No. 18

AGOSTO 2018

No. 18 - AGOSTO DE 2018

PÁGINA 8

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Nací y vivo en la ciudad de Bogotá; escritora, poeta, a veces hago crítica política y social, y además soy criminalista de profesión.
 
Porque nada está escrito, todo está por escribirse, por relatarse y por contarse, es por eso que me dedico a este bello oficio, para que por medio de mis líneas se transporten a otras realidades y puedan comprender las emociones humanas y no tan humanas.
 
 
Esta es mi página: https://www.facebook.com/AngelReidPoet/
 

ANGELIQUE REID -COLOMBIA-

TEORÍA HÍBRIDA

 
Me pregunto si la muerte hace algún sonido, si es ruidosa… no, no me he puesto trascendental mientras cabo una fosa a la medianoche.
 
Mi gusto por ella me hace preguntar muchas cosas, como por ejemplo si se siente complacida cada vez que dejo a su puerta una presa, es el único sentimiento que me hace vibrar descontroladamente.
 
No niego que la cacería es excitante y el proceso es algo abrumador para mi paciente cosa que me llena de gozo, pero, es dejar en las fauces de la parca al cuerpo sin vida lo que irónicamente me hace sentir vivo.
 
Estos monólogos son habituales y más a estas horas cuando medio planeta duerme sin siquiera imaginarse que hay una bestia suelta en medio de su tranquilo vecindario, sin siquiera imaginarse que el buen vecino de al lado es capaz de hacer cosas tan brutales que ni la Deep web aún no ha transmitido.
 
Queridas víctimas, la muerte no es agradable, ni compasiva. La muerte es una perra que te roba todo de un solo golpe, hasta el maldito último aliento. Deberían observar como se llena de horror la mirada hasta dilatarse totalmente sus pupilas.
 
Llenar de romance a un proceso ‘natural’, es ridículo. Al morir no esperas el paraíso, al morir esperas no morir y que solo sea una pesadilla del cual vas a despertar para exhalar monóxido de carbono otro día más.
 
Toda esa parafernalia del arrepentimiento, de lo que pudo ser y no fue, realmente me asquea ¿qué les hace pensar que esa basura me conmoverá?
 
Mientras mi cuerpo suda por el esfuerzo por abrir una fosa profunda para arrojar la basura, sigo preguntándome si la muerte tiene algún sonido en particular.
 
Me gustaría probar algún día esa teoría híbrida, me gustaría comprobar que la muerte produce un sonido en particular, un sonido que se sale de lo que conocemos. A veces pienso que cada vez que clavo el cuchillo con extrema violencia, la muerte gime excitada y espera a que mi cuerpo reaccione en nombre de ella.
 
Ya está listo el foso para que la tierra haga lo suyo y se trague lo que suelo considerar fue un empaque que solo vivía para tragar y ocupar espacio.
 
 
 
El día siguiente al desborde de adrenalina suele ser parecido al síndrome de abstinencia por heroína: mi mente y cuerpo necesitan de más dosis, de más emoción, de desprenderse de este cuerpo inmundo para sentir algo de superioridad.
Me paseo por toda mi sucia habitación mientras me llevo al pecho a mis trofeos… parece no ser suficiente para el día de hoy. Es tan pronto para salir de cacería, detesto este cuerpo frágil que se cansa tan pronto.
Tal vez, tal vez si regreso donde está la fosa, puede que calme este impulso que no puede dar rienda suelta debido a mi cuerpo cansado.
 
Olvidaba que tan lejos había ido para dejarle alimento a los gusanos, el viaje fue tedioso y más tedioso fue saber que no podía acercarme demasiado. La policía había llegado.
 
Fingí estar perdido para lograr acercarme tan solo unos milímetros y sentir así sea de lejos el olor a podrido. Uno de los oficiales muy amablemente me da las indicaciones para supuestamente llegar a la ciudad, nunca le presté atención, solo me fijaba en los montículos de tierra ya formados.
 
Me largué con descontento, no solo habían descubierto mi santuario, ahora tenía que buscar un lugar nuevo para dejar mi ofrecimiento a la dulce Parca.
 
 
Los días siguientes fueron de dar vueltas por toda la habitación mientras bebía directo de la botella de whiskey. Odio los cambios abruptos de planes… No, no pensé en cómo descubrieron el lugar, tampoco me interesa saber. Mi culto es por y para la muerte, no para el misterio o escapar de las autoridades.
 
 
 
Luego de estar fuera del campo de juego, era hora de regresar. Las calles no cambian, siguen girando en el mismo egocentrismo: todos encerrados en sus dispositivos móviles, captando momentos caprichosos, jugando con lo que probablemente sería su última comida y deformando con photoshop su fisionomía.
 
Nada cambia, la basura sigue siendo la misma y todos siguen siendo potenciales víctimas ¿La muerte hace sonidos al anunciarse?
 
El sol se oculta, la noche es reina y mi momento ha llegado. No pregunten si he visto las noticias, no pregunten por investigaciones, no soy el tipo de perdedor que vive para retar al FBI. Solo sé que la muerte quiere hacer ruido y no soy quien para negárselo.
 
Caminar por las calles para escoger el cerdo para el sacrificio no siempre es sencillo, el trino de la muerte dentro de mi cabeza es cada vez más fuerte: ‘solo son envases que merecen ser destripados, tal vez esta vez escuches cómo es mi particular sonido’.
 
La noche se hace cada vez más densa y la intensidad de la metrópolis va disminuyendo vertiginosamente, me pregunto si esta misma noche podré encontrar una presa digna de mi sacrificio e indigna de seguir viviendo.
 
El destino es cruel para algunos, pero es así: buena suerte para mí, mala suerte para él.
Lo sigo por varias cuadras, el pobre hombre está tan ebrio que ni siquiera se percata que le estoy siguiendo los pasos, que estoy tan cerca que puedo oler su alcohólico aliento.
Caminamos como por media ciudad, al parecer mi débil presa no sabe hacía donde va y eso es un punto extra para mí, no tendré ningún tipo de sorpresas.
 
Entramos a una calle oscura y trato de someterlo, a pesar de su estado de alicoramiento logra resistirse, la valentía no le dura mucho, lo reduzco con facilidad.
De la nada se acerca un taxi y se detiene frente a nosotros:
 
-¿Todo está bien?
 
-Mi amigo se pasó de tragos… ya sabe cómo se ponen.
 
-Entiendo -risas- ¿Los llevó? Este sitio es peligroso.
 
-Llega usted caído del cielo.
 
 
La vida suele tener un sentido del humor bastante raro y todo me sale a pedir de boca, sin demasiadas preguntas.
 
Llegamos al destino… el taxista sigue su camino sin saber que le ha hecho un favor a la peor escoria de la humanidad. Con una sonrisa casi burlesca le pago y le doy una buena propina.
 
-Gracias buen hombre, Dios lo bendiga.
 
Subo a mi presa con dificultad a mi pequeño antro que solía llamar hogar, lo arrojo al suelo como si fuera un saco de papas.
Me tumbo sobre el sofá, respiro pausadamente, cierro los ojos y me digo que es hora de hacer arte, a ver si esta vez a la muerte se le da la gana de hacer algún sonido.
 
 
Cuando el hombre abre los ojos, lo primero que veo es su confusión. No puede hablar, está amordazado, los gritos con tono de reclamo me aburren y hace que acelere el proceso, dejo de lado mi degustación por la tortura.
 
Lo miro fijo por un buen rato, es interesante ver como se mueve un cuerpo desesperado por salir huyendo, no puede desamarrarse y eso le provoca heridas en sus muñecas, cintura y tobillos, lo mejor fue cuando se dio cuenta del espejo en el techo, la mirada de terror no tuvo precio.
 
Me levanté lentamente y me recargué sobre la camilla, luego de unos minutos de sentir su olor a sudor y miedo, decidí por susurrarle al oído:
 
-No te preocupes, seré compasivo. El dolor que sentirás a lo largo de esta sesión será tan sublime que rogarás porque te mate. No morirás hoy, eso tenlo por seguro. Hoy la muerte quiere ser la audiencia de esta escena macabra.
No sé cuántas horas habrán pasado, el cuarto está pintado de rojo, el espejo está empañado, aún hay vestigio de vida a pesar de estar medio destripado.
 
-Los instrumentos de tortura nunca son suficientes, siempre surge una idea nueva. Así son las mentes retorcidas: siempre buscando romper un nuevo límite.
Debo admitir que eres valiente y a pesar de que has visto tu cuerpo mutilado a través del espejo, te empeñas en aferrarte a la vida. Ya te había dicho que de aquí no vas a salir… eres la voz de mi teoría híbrida.
 
 
Lo interesante de la muerte es que a veces le gusta danzar en el averno cuando el dolor se vuelve insoportable y ahí estaba ella con la boca hecha agua viendo a su presa terca en dejar que el depredador hiciera lo suyo.
 
¿Hoy me darás el gusto de conocer tu sonido? …
 
Le quito la mordaza a la masa sanguinolenta aún con vida, al principio se escucha como una especie de silbido, regurgita algo de sangre y se esfuerza por hablar, solo emite un quejido quebrado.
 
-¿Algo que quieras decirme o preguntarme? … ¿No? – risas – Es patético que tus últimos momentos sea conmigo y lo último que veas sea tu cuerpo hecho pedazos, tal vez estas horas hayas rememorado toda tu vida y que tal vez te hayas recriminado por salir esa noche de casa.
No hay paz, querida presa… ni en este, ni en el más allá.
 
Dejé que lo que algún día fue un ser humano, se revolcará un rato en su propia sangre, en su propia orina, en su propia mierda. Si la vida no es digna, mucho menos la muerte lo es.
No quería que suplicara, no quería que me perdonara, tampoco quería que preguntara por qué. Lo dejé ahí a la espera de escuchar el sonido que tanto ansiaba.
 
Luego de otra hora de intenso sufrimiento y excitación, me acerco al desconocido para darle mis últimos toques de tortura extrema, hasta finalmente sacarle el corazón.
 
Con su corazón en mis manos descubro que el sonido de la muerte es el mismo sonido del último latido… a eso se reducía mi teoría híbrida. La línea que une a la vida y a la muerte, un solo latido que hace la diferencia.
 
El impulso asesino por ahora está satisfecho, bebo una cerveza mientras observo como se derrama la sangre formando un lago hemático en el piso. Me limpio un poco y sin tomar nada de los que algunos llaman ‘efectos personales’, me largo de ahí, para empezar de nuevo.
 
Mi teoría híbrida tiene mucho para explorar… aún la muerte tiene mucho qué decir… aún no se acaba mi gusto por cazar…
 
Quizás el destino le de por burlarse de nuevo y muy probablemente nos cruce, ten por seguro que por más que lo intentes, no te dejaré escapar.