LUCY ANA ECOS PÉREZ -BOLIVIA-

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PÁGINA 15

Ing. Lucy Ana Ecos Pérez, nacida en la ciudad de La Paz-Bolivia, ingeniera de profesión, escritora por pasión. Escribo desde literatura fantástica y algunos fanfics. Desde la primera novela escrita "Las Tres Reinas" hasta pequeños cuentos que relatan la vida de los personajes.
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Los cuentos del abuelo

 


Era una mañana de verano en la ciudad, los niños descansaban de la escuela en su corta vacación. Muchos niños se iban de viaje junto a sus padres, otros niños estudiaban más a fondo los viajes especiales, los demás niños de la clase media, se quedaban en casa a jugar con los amigos del barrio. Ese era el caso de mi pequeño nieto, el más pequeño del barrio, pese a que tenía la misma edad que la mayoría de sus amigos.
El salía a jugar con su mejor amiga, escalaban los arboles de manzana del parque. Yo los veía jugar a través de las ventanas de mi casa. Vivíamos relativamente cerca. No deseaba separarme de ese pequeño que era toda mi vida.
Yo era un viejo que llegó a la jubilación, trabajaba en la agencia espacial hace diez años atrás. Antes de irme pude sacar las mejores tecnologías espaciales, sin que mis jefes se dieran cuenta.
Me mude en una adorable casa, cerca de mí no tan querida familia, pero también cerca de mi adorado nieto. Le enseñaba las tecnologías de la agencia espacial, pero no le atraían para nada. El solo deseaba ser un explorador de la ciudad. Debe ser por parte de su inútil padre.
Esa mañana de verano, vinieron a visitarme, mí querido nieto, su mejor amiga y un amigo más, este último parecía ser un niño malo. No me importó, los tres pasaron a mi sala. La mejor amiga de mi nieto deseaba conocer la tecnología oculta que tenía en casa, el otro amigo también tenía curiosidad.
Con mucho gusto de mostrar a los niños mis hermosos robots tripulados, me di cuenta que estos no cargaron batería en mucho tiempo. Podían cargar batería solar, pero para nuestra mala suerte el cielo se nubló, una tormenta se estaba acercando. La segunda manera de cargar el equipo era a corriente. Conecté el robot a uno de mis viejos enchufes, aun mala suerte la nuestra la luz se fue, en toda la ciudad.
La pequeña amiga se puso muy triste, el otro amigo frunció el ceño, se sentó enojado en el suelo con los brazos cruzados. Mi pequeño nieto trato de calmar a su mejor amiga, vano fue su esfuerzo pues esta comenzó a llorar.
No tuve idea de que hacer en ese momento, hasta que se escuchó un fuerte estruendo. Un trueno, uno muy fuerte, parecía el rugido de una criatura. Un dragón?
En ese momento se me prendió el foco, tuve la gran idea de contar una increíble historia a esos tres tristes tigritos en mi sala.
Otro estruendoso sonido se pudo escuchar en toda la ciudad, los niños se asustaron. Me miraban en búsqueda de la ayuda y protección de algún adulto.
-Niños, saben que es ese ruido?- les pregunte mirando a sus asustados ojos. Ellos movieron su cabeza de un lado al otro sin poder abrir la boca.
-Ese ruido que acaban de escuchar es la voz de unas amigas de este viejo y cansado hombre- Los niños se miraban entre ellos sin poder entender.
-Verán pequeños, hace muchos años yo vivía en otro lugar, no era una ciudad tan tecnológica como esta, ni tenia exploradores para defender las fronteras.- Los niños se sentaron delante mío para escuchar atentos la historia, cambiaron rápidamente su atención del robot hacia mí.
Me senté en una vieja mecedora, seguí contando mi historia para no defraudar a esos ojos curiosos que me miraban atentamente.
-Más allá de la ciudad, más allá de un sendero, llegando a la tercera curva del camino a la ciudad del Norte, se encuentra un inusual bosque, si te adentras ahí, lo más seguro es que te pierdas en el tiempo, llegaras a una tierra nunca antes vista. Un reino muy oculto al interior del Bosque Oscuro, tierra donde criaturas extrañas y humanos podían vivir tranquilamente en paz. Quien gobernaba este extraño lugar? – los niños miraban muy atentos mi semblante.
-Este lugar era gobernado por la criatura más poderosa del Bosque, el más sabio, el más justo. El Gran Dragón blanco.- Los niños me miraban con cara confusa, excepto mi nieto, el soltó un gran –Woow- de su pequeña boca.
Continué –Se preguntaran dónde estaba este viejo? Pues cuando no tenía estos cabellos blancos ni estas arrugas en mi rostro ni mi bastón, me dedicaba a trabajar en el castillo del rey Dragón, era parte de los que preparábamos las comidas para las fiestas. En este castillo vivían muchos humanos bajo el cuidado del rey, también habitaban sus hijas, tres adorables niñas como ustedes- el otro amigo interrumpió –si pero no tan enanos como él- apuntaba a mi nieto, le di un pequeño golpe en la cabeza –No interrumpas cuando tus mayores están hablando-.
Había risas de mi nieto y su amiga, eso me alegró –El tiempo en el Bosque oscuro es muy diferente al nuestro, esas niñas crecieron y se convirtieron junto a su padre en defensoras del reino. La hija mayor, una dragona blanca. Era muy tímida, muy miedosa y solo se limitó a compartir la información de una biblioteca, donde estaban escritos en todos esos libros mucha información del Bosque. La segunda hija, la dragona roja, convocaba a voluntarios para que sean parte de sus consejeros, un grupo de soldados para defender el reino, la tercera hija, la dragona azul, no convocaba gente, solo se quedaba leer en la biblioteca de la hermana mayor.-
Tome uno de mis libros de mi librero de la sala, era de color negro. Se los mostré a los niños. –Este libro era de la dragona roja, se convertía en humana para estar con su gente, yo me uní a sus consejeros, ella me recibió con mucha alegría, con una gran sonrisa. Entonces el entrenamiento comenzó, fueron pruebas muy duras para los humanos, pero las criaturas del bosque las pasaban con mucha facilidad. Muchos de mis amigos no lograron pasar y fueron…- los niños miraban con curiosidad, no quería detallar que mis amigos murieron en todas las pruebas, escalando arboles como montañas, en un bosque muy oscuro donde podían ser devorados por casi cualquier lobo, saltando grandes edificaciones. Así que solo les dije –ellos fueron devueltos a sus casas sin cenar- las risas de los niños adornaban la oscura sala y alegraban mi corazón.
-Después de todas las pruebas, fuimos escogidos solo siete consejeros, siete fieles seguidores de la dragona roja, éramos los más fuertes, los más valientes, los mejores cuidando el reino del Dragón Blanco. Nuestra maestra nos quería mucho, siempre festejaba cada misión cumplida con un gran banquete para nosotros. Hasta que un terrible día llegó, alguien había robado uno de los tesoros del rey, el zafiro azul. Una piedra mágica que otorga los poderes De Dragón, si lo tienes, te conviertes en el rey del Bosque.- la pequeña niña levanto su mano -Y quién robo ese tesoro?- mi pequeño nieto no le quitaba la mirada de encima mientras ella hablaba.
Entonces respondí.
-Un consejero tonto convenció a los demás a robar el zafiro azul y revelarse. Yo no estaba de acuerdo y con ayuda de la roja los atrapamos a garras y dientes antes que lo saquen del tesoro del rey. Todos ellos fueron juzgados, excepto yo, así que como agradecimiento, la roja me dio mi libertad para huir del Bosque antes que me juzguen también. Huí a esta ciudad, dejando atrás mi oscuro pasado. El rey rugía de rabia por que se le escapó un consejero, ese rugido se escuchaba hasta esta ciudad. Es un sonido que no puedo olvidar, el rey confío en nosotros, mi señora roja confió en los siete, le fallamos, solo yo sobreviví.- mis ojos se llenaron de lágrimas por la nostalgia que me causaba recordar a la dragona roja, las lágrimas no dejaban de caer.
Los niños se levantaron del suelo y me abrazaron, trataron de consolar a este anciano corazón.
Se había hecho de noche y la luz no volvió a la ciudad hasta el día siguiente. Llevé a los niños a sus casas recibiendo regaños de parte de sus padres por la hora, era muy tarde.
De todas maneras estaba contento de sacar esta historia que estaba muy dentro de mí, quería salir a toda costa y por fin encontró el momento ideal, con los pequeños exactos.
Tal vez esos niños olviden a este anciano, tal vez olviden el día que pasamos juntos, tal vez olviden la historia, pero nunca podrá olvidar el rugido del Dragón.
Pasaron los años, mi nieto no creció mucho a diferencia de sus amigos. Un día toca mi puerta anunciando su viaje al Bosque. Deseaba convertirse en el mejor guerrero con la ayuda de la dragona roja.
-Estás loco hijo? Qué no recuerdas lo que te conté de niño?- golpeaba a mi nieto, ya todo un joven explorador, con mi bastón en su cabeza.
-Lo recuerdo abuelo, bueno no muchas partes porque me la pasaba mirando a mi amiga, la recuerdas? Ahora es comandante de mi sección...- le di otro golpe en la cabeza y él se fue corriendo.
Realmente deseo lo mejor para él, espero mi señora roja no lo maltrate tanto, después de todo él está siguiendo su corazón, como yo alguna vez también lo seguí.
 

Lucy Ecos (Luchy Ecos)