EDUARDO VALENZUELA JARA -CHILE-

<     >

PÁGINA 40

 

<                    >

Chileno, ingeniero eléctrico de profesión, 52 años de edad, es un convencido de que en las obras clásicas se encuentra, tamizada por el tiempo, la esencia de lo que es el ser humano. Por eso es un entusiasta consumidor de clásicos, ya sea de música, cine o literatura.
Apenas, a mediados de 2021, se ha animado a escribir sus primeros relatos breves y para ello ha escogido la ciencia ficción y la fantasía, ya que dichos géneros le permiten plantear los temas que le interesan.
Sus escritos, textos que pueden ir desde cien hasta no más de cinco mil palabras, han sido enviados a redes sociales, revistas y concursos.
A juicio del autor, la ciencia ficción posee la capacidad de revisar las inquietudes atávicas desde nuevos puntos de vista y el futuro es como un espejo que nos muestra lo que somos. Las apariencias y el cuestionamiento constante de las certezas, son los principales temas presentes en sus relatos y es precisamente a través de las posibilidades de la ficción, que se puede evidenciar situaciones que invitan a la reflexión de nuestra realidad.

 
NACIONALIDAD
Chileno
 
REDES SOCIALES
facebook
instagram
 
CONTACTO
correo.eduardo.valenzuela@gmail.com

 
 

 

HERMANOS MAYORES

 


Me pregunto ¿cómo estarán creciendo las caléndulas? Es curioso que estando justo ahora ante el mayor descubrimiento en la historia de la humanidad, mi pensamiento esté con esas florecillas que nacieron de milagro, hace unos meses, en la estación espacial de Hispania-3 cuando buscaba una gotera del sistema hídrico. En un rincón de la caldera encontré sus tímidos tallos (germinados por hidroponía) esforzándose por crecer. Nunca supe cómo llegaron esas semillas allí, pero les di un hogar oficial en mi puesto de trabajo, dentro de la estación, y crecieron fuertes con la luz que recibe Hispania-3 (y sus lunas) desde la estrella K555 en la galaxia de Andrómeda. Es una lástima que Hispania-3, con su ubicación estratégica en el sistema de K555, no pueda sostener vida humana en su colosal superficie por tratarse de un gigante gaseoso, pero en sus 24 lunas la situación es mucho más esperanzadora. De allí que el proyecto de la estación espacial las esté investigando. Precisamente, al iniciar mi viaje de dos meses a “Gala” (la novena luna, que orbita pareada con “Salvador-D”, la octava), y sin saber lo que allí encontraríamos, dejé las caléndulas a cargo de Carmen, una de las seis mujeres del proyecto (de un total de 12 científicos que habitamos la estación espacial) y quien mayor confianza me da.
—Riégalas a diario por favor —le encargué—. 2 mililitros son suficientes.
Mi compañero de viaje a Gala, era el doctor Mijail Kuznetsov, una prestigiosa eminencia de nuestro tiempo, por lo que supongo, en verdad yo era la compañera de viaje de él, en mi calidad de especialista botánica. Fue justamente Kuznetsov quien pidió que  yo formara parte de este proyecto en Hispania-3 y con él ya habíamos hecho el viaje a “Diego-V”, la segunda de las 24 lunas, de modo que, aunque no era mi ideal de compañía para pasar dos meses encerrados en un módulo de exploración, ya sabía cómo tratarlo.
El estrecho módulo olía a plástico recién fabricado, pero en cuanto entró Kuznetsov, su fuerte aroma corporal, unido a su padecimiento de hiperhidrósis, lo inundó por completo. En parte yo era responsable, pues Mijail era el principal consumidor de las especias que yo producía en la estación.
—Señorrita Sánchez —me dijo, con ese extraño acento soviético, al comenzar el viaje—, espero que prrocedamos de igual forma que en nuestra explorración a “Diego-V”.
Pese a que “procedimos de igual forma”, hallando una atmósfera altamente venenosa y condiciones incompatibles con la vida humana, lo que más tarde encontramos en “Gala” cambió todos los planes. Ocurrió cuando ya llevábamos cuatro jornadas encerrados orbitando la luna y ya no era capaz de distinguir el aroma de Kuznetsov. Acabábamos de entrar en la “zona de silencio” (como llamábamos a la total incomunicación con la estación espacial por la interposición de Hispania-3 entre ellos y nosotros), que en el caso de “Gala” se extendía por el equivalente a cinco semanas terrestres.
—Mijail, observe esto —le dije—, son los patrones de conformación gaseosa que he registrado en nuestras órbitas. La zona ecuatorial de “Gala” tiene una concentración y distribución inusual de compuestos de amonio… Es como si…
—¿Cómo si qué, señorrita Sánchez?
—Como si hubiera una selva allá abajo Mijail.
Bajamos la altitud del módulo hasta levitar a solo un par de metros de la superficie. A simple vista unicamente veíamos formaciones rocosas, pero Mijail aplicó su experiencia en investigación planetaria y mostrándome la imagen extra-ampliada de una zona me dijo:
—Tenía usted rrazón señorrita Sánchez. Allí está su selva.
Se trataba de minúsculas formaciones semejantes a espuma o filamentos de piedra caliza, pero seguían una estructura simétrica propia de los organismos vivos. Decidimos estabilizar el módulo sobre un área particularmente “fértil” en filamentos, levitando siempre a unos tres metros y allí pasamos dos jornadas estudiando esta “selva petrificada” que se levantaba, aproximadamente, medio metro sobre el suelo y que generaba compuestos de amonio, hasta que…
—¡¿Sánchez está usted viendo lo mismo que yo?! —dijo Kuznetsov, sudando más que de costumbre.
—Sí Mijail, lo veo pero no lo creo. Parecen ser… ¿animales?
Por entre la selva de filamentos, un grupo de diminutos seres, de no más de diez centímetros, pululaban con sus seis extremidades. A veces usaban las seis patas como insectos; otras, se erguían en dos, como bípedos y en contadas ocasiones en cuatro, como mini-centauros. Era la primera vez en la historia de la humanidad que se hallaban animales en otro mundo y ni siquiera podíamos comunicar la noticia por estar en la “zona de silencio”, tendríamos que esperar un mes más para divulgar el descubrimiento.
Con el pasar de los días continuamos en nuestro húmedo encierro observando estos animalillos, que yo bauticé como “Lemmings” (en referencia a un antiquísimo juego para los primeros ordenadores) y entre más los estudiábamos más crecía nuestro asombro. Hacia la tercera semana, Kuznetsov y yo habíamos intercambiado nuestras notas y llegamos a una conclusión.
—Definitivamente son serres inteligentes señorrita Sánchez, primitivos pero inteligentes.
—Así es Mijail, de acuerdo a una evaluación de su conducta poseen la inteligencia equivalente a un intermedio entre los hombres de Neandertal y los de Cromagnon. Tienen consciencia de sí mismos, poseen herramientas primitivas, se organizan en tribus, tienen protolenguajes.
—Debemos hacer contacto con ellos ahora —sentenció Mijail.
—¿Lo estima conveniente Mijail?
—No es que yo lo estime conveniente señorrita Sánchez, es lo que dicta el manual.
—¿De qué manual me habla Mijail?
— “Prrocedimiento parra establecerr contacto extraterrestre” señorrita Sánchez. Tarrde o temprano ocurriría esto.
—¿Puedo ver ese manual Mijail?
—Más tarrde le darré una copia. Ahora, trraeremos al módulo a uno de los líderes. Lo estudiarremos en detalle.
—¿Ese manual incluye vivisección doctor Kuznetsov?
—Por favor señorrita Sánchez, usted es una científica, conoce los métodos de estudio de su profesión ¿O es necesario explicárrselos?
Con una sonda-dron Kuznetsov capturó a uno de los líderes “Lemmings”. Se diferenciaba claramente del resto por los dibujos ocres en su piel. Debíamos tener mucho cuidado, no sabíamos aún que tan peligrosos podían ser. Al verse amenazados podían resultar extremadamente tóxicos o quizás podían emitir algún haz ultrasónico que hiciera vibrar nuestros cerebros hasta hacerlos papilla. La sonda-dron se mantuvo con la criatura dentro del estrecho compartimento de cuarentena del módulo. De acuerdo a lo que habíamos estudiado hasta entonces, el diminuto prisionero Lemming mostraba todos los signos que acusaban temor o alerta. Pese a mi espíritu científico, el procedimiento me partía el alma. Cuando un brazo robótico del compartimento de cuarentena se acercó a la cabeza del Lemming, la criatura simplemente desapareció… Mijail y yo nos miramos pasmados. El doctor comenzó a sudar copiosamente y solo logramos pensar en tres alternativas: a) el Lemming era tan frágil como una pompa de jabón y estalló; b) el Lemming tenía un mecanismo de camuflaje; c) el Lemming era una ilusión sobre nuestros cerebros. Antes de alcanzar a profundizar en las alternativas, la respuesta literalmente “apareció” ante nuestros ojos. La cámara exterior nos mostró al líder Lemming, con sus dibujos ocre, reunido con su tribu, seguramente les estaba comunicando su experiencia de “abducción”. El resto de la jornada repetimos la experiencia sobre ese y otros miembros de la tribu para confirmar lo que nos parecía increíble de creer. Los Lemming podían teletransportarse.
Kuznetsov comprendió que no sería fácil experimentar o viviseccionar a los Lemmings a menos que utilizara métodos más drásticos. Decidió usar un láser para mutilarlos o,  si fuera necesario, liquidarlos a distancia antes de proceder con su captura. Le manifesté mis reservas.
—Escuche Kuznetsov, he estado leyendo el manual y más que favorecer el contacto parece ser una guía para esclavizar especies.
—¿Qué esperraba señorrita Sánchez, que estando frente a una amenaza desconocida usemos el lenguaje del amorr?
—Tampoco quisiera participar de lo que usted planea hacer con esas criaturas. Creo que es necesario esperar hasta comunicar el descubrimiento a la tierra y aguardar las instrucciones.
—La tierra consultarrá conmigo señorrita  Sánchez, ¡yo soy el especialista! Parrece que usted lo olvida —dijo Kuznetsov—. ¿Parra que esperar si lo podemos hacer ahorra?
—¡Pero véalos! ¡Son unos seres indefensos! Apenas y están empezando a “gatear” en este universo. Podrían llegar a logros inimaginables para nosotros. Necesitan protección, necesitan la mano de un  hermano mayor que los ayude, que los guíe…
—No creo que la humanidad esté en la posición moral de guiar a nadie señorrita Sánchez.
—¡Podemos intentarlo!, podemos aprender nosotros también en el proceso. Podemos aprender a ser mejores…
—Le recuerrdo que estos serres “indefensos” tienen habilidades que nos superran ¿Quién sabe de qué serrán capaces en unos miles de años más?... ¡Herrmanos mayores! ¡Ja! Lo único que yo aprendí de mis hermanos mayores fue cómo recibirr una golpiza.
—¿Qué culpa tienen estas criaturas de que usted tuviera una familia disfuncional, Kuznetsov?
—Parrece que no entiende Sánchez…—dijo Kuznetsov, poniéndose rojo y sudando a mares—. ¡La vida es durra! ¡La naturaleza es cruel! ¡Más les vale irse acostumbrando desde ahorra!
—Pues yo no participaré de sus procedimientos doctor Kuznetsov. Me limitaré a continuar estudiando por observación.
—Como quierra doctorra Sánchez. Segurramente comprenderrá que esta indisciplina significa el fin de su carrera ¿verdad? —solo callé, no me importaba.
Hacia el final de la cuarta semana Kuznetsov comenzó con las torturas y matanzas.
Yo, sencillamente, no pude continuar sin hacer algo… Una jornada me decidí. Me enfundé el traje espacial. Kuznetsov, con su cara roja y enormes manchas de sudor en las axilas, al verme dijo:
—¿Va a salir Sánchez? ¿Está entrando en razón? —no le contesté, pero sin importarle agregó— Esperre la acompañarré.
No lo di tiempo de nada, simplemente abrí la compuerta y la atmósfera cargada de amonio de “Gala” purificó, en un segundo, todo el aroma corporal de Kuznetsov en el módulo.
Hoy saldremos de la “zona de silencio”, las comunicaciones se reactivarán con la base espacial. Ya he limpiado todo, he borrado todo. Los informes de “Gala” son taxativos, “no apto para la vida humana”, “sin recursos explotables”, “peligroso en extremo”. Espero que con esto se olviden de esta luna por mucho, muchísimo tiempo. En cuanto establezca comunicación lo primero que quisiera decir es ¿cómo están las caléndulas?,  pero debo comenzar informando que mi compañero, el eminente doctor Kuznetsov, ha muerto en un desafortunado accidente cuando su traje se rasgó en unas rocas. Llevo de vuelta su cadáver. Sus pulmones están hinchados con la venenosa atmósfera de “Gala”.