PÁGINA 65

 

<                    >

LUIS ERNESTO MARTÍNEZ QUIROZ -MÉXICO-

Luis Ernesto Martínez Quiroz, mejor conocido como Lemus en el mundo de los cómics y juegos de rol, es uno de los legendarios jugadores y Game Masters de la primera generación en México. Nacido en Monterrey, Nuevo León, México.
Estudió Técnico en Terapia Física y Rehabilitación en la Preparatoria Técnica Medica y es Licenciado en Educación Secundaria con la Especialidad de Historia en la Escuela Normal Superior Moisés Sáenz Garza de Monterrey. Tomó cursos de Teatro y Oratoria y cuidado de Pacientes con Sida. Asistió a congresos de educación por parte de las Normales de Saltillo y Guanajuato. Imparte cursos de Desarrollo Humano en la Secundaria donde labora para los padres de familia enfocándose en las necesidades de los adolescentes y su trato.
Juega Rol (RPG, Roll Playing Games) desde los 15 años y ha estado inmerso en ese mundo fantástico desde ese tiempo y, hasta ahora, ha diseñado 2 juegos. A su vez, también es conocido por su maravilloso modo de desarrollo de historia como personaje y como Historyteller (cuenta cuento / desarrollador de historia). Ha sido publicado en la Revista Literaria Trinando, Revista Literaria de Horror y Terror Giallo y la Revista Literaria Infinitus. En octubre del 2016 se presentó en la 26ª Feria Internacional del Libro Monterrey (FIL). Nos comparte parte de la chispa de su ingenio con un cuento de su autoría.
 
El autor puede ser contactado en su Instagram: @ernesto.lemus.martinez
 

 

 UNA VISITA INESPERADA

 

No soy de recibir visitas en casa, mucho menos a media tarde y ni pensarlo entre semana, no me considero un ermitaño, pero mi hogar es como una extensión de mí y no suelo dejar entrar a muchas personas a mi vida. Soy algo extraño a los ojos de esta modernidad, un geek como muchos le dicen ahora, con todo lo que ese término me trae.
 Ahora que te he dicho un poco de mí y antes de desviarme del tema, quiero aclarar que nada de lo que voy a decirte es mentira, me gustaría que, de una manera u otra, fuera un invento de mi imaginación, pero no creo tener tanta creatividad para inventar algo de tales magnitudes. Sé que habían pasado muchas cosas en mi vida y desde pequeño mis padres siempre comentaron que me comportaba extraño, pero jamás nada como lo que contaré o bien, nada que Yo o alguien recuerde.
Todo paso un martes a media tarde, uno de esos martes cualquiera en los que la rutina ya escapó de la resaca del fin de semana, donde los pendientes estresantes del lunes quedaron resueltos con prisas, en ese contexto me encontraba, cuando desde la sala de mi casa, donde revisaba unos archivos para mi trabajo, escuché el ruido de mi reja sonando como si alguien estuviera allí.
Me extrañé mucho al percibir el sonido, ya que no había motivo alguno para que alguien llamara y resuelto a develar mis incógnitas fui a ver por la ventana. Al asomarme un poco pude ver que era una chica que no conocía, ni mucho menos recordaba, era delgada, pero sin exagerar y estaba golpeando insistentemente con una moneda el metal, tanto qué, sin mucho que decir tuve que salir a verla y averiguar que quería en mi casa.
Con su voz melódica me dijo que buscaba un tal “Becker” solo así, “Becker”, preguntó por el con tanta naturalidad que no creo que fuera su nombre, tal vez, en ese instante supuse que algo fuera de lo común estaba pasando, yo sabía que ella debería estar equivocada, tenía que marcharse de mi casa ya que obviamente, no vive ningún Becker conmigo.
Ante su incógnita, le respondí que nadie con ese nombre o apodo vivía en ésta casa, ella me miró y el reflejo de sus gafas no me permitió ver sus ojos, pero se quedó allí unos segundos, girando su cabeza hacia la izquierda de la calle, hacia la parte alta de la misma, cual si buscara alguna referencia de donde más buscar a ese tal “Becker”, todo esto mientras se  sostenía a la reja de mi casa como quien se aferra a un recuerdo.
Fue al ver en su rostro de decepción, sus hombros caídos y el sudor de su frente, contemplar como bajó la vista y casi escuchar un sollozo que salió de su boca por la equivocación. La miré y me acerqué, ya que no sentía ningún peligro allí, así pude darme cuenta de que mientras me aproximaba sus ojos se llenaban de lágrimas, antes de, lentamente soltar la reja, dejando caer su mano hacia su cadera y dejando como fondo melódico un suspiro de cansancio, y en ese momento, fue por humanidad y algo de lástima que le ofrecí sin más reparo, un vaso de agua fresca para antes de partir y continuar su búsqueda.
Ella me miró y sus ojos claros sonrieron diciendo “Si, tengo mucha sed y estoy cansada de tanto caminar”. Abrí la reja y la dejé pasar a mi porche, le ofrecí una silla y ella me preguntó si podría tomar la mecedora a lo que accedí sin problema, ella acto seguido se dejó caer en el asiento como cuando tus pies te reclaman un descanso después de tanto caminar, extendió las piernas y un suspiro grande fue el sonido que usé como cortinilla para ir al interior.
Entre pensando en el vaso de agua fresca sin hacer nada más que siguiendo mi costumbre, cerré la puerta tras de mí, en ese momento llegó a mí que tal vez había sido grosero con ella al mostrar tal desconfianza, pero era obvio que tampoco debería de dejarle entrar a mí casa, así como así, miré por la ventana, por el momento estaba sentada mirando a la calle esperando, era una imagen para recordar toda la vida.
Volví en un momento y dejé de servir el agua en el vaso, esa era otra costumbre mía, ella podría pensar que le puse algo o aún peor que mis intenciones no eran buenas. Con esto mejor tome una de las botellas de agua que tengo en el refrigerador al tiempo que tomaba unas servilletas para su sudor.
Cuando volví ella estaba allí sentada esperando mi regreso mientras se mecía tranquilamente, fue hasta entonces cuando repare en su imagen, vestía unos vaqueros que le llegaban poco más arriba de los tobillos, unas calcetas rosas y unos tenis blancos aunque sucios por el uso, su blusa rosa claro con la leyenda “GLOW” en el pecho, su cabello poco arriba de los hombros, sus labios no traían labial sus dientes blancos salieron a la vista cuando me dio una sonrisa amplia mientras yo le daba la botella y ella la tomó de mi mano y pude ver sus uñas pintadas de negro, un juego de pulseras y un anillo en su dedo anular, le di las servilletas y tomó una pasándola por su rostro y guardando el resto en su puño después. Era muy bonita eso estaba claro.
“No recuerdo ningún Becker en esta calle” le comenté ya que, aunque no salía mucho de casa, si conocía a mis vecinos inmediatos “pero si quieres le puedo preguntar a Doña Paz vive aquí en la esquina y bien que sabe el teje y maneje de esta colonia como si ella fuera oídos y boca de esta” a sabiendas de que una vez preguntando yo me expondría al chisme local.
Ella se sonrió “No es necesario, tal vez sea yo quien me equivoque de todo a todo, porque no recuerdo nada de estos parajes” dijo mientras veía a su alrededor “de hecho por lo parecido de tu reja es que me atreví a tocar y mira no encontré a Becker, pero si a ti, una botellita de agua fría y algo de plática amena” dijo alegre.
Yo sonreí por el comentario “No sé si eso sea un cumplido” respondí al tiempo “pero la verdad un vaso de agua no se le niega a nadie y menos si está en busca de alguien importante” concluí mientras me sentaba en una de las sillas que estaban frente a ella.
Casi inmediatamente, mi único vicio me llevó a que después de sentarme sacar y poner un cigarrillo en mi boca así, mientras sacaba el encendedor la miré y le pregunté si acaso le molestaba que yo fumara “No me molesta” contestó mirando mi ademán al encenderlo “de hecho me gusta mucho el aroma a tabaco, se fumar pero no lo acostumbro, pero me gusta ese olor no sé porque” y me sonrió gustosa y complacida al momento de dar mi primera calada.
Ella era linda y poco a poco comenzó a gustarme su calidez al hablar, pero sobre todo su manera de sonreír. Sus ojos tan expresivos casi hipnotizan los sentidos. Comenzó la plática sobre el tal Becker que estaba buscando, ella me contó que era un amigo que hacía casi 2 años que no veía, él era muy importante en su vida, que después de todo el tiempo en el que se habían separado ella había logrado meditar sobre su amistad y como la había marcado.
“¿Por qué después de tanto tiempo decidiste buscarlo?” le pregunté de manera directa sin pensar un poco en su privacidad ante la respuesta.
Me miró y sus ojos se pusieron algo tristes, comenzó a relatarme que la última vez que lo había visto fue en una fiesta de su preparatoria, ellos celebraban su graduación y el festejo se había prolongado mucho hasta ya muy entrada la noche, ellos al parecer se habían separado tras una discusión por algo que él había confesado, no me dijo exactamente qué le había dicho , pero inferí que algo  relacionado con sentimientos entre ellos, eso causó que esa era la última vez que ella lo vería, ese asunto era el que necesitaba arreglar y para ello necesitaba verle de nuevo o escuchar al menos su voz.
“Debe de seguir molesto conmigo en 2 años no sé nada de él” dijo con pesar “le fallé como amiga” terminó con mucha tristeza en sus palabras.
Yo ponía atención a lo que me decía, pero también miraba sus manos y comenzó a gustarme como se veían sus uñas cortas pintadas de negro, ellas sostenían la botella de agua, por mi parte, aunque animado, no podía comprender cómo es que no la había despedido desde hacía unos 20 minutos. Comprendía sus palabras y su pesar, todos alguna vez fallamos a un amigo de la misma manera, ante esto no pude más que darle algunas palabras de apoyo, dije “todos nos enojamos alguna vez, pero nadie está enojado por siempre y más cuando los sentimientos estaban involucrados” le miré a los ojos “aún por más rencor o molestia, nadie creo yo, puede molestarse por un momento de juventud equivocado” y di una calada a mi cigarrillo.
“¿Cuántos años tienes?” me preguntó directamente “25” respondí de inmediato “me llevas 6 años” dijo sonriendo “¿no quieres ser mi amigo y así olvidar un poco a Beck?” dijo con sus ojos mirándome y con una amplia sonrisa en sus labios.
“No me gustaría ser un reemplazo de alguien” le dije inmediatamente “pero la verdad, si podría ser tu amigo, pero, antes que nada, debería de saber tu nombre para comenzar ¿No crees tú?” pregunté, pero en ese momento un certero pelotazo golpeó la reja a lo que mi mirada fue directa hacia esa dirección, los niños estaban jugando fuera una cascarita de fútbol, sonreí inmediatamente por el susto que me había dado. Les grite que con cuidado y que no fueran a romper algo esto con empatía y no con enojo.
“Que padre no te enojaste” dijo ella antes de darle un trago a su botella de agua “mi papá les había dicho hasta de que se morirían por ese susto, eres una buena persona y me estás gustando mucho” comentó antes de acomodarse en la mecedora.
“Me estás gustando mucho” esas palabras me dejaron helado y con una estúpida sonrisa dibujada en la cara que definitivamente no pude ocultar, nadie te dice eso en menos de una hora de conocerlo. Mis instintos me advertían algo, pero mi impresión era superior, ella se sonreía de manera burlona mientras yo digería sus palabras no pude hacer otra cosa más que rápidamente encender un cigarrillo y darle un par de caladas.
“Bueno esperaría algo de tu parte, pero, creo que te impresioné demasiado” dijo mientras se inclinaba hacia mí “me llamó Ania, pero mis amigos me dicen Brillos, tú puedes decirme así si quieres al fin que, no tengo tantos amigos” añadió e hizo un ademán mostrando su gusto por un cigarro.
Sin prisas saqué mi cajetilla y le di uno, mientras ella lo miraba como algo raro yo preparaba el fuego de mi encendedor para ella, asintió y yo prendí su cigarrillo.
Fue sublime esa primera calada, parecía como si dentro de ella se desatara un inimaginable torrente de pasión y sentimientos, la miraba encantado con ella mientras cerraba sus ojos y al enderezar su cuerpo hasta recargarse en la mecedora, por un momento sentí algo dentro de mí, algo que me hacía vibrar, al mirar su pecho expandirse antes de soltar la bocanada de humo que salió de su boca.
“Se siente muy bien, hace tiempo que no fumaba” dijo sin más mientras sonreía “fumas de los que Beck fumaba ¿Seguro no eres el?” dijo burlona.
Contesté la sonrisa, aunque para ser sincero, que me comparara con su amigo perdido no me hacía tanta gracia, al menos comenzaba a pensar que tenía algo de familiar con él, hacía mucho tiempo que no tenía una conversación tan casual y tópica con una mujer tan bella, que mi imaginación me llevó a pensar que, tal vez hasta podría tener suerte con esa desconocida.
Platicamos de lo que hacía en casa un martes por la tarde,  respondí la verdad, estaba trabajando en un programa informático para una empresa, yo le pregunté por qué ella se había perdido, contestando que era demasiado distraída en los trayectos y que había emprendido una aventura para buscarle, al pasar un poco más de 2 horas platicando de mil generalidades sin entrar en muchos detalles, mi hambre se presentó y con un gruñido que habría asustado a cualquiera que le hubiera escuchado.
“Vaya que alguien tiene hambre” señalando mi estómago “creo que ya te quité mucho tiempo y ya no quiero retenerte más, aunque me gustaría que así fuera, sería muy tierno tenerte así, aunque sea una vez, amigo” dijo mientras bajaba la mirada ante la insinuación y detecté que había sobrepasado sus límites al decirlo.
“Brillos no exageres” respondí tranquilo y con algo de nervios en la voz “a mí también me gustaría tenerte, pero con la seguridad de que no te irías sin despedirte, de que pasaría más de una vez” dije yo sacando todo el aplomo de mi ser “sé que es precipitado, pero si me gustas y a riesgo de que no suceda nada hoy, quiero que esta singularidad sea duradera, porque no te quiero para una tarde” le dije mirándola.
Sus ojos se abrieron mucho y una enorme sonrisa iluminó el crepúsculo al tiempo que me extendía los brazos a señal de querer un abrazo “Voy a ser tuya hoy y siempre, ven a mi por favor” me respondió con alegría.
Me levanté de mi asiento mirándola fijamente, mi corazón latía muy rápido, mi deseo luchaba por no desatarse, mis brazos correspondían los suyos, apenas si me iba acercando un escalofrío de nerviosismo recorría mi cuerpo, el aroma que percibía eran jazmines, mi aliento se enfriaba en esa reacción cuando la envolví entre mis brazos y pude sentir su ser.
En ese preciso momento desde la calle Doña Paz interrumpió gritando y con su voz hostil aguda y fuerte.
“¿Con quién hablas muchacho?” preguntó insistentemente “¿esa mecedora se mueve sola o qué?  Andas muy loco mijo, ya sal un poco a que te del sol” dijo antes de continuar su marcha.
Sentí el vacío en mis brazos, sorprendido y muy asustado miré hacia la mecedora y no había nadie, la botella de agua estaba allí, las servilletas en el suelo, el cigarrillo también aún sin fumar, miré a todos lados, levanté el cigarrillo del piso y un escalofrío recorrió mi cuerpo, al principio heló mi sangre, pero, poco después se sintió como ese abrazo.
Entré a casa rápido sin contestar cerrando la puerta tras de mí, intenté calmarme, pero no era posible, sentía miedo, tristeza y frustración. Daba vueltas por la sala y en un momento me volví a asomar por la ventana para verificar que nadie estuviera allí, pero para mi sorpresa lo que si vi fue su reflejo en el vidrio, como si estuviera detrás mío tocando mi hombro y con los movimientos de su boca podía leer.
“Seré tuya por siempre”
 
 

Fin
 

<      >