CLARA SOLOHAGA -ARGENTINA-

PÁGINA 16

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Desde pequeña soy una aficionada a la lectura, me
gusta escribir, lo hago desde el corazón y no desde
la razón, mi imaginación no tiene límites y eso es lo
que me lleva a crear ese mundo de fantasía o realidad.
Mi nombre es Clara Solohaga (Clarisa Mcgregor) y resido en Argentina. clarisol66@hotmail.com


 

 Ángeles en nuestro camino…


Mientras dormías, salí de tu habitación y me dirigí hacer los trámites del seguro en un edificio cercano al sanatorio.
 Cada paso que daba hacia allí la lluvia, mojaba mis zapatos. Sentía tanto miedo de que te ocurriera lo peor que nada me importaba. El mojarme era nada comparado con mis sentimientos de tristeza y dolor.
Recordé el informe de los médicos y me sentía peor ¿por qué siendo tan joven tenías que pasar por esto? ¿porqué? ¿Por qué? No tenía respuesta …
Caminé como sonámbula por la calle. Veía los autos pasar, automáticamente miraba los semáforos para poder cruzar sin ser atropellada.
En mi mente yo iba pidiendo a los ángeles que te ayudaran a soportar tanto dolor, que te dieran calma para aceptar los acontecimientos que se avecinaban, y a mí que me dieran las fuerzas suficientes para sostenerte. Nada fácil iba a ser transitar por ese camino.
De repente alguien en la senda peatonal se puso a mi lado, giré la cabeza y al mirar eran dos ancianos tomados de la mano con un paraguas como yo esperando.
Como dando respuesta a mis plegarias comenzaron hablar de los ángeles mientras cruzábamos la calle los tres uno al lado del otro. Yo los miraba sin dar crédito a lo que escuchaba, susurraban en mis oídos y me decían que nunca estábamos solos que ellos nos ayudaban… que existían los ángeles sin alas …que eran los ángeles humanos, que siguiera adelante sin miedos y en calma.
Las lágrimas corrían por mis mejillas y la vista nublada, cuando me di cuenta ya la calle había cruzado y los ancianos ya no estaban. Llegué al sanatorio y vi el miedo en tus ojos. No tuve dudas en contarte lo que me pasó, una palabra de aliento y el saber que no estábamos solos era lo que necesitabas.
A veces hay cosas que nos suceden y no entendemos, un mensaje del más allá que nadie esperaba.
 
 
                                                          Aimará.


En esas montañas, con esos cerros tan altos que no tenían fin, Aimará miraba y no podía creer que estando ella tan lejos pudiera ver a esas vacas pastando tranquilas, de no creer.
Aimara era una pequeña indígena que caminaba con sus pies descalzos sobre la tierra, sobre ese suelo lleno de piedras. Con sus siete años ya juntaba leña para colaborar con su madre en el hogar. La choza de su familia era de adobe y techo de paja. En el pueblo era una de las pocas chozas con sus paredes de adobe, las demás eran de shilca, nombre dado a varillas de arbustos que se recolectaban en las montañas.
Como cada mañana Aimará iba al chiquero donde estaban las cabras allí las ordeñaba y bebía esa leche fresca recién ordeñada. Juntaba la misma en los tarros que su madre le daba para así poder hacer los quesillos junto a su abuela adorada.
Mientras regresaba del chiquero con los tarros llenos, se distrajo en su andar con el burro de su abuelo que estaba pastando al costado del sendero.
Se preguntó si su abuelo ya habría ido a ver a “Chiquito” apodo que le había dado, de Chiquito no tenía nada, y era travieso el burro, mordisqueaba y mordisqueaba los bolsillos de quien se acercara.
 Siguió bajando por el cerro y se encontró con su primo Antonio, como siempre jugando él la perseguía y ella corría, mientras los tarros de leche se movían y gotas de la misma caían.
Al fin llegó a la choza y allí la esperaban su madre y su abuela Juana para hacer los quesillos, el pan casero y fresco como todas las mañanas.
Aimará era feliz, luego jugaba con Pipón, su perro, que la seguía a todos lados y hasta dormía al costado de su catre como cuidando que nada ni nadie se acercara a dañarla.
Ella prestaba atención a su abuela que era la que cuidaba a todos los habitantes del pueblo en cuanto a salud se trataba.
Mija -le decía - usted tiene que aprender de yuyos para así sanar a los nuestros que están enfermos de mente y alma. El físico se enferma cuando la mente y el alma ya no responden con calma. Y cada yuyo tiene la respuesta que tanto buscan nuestros vecinos cuando con sus dolencias se acercan para calmar sus ansias.
Además, la abuela por las noches sentada junto al fuego, al aire libre, cerraba los ojos y se concentraba, siempre escucha el soplar del viento que le dejaba un mensaje de luz y esperanza.
Sí, la abuela Juana era sabia, era la chamana del pueblo, siempre era escuchada, todos recurrían a ella cuando la necesitaban. Ella quería que Aimará siguiera sus pasos en tan bella labor que sus antepasados le habían legado con tanta alegría y candor. Porque para la abuela Juana era un placer y un honor ayudar a su tribu en todo momento cuando la necesitaran.
Aimará escuchaba los consejos de su abuela y aunque no entendía bien, sabía de qué se trataba.
Mientras esperaba que llegara el momento de ayudar a su abuela Aimará pensaba que faltaban muchos años para reemplazarla, así que con toda calma seguía disfrutando de su niñez con alegría y esperanza.

 

 

*      *      *

 
                                 
                               
La magia está en ti.


Ella estaba sentada en el parque cerca de su casa, bajo los árboles, cerró los ojos y se dejó llevar por su respiración…
Sentada pudo sentir el viento que rozaba sus mejillas y su cabello flotar, el trinar de los pájaros que no dejaban el silencio escuchar…
Pudo sentir el césped y el suelo bajo su cuerpo vibrar, sentía que se llevaba todo, todo aquello que la hacía dudar…
Dejó su imaginación volar, volar como los pájaros en libertad…
Se vio así misma correr por el campo sin parar, libre como el viento donde la querían llevar…
Se vio en un trabajo que todavía no podía encontrar, pero que sin duda la esperaban ver llegar.
Se vio feliz, rodeada por sus seres queridos que la acompañaban sin cesar…
Se vio, se vio… tal como era… y por fin le gustó lo que veía de ella y mucho más allá…
Abrió los ojos y un suspiro dejó escapar…
Sabiendo que nada la podía ya parar…
Tan feliz y radiante estaba que todos la miraban al pasar, dejando una sonrisa escapar…
Ella la que nada podía hacer sin consultar, se dio cuenta que todo era suyo con solo pensar…
Imaginación es lo que fluye en la vida al pasar y la vida misma le demostró que podía ir más allá…
Se dio cuenta que la magia está, pero está dentro suyo y de nadie más.
La fe y la esperanza nunca deben faltar…para poder llegar hasta el final del camino sin tropezar…

 

*      *       *


DISTANCIA


Ella estaba sentada frente al mar,
Mientras miraba las olas, el agua la arena llevar.
Su mente ya no podía hacer callar.
Cerraba los ojos y veía imágenes
Pasar, todas ellas donde él estaba
Presente ya.
Lo vio corres hacia ella con el viento
En su cara sin parpadear, lo vio
Cayendo de rodillas con los brazos
Abiertos y el corazón a punto de
Estallar… ven vamos ya.
Abrió los ojos y él no estaba más.
En sus oídos escuchaba que le decía
No hay distancia que me pueda alejar…
Cuando dos almas se aman
Nadie los pude separar….

 

 

*      *      *                             

 
  LLUVIA


Pensaba que nada sería tan difícil
Como lo que tenía que vivir cada día.
Sentada mirando la lluvia caer desde
El ventanal de ese bar que la vio
Crecer, la gente con sus paraguas
Que no podían sostener por el soplar
Del fuerte viento que movían las
Hojas de los árboles al caer.
Ella salió a la calle y se sorprendió al
Ver que las gotas de lluvia no la
Mojaban al caer, era tan transparente
que su corazón ya no latía en su
ser, solamente se esfumaba
como la vida del ayer.