CÉSAR SILVA GONZÁLEZ-MÉXICO-


Mi nombre es César Silva González, nací el 29 de octubre de 1982, originario de la colonia Fomerrey 22, ahora San Pedro 400.
San Pedro Garza García N. L. México
 
Estudié un diplomado en diseño gráfico, y me recibí como psicólogo en la Universidad Metropolitana de Monterrey en el 2005.
 
Actualmente trabajo en la Secretaría de seguridad pública del municipio de Juárez. Soy policía segundo y encargado de un área de confianza.
 
A la vez tengo un consultorio psicológico en el municipio de Juárez y comparto otro en el centro de Monterrey.
 
Desde que tengo uso de razón me gusta leer, no tengo un género en específico, leo de todo... Aunque no soy muy fan a las novelas de amor predecibles.
 
Comencé a escribir canciones a la edad de 17 años aproximadamente y a los 20 aproximadamente comencé a escribir mi primer cuento llamado "Anillo de compromiso - la tregua"
 
Aún hoy en día tengo varios cuentos en el tintero. Simplemente Kenneth, Lienzos de sal, Ladrón de celos, Ingestas vacaciones, Cuentos cortos para soñar con los angelitos, El cielo y La cortina...
 
Y en ocasiones continúo llenando páginas de pensamientos y escritos varios llamados "Paréntesis antes del segundo punto suspensivo"
 
A la par, me encuentro escribiendo cuestiones psicológicas en base a mi experiencia.
 
Escribo porque no es fácil expresar lo que se tiene en la mente y el corazón, porque muchos no toleran el escucha ajeno ni mucho menos el desahogo literario, de los demás.
 
Escribo porque no suelo rodearme de gente que no tengo nada que aportarles, porque es una proyección necesaria.
 
Escriba para dejar quizás una página de continuación a quien desee continuar, una lectura a quien desee leer, pero más a quien no desee leerme y que por morbo, capricho o clandestina admiración lo hará.
 
Escribo, primero para mí y después para ti.
 
En el trascurso de mi vida he tenido varios seudónimos y anagramas... Judas, Papugnar, Vladimir De La Vega Serrato, Octopus, Gecmis, entre otros.
En la actualidad uso como anagrama “MaJuMa” en honor a los nombres de mis padres María Julieta y Mariano
 
Hoy en día mi anhelo de proyección son mi familia mi espejo de bolsillo... Killián
 

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“INFESTAS VACACIONES”
Por: César Silva González
 

…Porque esta noche jugaré
Dados con el diablo,
Te doy un beso
Antes de…

 
Verte dormir.
 
He viajado desde niño y he visto recónditos lugares de ensueños, de fantasías y realidad, pero; jamás la visión aquella del titubeoso niño que se aposentaba en el asiento trasero de una tal “Charlotte”.
 
Era quizás un 25 de mayo o un 14 de abril, la fecha no importa cuando el recuerdo sigue tan presente como el olvido que nunca se fue… un asiento de plumas de ganso “jamás”, de piel mucho menos, solo… un asiento común y tan corriente como sencillo. Necesario darle su lugar en lo próximo a recitar, por ser parte fundamental de la desgracia vivida y a su vez provocada de quien, por sus allegados siempre tan bien querida, cuidada, protegida y sustentada, conocida como “Charlotte”.
 
Haciendo mención de a quien he de referirme como la principal sospechosa, tan inocente como culpable del acto trágico que llevó a esta nuclear y minúscula familia, más peculiar que una luciérnaga brillando de día para ser encontrada por un rebaño de ovejas… no pudo llegar a ser, discurro que es imprescindible conocer la índole emocional de los que llegaron a exigirle a Dios, que bajo las palmas de sus manos les dejaran inmoladas las llaves de las puertas del cielo divino. Claro que no ese cielo de clase turista al cual llegan todas las especies que viajan en el vagón de inferiores niveles sociales, a diferencia del suyo; aunque, cabe mencionar que según el ser narcisista cochero de esta historia reafirma que la clase social no es económica sino… empecemos por presentar a nuestros invitados en esta obra de desagradable estética.
 
Él… hombre que entre tanto, pretendía llegar ser fiscalizador de policía, acude casi a diario a la alberca de un club privado, dado que desde niño tuvo la esperanza de crecer lo suficiente para convertirse en un nadador experto; para así, poder salvar la vida de su hermano mayor mientras peleaba con su falta de destreza para el nado en la parte onda de la piscina, cabe asumir que esté buscaba ser el héroe de un hermano considerado desde años atrás… un fallecido, del cual no fue el único testigo.
 
Podemos describirlo como un hombre, no como cualquier otro; a ella, como una mujer tan única como ninguna más lo podría llegar a ser; un hijo que no se reconocería ni, aunque se postrara frente al espejo y un perro desaparentado como si la arcilla con la que lo forjaron hubiese sido olvidada sobra un soporte caliente.
 
Él, tan desconocido que solo su acta de registro al nacer conocía su nombre; pues, a su escasa edad de 32 años, simpatizaba solo cuando se le llamaba por el nombre, titulo, referencia, apodo; o bien, “Míster”. Ese deseo de negarse a aceptar que ya no era tan joven como cuando tenía 17 o quizás 20 años y comportarse como si apenas los hubiese adquirido en su ultimo festejo de aniversario de vida o bien cumpleaños, llegando a idealizar que era la mejor edad que conllevar en la vida, su inmadurez ante la responsabilidad de sus actos y falta de cumplimiento de obligaciones viviendo con el lema inconsciente de: que lo haga mi madre, padre o quien este conmigo, por mí. Solía comportarse con inmensa arrogancia ante la sociedad considerándose así mismo estar por encima de las leyes establecidas como las normas sociales, mostrando rebeldía frente a sus cercanos y alejados, manifestándose con cólera en reacción cuando concebía comentarios, ademanes o expresiones conducentes a su persona misma.
 
Ella, mujer dedicada al hogar, al empleo de turno completo como asistente ejecutivo, siendo la cara de e imagen principal tanto de su ocupación como de su hogar, de su familia. Registrada como Caeli hace aproximadamente 28 años, sumida en las rutinas costumbres e idealismos de la iglesia Adventista del Séptimo Día, tan agradecida y admirada de la iniciativa que tuvo aquel granjero bautista que en 1818 se adjudicó ser el conocedor de la próxima llegada de Jesucristo; como bien se trató de dar a comprender, suele ser una devota a los actos arriesgados de quien ella reconoce como un ser con características que un verdadero hombre debería de tener, no estética, no facial, no de mirada concentrada seductora conquistadora, ni mucho menos de melena sedosa o de corte estilo undercut. William Miller, aquel antes mencionado personaje a quien Caeli le dedicaba sus frotes húmedos no a escondidas de su esposo, y no significa que sean un matrimonio perverso, abierto o de libertino pasaje nocturno o diurno, según la necesidad libidinal se muestre hambrienta.
 
Pero, para conocer quien es Caeli en realidad será necesario dar un paseo por el bosque del recuerdo y la morada infantil de esta, un lugar remoto al que iremos de visita después de concertar una cita con su pasado; mientras tanto veamos el porque decidió nombrar a su hijo como Moad cuyo significado radica en ser reconocido como “bajo la protección de Dios”.
 
Moad solía tener un corte de cabello algo peculiar, en donde su peinado acostumbraba ser dirigido hacia su lado izquierdo de la cabeza por cuestión de tener la mala de dicha de perder parte de su oreja zurda al momento del parto. Su madre Caeli habituaba decirle que sus habilidades se encontraban del lado siniestro ya que sus órganos internos se tendían hacia ese mismo lado, refiriéndole además, que la mano izquierda solía utilizarse de manera higiénica tras la defecación, asunto al que Moad costumbraba negarse a satisfacer llegando a reprimir dichos actos al grado en que su madre tendía a obligarlo a seguir un estricto horario de evacuación, lo cual le motivo a crearse el vicio de tenderse a arrancar sus cabellos de manera compulsiva y espontanea, dándose gusto de comerlos como dulces de goma que solían ser su afición, por el simple echo de sentir como es que se adherían entre sus dientes, quienes a su vez eran los culpables de su funesta sonrisa. Tantas peculiaridades, presentaba Moad que los vecinos acostumbraban a llamarlo a espaldas suya como “el niño aciago”.
 
Bien… basta de presentaciones que no es lo que nos importa en esta historia tan hermosa como tan sublime, tan fantástica como tan realista, tan tuya, como tan… de cualquiera.
 
 
BIENVENIDIOS AL VIAJE
 
Texto dedicado a la señora
María Julieta González Martínez
1952-2021
Mi señora madre
 
Un paseo prometido a las calurosas pirámides, a las calurosas playas, a un caluroso desierto de arena… la verdad es que ni siquiera yo como narrador se a donde es el viaje, solo sé que es a un caluroso lugar y cerca de Dios.
 
Caeli inicia la pregunta incómodamente necesaria: ¿Llevaste el auto a revisar?
 
Míster, revira sin voltear y responde con un discurso reconfortante, de esos que a cualquiera brindan seguridad total y provoca que no haya margen de dudas: ¡Ajá!
 
Se alistan maletas, se alistan las llantas, se alista la gente, se alista el camino… el destino no es algo que se puede decidir y seguir al pie de la letra.
 
Padre, madre adelante, hijo y mascota atrás, maletas a la cajuela.
 
Hermosas platicas en silencio absoluto se dan en el recorrido, carismáticas expresiones ausentes se presentan a cada segundo del recorrido, los cinturones tan ajustados como las reglas que se siguen al pie de la letra cuando la consecuencia es grave si no se siguen.
 
La carretera que siempre a sido de tres carriles por cada sentido cada vez se torna más angosta y aquellos carriles se han tornado a ser solo dos y uno es por cada sentido.
 
En este caso no hay lluvia, ni mucho menos es un día húmedo, es tan caluroso como aquel hoyo en la capa de ozono caniculado.
 
El sol y el calor azotan la carretera como si la odiaran, la carretera se torna vaporal y a lo lejos se divisa una silueta cansada, en posición de sentado en la orilla del camino, portando camisa blanca de elegancia, pantalón de esos de viejo estilo, con pinzas de color negro opaco, y sobre su cabeza una especie de gorra. El auto continua directo a hacia… eso, o sea, él o ella… lo que sea, en cambio, no se logra acercar como debiera… de pronto…
 
Un aullido provoca que Caeli cuestione en voz alta: ¿Quién te dio permiso de aullar?
¡PERRO!, lo que provoca que Moad se abrace a si mismo y gimotee en represión total.
 
En esta ocasión el auto se logra acercar y al todos ver que quien se encontraba sobre sus posaderas, no es más que la ropa vacía y moldeada, como si fuese habitada por el hombre invisible, la madre salta al asiento trasero y encubre su hijo en su pecho diciendo a gritos de pavor ¡¡¡NO VEAS!!!
 
El niño asustado siente el llorar y el gritar de su madre, más la confusión de su padre, el niño asoma la cara de entre su apretada madre, ¿Cuál es su sorpresa?, ver a su perro muerto, las orillas de la carretera se han encubierto de fuego ardiente y capaz de desatar su impotencia llena de odio y calor, como si no fuera suficiente, en la carretera con mucha prisa empiezan a cruzar ráfagas de fuego de un lado a otro como si quisieran arrasar con lo que se les ponga enfrente.
 
El padre al volante desesperado y “Charlotte” incontrolable; de pronto, gotea con suave calma, por lo que la familia se siente aliviada, siente que Dios los ha escuchado sin necesidad de hablarle, al caer un torrente de lluvia voraz la combustión renace con mayor magnitud ¡¡¡demonios, es lluvia acida!!! ¿dónde está Dios? -se preguntan-
 
“Charlotte” ya no resiste tanta lluvia acida, lo que provoca que su corteza comienza a desmoronar, al tiempo una figura líquida en forma humana se aproxima de rodillas directo a Charlotte, el padre abraza el volante de Charlotte con rabia de miedo.
 
La madre se pregunta ¿dónde está Dios? El niño pregunta ¿mami, ese que viene no es Dios?, a lo que una pregunta irracional atrae una respuesta aun más irracional, ¡¡¡no digas estupideces, Dios nos abandona ahora y tú… y tú…!!!, las palabras aquellas son acompañadas por una estruante bofetada.
 
Un ave envuelta en fuego se estrella contra el rostro de Charlotte y logra romper el cristal frontal de su cuerpo artificial.
 
La acida lluvia comienza a entrar por la coraza de Charlotte, la familia recibe aquellas gotas de dolor sobre ellos, el chaparrón aviva aun más al fuego que se desenvuelve en la carretera y largos e incontables brazos de este envuelven a Charlotte con gran voracidad que todos se inundan de sin comprendidos gritos.
 
El para algunos glorioso, para otros justo y para demás necesario suceso, se dedica a hacer lo suyo y…
 
Caeli se instala a morir, tomando una decisión considerada justa antes de concluir por el abrazo de las llamas y el cobijo del desnudo continuo de su piel y desmoronamiento de sus órganos. La decisión tomada se resume de la siguiente manera:
 
 

  • Inmolación de sus largas y ya no tan dedicadas uñas ubicadas en su diestra mano, en lo más profundo que pudo enterrarlas sobre el soporte entre los hombros y la cabeza de Moad.
  • Posicionamiento sádico de sus tridentes dientes caninos y del resto, sobre la derecha mejilla de Moad, con intención de provocar un mecanismo de compuerta y este, no sienta dolor alguno con la conclusión que se llevó a cabo de la manera siguiente…
  • Con su mano derecha ajusto todas sus fuerzas para lograr una prematura y supuesta indolora castración en su hijo, con la creencia aquella que este acto liberará al pequeño e indeseado crío; de, todo pecado y así podrá entrar al reino de Dios y no vagar en el limbo por no tener bautizo alguno.
 
Caeli… muere.
 
 
Moad consigue llegar al reino de la muerte entre una bifurcación de dolo y un espasmo de confusión total provocando en su cierre de vida un deslumbre de vacío, despedida y deambulación sin emociones manifiestas representativas algunas.
 
No podremos agradecer a Moad absolutamente nada, pues nada nos brindó. Simplemente digamos que “el niño aciago” … muere.
 
Míster, sin reparo observa al cristal lateral izquierdo, lugar en donde aquella líquida y acídica figura se coloca de pie mencionando al tiempo: Se ve cansado, yo pienso que debería descansar o… ¿necesita ayuda?
 
A lo que nuestro conductor a quemarropa apertura de apoco más y más sus ojos, se aferra con excesiva e inherente fuerza, al volante de Charlotte, como si de un affaire se tratase entre ambos, al momento expresa un agónico, espontaneo y entusiasmado baladro, al tiempo en que todo se vuelca, atrayendo inesperados flashbacks en las visiones del aferrado.
 
 Se escena lo que a continuación:
 
 
  • Aquel domingo en que Míster se acerca a Moad argumentándole: Prepárate que nos vamos de vacaciones.
  • Al tiempo otra imagen renace, siendo el justo momento en el cual Caeli cuestiona: ¿Llevaste el auto a revisar antes de salir?
  • Una última imagen divisa en su mirar, viéndose a si mismo realizando el cierre de aquella… la puerta de su añejada casa, manifestando la ironía que declama: Tal vez nos volvamos a ver, si es que no te olvido jajaja…

 

 
El mundo no deja de girar, el tiempo no deja de envejecer, la carretera obtiene tres adornos en su orilla; tres adornos de distintos tamaños y con un mismo significado, con la leyenda ausente que se representaba en el parachoques trasero de Charlotte: Si la fortuna es mujer, conoce su oficio (El mercader de Venecia).
 
Cada uno de estos dichosos adornos aborda el nombre de su Caeli, Moad e incluso su mismo nombre… SHABRIRI. Así es, el nombre verdadero de Míster.
 
Es necesario al cato, un segundo grito, aun mas insaciable que aquel primero que manifestó, para estar de regreso inmolado a casidad con el volante del Charlotte, al cual comienza a soltar lenta y de breve velozmente, tendiéndose a un costado de su auto en una mísera; carretera ardiente de dolor y calor.

 
Fechas sin nombre han pasado para no volver jamás, se estrena una familia de vacacionistas en la mísera que se calentó alguna vez, lugar en el cual los pasantes distan de ver unas cruces de manifestación religiosa al costado de la calle, dando novedosa pregunta de la acompañante esposa en el asiento del copiloto:
 
 -¿Qué crees que haya sucedido?


-¿Acaso son los se mencionaron en las noticias hace… aquella vez?

 
 -Así es -responde el esposo conductor-


 -Se rumora que el tanque de gasolina se rompió, por lo que el auto se comenzó a incendiar, de una u otra forma se envolvió en llamas, en un tiempo sumamente rápido y se consuma en menos tiempo de lo que se considera común. Inclusive se cuenta que quienes iban dentro, en el asiento trasero no pudieron salir, ya que las puertas de atrás tenían activado el seguro para niños, se dice el conductor no quiso saltar del auto porque padecía de “mecanofilia”, realizándolo y exhibiéndolo como un auto único y de fama comunitaria, el cual portaba una reluciente placa de oro fundido con diamantes y margen de plata que decía “Charlotte”. Es lo que la prensa llamo: El caso de los veintisiete minutos de despedida. Debido a que eso fue la duración aproximada del incendio.

 
Todos, los cuerpos fueron quemados, incluyendo el perro, se cree que el fuego se prolongo de pronto y con más fluidez gracias al equipaje, los enajenados dicen que se debió al pecado, que solo ellos sabían cargar en su ser.
 
Existe una grabación del incidente, por la cámara de seguridad de una tienda que esta de paso, se logra ver como en el fuego se distingue un rostro diabólico por más de tres segundos, mientras con claridad sé escucha que uno de los pasajeros gritó: ¿Dónde está Dios?...
 
Lo mas curioso es que esa cámara apuntaba hacia la carretera, porque unos niños le dieron un pelotazo y la desviaron, pero los tenderos no la volvieron a acomodar porque dejo de funcionar; pero, lo mas curioso es que esa cámara… ¡NO ES DE LAS QUE GRABAN SONIDOS!
 
Silencios musicales, con tempos perfectos nos alegran el ruido, mientras la pregunta nace…
 
¿Qué sentirá o que habrá sentido esa gente al vivir ese incidente?
 
¿FIN?
 
Pd. ¿Se dan cuenta que no me equivoque al decir que iban a un lugar caluroso y cerca de Dios?
 
Por cierto.
 
La muerte no solo es una dama hermosa, arrogante, discreta, sin usura ni tambaleo; también, es celosa, puntual, fiel, honesta, vieja y sin ayer.
 
 
 

La muerte te acompaña
De la mano a la puerta
De los reinos, ya sea
Al del olvido o al de
La luz; nadie ve lo
Que no ve hasta
Vivir la muerte.