CLARA SOLOHAGA -ARGENTINA-

PÁGINA 17

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Desde pequeña soy una aficionada a la lectura, me gusta escribir, lo hago desde el corazón y no desde la razón, mi imaginación no tiene límites y eso es lo que me lleva a crear ese mundo de fantasía o realidad.
 
 
Mi nombre es Clara Solohaga (Clarisa Mcgregor) y resido en Argentina.
Contacto por e-mail: clarisol66@hotmail.com

 

Frecuencias…
 
¡Cómo no saber que estaba en la frecuencia equivocada! …
 
Si mientras caminaba rumbo al trabajo no dejaba de pensar que esa mañana cuando había despertado ya sentía que algo raro iba a suceder. ¡La pucha! Se dijo. ¿Qué pasará hoy que todo parece tan raro? Ya cuando apoyó los pies en la alfombra para comenzar el día, el pie izquierdo se le dobló.
 
 No puede ser -se dijo Ana- Saltando en un pie se dirigió al baño y comenzó con el ritual de todos los días, ducha fría, cremas, secador de cabello, elegir la ropa que se pondría para ir a trabajar, todo para mejorar su imagen. Mirarse en el espejo y convencerse que tenía buena presencia, que sus facciones le gustaban al igual que su cuerpo, que su rostro era bello. Que por mucho que le costase aceptar su expareja la había lastimado tanto que contribuyo a su caída personal. Terminar con él había sido lo mejor, aunque en un principio le costó aceptar la realidad, pudo hacerlo, abandonarlo y terminar con esa relación tóxica. Sin embargo, las cosas habían cambiado, de a poco fue saliendo de su encierro, fue incrementando su confianza en sí misma, fue mirarse al espejo y decir basta, aquí estoy yo y nadie más que yo. Si puedo, si puedo… puedo salir a calle y sentirme libre, puedo trabajar en lo que me gusta… puedo hacer lo que me gusta… puedo sentirme plena alegre y feliz... reírme a carcajadas sin sentirme humillada, amar sin esperar nada a cambio, sin miedos de ninguna clase. Si, si puedo hacerlo, porque yo soy la dueña de mi vida, porque solamente yo decido que hacer con ella. Ana todos los días hacía este ejercicio para levantar su autoestima.
 
Sin embargo, a pesar de todo ello algo no estaba bien. Era esa sensación de que algo iba a pasar.
 
Caminaba y observaba todo porque cada paso que daba era como que iba hacia algún lugar que no le iba a gustar.
 
Pero como puede ser –se dijo- Si voy al trabajo que me gusta tanto, que amo hacer. ¿Por qué siento esta desazón?
 
Comenzó a hacer las respiraciones que le habían enseñado para estos casos, también era un ejercicio más para su vida. Inhalaba y exhalaba despacio, mientras caminaba, comenzó a observar con más detenimiento los árboles y las flores con sus múltiples colores, si, comenzó a relajarse y a dejarse fluir. Y le llegó esa voz que escuchaba a veces que le decía que todo iba a estar bien, que no se deje abatir por esas frecuencias equivocadas. Que hoy la estaban acompañando para que nada le pasara. Que los miedos solamente estaban en su mente.
 
Ana sonrió y se dijo bueno cambio de frecuencia… paso del miedo al futuro al amor y a la aceptación del hoy, paso del miedo a vivir a la frecuencia de la alegría de vivir.
 
Siguió su camino, tranquila, segura, y casi que se cae cuando alguien la empuja con el hombro. Hizo un medio giro y sonrió, lo que no se esperó era ver ese rostro que tan bien conocía y que tanto daño le había hecho. Sin embargo, su sonrisa no desapareció, al contrario, se agrando.
 
Los ojos de Lucas no podían dejar de mirarla, Ana con su sonrisa inmensa fue la primera en hablar.
 
-Hola Lucas, ¿cómo estás? Tanto tiempo… que coincidencia encontrarte aquí a esta hora.
 
Lucas la miraba y no podía creer que esa chica tan alegre y vivaz fuera esa su otrora novia que él tanto maltrató física y emocionalmente. Lucas se sintió avergonzado, bajó la mirada y comenzó a hablar muy quedo…
 
-Hola Ana… perdón por empujarte no fue mi intención, voy apurado y casi llegando tarde a la consulta de terapia. ¿Cómo estás? Te veo bien, muy bien, feliz, alegre.
 
Aunque no lo creas me gusta el haberte encontrado, nos debíamos una última charla.
 
Mejor dicho, te debía una disculpa por mi forma de actuar en nuestra relación, por mis maltratos, mis enojos y esa ira que la dirigía hacia ti sin motivo alguno. Necesito pedirte perdón por todo. En verdad este encuentro lo deseaba porque es como que no puedo avanzar si no hablo esto contigo. Me faltaba el coraje para levantar el teléfono y llamarte, esta casualidad me deja tranquilo. Pero dime algo por favor… respóndeme.
 
Ana con lágrimas en los ojos y con el corazón liviano, esa es la palabra, liviano, lo miraba y pensaba que Lucas también estaba distinto, también había cambiado.
 
Lucas –le dijo Ana-. Como no voy a perdonarte si para eso fue esta “casualidad”, claro que te perdono, y también me perdono a misma, y me disculpo si te ofendí en algún momento de nuestra relación. Pero ya las cosas están aclaradas Lucas ya podemos seguir con nuestras vidas, ya creo de mi parte que no volveré a cometer los mismos errores en una relación de pareja, y me parece que a ti te pasa lo mismo.
 
Lucas la miró y se dio cuenta que las palabras de Ana eran sinceras, que ya no había en su corazón tristeza, enojo, al contrario, la veía feliz y radiante. Se secó las lágrimas que caían de su rostro, y le agradeció por esos sentimientos que transmitía.
 
-Eres una gran mujer Ana y te mereces todo lo mejor- esas fueron las últimas palabras que Lucas le dijo con el corazón.
 
Se sonrieron y cada uno siguió su camino, dejando atrás todo el dolor de una relación que se acabó pero que con el tiempo dejo una gran lección para los dos.
 
 

*       *       *

                                        
 
Los hijos
 
Cuando ellos sonreían su corazón daba un vuelco y comenzaba a sentir que el amor lo desbordaba. Ellos sus hijos eran su vida, lo mejor que le había pasado. Le había costado tanto formar una familia, que valoraba todo lo que se le presentaba en su vida. Cada integrante de su familia tenía un pedacito de su corazón, cada uno de ellos le recordaba lo feliz que podía llegar a ser. Cuando descubrió que Joaquín tenía un gran futuro como periodista no dudó en decirle que siguiera ese camino, que lo iba hacer muy bien. Pero no estaba preparado para que Joaquín le respondiera que no que no era lo que a él le gustaría hacer en la vida. Fue como un mazazo en su cabeza… fue el darse cuenta de que su hijo había crecido, que solamente él podía decidir en su vida.
 
-Dime Joaquín entonces, que te gustaría ser y hacer en esta vida… -le pregunto Pablo a su hijo.
 
Joaquín mirando hacia el más allá perdido en sus pensamientos respondió…
 
-La verdad papá que me gustaría ser como soy, no me sacaría nada de mi personalidad, me gusta ser como soy como persona, me gustan mis valores, me gusto en todos los aspectos… si papá con tu pregunta me doy cuenta de que me amo como soy.
 
¿Y qué me gustaría hacer en esta vida? y te diría que me gustaría hacer grandes y pequeñas cosas… si dejo volar mi imaginación me gustaría ayudar a todos los que necesitan. Hay tanta gente que no tiene nada material ni siquiera para comer y me da mucha tristeza. Los ayudaría con alimentos y a hacer sus viviendas, a enseñarles a ganar su pan. Todos tenemos un don o varios en nuestras vidas. Somos eficientes haciendo algo que nos gusta y desde allí se podría ayudar a las personas a florecer en esta vida.
 
Y en el aquí y ahora papá me gustaría ser un buen médico, de esos que no solamente curan el cuerpo físico sino también el alma, se necesita que los escuchen y desde allí se sabe cuál es mejor remedio para ellos. Si papá voy a estudiar medicina, y te prometo que lo voy a hacer con amor para así llegar a mis pacientes con ese amor.
 
Pablo lo escuchaba azorado, todavía no podía creer que su hijo haya crecido no solamente en edad sino como persona, que tuviera esos sentimientos y esos valores tan marcado y definidos.
 
Joaquín lo observaba y como si supiera lo que su padre pensaba le dijo:
 
-Papá, no te sorprendas tanto -y sonrió- todos los valores que tengo me los inculcaste vos y mamá, luego por supuesto yo mismo avancé y agregué mis propios valores. Les debo agradecer todo absolutamente todo.
 
Pablo con lágrimas en los ojos se levantó y lo abrazó fuerte. Levantó la mirada al cielo y agradeció a Dios… al universo… por tanta alegría. Escuchar y sentir que su hijo era así le llenaba el corazón. No tuvo dudas de que su hijo realizaría un gran trabajo como médico y como ser humano en esta vida.


 

 

*     *     *

                                              
La libertad
                                     
La libertad mis amigos escucho nombrar
A cada rato en la boca de todos hoy está.
Sin embargo, son muy pocos
los que la pueden sentir…
esa palabra que alimenta el alma
de todos los seres humanos, hoy y aquí.
Libres somos todos
cuando escuchamos a un niño reír…
cuando se respetan unos a otros sin herir...
cuando caminamos por las calles
sin miedo al decir
lo que pensamos sin medir
las consecuencias del decir…
La libertad mis amigos
La llevamos en nuestro sentir
Libres como el viento
Nadie nos puede decir que sentir
Ni que decir…
La libertad mis amigos está en
Nuestro interior…
Volemos alto sin miedo al dolor…
Seamos libres como la lluvia y el sol.
Sueños y esperanzas nunca deben
Faltar… para así poder llegar a esa ansiada
LIBERTAD…