No. 18

AGOSTO 2018

No. 18 - AGOSTO DE 2018

PÁGINA 7

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Freddy David Vásquez Aguiar, fecha de nacimiento 10 de mayo de 1989, oriundo de Venezuela, Distrito Capital y residenciado en la ciudad de San Felipe, Yaracuy, cursé mis estudios de Ingeniería en Procesos Químicos a partir del año 2010, obteniendo el título de Técnico Superior en Procesos Químicos en el mes de Julio del año 2016.
Mis inicios como escritor son recientes, manteniendo los relatos y cuentos como pasatiempos personales, a raíz de un sueño que tuve en el segundo trimestre del año 2012 decidí embarcarme en la meta de escribir un libro, siendo estos relatos ejemplos de lo que será el libro, la lectura es mi pasatiempo predilecto siendo los géneros de horror, ciencia ficción y teología mis favoritos, mi narrativa y estilo se han visto influenciados por las obras de escritores como H.P. Lovecraft, Robert Chambers, Ambrose Bierce, Edgar Allan Poe, Stephen King entre otros clásicos de la literatura.
A pesar de que mi profesión no tiene nada que ver con la literatura, es aquí, entre palabras e historias donde me siento más a gusto.
 
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FREDDY DAVID VÁSQUEZ AGUIAR -VENEZUELA-

ABADDON


El aroma acre inundaba la estancia luego de consumado el sacrificio que las brujas consideraron el apropiado. Otro cliché más en el círculo ocultista delirante de éste mundo, un bebé con apenas semanas de haber nacido ofrecido como tributo para abrir las tantas puertas etéreas que usan los demonios para cruzar el umbral terrestre con sus cuerpos astrales. Pero en ésta ocasión las sacerdotisas, o “aprendices frenéticas de hechicería” como él solía llamarlas, buscaban una manifestación corpórea de su ser, ¿acaso no se daban cuenta, tras innumerables intentos fallidos usando el mismo modus operandi, que él no deseaba ser invocado de esa manera?
Si habláramos de invocaciones, tampoco él deseaba ser molestado de su sueño eterno, ése sueño no debía verse interrumpido por nimiedades hasta la hora de la Gran Tribulación que se avecinaba con notable rapidez, pero harto de los continuos quejidos de éstas sacerdotisas y lo inoportuno que resultaba verse interrumpido en sus cavilaciones ociosas por los gritos desgarradores de un niño sacrificado, Abaddon optó por realizar algo insólito para un demonio de su calibre, manifestación corpórea en pleno ritual de sus acólitos.
Siendo la primera vez que dejaba ver su cuerpo realmente tomó interés en el asunto y pensó cual medio sería el idóneo para tal ejecución artística, ¿Usaría una explosión controlada para un área reducida (los humanos insistían en realizar sus rituales dentro de cuartitos similares a cubículos de oficina, cómo si los demonios desdeñaran el buen gusto por un espacio amplio)? ¿Utilizaría la cabeza del niño que acababan de mutilar y saldría por aquellas cuencas inertes e inocentes como un gusano de carne sanguinolento? “Mejor no” pensó Abaddon, quizás el espectáculo del gusano sangriento provocaría uno o dos infartos, dado que no tenía conocimiento de la fuerza vital de aquellas personas que lo invocaban optaría por el método antiguo que resultaba infalible en éstos casos, poseer a una de ellas y usar su carne como vehículo dimensional.
En la estancia del sacrificio las brujas continuaban sus delirios contorsionistas mientras desparramaban el contenido rojizo de aquél pequeño cadáver, utilizando como adornos los intestinos y uno que otro miembro descuartizado solamente unido por un fino hilo de tendones, a modo de collar. Aquel espectáculo grotesco solo sirvió para que Abaddon afirmara lo que siempre había pensado de la raza humana, simios gimoteantes con una alta tendencia a matarse entre ellos de las formas más violentas que pudieran imaginar. Harto de tanta palabrería y espectáculo de canibalismo apresuro su proceder.
Visualizó quién de ellas era la más “cuerda” del grupo, logró enfocar rápidamente su objetivo y atravesó velozmente la cortina etérea que separa el reino material con los distintos reinos espirituales, una vez dentro del recipiente buscó acomodo en aquel amasijo de huesos y sangre tan incómodo para su ser. En el proceso de materialización no lograba entender por qué sus congéneres se mataban, literalmente, entre ellos para poseer a estas bolsas de carne sufridas y egocéntricas, lo mejor para éste caso sería no quejarse tanto y continuar con el paso dimensional. Quizás si hubiera tenido la vista del otro lado de la habitación hubiera considerado hilarante las caras de espanto de las otras sacerdotisas mientras veían como su compañera se desmoronaba y partía en pedazos poco a poco, dejando a la vista un ser imponente de ancha musculatura de rostro perfilado con mirada adusta y severa que desplegaba cuatro enormes pares de alas con apariencia pastosa, de un color negro mate extremadamente marcado, se encontraba completamente bañado en la sangre de la infortunada que acaba de ser su recipiente. Miró estupefacto a su alrededor plenamente fastidiado por no poder estirar sus alas con total libertad.
-Pero mira en qué cuchitril me acaban de invocar, ¿acaso ustedes no piensan en la comodidad de los seres que dicen adorar?
Las brujas estaban conmocionadas y en estado de shock. Simplemente no podían hablar. La mirada fija de honda sorpresa hacía patente que no esperaban una manifestación de tanta magnitud.
-Lo que faltaba, no conforme con tener que adentrarme en un cuerpo humano asqueroso también debo cargar con ésta suciedad una vez atravesado el velo. Tú, la pelirroja gritona –señalando a una de las brujas- ve borrando de tu cabeza ése maldito cliché de que nosotros ansiamos sangre fresca y partes a medio consumir de un niño recién nacido, simio asqueroso repugnante y descerebrado, alguien de mi calibre tiene anhelos de tributos más representativos de mi poder.
La chica pelirroja en cuestión llegó a los límites de su resistencia desmayándose sobre los restos de su compañera y lo que habían dejado del niño sacrificado.
-Mujer estúpida… tú, la rubia, supongo que me dirás el porqué de mi perturbación para venir hasta aquí.
La tercera chica intentó recobrar la compostura, su lenguaje corporal mostraba que, a diferencia de sus compañeras, ella tenía conocimiento de que algo como lo que estaba presenciado tenía altas probabilidades de ocurrir. Se levantó, le dirigió una reverencia a su amo y enfrentó su mirada de ojos vidriosos carentes de brillo alguno.
-Se.se...señor…, nuestras profecías hablan de un tiempo previsto para el nacimiento del heredero del sello escarlata.
A diferencia de lo que había previsto antes de llegar, la noticia dicha en boca de aquella mujer interesó profundamente al demonio altivo y prepotente. Con paso veloz se acercó más hacia la chica, se detuvo frente a ella mientras jugaba con las hebras doradas de aquella melena salpicada de rojo. Sonrió y dijo:
-¿Estás completamente segura de lo que me estás diciendo?
Haciendo un notable esfuerzo por no desmayarse la bruja contestó.
-S...s...sí señor, está todo aquí en la bitácora dejada por nuestra líder hace siglos, los tiempos, las fechas, los sucesos que marcarían la llegada de aquel niño…mi señor, el simple hecho de verte materializado frente a mí es una clara señal de que los flujos de energía astrales han penetrado el velo del plano terrestre.
Viéndolo de ese modo la conclusión de aquélla mujer resultaba coherente, si no pues ¿cómo rayos pudo atravesar fácilmente el velo? Si bien es cierto que era poseedor de un poder descomunal, caótico si se quiere, aún con sus habilidades había sido incapaz de romper “el velo”. Era claro que hubo una transformación profunda en la balanza de energía etérica, si él pudo atravesar el velo, quizás sus hermanos también y si todos los demonios lograban materializarse en aquella noche lluviosa quizás podrían poner fin a…
-¡Mujer, dime todo lo que sabes acerca de la Profecía Escarlata! Considera un honor que, un ser supremo como yo, requiera de tus rudimentarias habilidades para ejecutar sus planes con total eficiencia.
 
-¡A la orden mi señor!
 
Mientras la bruja buscaba en los confines de su pequeña biblioteca, Abaddon se quedó meditando por un momento la situación actual, el niño del sello escarlata ya había nacido, o estaba a punto de nacer. Claramente un ser tan codiciado por la oscuridad no iba a quedar desprotegido, algún designio celestial trataría de impedir que las huestes de Mineore consiguieran asesinarlo, es por ello que necesitaba saber quiénes de sus hermanos había notado el cambio energético entre los planos espirituales. Con ese conocimiento en mano podría idear una estrategia capaz de hacerle frente a cualquier guerrero angelical, mientras meditaba en ello reparó nuevamente en el reguero de sangre y vísceras que pululaba con desdén en la habitación, tal espectáculo lo asqueaba de tal forma que llamó a la bruja por un instante, se acercó lentamente hacia su oído izquierdo y le susurró con impaciencia.
-Antes de cumplir con mi encomienda limpia éste lugar tan asqueroso

 

 

*   *   *

 

BEJUDAEL


Bejudael estaba inerte en su sala de meditación en la cámara de la torre elemental de fuego con el firme propósito de incursionar nuevamente hacia la zona prohibida de su mente dónde se encontraba sellada la impureza que tanto había absorbido en su oficio como Sabio Oscuro, para él ésta pequeña molestia ya no representaba una carga puesto que las enseñanzas de Dhasmir y Kofur le habían preparado para tal fin. Una vez más se hallaba en las profundidades de su subconsciente, una vez más se encontraba pisando el desierto de arena negra onírico para hallarse frente a frente con su propio Bastión de la Ignominia, las tertulias con su guardián Agnot le sacaban de su cotidianidad a pesar de que el rostro de piedra le hacía enojar con frecuencia, una vez llegado al Bastión esperó el súbito despertar del guardián, Bejudael omitió el ceremonial de saludo, se sentó con las piernas cruzadas y habló.
-¿Y si la humanidad tuviera conocimiento de que, cada día, millones y millones de demonios gozan de susurrar a los oídos? ¿Cómo reaccionarían esas simples criaturas al hecho omnipotente de ser simples piezas de ajedrez protagonizando un torneo cósmico? ¿Libre albedrío? Claro que existe, pero este lujo solo lo reservan para las cosas que ofenden a sus semejantes, cosas por las cuáles se ofenden a sí mismos, por lo tanto ¿cuál es el empeño de redimir a estas criaturas?
El afán por acumular gran cantidad de papel exquisitamente decorado, en la creencia del supuesto poder que el dinero da, un amor desmedido hacia sí mismos y en los placeres de este mundo transitorio, hombres y mujeres que son felices cometiendo adulterio sin importar las consecuencias de aquél desmedido apetito hacia lo prohibido, madres que arrojan a sus hijos a las fauces de este mundo ignómico, capaz de engullir cualquier ápice de bondad, gente degenerada que goza al violar y matar infantes, consumo de sustancias que enloquecen el cerebro, perturbando el espíritu a niveles incalculables, el maltrato, la violencia, desprecio por la vida animal y vegetal, su “libre albedrío” no es más que una cadena infinita de castigos físicos y morales aplicados a fuerza de látigo y fuego, en pos de una supuesta “libertad” que tanto defienden a costa de sacrificar sus propias vidas. Es mórbidamente gracioso mirar la historia de los seres humanos y percatarse de que se encuentran cavando el foso de su destino final, aún si ellos tuvieran las manos ensangrentadas y magulladas seguirían cavando con más ahínco, ¿logros y evolución? No, simplemente crecimiento, conscientemente el hombre no ha evolucionado más allá de reconocer que es una criatura pensante con instintos muy primitivos, el aprendizaje correspondiente a su tiempo de vida y qué se esperaba de ellos se interrumpió, interrupción originada por sus propias manos.
Me doy cuenta que ellos siempre han sido sensibles al lenguaje simoníaco, muy muy susceptibles, por ello los impuros han gozado frenéticamente con este mundo a pesar de la inevitable condena que traen en sus cabezas, desean compartir su destino con una descomunal cantidad de incautos que sucumben a sus provocaciones. Él considera que no todo está perdido, que existen vidas dignas libres de castigo, Él me ordenó mantenerme al margen de este evento cósmico sabiendo a la perfección que ambos somos necesarios al administrar un reino, su hijo será quién tome su puesto, eso no me molesta, lo que sí me enfurece es su empeño en retrasar lo inevitable, su deseo de salvar a esas criaturas. Para una completa purificación debe eliminarse todo rastro de lo viejo y darle paso a lo nuevo, por ello no me siento cómodo al estar en su trono celestial, prefiero la soledad de mi castillo y la sabiduría de mis libros en mi propio reino onírico.
Pero yo también adolezco de esa misma curiosidad ¿podrá la humanidad dar el siguiente paso hacia su evolución? Mi intervención tendrá lugar en el momento justo, si los planes de mi hermano fallan no tendré limitación al desplegar mi poder y arrancar a la humanidad de la tierra.
-¿Ahora considera, luego de tantos milenios de enfado y reproches, que su hermano tiene razón en sus juicios?
Bejudael le dirigió a Agnot una mirada despectiva, se rio entre dientes y respondió.
-Aún pienso que la humanidad debería ser borrada de la faz de la tierra -sonrió maliciosamente- sin embargo, debo admitir que hay individuos que salen de la regla.
 
-¿Habla de la Orden Auphanim y los creyentes sinceros?
 
-Hablo en específico de los elegidos, inclusive la Orden Auphanim en su momento fue corrompida, ¿puedes creerlo? -hablaba con tono despectivo sin ocultar sus sentimientos- ni siquiera por tener el privilegio de tener contacto directo con los seres celestiales pudieron mantenerse íntegros, los creyentes son otra historia de la que no me interesa ahondar en detalles.
 
-Debe comprender amo que los humanos no tienen a sus espaldas el peso del conocimiento universal, inclusive usted, que es inmortal, tampoco posee todos los secretos de la existencia.
 
-Y de la no existencia, ser Sabio Oscuro no es tarea fácil.
 
-Un tributo a mi buena fe por reconocer humildemente sus limitaciones -respondió Agnot con solemnidad-
 
-Muy humilde, si, la derrocho por los bordes de mi túnica, a lo que me refiero es que por ahora no tengo esos conocimientos, pero los tendré y cuando lo haya hecho quizás la tierra haya sido consumida y devorada por los humanos hasta dejar solo una roca seca y árida.
 
-No descarto esa podrida posibilidad, pero su hermano es el soberano de la Luz, en algún momento juzgará correctamente la estirpe humana.
 -Corrección, lo hará mi sobrino ¿o acaso olvidaste las profecías?
 
-Ohhhh como olvidarlo, si si, desde luego, el Cordero Inmolado ¿cómo se me pudo pasar ese detalle?
 
Bejudael ya había desahogado sus pensamientos y se disponía a volver a su realidad, se sacudió un poco mientras seguía escuchando los desvaríos de su guardián “Esta cabeza mía no es como antes, claro, si tuviera una cabeza completa”, la sesión de hoy había sido como las anteriores, aburrida y monótona sin giros argumentales importantes, salvo los que él ya sabía cómo introducir en el guion.
-Agnot, ya regreso a mis aposentos.
 
- ¿Tan rápido termina nuestra charla? Espero su visita de nuevo amo.
 
-¿Cómo mides el “tiempo” si prácticamente ese concepto no existe para nosotros? -preguntó Bejudael en tono divertido-
 
-Una costumbre tomada por tantos recuerdos que debo guardar.
 
-¿Acaso puedes oírlos desde aquí? Se encuentran al fondo.
 
-Ohhh claro que puedo, no creería lo angustioso que puede ser escuchar lamentos profundos y desgarradores cuando menos lo esperas.
 
-Pero ¿qué tiene que ver eso con el tiempo?
 
-Muy simple mi señor -Agnot, como de costumbre, adoptaba un tono de voz solemne cuando deseaba ser sarcástico con algún tema- tener consciencia del tiempo me permite evitar esos sonidos desgraciados y toscos, simplemente cuando inician entro en mi fase de letargo por unos…cuarenta y cinco minutos.
 
-Ingenioso como llevas la cuenta y más sorprendente aún es como tienes calculado el monto exacto de minutos.
 
-Si quiere puedo mostrarle como, verá, todo el mundo sabe que un minuto tiene sesenta segundos…
 
Y Bejudael simplemente le cortó la explicación con un rápido “Tranquilo Agnot que no hace falta”, el rostro de piedra adoptó su expresión tranquila y severa mientras observaba de reojo a su amo.
-Ahora sí, regreso a mis aposentos.
 
-Como siempre señor, un placer charlar con usted, imagínese que tengo un cuerpo y le hago una reverencia.
 
-Un poco perturbadora la imagen, pero así eres tú, perturbador.
 
-Y tosco, sabio, muy sarcástico, pensándolo bien señor ¿por qué soy así?
 
-Así te creé.
 
-Excelente respuesta mi señor, no tengo nada que refutarle.
 
Soltó una sonora carcajada que hizo eco en el lugar, a pesar de que existían pocas cosas que le causaran gracia, Bejudael sucumbió ante la contagiosa carcajada acompañando la risa de Agnot, en ese breve momento se sintió libre de preocupaciones, libre de sus conocimientos y libre de su sentir hacia la humanidad.
-Ufff, no me reía así en años, si mi cara fuera de carne estoy seguro de que las mejillas me dolerían, lo sé porque hay ciertas zonas en mi rostro que se resquebrajan demasiado.
 
-Cuando vuelva te arreglaré esos detalles.
 
-Muchas gracias amo.
 
Y con un chasquido de sus dedos, Bejudael desapareció.