JAIME ANTONIO MARTELO -COLOMBIA-

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Marte Hbk (Jaime Antonio Martelo Prieto). Nació en la ciudad de Cartagena de Indias, Colombia (20 de abril de 1994). Sus padres se separaron a principios de la década del 2000. Se crío en la ciudad de Cúcuta, en el departamento de Norte de Santander y regresó a Cartagena en el 2013. Regreso de nuevo a Cúcuta a finales del 2014, luego de casi dos años donde experimentó la victoria y el fracaso. En el 2015 formó parte del Segundo Contingente del Grupo Maza, un cantón militar de caballería mecanizada del Ejército Nacional de Colombia.
Su primer libro: “EN LA PIEL DEL SOLDADO, Mi historia como soldado” es el resultado de su experiencia como militar. Publicado el 17 de marzo de 2017. Su segundo libro: “EL MUNDO DE LOS SINIESTROS – CAPÍTULO 1” narra seis historias que conlleva al fin del mundo. Publicado el 29 y 30 de diciembre de 2020, en los formatos de e-book y pasta blanda respectivamente. Su tercer libro: “RELATOS ATROCES VOL. 1” es una recopilación de 43 relatos cortos de terror. Algunos de ellos la vieron la luz pública en su página de Blog EL ESCRITOR DE LOS SINIESTROS. Publicado el 14 de junio de 2021.
Se dedica al trabajo de la construcción como obrero y entre sus hobbies están: escribir, jugar videojuegos (FIFA) y publicar sus escritos en su página de Blog/Redes sociales.
 
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EL MUNDO DE LOS SINIESTROS, CAPÍTULO 1: https://www.amazon.com/-/es/gp/product/B08RRJ8Y3J/ref=dbs_a_def_rwt_hsch_vamf_tkin_p1_i0
RELATOS ATROCES VOL. 1: https://www.amazon.com/-/es/Marte-Hbk/dp/B096X15DB4/ref=tmm_pap_swatch_0?_encoding=UTF8&qid=1632693540&sr=8-1
BLOG “EL ESCRITOR DE LOS SINIESTROS”: https://martehbk20.blogspot.com/
Correo electrónico: marteloficial20@gmail.com
 

UN VUELO SINIESTRO

 

Marte Hbk

 

 


Era la primera vez que Breiner Puello saldría del país, acompañado de su mamá Virginia Rey. Madre e hijo buscaban un futuro mejor en territorio europeo.
Aquel joven de veinte años de edad era sordomudo y había heredado las características físicas de su papá que provenía de Palenque. Su mamá, una mujer Bogotana de 37 años y de piel trigueña.
Ambos estaban ansiosos, desconocían el interior del avión y temían que el aparato se cayera en pleno vuelo.
Según los reportes de la meteorología aeronáutica, no habría inconvenientes para los vuelos que tendrían como destino a la ciudad de Madrid, España. Así que ella compró los tiquetes el mismo día: 26 de Septiembre del 2015.
En el aeropuerto internacional “El Dorado”, esperaban que fuera las nueve de la noche, la hora del despegue. El avión, un Boeing 777-300; iba a transportar a 240 personas (226 pasajeros y 14 tripulantes).
Faltando veinte minutos para despegar, sonaron dos pitidos agudos (dings) en el sistema de intercomunicaciones. Algunos miembros de la tripulación comenzaron a preparar el vuelo. Cinco minutos después sonó un solo pitido y la azafata de cabello rubio descolgó el teléfono.
Faltando diez minutos se oyó un golpe suave debajo del avión y un sonido igual al de un taladro. Abajo, dos miembros de la tripulación estaban cerrando la bodega de carga.
Los motores comenzaron a acelerarse.
La misma azafata anunció las medidas de seguridad para aplicar en caso de una emergencia. Lo hizo tanto en español, como en inglés. Su voz se parecía a la Asistente de Google.
Otra azafata de piel morena hacía las demostraciones.
“Buenas noches, señores pasajeros. El comandante Iñaki y todos nosotros, os damos las gracias por elegir éste vuelo de la compañía AIRMARTE con destino a la ciudad de Madrid. La duración estipulada es de diez horas con treinta minutos”.
Los procedimientos de seguridad:
-       Os recordamos que todos los equipos electrónicos deberán estar apagados o en modo avión, para evitar interferencias con los equipos de vuelo.
-       Para el despegue, el equipaje de mano debe estar guardado en los compartimentos superiores o bajo el asiento delante de vosotros.
-       Cuando la señal del cinturón esté encendida, abrocha y ajusta vuestro cinturón de seguridad, insertando la punta de metal en la hebilla y tirando la correa. Para abrirlo, levanta la tapa de la hebilla.
-       Aunque la señal esté apagada, recomendamos mantener el cinturón abrochado y visible durante todo el vuelo.
-       Fumar a bordo y manipular los detectores de humo en los baños, es estrictamente prohibido.
-       Éste avión cuenta con ocho salidas de emergencia; dos en la parte delantera, cuatro en el centro y dos en la parte posterior de la cabina.
-       Si la cabina pierde presión, la máscara de oxígeno caerá automáticamente desde el compartimento superior. Cubre tu nariz y boca y respira normalmente. Pon tu propia máscara antes de ayudar a otros.
-       Los chalecos salvavidas están situados debajo de cada uno de los asientos, pero no deben extraerse a menos que se lo indique un miembro de la tripulación. Se introduce por la cabeza, se pasan las tiras alrededor de la cintura y se enganchan las anillas al cierre delantero. Para ajustarlo, tira de los dos extremos. Para inflarlo, tira con fuerza de las dos palancas rojas, pero nunca dentro del avión. También puede inflarse, soplando por los tubos laterales.
-       Si aún tienen dudas, pueden chequear todas las indicaciones en la tarjeta de información de seguridad que se encuentra en el bolsillo del asiento delantero.
-       Muchas gracias y disfruten su vuelo.
Llegó la hora del despegue y el avión se movió hacia la pista. Aumentó la velocidad para alcanzar la suficiente elevación.
Afuera se escuchaba los sonidos del viento, que eran las alas del avión y su elice cuando cortaba el aire; el sonido de las ruedas que se guardaban en la barriga y el motor funcionando a la perfección.
Al tener aquella discapacidad, el joven no podía percatarse de los ruidos. Sin duda alguna, sería algo abrumador si pudiera escucharlo. Su mamá servía de intérprete, ya que conocía el lenguaje de las señas.
Diez minutos después sonaron dos pitidos. El piloto estaba anunciando que el avión había alcanzado cierta altitud de crucero. La azafata de cabello rubio expresó con alegría que ya era seguro quitarse el cinturón.
Una azafata delgada y alta, trajo el carrito de bebidas y aperitivos.
Virginia y Breiner no consumieron nada, todavía no se sentían tranquilos. A la mujer le preocupaba los rugidos, traqueos y silbidos que producía el Boeing 777-300.
Ella cerró los ojos y el joven hizo lo mismo. Se agarraron de la mano y se quedaron dormidos.
Los pasajeros fueron despertados por tres pitidos fuertes que anunciaban el tránsito por un bache irregular. Virginia observó su reloj de mano y vio que eran las dos de mañana. El avión todavía se hallaba en pleno océano atlántico.
Estaba haciendo mucho viento en el exterior.
La azafata de piel morena trató de calmar a los pasajeros, argumentando que era algo común en todos los vuelos. Ella también hablaba en inglés.
El piloto dio aviso por el intercomunicador, acerca de una tormenta a escasos metros. El mensaje fue el siguiente: “señores pasajeros, les habla Iñaki; por favor, abróchense los cinturones porque vamos a atravesar una tempestad”.
La aeronave se sacudía bruscamente. Los sonidos que normalmente emitía, se intensificaron y estos a su vez aterrorizaron a todos.
El terror duró sólo cinco minutos y el Boeing se estabilizó.
El cielo se podía apreciar despejado. Lo único raro eran las dos naves no muy grandes con forma triangular, una a cada lado del avión.
Los pasajeros estaban intrigados, pues nunca habían visto algo similar.
Estas naves no emitían sonidos. Su color azabache sobresalía de entre la penumbra de la madrugada y en cada esquina parpadeaba una débil luz amarilla.
A Breiner le habían asignado el asiento de la ventanilla. Su puesto se hallaba en la mitad del avión, en el ala derecha. A él le fascinaban los temas paranormales, en especial la ufología; así que estaba feliz de ver los Ovnis.
Acercó su rostro al vidrio y miró hacia arriba por mera curiosidad. Fue la única persona que vio a la nave nodriza encima de ellos. El tamaño de la nueva nave era veinte veces mayor que el avión.
El piloto intentó comunicarse con la compañía y con alguna torre de control cercana, pero no pudo hacerlo. Adentro no funcionaba algunos aparatos, entre ellos, el de las comunicaciones. Prácticamente estaban echados a su suerte.
Dentro del avión se abrió un portal interdimensional de color negro, con forma de espiral en movimiento. De allí salieron unos treinta reptilianos. Sus tamaños superaban los dos metros de altura.
Todos ellos eran iguales, hasta en el color rojo de sus ojos.
Los extraterrestres procedieron a llevarse a la fuerza a algunos pasajeros. Hubo un hombre valiente que los enfrentó y fue mordido en el brazo izquierdo por uno de ellos. La mordida le produjo una gangrena y esta le contagió todo el cuerpo en cuestión de segundos, muriéndose de ese modo.
Ellos se llevaron a la mitad de los pasajeros. Las naves se fueron y el avión siguió su rumbo.
A las personas que no se llevaron; unos se quedaron llorando desconsolados y otros con trastornos de locura. Resultó ser una experiencia muy traumática.
El piloto y su copiloto no se percataron del rapto, ni del portal interdimensional que se hallaba disfrazado de “tempestad”. Al no tener una comunicación con las azafatas, pensaron en la posibilidad de un secuestro a manos de terroristas.
Sin saberlo, estaban sobrevolando las aguas del triángulo de las bermudas.
Ya había transcurrido el tiempo estipulado del vuelo y todavía seguían viendo el agua del océano. Ahí fue cuando comenzaron a asustarse de verdad.
El avión venía volando a unos 40.000 pies de altura. La tempestad de hace unos momentos, provocó una despresurización. Las máscaras de oxígeno se descolgaron. De inmediato, el piloto maniobró el Boeing y descendió a los 10.000 pies para nivelar el oxígeno adentro. Esto lo hizo aproximadamente en dieciocho minutos.
Tanto el piloto como los pasajeros creyeron haber superado el susto por completo.
De repente, de entre las aguas del océano emergieron cuatro tentáculos enormes y estos a su vez abrazaron al avión, jalándolo con fuerza hacia el mar.
Debajo de ellos yacía el mítico Kraken y Breiner pudo verlo desde la ventanilla.
Aquella bestia tenía la mirada escalofriante, igual a la de un demonio. No sacó su cuerpo del agua. Siempre estuvo acechando a su presa como lo hacen los cocodrilos.
El vuelo 616 de la aerolínea AIRMARTE (AM616) nunca llegó a Madrid porque fue devorado por una enorme boca, a la cual le descendía millares de dientes filosos en forma de espiral hasta el fondo de sus entrañas.