JESÚS SANDOVAL MAGAÑA APONTE-MÉXICO-

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PÁGINA 27

 

 

 
ESTE NO ES UN CUADRO DE JOHN TRUMBULL: HAMILTON Y EL ARTE COMO CATARSIS
JESÚS SANDOVAL MAGAÑA
 
Palabras Clave: Catarsis, Psicología de las Emociones, Psicología Positiva, Coafecto, Consciencia.
 
Resumen:
El presente ensayo intenta explicar los conceptos del capítulo “El Arte como catarsis” del libro “Psicología del Arte” de Lev Vygotsky aplicados a la creación y recepción del musical de Broadway “Hamilton”, intentando entender cómo somos capaces de conectar, el público primero, pero también Lin Manuel Miranda como autor, con la historia de un personaje que vivió en 1800 y que parecería tan aparentemente lejano a nosotros.
 
Key Words: Catharsis, Psychology of Emotions, Positive Psychology, Co-affect, Consciousness.
 
Abstract:
This essay tries to explain the concepts of the chapter "Art as catharsis" of the book "Psychology of Art" by Lev Vygotsky applied to the creation and reception of the Broadway musical "Hamilton", trying to understand how we are able to connect, the public first but also Lin Manuel Miranda as author, with the story of a character who lived in 1800 and who would seem so apparently distant from us.
 
 
 
 
QUIEN VIVE, QUIEN MUERE, QUIEN CUENTA TU HISTORIA: INTRODUCCIÓN

 
“The reality is messier and richer, kids
The reality is not a pretty picture, kids”[1]
 
No John Trumbull, Lin Manuel Miranda
 
     Si arde, es real, decía Didi Huberman para explicar cómo lo representado en una imagen (entendamos esto no como una representación bidimensional, si no como algo que puede ser percibido por los sentidos y que fue diseñado con este propósito) era mucho más que algo imaginario, que de hecho tenía una poderosa injerencia en la realidad. Arder es por sí mismo una imagen poderosa, cargada de significados y metáforas, Huberman se refiere a arder en múltiples sentidos, pero el que nos compete ahora es el de dejar marca, hacer fuego en nuestras conciencias y marcarlas como un hierro caliente, hasta tarde o temprano hacerse cenizas para asumir su rol transformador en nuestra realidad.
     Vigotsky explica en su libro “Psicología del arte” la forma en que nos relacionamos con estas imágenes, como podemos generar afectos y empatía por un personaje ficticio como Walter White, quien en su obra resulta ser un hombre que va cayendo en la oscuridad, es “el malo”, pero se siente tan bien construido emocional y psicológicamente que podemos conectar con él, amar al villano, desear que triunfe. Hay tres cosas que median esta interacción, la primera es por supuesto la percepción, pero después participan la imaginación y las emociones y son estos dos elementos los que determinan si la imagen logrará arder en nosotros o no.
    En 2014 Lin Manuel Miranda, un conocido compositor para Broadway y para algunas películas escribió su (al menos hasta ahora) opera magna: Hamilton. El musical destaca socialmente por ser confrontativo sin querer serlo, pues en un Estados Unidos que se encuentra lidiando con un racismo y una xenofobia tan interiorizadas él coloca a actores latinos y afroamericanos a representar a los padres fundadores de dicha nación, por crear una amalgama de rap (un ritmo ¨negro¨ y con orígenes en las clases bajas) con la ópera y la música de cámara (que para muchos es alta cultura) también por resaltar la importancia de una mujer que parece haber sido olvidada por la historia y sin quien las historias de George Washington y del propio Hamilton ni siquiera serían conocidas: Elizabeth Schuyler.
     El musical cuenta la historia de Alexander Hamilton, uno de los padres fundadores y una pieza fundamental para la independencia de Estados Unidos, así como también el primer secretario del tesoro de este país y el primer gran escándalo político que tendría esta nación liberada.
      En el fondo habla de muchas más cosas, nos cuenta la historia de un hombre impetuoso e impulsivo que pretende no desperdiciar ninguna oportunidad, obsesionado con dejar un legado y que viniendo desde una pobre isla del caribe logra escribir su nombre en la historia. Confronta dos posturas sobre la vida, la impulsividad de Alexander contra la paciencia y el sigilo de quien sería su mejor amigo, pero también su asesino Aarón Burr. Nos cuenta cómo somos nosotros quienes cavamos nuestra propia tumba, como el amor es el mejor legado que podemos aspirar a dejar, como Estados Unidos es una tierra construida por inmigrantes y, en fin, poseé un sin número de capas de interpretación.
    El presente ensayo intentará analizar la forma en que primero una pintura de 1800 inspira a Lin Manuel Miranda para contar la historia de un hombre a quien se le conocía por poco más que estar en el billete de diez dólares y después como el musical de Miranda impacta por medio de la catarsis planteada por Vigotsky en la vida de miles de personas.
 

 
NO JOHN TRUMBULL
 
“Let me tell you what I wish I'd known
When I was young and dreamed of glory
You have no control
Who lives, who dies, who tells your story?”[2]
 
Who lives, who dies, who tell your story, Lin Manuel Miranda
 
 
       En 1817 el congreso de Estados Unidos le pidió a John Trumbull cuatro cuadros para adornar la rotonda del capitolio en los que se representaba a los padres fundadores y la historia de la guerra de independencia de dicho país.
    Los cuadros representan a los personajes del primer congreso sentados unos junto a otros armónicamente, felices y tranquilos y a los padres fundadores (Hamilton incluido, dicho sea de paso) firmando el tratado de independencia.
     Vygotsky dice que el primer medio con el que convivimos con una obra de arte es la percepción sensorial, pero esto no es suficiente, observar una pintura no es suficiente para comprenderla, nuestra imaginación y emociones intervienen en el proceso como mediadores que realmente son quienes generarán nuestra experiencia estética, sin mencionar que nuestro contexto, el contexto de la obra y el conocimiento que tenemos del mismo también intervendrán en nuestro juicio.
    Se habla de separar al artista de su obra, bien, pero no podemos separar una obra del contexto en que fue creada, las personas y las pinturas somos productos de nuestra época, de nuestra sociedad. Vygotsky no lo menciona, pero un punto medio antes de las emociones y la fantasía e inmediato a la percepción es lo que el método teatral de Stanislavsky llama el “sí mágico”, que consiste en aceptar la realidad de la obra con sus propias reglas, de convertirla en un mundo independiente a nuestro mundo, así la Mona Lisa deja de ser un lienzo con muchos óleos secos y pasa a ser el rostro de una mujer, y solo entonces, cuando se ha cruzado esa barrera podemos empezar a sentir la obra, a imaginar, a descubrir si arde o no. Para Lin Manuel Miranda los cuadros de Trumbull no arden.
     En el musical ocurren las discusiones del gabinete del presidente como batallas de rap, que se van tornando más y más agresivas conforme avanzan, en ellas Thomas Jefferson y Alexander Hamilton toman decisiones fundamentales para una nación recién fundada, pero los ánimos se calientan y comienzan a mezclar cosas personales, antes de la primera “batalla del gabinete” aparece una canción llamada ¨No John Trumbull”.
    En esta canción Miranda nos presenta su perspectiva de las pinturas de Trumbull:
 
¨You ever see a painting by John Trumbull?
Founding fathers in a line, looking all humble
Patiently waiting to sign a declaration and start a nation
No sign of disagreement, not one grumble
The reality is messier and richer, kids
The reality is not a pretty picture, kids
Every cabinet meeting is a full on rumble
What you're about to witness is no John Trumbull¨[3]
 
(Miranda, 2017)
 
     En entrevistas él explica que le parece poco realista la representación que el pintor hace del ambiente de aquella época, dice que ¨lo de Trumbull es una pintura que era conveniente a los intereses del congreso, a representar a todos estos personajes como buenos amigos, porque el país necesitaba unidad, pero en realidad ellos peleaban mucho, había tensiones constantes en el gabinete porque en el fondo todos menos Washington deseaban sentarse en la silla del poder¨ (Miranda, 2017), Lin Manuel toma el cuadro de Trumbull como punto de partida para Hamilton, sus sentimientos se implican profundamente cuando conoce la historia de Alexander.
      Vygotsky propone la emoción como un gasto energético primario, algo que ocurre en el acto como un flash y nos toma de frente, es solo con la intelectualización de estas emociones que podemos convertir la emoción en pensamiento, de este modo el desagrado y la desconfianza de Miranda sobre el cuadro de Trumbull se convierte en una idea cuando consigue conectar con la biografía de Hamilton, específicamente la escrita por el historiador Ron Chernow.
    El primer dato que une a Miranda y a Hamilton es su proceder. Alexander Hamilton es un inmigrante, un extranjero, justo como lo fuera Lin Manuel, de origen puertorriqueño, que ha vivido cercano a sus orígenes y a la discriminación que en un país como Estados Unidos implica, Alexander provenía de una pequeña isla del Caribe, tras una serie de tragedias que incluyen el abandono de su padre, un huracán, la muerte de su madre en una enfermedad y el suicidio de su primo delante de sus ojos, decide escribir su propia historia y esta va pasando de mano en mano con los habitantes de su isla, quienes deciden hacer una colecta para enviarlo a Nueva York.
    Este es el segundo elemento que los conecta, la determinación e impulsividad para conseguir lo que desean, Hamilton se hace notar en Nueva York, confronta a Aarón Burr y se une al movimiento independentista, se hace la mano derecha de Washington y propone la estrategia con la que se gana la guerra, Miranda tuvo que luchar del mismo modo, hacerse un nombre en Broadway y destacar pese al prejuicio que su color de piel y su origen lleva como un estigma, pero al igual que Hamilton antes que su procedencia, hablaba por él el talento.
   Hay una tercera cosa, que ocurriría en la vida de Hamilton cuando tras ganar la guerra se convierte en secretario del tesoro, su esposa se va unos días y Hamilton entra en un estrés que lo consume, al final cede a las tentaciones de una mujer llamada Maria Reynolds y la engaña con ella, en ese momento el esposo de Maria comienza a chantajear a Hamilton y el hace una serie de pagos a este para que oculte la verdad, pero su propio miedo al verse descubiertos estos pagos y verse acusado de malversación, lo hace pensar que su legado está en riesgo y publica el panfleto Reynolds, donde revela su aventura con María, dejando a su esposa Elizabeth expuesta ante el mundo entero. Miranda encuentra en este escándalo, en este gesto riesgoso y absurdo a un ser humano, con errores y pasiones desbordantes y terribles.
    Vygotsky utiliza un término alemán einfühlung, para describir la capacidad de experimentarse a uno mismo en un objeto o personaje distante, de convertir las historias de otro en propias, generando un coafecto, una empatía poderosa que hace que la obra de arte trascienda en ti, o arda como diría Huberman.
     Miranda toma la vida de Hamilton y la traspasa con su imaginación y trabaja en torno a ella, o podría decirse que la vida de Hamilton traspasa la de Miranda y al encontrarse este afectado por ella no puede más que crear, que empezar a utilizarla como materia prima para su producción, Miranda agrega a esta elementos propios, como su admiración por los tres puntos que se han tocado antes, como su propia condición de latino, como la música de su barrio y del barrio de tantos otros. Al final Hamilton, an american musical ya no es solo la historia de Alexander Hamilton, sino también la de Lin Manuel Miranda.
 

 
EL MUNDO NUNCA SERÁ EL MISMO
 
¨Now I'm the villain in your history
I was too young and blind to see
I should've known
I should've known the world was wide enough for both Hamilton and me¨[4]
 
The world was wide enough, Lin Manuel Miranda
 
      Vygotsy explica que la obra de arte genera un afecto en dos dimensiones, una relacionada con la forma y otra con el fondo. Es decir, por un lado, se encuentra la estructura y el canal por el que el artista expresa su mensaje y por el otro el mensaje mismo. El contacto humano con la imagen se produce en estos dos niveles, la representación y lo que es representado y ambas tienen la capacidad de tocarnos del mismo modo.
    En el caso de Hamilton se trata de una producción sumamente rica en ambos sentidos. Miranda vuelca su investigación sobre la vida de Hamilton y su imaginación en cuarenta y tres canciones que conforman el musical, no hay un solo diálogo hablado fuera de las canciones, lo que también hace que baste escuchar el soundtrack para seguir la narración. Miranda había producido antes In the heights, un musical que habla sobre el barrio dominicano de Washington Heights en Nueva York y refleja la vida de una comunidad latina en esta ciudad.
    Sabe escribir canciones con leit motivs poderosos que conecten con el espectador. Usa además esta combinación extraña, amalgama la ópera y la música orquestal con el rap, nos hace sentir lo enorme que es lo que está diciendo, pero que también se trata de algo cercano a nosotros, algo que se encuentra en nuestras calles. Además, en cuanto al elenco se contrataron actores de color y latinoamericanos para interpretar a los padres fundadores.
    Este último detalle fue tomado de muchas maneras, al principio parecía una afrenta, una especie de ataque al patriotismo paranoico de Estados Unidos, poner a estos hombres blancos tan importantes interpretados por gente tan diversa, pero al verlos en escena, al notar el enorme talento que poseen su origen deja de ser lo primordial, no deja de ser importante, porque consigue tocar al público al reflejar la realidad del país, un país diverso, fundado por inmigrantes y en el que todos vienen de lugares distintos, pero pueden ser de cualquier modo una unidad.
     Vigotsky sitúa la forma en el plano del pensamiento, que por una parte se oculta en el subconsciente, y por el otro es la parte que es más sencillo de intelectualizar, por eso resulta tan relevante que se trate de una ópera rap interpretada por actores étnicamente diversos, porque nuestra mente nos dice el valor que estos detalles tienen.
   Por otro lado, el fondo de Hamilton es igualmente poderoso. Nos presenta a tres villanos, el primero es el Rey George III, el rey de Inglaterra que se aferra a no perder las colonias americanas, en ¨You´ll be back¨ el rey le canta a Estados Unidos una canción de desamor, un reclamo de un amante celoso que ve partir a su amada y está dispuesto a lo que sea por recuperarla, porque la cree suya. Inglaterra es el amante, Estados Unidos la amada fugitiva.
    El segundo es Thomas Jefferson, un político que es implacable en lo discursivo, un prosista de un sentimiento precioso, pero también un esclavista cruel, un francófilo autonombrado que prefiere refugiarse en París y regresar a América a disfrutar de una victoria en la que poco contribuyó y que se opone a Hamilton en el gabinete.
   Pero el verdadero villano, el asesino de Hamilton es también su primer amigo y es una de las partes más maravillosas del fondo de la obra, porque su existencia se convierte en un dilema filosófico entre la prudencia y la pasión. Aarón Burr conoce a un Hamilton de diecinueve años en un bar, cuando este lo busca para pedir unirse a la revolución, Hamilton se presenta eufórico contando su historia y mostrando sus verdaderos colores, Burr le responde ¨habla menos, sonríe más, los idiotas que usan sus bocas acaban muertos¨.
    A partir de entonces se van convirtiendo en una antítesis el uno del otro, Burr es el hombre prudente cuyo lema es esperar la oportunidad correcta, acechar, mantenerse vigilando hasta que la vida sea propicia para lo que él desea hacer, Hamilton por el contrario busca no desperdiciar sus tiros, es impulsivo, irreflexivo. Sus posturas, ambas los llevan a pequeñas ruinas personales, por esperar demasiado Burr pierde ante Hamilton su lugar como mano derecha de Washington y por su impulsividad Hamilton se expone ante el mundo como un hombre infiel y mina así su camino a la presidencia, aplastando con sus propias manos lo que intentaba proteger.
    Al final ellos intercambian sus posturas en un último acto fatal, cuando Burr pierde la presidencia a causa de la opinión de Hamilton. Alexander Hamilton que siempre había aprovechado cada tiro, que siempre actúo por impulso, decide ser prudente por una vez, apunta su pistola al cielo y muere, Aarón Burr que siempre acechó la oportunidad, que era prudente y sigiloso, decide actuar sin pensar y dispara a su rival y amigo, sellando la muerte de Hamilton con un disparo y convirtiéndose en el villano de esta historia.
    Vigotsky ubica al fondo en la obra de arte como la parte emocional, la que conecta con nuestras pasiones, nuestras filosofías, nuestros modos de entender la vida, en este caso puede ser que te identifiques con la irreflexividad y el fuego de Hamilton o con la paciencia y la esperanza de Burr, pero es imposible no conectar, no ser tocado, y no salir finalmente herido cuando estas posturas extremas fallan en la muerte de Hamilton.
 
LA HISTORIA TIENE SUS OJOS PUESTOS EN TI: CONCLUSIONES
 
        Didi-Huberman decía que algo solo es real cuando arde, cuando consigue tocar las fibras más sensibles de otro y entonces le hace arder, la cadena creativa es a veces una serie de incendios no planeados, detonados por partes de tu obra que no puedes controlar y que llegan a transformar tanto el corazón del otro que le obligan a crear. Desde la psicología Vigotsky plantea la importancia de la obra de arte y su experiencia estética en este mismo camino, el arte es valioso porque nos puede afectar emocionalmente y en nuestro pensamiento, porque es un camino al cambio.
    Angelica Lidell explica el performance y después el arte en general como ¨un dispositivo que sirve para transformar la realidad por medio de la emoción¨ (Lidell, 2009), al acercar la idea del arte a la psicología podemos ver como esta transformación empieza en el otro, en su sentir y en su pensar, en estas dos almas que habitan nuestro cuerpo.
   En Hamilton, momentos antes de la batalla de Yorktown, donde finalmente se define la derrota de Inglaterra y la independencia de Estados Unidos, George Washington, quien ocupa el arquetipo del maestro en esta obra, tiene una charla con Alexander Hamilton y con Laffayete (un inmigrante francés que merecería su propio ensayo para abarcar) revelando las dos verdades fundamentales, la primera es que la historia tiene sus ojos puestos en nosotros y la segunda es que uno no puede decidir quien vive, quien muere o quién va a contar tu historia.
    No sé si Washington entendería el enorme peso de estas palabras respecto al arte, donde la historia define tu lugar en base a tu obra y es el discurso el que se perpetúa, el que traspasa a la gente, el que puede transformar la realidad, los artistas deben hacerse conscientes de esto y vigilar, sin censurarse por ello, el enorme peso de su mensaje.
   La catarsis viene por supuesto del artista hacia su obra, pero se perpetúa solamente cuando el espectador puede hacer catarsis en la obra. Cuando se tiene algo que decir, hay que decirlo, a sabiendas de que tarde o temprano llegará a los oídos correctos, igual que Alexander Hamilton el artista no debe desperdiciar su tiro. 
 
 
 
 

Bibliografía

Didi-Huberman, G. (1967). Cuando las imágenes tocan lo real. Munich: Ablasta.
Miranda, L. M. (06 de Julio de 2017). Hamilton, an american musical. (J. J. Williams, Entrevistador)
Miranda, L. M. (2017). No John Trumbull [Grabado por L. M. miranda]. Holliwood, California, USA.
Vygotsky, L. (2013 ). Psicología del Arte. Madrid: Paidos.
 
 

[1] La realidad es más desastrosa y rica, niños. La realidad no es una bella pintura, niños.
[2] Déjame decirte lo que hubiera deseado saber cuando era joven y soñaba la gloria: no tienes control de quien vive, quien muere y quien cuenta tu historia.
[3] ¿Has visto alguna vez una pintura de John Trumbull? Los padres fundadores en una línea mirando al vacío, pacientemente esperando para firmar la declaración e iniciar una nación, no hay señal de desacuerdo, nadie se irrita. La realidad es desastrosa y más rica, niños. La realidad no es una bella pintura, niños. Cada batalla del gabinete es una pelea. Lo que estás a punto de presenciar no es un John Trumbull.
[4] Ahora yo soy el villano en tu historia, era demasiado joven y ciego para ver. Debí haber sabido, debí haber sabido que el mundo era suficientemente grande para ambos, Hamilton y yo.
 

Jesús Sandoval es un escritor y artista multidisciplinario potosino. Participó como miembro del colectivo de poesía de la UASLP dirigido por el Profesor Isaías Ramírez de 2010 a 2012 presentando los primeros textos de su autoría, posteriormente formaría el colectivo teatral El teatro de lo absurdo con el que participaría en eventos públicos como las tres ediciones del Festival SOMOS+ presentando obras teatrales y poemas de su autoría hasta 2014. Después ingresaría a la facultad de Letras de la Universidad de Guadalajara donde cursaría la Licenciatura en Letras Hispánicas, allí funda la editorial cartonera El pato con Canclas que cuenta con 23 publicaciones de autores independientes en el formato de libro cartonero y 6 en convencional. Fundó y dirigió además los colectivos “Los esclavos de Bangkok” e “Híjole Colectivo Artístico”, este último aún en funcionamiento dedicándose a dar espacio a artistas nuevos para realizar sus primeras presentaciones, tanto en lo referente a artes escénicas como plásticas. A la fecha ha publicado ocho libros entre poesía y narrativa: “Historias a media LVZ”, “Pasapalabra”, “Una niña que no aprendió a esperar”, “Los versos que te escribí mientras bailabas despacito”, “Turquía y todas esas cosas buenas”, “La dignidad de los zorrillos y otros pequeños milagros”, “Cartas a Mamá Osa”, “Tancáma” y “La Reina Mora”. Sobre su producción plástica sus obras se encuentran inspiradas por cuentos de hadas, los cuales usa como metáfora para hablar de situaciones emocionales como la dependencia, la levedad, el enamoramiento, la femineidad en lo masculino, el miedo como herencia familiar, utiliza como técnica la deriva, el performance y el arte acción. Actualmente se encuentra cursando la licenciatura en Arte Contemporáneo.