FERNANDO MARCELO CASTAÑO -ARGENTINA-

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PÁGINA 27

 

 

Es argentino, nació en la ciudad de La Rioja, en el año 1976, en el seno de una familia tradicional y católica. Tuvo varios parientes poetas de parte de la familia de su madre (Los Vera Ocampo). Heredo poemas de sus abuelos, los lee incansablemente, ellos lo inspiran y lo animan a escribir... Escribe poesías desde los 20 años, lee literatura variada desde muy pequeño. Ha sido seleccionado en 6 certámenes internacionales de poesía y participa en tertulias poéticas internacionales. Comenzó a participar en certámenes internacionales de poesía en la cuarentena.
Estudio varias carreras universitarias pero las abandono, Fernando es mas bien un autodidacta que un estudiante formal de universidades. Comenzó a participar en certámenes internacionales de poesía en la cuarentena y al principio contrataba locutores que reciten sus poemas, pero luego se animó a declamar.
 
 
 

 

LA PAZ

 

Vierto mi paz,
en las maderas de los naranjos
para que las sendas, en estos campos
ilustren rumbos,
y sus palos asienten
los estambres de las flores
donde levantan mil colores
para honrar el paso de los hombres…
 
Pido paz, en cada rincón de las aceitunas
para morar en el paladar de un campesino
que arrastra su buey, en la ley del camino…
 
Pido paz, y me acuesto con el vino,
y, su yerta herrumbre,
para que no se derrumbe,
mi sentir de brazo abierto,
en esta noche,
debajo del adobe,
y sus pajas viejas…
 
Soy lo que vierto en copas…
Y aconteceres de mis labios,
para pronunciar el verbo amar
y dar mi carne a las almas de las palomas,
que duermen la calma, del crudo misterio…
 
Soy hombre serio y mi paz
te despide, desde las aguas de un rio,
que canso su arena…
Hermano, podes anclar en mi playa
Y tostar la paz en el sol sereno
de nuestros encuentros…
Y veremos, que en su acuarela, la vida,
nos dejó un pastel del ayer
y un decir de lejos…

 

 

*     *     *
 

MI CIUDAD

 

Mi ciudad camina lento,
habla con voz cansada, en su gente...
Y el cerro nos amanece enrojecido
en los mistoles del alba...
 
Mi gente mira sin apuros,
y siente pereza
al interrogar,
las cosas más sencillas...
 
En la capilla moran palomas
porque escasean las sombras,
aquí hay pocos árboles,
y muchos yuyos…
Y en las rotas veredas
nos cansan los gorriones embravecidos...
 
En mi pueblo hay un cura
que madruga en campanarios...
Surgen, cada mañana,
bicicletas apretando los diarios,
con los canillitas solidarios,
cantándonos…
Ellos despiertan antes que los gallos...
 
El panadero hace pan,
porque se aburre
el resto del blanco día...
Hay perdidas pasiones en los ríos,
porque los amantes
se fueron a escondidas...
 
Luz en el parque,
mansos grillos,
y perros que rompieron los baldíos...
Solo creo vivir
la cósmica lisura de los días,
en los grises que transito...
Repartir en la redondez de mi moneda,
los inscriptos signos...
 
Y salir a decir
que en mi pueblo
se duermen las uvas
para renacer en vinos.

 

 

*      *       *
 

VIVIRÁS EN MI ALMA

 

La senda del camino abrigara, tus arriesgados pasos,
si estás conmigo...
De pronto tu destino será otro,
pero tu alma seguirá conmigo.
Te espere escarchado, como soldado del alba
cuando dijiste que buscarías mi valija…
 
Ahora la prisa de tus zapatos sacude el polvo
de un país vecino, digo “país”,
porque es lo más cercano,
donde pueblan las gentes,
y allá, te puedo concebir con vida…
 
En el tumulto de sombras, que el cerco arroja,
hay una que dibuja tus brazos hacia arriba,
saludando al sol,
como tu ofrenda libre y sin permisos…
 
Supiste que mi casa guardo la sal,
sedienta de nuestra despedida.
Mi perro se sentó en el rincón
percibiendo la calma y sabiendo
que tu alma, seguirá con vida…
 
Atardeció, y un platinado combo, de pájaros pardos
levanto mi desalentada mirada…
El vuelo cardinal, hacia el punto, que el viento
con su capricho barre plumas y colma las nubes...
 
Ya es tarde, y está por nacer, la nueva luna
Y, acostumbro a sentir, que un ser,
caerá pesado en la noche,
desde mi cándida vela, hacia el sereno mantel…
Donde un inocente incienso, 
hace interrogaciones de humo,
sobre el aire que respiro…
Entonces, me acuesto con un rezo y en mi oración
te digo “Vivirás en mi alma” …

 

 

*      *      *
 

CAMINO EN LA LLUVIA

 

Caminaba por la quebrada
y me bendijo la lluvia
despertada por los instintos
de la pacha mama…
Si…  La pacha mama es una mujer fina
y de buen gusto…
Esparcían sus aguas en cantos
de sutil rutina, refrescando un verano,
regenerando brillos.
Luego el aplauso en las hojas de la alameda
para mirar el escenario donde el viento
tocaba su flauta de autista.
La vereda mojaba mis pasos
y el lomo azul de la calle de asfalto
estaba vivo, corcoveando brillantinas
en las arenas, como si fuese una playa,
y ese lomo fuese una ballena
que subía a la superficie a tomar aire
para luego hundirse en el espejismo
de una ruta desabrida.
La gente… Y en sus caras las sonrisas,
eran alegrías auténticas, entre chusmas escondidas.
Un fresco ozono sucumbía en las brisas
y mi camiseta mojada esperaba
un abrazo, entre el triunfo del agua
y las sales orgánicas de mi piel.
Llegue a casa, ensucie el piso,
mire al espejo con cara de inocente
y me dije: Saldré de nuevo al aire
donde el parque respira.
Y mis pasos seguirán el frio resbalón
de una escarcha, en la marcha perdida.

 

 

*     *       *
 

CUANDO HE SENTIDO SOLEDAD

 

Cuando he sentido soledad
El carbón frágil de mi silencio
En su desespero comenzó
A rayar garabatos en los muros
Un desatado caos, mezclo aromas en sus tinos
Y calcino mis cienes en fiebres cíclicas…
 
Mi sol interior apago su senil ilusión
El día movió grises y batió cenizas
Mis horas atemporales huyeron del mundo
Y me cobije en el manso espíritu
que amparo mi niñez…
Y sus parábolas en desuso
hablaron de mi ausentada esencia…
  
Ahora, ya hombre, que fatiga las arrugas de su frente.
Resolví mis pasos hacia la elevación del alma,
Que despega desde su soledad y rompe los adentros,
para expandirse en conciencia y regresar
a este cansado cuerpo que no está solo…
 
Pues la soledad fue solo una ilusión más,
una fantasmagoría, de este acelerado mundo
que marcha y atropella…
Mundo…
Que nunca se detiene a beber
del blanco bálsamo de lo simple…
Del brillo, que se ve con los ojos del alma en mansedumbre.
El alma, que nunca abandona…
Alma que es uno y todo en el cósmico mundo

 

 

*     *      *  
 

FLOR DE RETAMA

 

Si mi alma pudiera alegrar
a estos sumisos montes riojanos…
Si las flores sirvieran
como suplicas
de tiempos mejores…
 
Si el cachilo diera sus trinos
con mas orgullo sobre la punta verde
con que la retama marca luz en su mañana.
 
Si las aves fuesen triunfales
porque hombre y camino
cayeron en rutinas de sed
y de martirio…
 
Si en sus perdidos pasos
un campesino detuviera su sangre,
un minuto, para cortar flores,
y llevar a su rancho,
adornar el adobe y su calma.
 
Si mi santo me escuchara esta noche
implorado de retamas, en flores,
y saber que su flor no lo idolatra…
Pero esta humildad en pétalos
clama amor y color, en mi sangre.
 
Pondría toda mi fe
en la flor de retama.
Limpiaría su terciopelo amarillo
del polvo, que casi la agoniza
en los acaecidos campos…
 
Si la flor de retama
cayera en su justa medida…
Mi gente andaría amarilla
sorprendida… De saber que la tierra,
la cobija con humildad, paz y alegría.

 

 

*    *     *
 

LA JARILLA

 

Jarilla, fuiste sequedad y dolor...
Desde tu semilla que te arraigo
en áridas arcillas.
 
Tu flor es rostro de amarguras,
recio color, en tu suspensión de arbusto…
La tarde, tímidamente, ultraja su labor,
de juntar el calor de soles arrepentidos.
 
Tu leve tronco, como cera que sudo
una esperanza en la cándida vela del día.
El monte quieto, sin esplendor…
Con una liebre gris que se tapa entre jarillas,
es paisaje vergonzoso y frágil en tus varillas.
 
El monte en silenciosa escena,
muestra el pico abierto de una perdiz,
que no canta, solo respira.
Ave que se agita, por la poca sombra ofrecida.
Allá, pardas urpilas se confunden en el suelo,
con piedras ardidas.
 
Jarilla mía, nadie te planta por amor.
Solo separas terrenos en olvido.
Tus hojas no alimentan ningún animal,
así es el monte en su ley,
aquí solo se sobrevive, a la quemadura del sol,
en la última luz, que subyuga letanías.
 
Naces y mueres de sol a sol.
Tu invalorada nobleza es perfumar al rocío.
Las finas lluvias son el milagro
de cantarle gotas al suelo,
pero eres sorda y muerdes polvo rojo,
vives seca, cocida al horno, como una alfarería.

 

*     *      *
 

LA HIGUERA

 

Señora arrugada, de la leche escondida,
que atrae y duerme a las hormigas.
En la redondez de tus hojas
bordean veranos
y caen fermentados
almíbares de tus higos.
 
No pido tu sombra
donde fragmentas
las perlas ámbares de resina,
solo te tengo por tradición,
y por ufana simpatía.
 
Vagan lentas tórtolas,
por pueblerina costumbre,
amarrándose en palos ásperos.
Palomitas redondas y grises.
Y dicen que no anidan nunca.
 
La gente, de ti, siempre habla mal,
dicen que las flechas…
Yo sé que no sos un indio salvaje,
ni ramaje de choza abierta.
 
Dijeron que curvas tu tronco
como un borracho, para esconder,
al travieso mikilo...
Sé que de duendes, no entienden
las chusmas, ni las borracheras.
 
Yo por respeto, te camino de lejos,
como al panal, que cuelga sus abejas.
Y tu raíz parece iguana dormida al sol,
Pero tu verde esta siempre despierto.
 
Siembras frutos por el suelo
donde se pegotean las huellas,
es rigorosa señal, de un amor,
que deambula por las siestas.
Abiertos higos, traen un olvido de licor,
entre pájaros, fruteros y benteveos.
 
Del sol no guardas rencor
pero tus hojas le alzan ponzoña
y lo apuntan siempre.
Y donde retumba el calor,
ríes de tu sombra muerta.
 
En mi patio te quiero como al gorrión
que siempre canta mal,
y te presumo, con alpargatas de arpillera.
Aunque linyera no soy, mi querida higuera.
 
Tu simpatía es la de un niño,
que se desnuda en la acequia,
y ya de adulto se viste como Adán,
con tu hoja entre las piernas.
 
Dar flores no es tu afán,
ya si en higos, mueren unas moscas negras.
Acusaron tu fruto en el Edén.
Ahora, vos, yo…
Y un alboroto de desterrado pueblo.
 
Higuera, no sé,
si das fresco o juntas calor,
pensar en ti es pudor,
eres una verde filosofía abierta.
 
La puerta del huerto,
siempre afila astillas al sol,
y el que se anima, entra con paso lento,
sin levantar polvo verá,
a mi higuera plantada al fondo,
como bandera de espera.
Pura tranquilidad…
Sepa que la prisa no es buena consejera.
 
Una curiosidad más grande es por ti,
que por inmaculada lechuza,
en eclipse de luna.

 

*     *     *
 

FLOR DEL CARDÓN

 

Flor del cardón…
Luminaria blanca y ardida,
donde su palo embravecido,
junto espinos del sacrificio,
en que el cobrizo horizonte, abarca,
un indio sin destino...
 
Ya inmóvil, en la frágil piedra,
que sepulta un paisaje tardío…
Y el declinar del aroma azufrado,
como cerro que se estanca,
en la cortina de un cielo, casi fingido.
 
Cardón, país sin apuros,
donde un compás, de palo astillado,
martirizo al pueblo con su sequía…
 
Brevedad de yacer al hartazgo,
de los días que se repiten…
 
Cardón, no das más espectáculos,
que erguirte en tu sola pierna,
por mil ruegos en siete brazos,
encarnecidos, que se elevan al Eterno,
en ausencia del cáliz escondido…
 
Y te llueven cada muerte de obispo,
pero tu amor es la urpila y el rocío…
 
Cardón… ¡Una noche llegara tu vino!
Y seguirás de duras espinas,
en tu desértico destino,
pero esa copa teñirá la sangre,
tuya y mía,
para solo decir,
que de sangre estamos heridos…