No. 19

SEPTIEMBRE 2018

No. 19 - SEPTIEMBRE DE 2018

PÁGINA 20

 

 

Julio Almirón, nacido en Argentina. Posee dos libros publicados, (poesía y poesía gauchesca)
Redes: página literaria en Facebook: Desahogo.
Contacto:
julioalmiron127@gmail.com
 

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JULIO ALMIRÓN -ARGENTINA-

I
 
Ya no hay refugio
para estas manos
que sangran por dentro
 
el perdón es un soldado
 sin cuartel
 
La noche habla
mientras todos los hombres
imploran
a un Dios de barro.
 
 
 
II
 
El humano baila
sobre agujas negras
 
mientras el tejido
 cubre todas las asperezas
 que marcan la noche
con pies
de hormiga.
 
 
 
III
 
Las pupilas extrañan
la marea que se agita
en todas las ventanas.
 
La sal de sus bocas
despierta el ocaso
en medio del océano
 
 el recuerdo
 sólo es
una playa desierta.
 
 
 
IV
 
Encendió el sabor
de sus uvas
con dedos de fuego
 
traspuso en sus pechos
los mejores acordes
 
Los hombres se deleitan
sabiendo que eres su muerte
y se recuestan a esperarla
con los ojos cerrados.
 
 
 
V
 
Dos labios inquietos
 jugaron
como peces escondidos
 debajo de la ropa
 
 en un mar de segundos
 allí la besé
 la comisura de su inquietud
 resbalé de improviso
 por su cuerpo de mujer...
 
 delicia de la noche
 hecha de orgasmos
 piel de cereza
hija de Neptuno
 cielo e infierno.
 
 
 
VI
 
Ruge la ciudad
 sobre las sandalias del hombre
 
el picaporte de asfalto
ofrece
una colmena gris
donde desfilan los sueños
como en una novela
sin autor.
 
 
 
VII
 
Se abre la tierra
 en brutal estafa
dispara su saliva verde
emula una quimera
 
Destruye cofres
 almas y velas
 
El hombre es del viento
 una gran leyenda.
 
 
 
VIII
 
Mujeres
 
Las mariposas
con alas de papel
surcan el camino
sobre remolinos azules.
 
Las mujeres sonríen
 a merced de sus emociones
 
Las heroínas
 llenan el mar
 y florecen
en todas las miradas.
 
 
 
IX
 
El mar
besa la frente
del otoño
 y
florecen
las hojas
de un amor fugaz.
 
 
 
X
 
Intento…
 
aferrarme
al precipicio
de tu boca
mientras la muerte
me sonríe
 con labios de mujer.
 
 
 
XI
 
Resucitar…
entre las piedras
caricias
que las bocas no perciben
 
reptar entre tumbas
 como un rayo de luz
 
Aquí ya no hay infierno
 que nos libere
de nosotros mismos.