revista Kundra; Revista Montaje, de Santiago de Chile; Revista Cardenal, de México; Burak, de Buenos Aires; La libélula vaga, de Aleisa Ribalta Guzmán.
 
 
Tenía un Palán palán en la vereda de la casa
lo cuidaba como si fuera un naranjo
un fresno
un jacarandá
los vecinos los arrancaban
porque sus raíces levantan tejas
quiebran cornisas
y revientan fachadas
ella lo regaba como una ausencia
que no da sombra ni fruto
qué rara que es la poesía
qué rara.
 
 
 *    *     *
 
¿Ves esta garza que nos pasa por dentro,
hay mejor resumen de luz
viento y río?
aprendamos a desintegrarnos
que la eternidad solo existe en nuestra fuga
seamos también esas cosas que no saben quedarse
levantemos estatuas de espuma con los ojos
y que revienten nuestras paredes
los dibujos de las niñas que no han nacido
pero merezcamos esas ruinas
arrebatemos esta anteúltima noche para nosotros
descolgándola del aire como una dulce uva
bien haríamos en besarnos los huesos
antes que la muerte.
 
 
 *     *     *
  
Cuando empecé a trabajar de albañil
hice familia con algunos pájaros
 y vi en el primer ladrillo una rodaja de pan
 todo me sorprendía entonces
 multiplicar lombrices
 conocer la ternura del cemento
 para quitar la intemperie de los amigos
 y aprender a elegir dónde van algunas sombras
 desde allá
 se ha gastado un poco la luz
 pero todavía conservo el instinto del tejedor de cunas
 y ese niño debajo de la corteza
 que se sigue emocionando si florecen
 las cabezas de los cortafierros
 a fuerza de darle mazazos
 
 
 *     *     *
 
 
Debería esconder una manga en el as
y algunas sobras de sabios en mi barba
 
desarrollar bien, malas ideas
o al menos tener una buena idea mal desarrollada
 
aprender latín
y el nombre de algunas flores que no existen
 
buscar en un trebolar el verbo de cuatro letras
que me permita arrojar de un manotazo al papel
un barco navegando
 
o podría alguien decirme que la poesía
es un camino con puentes en los charcos
 
por andamios que trepe
un albañil no besa una golondrina
a lo sumo desde sus ojos de piedra
mira achicarse la espalda de algún sueño
 
pero entonces
 
cómo se ignora una erupción de mar
 
cómo se hace para no escribir
cuando llueve.
 
 *     *      *

 
la casa que habito es demasiado frágil
vieran cómo se recuesta en la Santa Rita para no ceder
el agua ablanda sus paredes
y el mordisco de la tristeza le perfora las chapas
en este incendio de agua
hasta los recuerdos se derrumban
si tuviera el don de elegir cómo entregar mi vida
sería así
aplastada de lluvia

 

 

*    *    *

 
 
 (Carta a la poeta)
sus poemas me parecen caminos
a los que entro desesperadamente verde
como al espejo se mete un ciego
no veo sus palabras
porque de puro bruto las piso
(le pido perdón por esto)
pero la belleza como el amor
sólo se anuncian cantando
y créame:
debo perderme para encontrar cosas perdidas
a los costados
adelante
arriba
adentro
ahora
en este momento
voy pasando
por donde algo me dice que el verdadero poema
debe ser capaz de robarte el olvido
y clavárselo en el pecho

 

 

*    *     *

 


Estando en mi canoa
sobre mi río
puedo ver y oír todo
el viento que viene del lado del pueblo
entre el plumaje de las garzas
desordena un poco la tarde para la belleza
pero es todavía silencio
hasta que entra de lleno en el juncal
y ya entonces
 
se hace canción
 
 

 *     *     *

 
 
 
No sé por qué cuando sucede lo triste
todas las calles me parecen puertos
y los árboles, puertos
y tus ojos, como los míos
qué, sino puertos calando un silencio helado en estas manos
pero los puertos no son tristes
la tristeza es de los barcos
que la escupen cuando se alejan ensuciando gaviotas
el mar amarillento
las calles
los árboles
nuestros ojos
los pies nuestros que se hunden
en la niebla de algún muelle difuso
cuerpo adentro
acá mismito hay un puerto
en el medio de esta pampa
que dice que algunas tristezas no son amargas
porque los barcos sí
son tristes como las anclas
que esconden la distancia
latido del tiempo en un reloj muerto
donde te espero abierto al vacío
como un puerto de noche.