JORGE ALFONSO ARVAYO ZATARAIN -MÉXICO-

El olor de un perfume colectivo.
Breve relato de a qué huele una pandemia

 
El ser humano es un ente sensorial: la vista, por ejemplo, valga la redundancia, se usa para observar a nuestro alrededor, a la persona amada. Con el oído podemos darnos cuenta de los sonidos que hay a nuestro alrededor. Así, por ejemplo, se pueden identificar ciertas especies por los sonidos que emiten. Con el tacto podemos identificar texturas que nos agradan o nos desagradan. En conjunto con esos sentidos, está el gusto; quizás el sentido que más nos causa placer usar.
Pero ¿qué pasa con el olfato? además de poder identificar ciertas notas, ¿se puede identificar o asociar una situación en particular con el olfato? ¿han escuchado la expresión “huele a muerte”? El mundo está pasando por una situación no tan común: una pandemia. Solo como definición, pandemia se refiere a la afectación de una enfermedad en un área geográficamente extensa. Esto trae consigo desolación, muertes, aislamiento, entre otras cosas. Pero ¿a qué huele la pandemia? ¿se puede oler el aislamiento y la desolación? ¿se puede oler la muerte? Si fuéramos un maestro perfumista ¿qué notas llevaría una pandemia? Acompáñame a leer un relato sobre cómo percibe una pandemia un becario, a qué huele esta situación y sobre todo ¿cómo sería un perfume con olor a pandemia?
Lunes 16 de marzo de 2020: A los pocos días de llegar a mi ciudad natal y después de acordar trabajar en línea por un tiempo, para luego volver al otro extremo del país, se declaró la “Jornada de Sana Distancia” en México debido al COVID-19. Al vivir en un Estado grande, pero en una ciudad pequeña, mi pensamiento fue: ¿COVID-19 aquí? No, no creo que llegue. En unos días todo volverá a la normalidad y podremos salir, como siempre.
En la tarde de ese mismo día: Empezaron los escalofríos, temblores y temperatura de más de 39º C. Después: dolor de cuerpo, cansancio extremo y malestar estomacal, a. k. a. “estómago suelto”. No perdí la calma, pero sí me pregunté: ¿COVID-19? Entonces hice memoria sobre las comorbilidades asociadas a la enfermedad y llegué a la conclusión: Estoy obeso y con poca movilidad por mi silla de ruedas, así que esto puede ser difícil.
A las pocas horas de estos síntomas, se manifiesta en mi pierna un enrojecimiento, el cual no es la primera vez que se me presentaba; pero por las apariciones previas y los síntomas, se pudo identificar como erisipela. Sin embargo, hubo síntomas que nunca se habían presentado en las apariciones previas de la erisipela. ¿COVID-19 y erisipela al mismo tiempo? No lo sé, después de una semana con los síntomas, estos empezaron a desaparecer. Y con la ayuda del médico, también se fue el enrojecimiento. Nunca hubo una prueba de PCR en tiempo real, pérdida de olfato ni de gusto.
Después de eso, ahora sí recuperado, finales de marzo y pensar ¿qué hacer? Todo está cerrado, no puedo ver a mis amigos, tampoco se puede salir. Bueno, entonces a seguir avanzando en un proyecto. No necesito estar en un laboratorio, menos reactivos. Lo único que necesito es mi laptop, buen internet y una taza de café que me acompañe. ¡Benditas simulaciones computacionales, no se acaben!, son el trabajo perfecto para mí. ¿Benditas simulaciones computacionales? Vamos a ver qué tan benditas… Tal vez a un físico o programador se le faciliten de cierta manera, si eres biólogo mmmmm… hay que trabajarle fuerte para poder llegar a entender cómo se hacen y trabajar en esto. Ni modo, al no agradarme mucho el laboratorio me fui por el lado de la biofísica y las simulaciones. Como dice cierto comentarista de lucha libre; “¿Quieres postre? Entonces coge tu flan de coco”.
En este punto del año era el principio de la pandemia, en mi ciudad se escuchaban todavía lejanas las muertes, la desolación era poca, pero se sentía un dejo algo pesado de preocupación. Todo esto, además de verse y escucharse, alguien de sentidos agudos lo podía oler, como si fueran las primeras notas de un perfume pesado, difícil de llevar y no apto para todo el mundo. Pero esto no era todo, como en muchos perfumes las notas evolucionan y a veces son para mejor o para peor. Entonces veamos qué pasó…
Se llegó abril, las simulaciones no salían como esperaba, el encierro ya empezaba a ser más agobiante, pero optimistamente me decía: Al cabo y pronto pasará. Entre mediados y finales de ese mes, las simulaciones por fin salieron, vino un sentimiento de alegría y por un corto tiempo me olvidé del sofocante encierro y por lo tanto de la nula interacción social. Después me pregunté: Ya están las simulaciones, pero ¿y ahora? Vamos a analizar resultados. Aquí la situación sobre el virus ya era un poco más pesada. Según los medios nacionales y estatales, la pandemia empeoraría, por lo cual no se podía decir que era el momento crítico o el corazón de la pandemia. Un encierro que empezaba a sofocarte, una pesadez provocada por la casi nula interacción social y un dejo a muerte todavía lejano, se hacían más presentes dentro de esta composición. Pero faltaba más.
Mayo, mes del día de las madres en México; hora de comprar su regalo (un perfume, obvio) y de paso comprar otros dos perfumes, uno para mí. Como buen fanático de los perfumes, muchos aromas me recuerdan a momentos, personas y al no poder salir, son un buen accesorio para recordar. Ese mismo mes se me ocurrió comprar un perfume en particular: botella rosa en forma de gato, olor a algodón de azúcar. Cuando la pandemia lo permita llegará a su destinataria.
Dos meses después de declarada la “Jornada de Sana Distancia”, los olores de encierro eran aún mayores, las notas de desolación cada vez más presentes, el encierro y la falta de comunicación eran pesadas y difíciles de llevar. Mucha de esa comunicación era a través de la tecnología. En algún momento de ese mes, en cierta plática por una de estas populares apps, acordamos en “ir al centro comercial para pasear y comer algo cuando esto acabe”. Cinco meses después, aún sigo esperando esa salida. Como dicen o escriben por ahí “F” por la pandemia que no ha permitido eso.
Ahora bien, ¿creen que la vida se me va comprando perfumes y planeando salidas? No. Volvamos a las simulaciones y el análisis de resultados: Mayo fue un buen mes para analizar simulaciones de membranas, poner todo en orden y ver cómo evolucionaba esto de la pandemia. A finales de mes, ya solamente tenía que hacer papeleo para poder aplicar a la convocatoria. Además, al ser un mes más “movidito”, pude sobrellevar de una mejor el encierro. A pesar de eso, este mes presentaba cada vez más notas de confinamiento, la esencia de la muerte se hacía cada vez más presente, ya no era un dejo lejano. El olor a encierro, a falta de interacción social era sofocante. Aunado a eso, las notas acuáticas y cítricas de los perfumes que me habían llegado de tanto “agregar al carrito”, hacían del ambiente una combinación bastante extraña.
Junio, mes de mi cumpleaños. La esperanza de salir ese día, hacer algo y pasarla bien, francamente era nula para ese momento de la pandemia. Los contagios aumentaban considerablemente y pasaron de ser solamente “casos” a ser amigos, conocidos e incluso familiares enfermos. Si antes el panorama era feo, pasó a ser horrendo y uno incluso ya pensaba si era realmente necesario salir a hacer ese pago o recoger esa comida que se pidió por un simple antojo. Ya en ese mes me preguntaba mentalmente: ¿Hasta cuándo, maldita sea? ¿cuándo podré salir? ¿tendré todavía habilidades sociales? ¿seguirá la capacidad para conversar entretenidamente mientras tomamos un café? ¿qué será cuando pueda volver a salir y hacer mi vida normal?
Mientras me preguntaba eso, por fin pude enviar cierta convocatoria. Ahora había que esperar más de un mes por el resultado. ¿Es en serio? ¿Más de un mes? Uno literalmente debe ser muy fuerte mentalmente para sobrellevar este encierro y todavía había que esperar más de un mes para un importante resultado. Una combinación nada agradable, pero había que tener el temple para soportar.
A los 105 días de que se declaró la “Jornada de Sana Distancia” llegó mi cumpleaños. No pude salir, ni ver a gente cercana. Pero ¡hey! la pasé bien, un pastel de queso con fresas, hamburguesas y salud, que en estos tiempos es muy importante y necesaria. Ya en este punto, la composición perfumística de la pandemia era claramente de incertidumbre en la salida, aislamiento, falta de interacción y muerte en sus notas de corazón, mientras que como nota de fondo ese olor a muerte se hacía más fuerte y la esperanza, la nota de esperanza se asomaba por ahí, lejana. Todas con una duración y proyección muy prolongada. En algunas personas la proyección y duración de esas notas era mayor como en cualquier perfume. Aun así, era una composición muy difícil de llevar.
          Se llegó julio, generalmente un mes crucial para los becarios porque es cuando se recibe el último pago. Ya para ese entonces, uno debe tener pensado qué hacer, algún trabajo seguro para el siguiente mes o jugárselo todo en una convocatoria. En mi caso, fue un poco de esto último: Al estar en situación de pandemia no había mucho movimiento laboral. Entonces habría que esperar los resultados, pero al mismo tiempo decidí invertir en un pequeño negocio de marquesitas para el futuro. ¿Marquesitas en este lado del país? suena bien, ¿no? Vamos a ver si funciona. Aparte de eso, realmente julio fue un mes con poca importancia, solamente estar sobrellevando el encierro, cuidándose y el querer ver y convivir con personas.
          Día en que dan los resultados de la convocatoria: Hora de saber si habrá un año más de proyecto o pasaría a las filas del desempleo; aunque ¿cómo consideran un posdoctorado? ¿como un empleo?, mientras desarrollas una investigación te pagan y eso es importante. En el transcurso de la mañana no hubo resultados, en el mediodía tampoco. Ya a esas horas uno pensaba: no han de tardar. En la tarde entro a la plataforma, busco mi número de folio y en un principio no me encuentro. Ni modo, pensé. Doy una última revisada, ya sabiendo que mi miopía y astigmatismo algunas veces me hacen malas jugadas y ¡voilà! encuentro mi número. Buenas noticias, un año más.
Más allá de las buenas noticias, seguía la situación de la pandemia. ¿Cómo iría una composición perfumística de pandemia en este punto? Las notas a cementerio, a flores de panteón, a lápida eran mucho más presentes. Eso, sumado al olor de la flor de naranjo, más cítricos y las notas solares de la ciudad; hicieron un panorama muy particular. Afortunadamente ese perfume tan embriagador no se desarrolló bien en mí y solamente podía oler los dejos de esa bestia que ha sido el azote de millones de personas.
Después de eso llego a la fecha actual y a lo siguiente: seguir trabajando, pensando cuándo se podrá salir y hacer actividades de manera medianamente normal. Mientras, hay que distraerse para llevar la situación, ¿en qué distraerse? Ya se… escribiendo un relato para un concurso, por ejemplo. Al final de cuentas, aunque uno no haya estudiado una carrera relacionada con las letras, lo hace por pasatiempo. Todo eso mientras las autoridades de salud a veces dicen que la pandemia ya alcanzó su pico más alto, que ya pasó la peor parte, entre otras aseveraciones; en realidad no lo sé. Lo que si estoy seguro es que si en ocasiones se aplica la frase “aquí huele a muerto” o “huele a muerte”, este año bien se podría aplicar “huele a pandemia” y quizás en el olfato colectivo se pudiera crear un perfume con notas de lápida, aislamiento, tristeza, flores de cementerio y una leve y lejana nota de esperanza. Todo esto con una proyección y estela tan, pero tan fuerte que nunca vamos a olvidar.
Como una última nota escribiría: dicen que lo que bien se aprende nunca se olvida, yo agregaría que lo que bien se huele tampoco se olvida: el perfume de ella, de él, algún campo de flores, una comida… e incluso una pandemia.
 
Estudió la Licenciatura en Biología en la Universidad de Sonora campus Centro, una Maestría en Ciencias en el Centro de Investigación y Desarrollo campus Hermosillo (CIAD A.C.), después un Doctorado en Ciencias (Polímeros y Materiales) en la Universidad de Sonora campus Centro. Actualmente se encuentra desarrollando una estancia posdoctoral en la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), en Tuxtla Gutiérrez. Su línea de investigación es la simulación computacional de membranas. Como producto de sus investigaciones, junto con algunos colegas se han publicado artículos de investigación y de divulgación. Además de temas científicos le gusta escribir ensayos, relatos, poesía y cuentos.
 
Es fanático del grupo Queen y de la lucha libre. Entre sus pasatiempos se encuentran leer, conocer sobre el café y probar sus distintos tipos, visitar restaurantes, la numismática, el teatro, el cine, los videojuegos y escribir. Mención Honorífica del Concurso “Relato corto en la vida de un becario” en su 2da Edición.
 
 
 

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