MELISSA ALMAGUER -CUBA-
PÁGINA 23
Mi nombre es Melissa Almaguer, soy una muchacha cubana de 17 años con un amor puro e inmenso por la escritura. Estudio música y curso actualmente el segundo año del nivel medio-superior de mi carrera en la Escuela Nacional de Música de mi país. Pertenezco al taller literario César Vallejo, de San Antonio de los Baños, Artemisa, Cuba. De mí, igualmente, puedo decir que además de la escritura me apasiona grandemente el teatro, por eso siempre intento estar vinculada a proyectos de este tipo. Participé en el encuentro municipal de talleres literarios realizado el pasado mes de febrero; ha sido el único de su tipo en el que me he presentado y en él obtuve el primer premio en la categoría de Poesía con mi poema "Mangata". Me encuentro en Instagram bajo el seudónimo Podvedomie (podvedomiewriter).
Esto no es un simulacro.
Las manos la llevan siempre hacia abajo,
donde no respira.
Sostiene una vela a la que no le queda
mucho tiempo y la ha llamado Laura.
Laura es toda la tristeza del
mundo pero llena de colores,
como si cumpliera años.
Laura es Laura, pero ella le dice Noche
porque nombrarla le asusta.
Laura jamás sabrá que la quiere.
Tiene la cara quemada del frío
y escupe nubes naranjas de tanto atardecer
que lleva atorado en el pecho.
Trae la garganta reseca y traga en seco
para sentir su propia sangre.
Aún existe.
Su mano se enreda en el cabello
de alguien que no sabe cómo se llama.
Ni siquiera recuerda cuál
es su propio nombre.
Pseudodemencia.
Su sonrisa está hecha de polvo
de estrellas, de polvos y de cosas que se
estrellaron contra sus dientes.
Sus ojos están cantando una canción
que ya no le gusta cómo suena,
pero no quiere apagarlos.
Se ha corrido el rímel por su rostro,
no juro que no está llorando.
Nunca se pinta los labios porque
siempre los mancha la sangre.
La vida le azota fuerte y
yo sólo intento hacer poesía
con sus moretones.
Detenla,
amarra sus manos,
rómpele el lápiz y enmudece el eco.
Detenla,
esto no es un simulacro.
* * *
Podvedomie
Un alma tibia me besa los párpados
de madrugada,
su nombre es Podvedomie.
Apaga el candil que me mantiene dormida
y enciende una voz para resucitarme;
pide que escriba.
Se llenan mis pies de musgo
y un ojo de gato despierta en mi frente.
Soy puerta a un universo
en el que todo esto iría más allá de un sinsentido;
diré que no soy digna de pronunciar su nombre
para evitar confesar que lo he olvidado.
Podvedomie,
nadie te entiende.
Deja de exprimirme el pecho.
* * *
Trampa:
La llama que te salvó cuando morías
de hipotermia es la misma
que quemó tu manta
para que sintieras frío.
* * *
Intangible infierno.
Hay un monstruo durmiendo en mi cama.
Llevo la cuenta de sus respiraciones
y espero pacientemente
a que no haya una próxima.
Abre los ojos y dice algo absurdo
sobre los relojes de este mundo.
―¿Se hizo de noche? ―, pregunta.
―Siempre es de noche ―, respondo.
Las paredes se han pintado ellas solas de blanco.
Siento el eco de una voz que
me recuerda a la mía y que sólo
dice cosas sobre el miedo.
Una tormenta de arena me baila en los ojos
y se me desbordan de mar
las pupilas.
Pregunta por qué estoy llorando y
sólo alcanzo a decir que es por su culpa.
Hay un monstruo escarbando en mis venas.
Me siembra flores que nunca florecen
porque las arranca siendo a penas capullos.
Me llama Selene
y cuando hago silencio me llena de ruido.
Soy la marioneta triste que
no le sirve de nada.
Me empuja al vacío y me pide que grite;
yo sólo caigo mientras lloro,
mas no lloro porque esté cayendo;
aprendí a perder el vértigo
desde que me vi por vez primera en sus ojos.
Despierto en medio del océano
con su mano en mi garganta.
Desearía morir ahogada
con tal de no volver a verle;
nunca ocurre.
Me sumerge hasta lo más profundo
mientras aprieta mi pecho
y me susurra que respire hondo.
Advierto la trampa y no cedo,
sólo intento nadar
hacia arriba y no me deja;
y me araña las pupilas por desobedecerle,
y la sal se mezcla con la sangre
y duele tanto que ya ni siquiera me importa
llegar a la superficie.
Hay un monstruo viviendo en mi almohada.
Despierta cuando todos duermen
y me rompe los dedos para que no le dibuje.
Me desgarra la boca para pronunciar
su nombre y luego siempre lo olvido.
Me odia.
Me llama "Papel en blanco" porque
dice que es todo lo que ve en mi mente.
Yo digo que está mintiendo.
Traza curvas en mis muñecas imitando
sonrisas sin dientes o
Lunas cóncavas y luego se señala el vacío del pecho.
No importa cuántas veces huya,
es más veloz que el miedo y por eso
siempre me atrapa.
Me llama "Extraterrestre" porque
dice que de esta tierra sólo tengo el nombre.
Yo digo que está mintiendo.
Hay un monstruo durmiendo en mi cama.
Llevo la cuenta de sus respiraciones
pero siempre hay una próxima.
Desde que alimento su existencia he deseado
que todo termine.
Entendí que acabará sólo para uno de nosotros y
no soy valiente como para ser esa persona.
Aun así, insisto vagamente en que se marche
por voluntad propia.
Le pido que vuelva al espejo,
pero no me escucha.
No me escucha.
―Podvedomie