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FRAN NORE -COLOMBIA-
A lo lejos casas donde se detuvo el recuerdo de la muerte
Voy por los barrios bajos de la atestada ciudad peregrina
mientras mueren las horas del día en espejismos lentos
Agridulce memoria que hieres mi país torturado y ultrajado
mi naufragio que no puede ser estudiado ni leído por nadie
y es sólo mío su histórico trazo de olvido
Canto de mi infancia truncada en las arenas del devenir
Una larga tristeza superviviente alrededor de mi electricidad
Alimentada por lluvias escarlatas mi parentela masacrada sin sosiego
No encuentro cicatrizante para mis hondas heridas
Y perdonar es el trasiego de la guerra hacia las profundidades de la vida
Asoman a mí espolones oscuros por donde navega mi cuerpo desprotegido
Mi voz protesta distorsionada en ecos y se lamenta entre muros infinitos
Mis manos desgajadas por el viento sideral de la próxima deshora
y mi rostro una línea de fuego sus ojos de cristal sumergido
Mis furiosos pasos crujen enarbolando zumbos entre este inusual conflicto
La prontitud de la noche gigantesca de la sangre de los hijos
Escapar en clave de Do Mayor de mi territorio suicida
su amor de osa celosa que me devora los intestinos
Desplazado de mi hogar cofre de la tierra
transito por entre grises y lejanas calles desconocidas
y por entre altivas montañas selváticas que se alzan
rompiendo las estelas de la acuosa inmensidad
Ya la luna llena cae y atrapo en mis sangrantes brazos
Mientras florezco de nuevo entre astros estremecidos
formando estelares cantos de esperanza en medio de las polvaredas
cuando territorios insomnes despiertan reclamando sus muertos
los olvidados y los caídos de esta cruel violencia sin sentido
* * *
EL CONFERENCISTA
Después de toda posible aventura por las calles de Madrid, encuentros y desencuentros entre paisajes urbanos y avenidas extenuantes, arribé al Hotel Eurostars en la zona céntrica de la ciudad.
Me recibió en la entrada el botones del hotel, un hombre joven y apuesto con una sonrisa formidable. Le dije que tenía una reservación desde hace dos días. Se quedó mirándome, como repasando mi atuendo desgastado por los viajes que había hecho por toda España.
Entonces me condujo al hall del hotel, allí estaba la recepcionista que tomaba nota y reporte de los ingresos de los visitantes.
Saludó ella bastante amable. Le di mis nombres y apellidos, y empezó a buscar la reservación indicada en la base de datos de su laptop.
- Sí, señor... ¿Es usted el conferencista?
- Exactamente -confirmé su pregunta.
Y entonces hizo una señal al joven botones de la entrada, y éste solícito aceptó acompañarme y conducirme a la habitación destinada.
- ¿Y sus maletas?
- No llevo equipaje, siempre ando ligero, con este portafolio que ve aquí.
Le enseñé al joven botones mi portafolio negro.
Nos dirigimos juntos, yo detrás de él, hacia la habitación que estaba ubicada en la tercera planta del lujoso edificio.
- ¿En verdad es usted el conferencista de bioenergética emocional?
Se volteó a preguntarme mientras volvía a enseñarme su amplia y pulida dentadura.
- Sí -le confirmé.
- ¡Qué privilegio tener a tan respetable señor en nuestro hotel!
- Muchas gracias, jovencito.
Llegamos a una puerta y me indicó con el índice de su mano el número de la habitación.
- ¡Es aquí!
Abrió la puerta con la llave que traía y entramos a la habitación.
La habitación era magnífica, con una hermosa cama de madera caoba y unas relucientes sábanas blancas.
El joven botones se ubicó al lado del mirador y corrió las gruesas cortinas de las ventanas.
Entró demasiada luz a la estancia.
. ¡Por favor, no corra las cortinas!
- ¡Oh, disculpe...! Lo siento mucho...
Y se precipitó a cerrarlas de nuevo.
-¡Qué pena! no creí que le molestara...
- la luz me irrita los ojos... Como estoy cansado...
- Sí... Comprendo.
Nos enfiló un breve silencio.
- Bueno, muchas gracias. Te puedes retirar.
- Sí. Pero... -titubeó- ¿Le puedo hacer una pregunta?
- Por supuesto...
- Es sobre mi novia.
- ¡Oh! ¿Y quién es tu novia? ¿La conozco?
El joven se rió ante mi ocurrencia.
- No creo. Pero es que... estamos esperando un hijo, y ella sufre mucho por nuestra relación. Es decir, ella no quería tener hijos, y ahora que está embarazada ha pensado en abortar. Y esto nos hace sufrir a los dos. ¿Cree usted que tiene algún trastorno, algún problema sicológico que la alienta a esta determinación?
- Joven, yo no trato esos casos.. eso le compete a los sicólogos y médicos clínicos... La verdad sólo soy conferencista sobre Derechos Humanos.
- Pero, mi señor, yo creo que lo de mi novia y lo mío también tiene que ver con los Derechos Humanos...
- Bueno, sí, el derecho humano a nacer es esencial, además ustedes siendo tan jóvenes deberían aceptarlo ahora que van a hacer padres.
- ¡Pero ella no quiere ser madre! Nunca lo ha querido.
- Pues trata de convencerla de que tenga a tu hijo, dale mucho de tu amor...
- ¡Oh sí! ¡Amor! - Y se iluminó su rostro -Bueno, no lo molesto más... que disfrute la estadía en el hotel...
- Muchas gracias.
Salió precipitado y conforme.
Ya por fin solo en la cómoda habitación me tumbé en la cama a descansar. El cansancio me venció. Tenía la primera conferencia a las seis de la tarde en El Auditorio del Ayuntamiento de la ciudad, y debía descansar y recuperar fuerzas.
Siendo las cinco de la tarde me desperté y entré al baño a ducharme. La refrescante agua aminoró mi fatiga. No me demoré en la ducha y salí a vestirme con premura. La conferencia daba inicio a las seis en punto. Abandoné el hotel con mi portafolio negro en la mano, y pasando por el pasillo de salida me crucé de nuevo con el joven botones enamorado.
Me guiñó un ojo como expresando conmigo cierta complicidad. Lo saludé sin afectación y salí a pedir un taxi, sin necesidad de decirle nada al joven botones ni de recurrir a sus servicios.
Abordé rápidamente un taxi, y éste se dirigió por las calles de la ciudad como una saeta de color amarillo resplandeciente.
- ¡El amor, el amor! -Expresé en voz alta.
- ¿Qué dice? Caballero... -preguntó el conductor. ¿Es esa la dirección a la que vamos?
- Sin duda, Es la dirección a la que vamos todos...
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