MIGUEL ÁNGEL ORTEGA -MÉXICO-

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PÁGINA 22

 

Originario de Monterrey Nuevo León
Escribe Historias de la vida cotidiana; amor, desamor, nostalgia, alegrías y melancolía; momentos pasados y presentes, vistos desde la perspectiva de su servidor.
Acompañado siempre de su inseparable guitarra igual deleita con una canción que acompaña una poesía, es un promotor de la literatura en ciernes, no obstante, ha logrado consolidar un espacio en el ventanal virtual con sus palomazos, apasionado de la coca cola y pan.
Ha llevado a su proyecto a escritores emergentes, así como a aquellos ya tienen una trayectoria,
Maneja una narrativa agradable y muy sentimental, que permite adentrarse en las entrañas de un laberinto llamado vida,
He aquí un reconocimiento a su trayectoria y entusiasmo y a la firme convicción de hacer historia en las letras
Mis respetos y admiración para el trovador y poeta Miguel Ángel Ortega
 

LO INTENTO

 

noviembre 27, 2020

Intento escribir algo sobre ti.  Así, de repente, como las gotas de la lluvia que se dejan venir sobre nosotros; así, de repente llegas a mi mente, te recuerdo, te traigo conmigo, intento abrazarte entre pensamientos.   Te llevo en mi memoria y te acarreo de jalón hasta el momento vivido, hasta este mismo espacio.   Y llegas riendo, jugando, con tus chistes de colores rojos y blancos. Y te quedas exigiendo que luche, que siga mi camino sin decaer en el intento. Y te veo como siempre, con las mil y una ocupaciones del hogar, del negocio, de los hijos y nietos, de la interminable cocina y sus eternas filas de trastes sobre la tarja.  Y te veo junto a mi padre, abrazándolo, apoyándose mutuamente en el camino.    Intento escribir algo sobre ti, pero definitivamente en estos últimos días no doy pie con bola, ni acierto, ni incierto, sino todo lo contrario.  Lo intento, en verdad lo intento; pero esta pluma se detiene entre las comas, acentos, puntos, espacios; y les cede el paso a los recuerdos, ésos que llegan como la lluvia, así de repente, sin avisar, sin siquiera darnos la oportunidad de correr al refugio para resguardarnos de    las crueles gotas del pasado, de ese pasado que se quedó en algún lugar del mes once del año cero.
 

 
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DESMADRE


noviembre 10, 2020
Libros en desorden, zapatos regados, un poco de polvo y ropa sucia.   Disminución del interés en las actividades profesionales.   Retraso en la hora de llegada hacia el trabajo, cuentas sin cuadrar, impaciencia, insomnio, indiferencia.   Mi vida un desmadre, mi recamara un desmadre, la cocina, la escuela, el trabajo, desmadre. que   Hace falta la voz firme que ayer estaba en pendiente y hacía entrar en razón, que me hacía reaccionar.    Hace falta la sonrisa, los chistes, las canciones entre labios que alegraban el día, los apapachos que aumentaban el rubor de mi rostro haciéndome sentir un poco tonto y un tanto amado frente a los demás.   Hace falta verte entre prisas de llegadas a comer y salidas con los libros a cuesta.   Hace falta el brillo en la sala, la cocina, en el patio y comedor; el brillo de esos ojos que se fueron apagando lentamente, el brillo de tu corazón.
Haces tanta falta mujer, tanto que esta vida en la medida que avanza parece caerse    poco a poco a pedacitos.
Algunos trastos sucios, un corazón medio vacío, revoltijo de emociones, la recamara revuelta, los libros en desorden 
y mi vida,  
mi vida... 
sin madre.   
 

 

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TU NOMBRE


noviembre 15, 2020
Recuerdo tu nombre, el que nunca te gusto. Recuerdo tu cabello corto, siempre corto; quebradizo, a veces rizado, a veces liso.  Recuerdo tus lentes, delicadamente, geométricamente, siempre elegantes, siempre con tus lentes.  Recuerdo tu abrazo, tus manos quebradizas de los últimos años, tu delicada voz, siempre tu voz.  Los días de trabajo – los de siempre, de todos los días – de tu cansancio y tu cuerpo de ida y vuelta a la sala, la cocina, a la recamara y tu voz...  siempre tu voz.  Recuerdo tu nombre, el de siempre, desde mi primer día en esta vida - el de siempre -   de ese tu último día en este mundo, hasta la eternidad…   Mamá.
 
 

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 JUNTO AL VENTANAL


octubre 30, 2020
Hay veces que paso por tu ventana y escucho a lo lejos tu voz.   Incrédulo, me asomo por entre    la obscura mosquitera sin alcanzar a distinguir si sólo fue producto de la imaginación o si fue la cruel realidad que me ha gastado una mala jugada. Hay noches en que paso por tu ventana y entre aquellas piezas de tela opacas, desteñidas, que cuelgan llena de recuerdos, percibo claramente el brillo de la tele encendida con tus programas de siempre; dices mi nombre junto al saludo de siempre, junto al saludo que se extraña. En ocasiones por las tardes – de un domingo o de un sábado – me asomo de reojo y claramente te veo en la cocina preparando el café de la merienda, o lavando los trastes después de ella. Camino por el patio desolado evocando al recorrido en que en ocasiones efectuabas con tu paso lento, pausado; entre las hojas que comienzan a caer anunciando con sigilo la entrada inevitable del otoño, junto a la fiel compañía de un perro triste    que se quedó en la espera permanente del regreso de su amo.  Se detiene, me mira, y se recuesta    a un lado del ventanal. Su  estructura    añeja,  desgastada  por  las  inclemencias del  tiempo,  muestra  algunos  vidrios  astillados, pintura  blanca  corroída  y  oxido;  recordando  el  paso de  los  años,  cuando  en  aquella  ocasión  mandaste colocarla  exclusivamente  para  mi  madre,  para  que  le diera  luz  a  sus  ojos  que  empezaban  a  perder  su enfoque;  para  que  recostada  desde  su  cama disfrutara  del  canto  de  las  aves,  de  la  sombra  de  los árboles, del  a  frescura  de  la  mañana  y  el  atardecer. Hay veces que paso junto a tu ventana y aun creo que sigues aquí.  Que estás ahí, detrás de las cortinas, sentado en tu silla frente al televisor; esperando para despedirme – con la clásica prisa del reloj po


 

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LA MUERTE


noviembre 03, 2020
La muerte, aleatoria, incierta, presente; a mi espalda, a la vuelta, a mis adentros.    La que no espera.  La que no tiene tiempo ni respeto.  No sabe de oportunidades, ni de sentimientos.    Sólo llega, sin avisos, sin bombos ni platillos; llega sola y se va en compañía.    Su entrada es fulminante y se va por la grande puerta, la ventana, paredes; por todas partes. Merece respeto, en verdad.  Es algo serio.  Y cala hasta los huesos.  Ha jugado conmigo por la carretera en distintas ocasiones cambiando de rumbo, de espacio y tiempo.  Ha pasado y me chista a lo lejos como diciendo: “mírame, aquí vengo”.  Se ha pasado de nuevo.  Una vez, recuerdo bien, entro a mi casa y con profundo dolor lo recuerdo; se llevó lo más querido, respetado; arrebató con saña, sin aviso, sin adioses... aún recuerdo.  Es algo serio.    ¿Rendir culto, reírme? No, sinceramente no lo entiendo.  Yo sólo sé que duele y cala, como el miedo, el frío y el tiempo