ALEJANDRO ZAPATA ESPINOSA -COLOMBIA-

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Alejandro Zapata Espinosa (Colombia, 2002), estudiante de Licenciatura en Literatura y Lengua Castellana, escribe cuentos, poemas y columnas en Al Poniente. Ocupó el segundo puesto del XVIII Concurso de Cuento Tomás Carrasquilla del Tecnológico de Antioquia. Es parte de la antología Poemas del barrio a la ciudad, fruto del XX Encuentro de Poetas Comfenalco, Antioquia, 2020. Ha publicado en medios físicos y digitales.
 

AUTOR PARTICIPANTE EN LA ANTOLOGÍA DE POESÍA DE TRINANDO SÉPTIMO ANIVERSARIO

 

 

I
 
Los gallos reparten la nueva,
pico a pico,
multiplicándose en las planchas
y las quebradas.
 
Un hombre, al sosiego de una zanja,
los oye, invadido de babosas,
húmedas de rocío,
en la herida del puñal,
y su reguero de sangre en la maleza,
delatado por el chorro mortecino de un poste.
 
El agua helada, sucia,
sobre el cuerpo de la trabajadora,
indiferente a la lluvia,
viéndose al espejo,
viendo tras el espejo el cafetal,
esperando del cafetal una mano.
 
Y la linterna
que reposaba sobre un tabique
se cae,
con su mundo,
con su frío,
en la guaca sepultada por la pulpa de café,
de unos indios
ya muertos.
 
 

*     *     *

 
II
 
nómbrame
en el silencio de tus ojos cerrados
fuera de la mañana
sin que lo sepa
sin que te oiga
pero nómbrame y recuérdame
ese día ese golpe ese imprevisto
pero hazlo sola
en tu desamparo
en tu desnudez
cuando esperes mi sombra
 
pero nómbrame
sin abrir la boca
como esperando el beso
que nunca nos dimos
 
 

*     *     *

 
III
 
Vengo de la luz con ansias de oscuridad.
 
Vengo de la luz,
como un pariente,
con rostros a su lado,
con unos ojos que reconoce
en la persona cuyo nombre
una vez nombró,
en su cuarto; en el mío…
 
Y vengo acompañado de luz.
Vengo yo, Hijo, vengo de algún lugar.
 
Vengo de la luz con ansias de oscuridad.
 
Ahí van los perros.
Saben el camino, tal vez,
mejor que nosotros.
Saben dónde están los derechos.
Saben incluso quién se ha deshecho,
de entre nosotros,
de entre alguno de los que aquí gritamos,
de entre alguno de los que aquí callamos.
 
Vengo de la luz con ansias de oscuridad.
 
Estamos en el punto donde la Sombra
nos recuerda algo,
donde la Sombra se hace muchas
cabezas, cortes;
la Sombra tiene muchos apellidos;
¡pero vamos hacia la oscuridad,
vamos!
 
¡Ay, si supiéramos cantar!
¡Ay, esos ojos en el camino!
Ella sentada en el descanso…
¿Por qué no nos detuvimos
a hablar de Ella,
a verla —solo verla; mejor verla―?
 
Ay, Ella, esos ojos…
¡Y ninguno quiso detenerse!
¿Ella quería que nos detuviéramos?
¡Si vamos hacia la oscuridad,
desde la luz,
ella diría algo?
 
Venimos de la luz ansiosos de oscuridad.
 
Estamos aquí, en la Montaña.
 
¿Qué hay en la Montaña?
 
Estamos nosotros,
diciendo que estamos,
oliendo y escuchando a los
que también están.
 
Y no creemos nada de esto…
 
¡Ay, vean, vean el cielo!
¿Antes habían contado tantas estrellas?
Dime, Tú; dime Tú que gimes,
¿desde hace cuándo;
en qué Infancia contaste estas estrellas?
 
 
Estamos en la oscuridad, Compañeros.
Aquí viviremos, Compañeras.
Esta es nuestra casa,
¡nuestro Refugio!
 
Aquí, aquí y en ningún otro lugar.
Aquí nos acostumbraremos
a los ojos de las Mujeres.
Aquí, tal vez, tendremos Familia.
Y aquí, algún día, ya muy tarde,
veremos el cielo,
y olvidaremos quiénes fuimos
(solo hoy),
y olvidaremos muchas cosas:
olvidaremos que venimos de la Luz
con ansias de Oscuridad…
 
Lo olvidaremos porque somos Oscuridad.
 
Y nos sentaremos junto a Ellas.