LLILLIY VARGAS -MÉXICO-
PÁGINA 24
Escritura
La cabeza explota
en la negrura de la noche.
Escribiendo prosas y odas
de amor y vida.
Los individuos duermen,
resuellan como leones.
Evito que la pluma,
al deslizar mis letras sobre las hojas,
produzca ruido y perturbe
su paseo con Morfeo.
El reloj marca las dos horas
con cuarenta y tres minutos
de la mañana.
Siendo exactos, el día
veintinueve de enero del año
de dos mil veintidós.
A lo lejos se escuchan pasos firmes,
los andantes están molestos.
Distraen a la mano que escribe,
aunque ésta pareciera poseída,
continúa trazando líneas sin razón.
Inventa palabras, como: lobriedad,
dejasonajo, corozanes, carjada.
Decido hacer un paréntesis.
Poso la pluma sobre mis labios,
cavilando en el siguiente párrafo.
La mirada observa al techo misteriosamente,
como si éste hablara.
Una lámpara ilumina al pergamino,
de la nostalgia que no me abandona.
El silencio hace un ¡Tiii!,
distrayendo la inspiración
de esta madrugada.
Ejecuto un mudra para elevar un rezo.
Los vecinos llegan embriagados,
con risa impetuosa.
Como niños corren y gritan
por los pasillos del recinto.
La pluma realiza otro paréntesis.
Puntos suspensivos y aparte.
Suspiro, otro suspiro, otra pausa.
Misteriosamente el frío ha partido.
Me quito el abrigo para recibir el calor.
La mano no logra conectarse.
Decide dar a este verso libre
punto y final.
* * *
VERBO
Necesito verte, palparte.
Quitar la muralla
que impide adentrarme
a tu morada.
Abrazar el silencio temible
de tus palabras.
Descifrar las miradas esquivas
de mi alma a tu alma.
Ser la confidente del misterio
de tus historias jamás contadas.
Resarcir la lobreguez olvidada
de tu presencia.
Ser la bebida que arrebate
las palabras que callamos,
el verbo que mi voz
aún no puede expresar.
* * *
Diamante
El sol retoña y se marchita en sus pupilas,
arrullando la noche efímera, para reposar las llagas.
Sus manos pintan en la penumbra su Madonna,
desnudando la sobriedad que mora en su interior.
Las rosas, las flores navegan en la fragancia
de su espectral silueta, ilusionando corazones.
En la pesadumbre esconde sus temores,
fingiendo valentía y poderío.
La luna se embellece en su rostro radiante.
Meciéndose en los cráteres de su espalda,
brillando como un diamante osado.