ERIK MENDEZ -COLOMBIA-

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PÁGINA 8

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Erik Mendez, es un escritor Colombiano, nacido en Funza Cundinamarca.  Cursó estudios superiores en administración financiera, en la universidad Minuto de Dios.  Su pasión por las letras, lo llevó a escribir su primera novela como profesional en el año 2017. Se tituló Adoquines de papel, la cual fue editada en argentina, por la editorial Volcánica.  En el año 2021, sale su segunda novela, titulada, Cabaña 53, la cual es una novela de suspenso con tintes terroríficos. Fue editada por Editorial 531, de Colombia.  En su trayectoria como escritor, participó en la antología, “Unidos pudimos” que junto a otros 53 escritores latinoamericanos, plasmaron acerca de la pandemia del año 2020. Actualmente está escribiendo dos novelas más, la cuales se espera que salgan en los siguientes dos años.
 


 

 

 

 

ESE OLOR PECULIAR.
 
 
Ese olor peculiar, que impregna el aire, que llena los pulmones con su sutil aroma, que te transporta a pasados olvidados, a llantos desbordados.
Ese olor peculiar, que te llena de melancolía, que pone tu alma de rodillas, que simplemente te invade sin respeto, que te obliga a estar inquieto.
Ese olor peculiar, cargado de sangre y dolor, que extingue lo bello del amor, que opaca tu brillo, que te lastima sin compasión, que te mira con decepción.
Ese olor peculiar, ese que huele a muerte inminente, ese que llega de repente, ese que no avisa, que simplemente llega y toma tu vida.
Ese olor peculiar, el mismo que sientes al nacer el sol, el que te impulsa como bala de cañón, ese que te indica, que no es un día normal, que debes aprovecharlo, que debes estar preparado.
Ese olor peculiar, que trae flores de mil colores, que da vida, y así mismo la quita, que te hace sonreír, que te espera en el fin, que te indica hacia qué camino debes partir.
Ese olor peculiar,  ese que respiras al cerrar los ojos, el que te lleva por fantasías y utopías, ese que te ayuda a sentir el latir del corazón, a buscar una verdadera razón.
Es ese olor peculiar, el que nos mantiene vivos, el que nos extingue por igual, el que socava, o el que nos regala, es ese olor el que rige el tiempo, el que nos indica cuantas horas nos quedarán, el que dicta el vaivén del alma, la dulzura de una palabra, y la sonrisa que da vuelta a nuestra alma.

 

 

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PALABRAS MAL DICHAS
 
Y en mi lento andar, muchas veces sonrío; intento ser en absoluto expresivo. Pero de vez en cuando, y solo muy remotamente, aquella consciencia de la que hago gala, se desmorona entre la ira y la desgracia.
 
Es entonces cuando el monstruo que llevo dentro, toma el control, me doblega sin compasión, e intenta horadar en viejas heridas, para afectar mi parsimoniosa vida.
 
La ira me invade, mis puños se cierran con fuerza, la respiración se agita, y la consciencia yace perdida. Palabras mal dichas en momentos de calor, es lo que resulta de tal frenesí.
 
Puedo herir sin proponérmelo, y son esos momentos, en los que más vulnerable me siento, donde aquello a lo que temo, se vuelca aprovechando el calor de mi batalla interna. Sufro una agonía intuía, me hiere con razón, abusa de mi corazón.
 
Digo palabras mal dichas, palabras malditas, palabras maldecidas. Y el veneno que escupen, es lo que provoca mi ira, es lo que me lastima, es lo que nubla mi vista.
 
Pero llega la calma, y la tormenta momentánea, se disipa sin una razón; el daño está hecho, el veneno por fin ha surtido efecto, y ahora es tiempo, de que aquel taciturno instrumento, intente arreglar, lo que su monstruo interno dejó en su lecho.
 
Me tomo el rostro, me siento impotente, debo afrontar lo que de alguna manera es el limbo inconsciente, cierro los ojos, me enfoco en lo importante, miro de frente, y esbozo un lo siento.
 
El monstruo ha dormido nuevamente, pero yo despierto, adquiero poder lentamente. Un día tendré la fuerza suficiente, y cuando ese momento llegue, la ira, el odio y el rencor, de mi ser se irán para siempre. Perdona lo que las palabras mal dichas hicieron en este momento, perdona sin quebrar el lazo, y ayuda a doblegar los deseos que el obscuro matiz trae hacia mí.

 

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VIENTO
 
Sopla con fuerza, avanza con presteza. Es mi vida la que en su interior acoquina.  Vientos y susurros lleva, y si escuchas atentamente, puedes oír mi alma agonizar.
 
Corro con alevosía, y mis piernas son un mero instrumento de desdicha. Huyo con avidez, el amor, en mi ser quiere permanecer. Lo acepto, soy cobarde, y aun así contra el viento me mantengo en pie.
 
Loco corazón, espero puedas comprender, que muchas veces, debemos elegir, entre la felicidad del ser, y la utopía de renacer. No me juzgues, quizá en otra vida, pueda darle rienda suelta, a tus instintos de querer.
 
Tengo llagas en el alma, cada día se profundizan más y más, y aunque anhele cesar tal dolor, solo soy un ente, cuyo instinto de preservación, hace mucho tiempo asesinó.
 
Dicen que alma es lo que poseemos, y que por ello, humanos por siempre seremos. Pero créeme, los vientos del tiempo, borraron todo eso, no me favorecieron, y aunque con dignidad lo comprendo, duele saber que vivo un infierno.
 
Quizá no dimensiones estas palabras, no pretendo que las entiendas, solo pido que hagas un poco de consciencia, y que esta noche, cuando ices las velas, los vientos de tus sueños, te transporten sin recelo.
 
No estoy seguro, pero creo que tus ojos, son el mar de mi velero, tu respiración mi viento, y tu sonrisa mi sendero. Aún eres un bosquejo, un lienzo que no logro apreciar, pero dame algo de tiempo, verás que este hombre sincero, es capaz de ver más allá de amores sempiternos.

 

 

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 SUSURROS
 
 
El viento arrastró toda mi vida; se la tragó como la tormenta  a la lluvia. Quise cambiar el rumbo, en serio que lo intenté, pero ¿quién puede detener un tornado?
 
Le susurré a la luna, en medio de la blanca y espesa premura. Aquellos pastales sinuosos, fueron testigos directos de mi llanto, y el hondo de mi dolor.
Susurré en vano, no lo grité, solo lo expresé en presencia del silencio, y por respuesta hallé sórdidas palabras.  Acepto que fue mi error, y que por ello debo pagar, no es karma, no es flagelo, es sentido común.
 
Hoy mi alma teme susurrar, quizá el aire transporte las palabras a los oídos equivocados, y deba dar una batalla perdida.  No le doy voz a los muertos, pues ese título tienes desde hace mucho tiempo.
 
Si por casualidad la vida obre de mala fe, y nos una en el mismo punto, a la misma hora, y en el mismo minuto, negaré que lo susurrado en el pasado, fue mi corazón hablando.
 
Que giren las manecillas, que el tiempo lance los dados, y que tu camino sea un número par, y así mismo, que me conceda uno dispar.  Que en el eco de nuestra alma, el susurro solo frasee.... Shhh silencio, silencio.
 
Me despido de momento, aún no me siento satisfecho, pero mientras estemos lejos, seguiré susurrando al viento.  Qué soplen vientos de antaño, que viejos recuerdos se entierren para siempre, y que los susurros que se escuchen digan... Hasta siempre.

 

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VACÍO INMORTAL
 
Sentado en aquel sillón, escucho el suave crepitar de la vida.  Habla sin cesar, en un lenguaje tan sutil, que a veces me cuesta  interpretar.
 
Tengo en mi corazón, un vacío inmortal. Con cada amanecer, se alimenta de mí ser, me devora sin compasión, me domina con terror, y aunque intento luchar, vacuos son mis intentos por ganar.
 
Hace diez años que mi corazón dejé. Un hueco allí quedó, donde un día él habitó. Desde entonces, soy un pálido ente, incapaz de sentir, aquello que muchos denominan, felicidad sin fin.
 
Llevo a cuestas un vacío inmortal, renace de las cenizas, se erige imponente ante mi vista, y por más que lo intente, sin mayor esfuerzo, me reduce a cenizas.
 
Perdí parte de mi existir, jugué con fuego, y me calciné hasta los huesos. Lo acepto, moriré por cometer aquel yerro, pero sin embargo, mi consciencia, jamás deprecará, jamás se arrepentirá... Jamás se arrodillará.
 
Vivo con un vacío inmortal, nada lo detendrá, hizo metástasis en mi corazón, consumió todo mi fervor, se llevó todo lo que soy, y reemplazó mi ser  por migas y sal. Jamás volveré a ser como antes, llevo un vacío inmortal, uno que no se sofocará, uno que con el pasar del tiempo, en mí se convertirá.

 

 

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CUANDO LA VIDA SE ESTREMECE.
 
Cuando la vida se estremece, cambia todo por lo que un día batallaste. Tu forma de ver la vida de repente está llena de millones de matices diferentes.
Te aferras a ella con fiereza, valoras cada segundo de la misma, y cada sonrisa que gesticulas, es la prueba absoluta, de que eres el resultado de una nueva vida.
 
Cuando la vida se estremece, pides perdón con el alma, miras los ojos de aquel que un día te hizo daño, y en ellos ves a un cachorro asustado. No hay heridas, no hay lágrimas, y simplemente eres un ser de infinita alegría.
 
Cuando la vida se estremece, las pesadillas se evaporan, y tus miedos se convierten en  cálidas brisas matutinas,  las manecillas del reloj se detienen a voluntad, el tiempo es efímero, tan efímero como la vida misma.
 
Cuando la vida se estremece, el cielo lleno de estrellas admiras, el manto de la noche te abriga, y la naturaleza gira  con sutileza y expectativa.
 
Cuando la vida se estremece, incinera  los malos recuerdos, y como aquellos pinos que renacen del fuego, se convierten en tu nuevo sustento, gritas de alegría, compartes quimeras, y deseas que los demás, hallen su norte y paz.
 
Cuando la vida se estremece,  no existe jamás la melancolía, tu corazón aquieta tus penas, y tu mente elige mejores caminos. Esta vez es diferente, no llevas prisa, permites que el viento roce tu piel, y al cerrar los ojos, notas la diferencia entre vivir la vida, y andar en parsimonia.
 
Cuando la vida se estremece, todo cambia para bien, ese sacudón, te  encamina de nuevo, te obliga a recorrer un sendero correcto, a estar presto a compartir tus sueños.
 
Cuando la vida se estremece, no eres tú, es la vida haciendo maravillas, es tu alma recorriendo lo bello de estar vivo, es hacerse uno con la naturaleza, es estremecerse de manera positiva.

 

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UNA AMIGA LLMADA MUERTE.
 
Cuando exhalamos nuestra última bocanada de aire, todo cambia para bien; atrás quedan las trivialidades que te acongojaron, ya no tienes sueños frustrados, ya no hay en ti nada malo.
 
Todo es obra de una amiga llamada muerte. Quién con total alegría, te abre sus brazos, te mira a los ojos, y te da una delicada caricia.
 
No temas hijo mío, te susurra al oído. No temas hija mía, sé que tienes miedo, pero te aseguro, que jamás existirán más tormentos.
 
Mi amiga llamada muerte, sonríe cálidamente, llora contigo, siente lo que tú sientes. No es fría ni malévola, simplemente su naturaleza aterradora, nos impide divisar su magnífica obra.
 
El sueño eterno ha comenzado, las tristezas del pasado, allí justamente han quedado. Todos odian a mi amiga llamada muerte, aman la vida,  así sea injusta, mientras que a ella le temen y miran de soslayo.
 
Yo soy justa y amorosa, me dice mientras caminamos. Un día a  tus seres queridos visitaré, y te prometo, que una vez más con ellos te juntaré.
 
No te preocupes por los que aún respiran, no son capaces de divisar la magnitud de esta obra maestra.  Recorre este camino con dignidad, sin prisa, sin sometimientos, sin presiones, solo con alegría.
 
Acá el tiempo no existe, me susurra mi amiga llamada muerte. Acá eres eterno como el mismo tiempo. No hay dolor, no existe la desigualdad, no enfermarás, no habrá algo distinto a la calma y paz.
 
Deja que los vivos pataleen, que se rasguen las vestiduras, que se entreguen a su interminable... “Por qué" deja que me maldigan, que se destruyan momentáneamente por el dolor, deja que sus sentimientos afloren como el rocío matutino.
 
¡Déjalos! Un día cualquiera, los visitaré, y cuando eso pase, les explicaré a ellos también. Les enseñaré, que es a la vida a la que deberían temer, pues su sueño es limitado, mientras yo por mi parte, ofrezco una eternidad de amor y compasión a todos sin reparos.